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Perspectiva

La guerra y la Convención Nacional Demócrata

La Convención Nacional del Partido Demócrata fue todo un montaje propagandístico programado para hacer pasar de representante del pueblo a este partido capitalista derechista, mancornado a Wall Street y al Pentágono.

Lo que brilla por su ausencia detrás de la moralina humanitaria de Clinton y declaraciones sentimentales por la hermandad universal, es una discusión sobre la política exterior que ella traería consigo de ser elegida presidente.

Nada dijeron los oradores principales de la convención de las guerras en Irak, Afganistán, Libia o Siria, de la muerte del presidente de Libia, Muammar Gaddafi o el programa de asesinato con drones de la Casa Blanca, a pesar de los quince años de la "guerra al terror". El silencio es aún más extraordinario dado el hecho de que el gobierno de Obama es el primero en la historia estadounidense en estar en guerra a lo largo de sus dos cuatrienios.

Bien saben, sin embargo, los que realmente toman las decisiones que entretelones de las elecciones de 2016 crecen las tensiones militares con Rusia y China y que aumenta el peligro de una guerra mundial entre potencias con armas nucleares.

Ninguno de los oradores de la convención consideró oportuno mencionar el hecho que el gobierno de Obama se ha comprometido hacerle la guerra a Rusia si los altamente inestables gobiernos derechistas de Latvia, Lituania o Estonia fueran a lanzar una provocación en contra ella.

Tampoco hubo mención del hecho que, con el fin de fortalecer la alianza contra China, el vicepresidente Biden se reúnió la semana con el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte —quien amaga con suspender el Congreso del país y se ha jacta de haber matado personalmente a 1.700 personas.

Sorprende aun más la falta de discusión sobre estas cuestiones sustantivas de política exterior dado que los centros de estudios militares, los periódicos de política exterior y militares de alto rango vienen haciendo declaraciones sobre un conflicto en potencia entre las grandes potencias.

Dennis Blair, el ex comandante de las fuerzas estadounidenses en el Pacífico, declaró en una audiencia del Congreso americano en julio que, en contravención a la política actual, Estados Unidos debería estar "dispuesto a usar la fuerza militar" si China busca reivindicar sus demandas sobre una serie de rocas en el Mar de la China Meridional, que también Filipinas codicia. Tal conflicto, provocado por dudosas exigencias de territorio por parte de este aliado estadounidense en el otro lado del mundo, tendría una alta probabilidad de resultar en un enfrentamiento nuclear que resultaría en la muerte de millones, o de miles de millones.

Los funcionarios chinos, quienes no se hacen ilusiones sobre lo que significan estas declaraciones, anunciaron en las páginas del Global Times, periódico controlado por el gobierno: "China espera que los conflictos pueden resolverse mediante negociaciones, pero debe estar preparada para cualquier confrontación militar".

En el último número de la revista Foreign Affairs, John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt aciertan, "Hay regiones más allá del hemisferio occidental por las que vale la pena derramar sangre americana y derrochar tesoro". Los autores añaden: "En Europa y el noreste Asia, el temor principal es que aparezca alguna potencia hegemónica regional ejerciendo dominio sobre la región en que está, de la misma manera en que Estados Unidos domina el hemisferio occidental."

Con respecto a Rusia, militares de alto rango exigen una política aún más maníaca de la proponen contra de China. Richard Shirreff, ex vicecomandante supremo de la OTAN para Europa, sugiere que la guerra contra Rusia podría ocurrir el año que viene (“2017: La guerra contra Rusia: Una advertencia urgente del Alto Mando Militar” [2017: War with Russia: An Urgent Warning from Senior Military Command]) .

Shirreff elabora su argumento en un documento estratégico titulado “Armamentos de Disuasión” (Arming for Deterrence), publicado la semana pasada por el centro de estudio estadounidense Atlantic Council. Declara que Rusia tiene la capacidad y la posible intención de invadir a aliados estadounidenses del Báltico “de la noche a la mañana”. Con este fin, en un loco plan hitleriano, propone convertir a Polonia –cuyo gobierno es autoritario y derechista— en una plataforma desde la cual conducir acciones militares contra Rusia. Polonia debe "reservarse el derecho de atacar objetivos rusos" preventivamente, convertirse en una base de operaciones de armas nucleares y hacer pública "una lista de posibles objetivos" en Rusia.

La perspectiva de una guerra con Rusia después de las elecciones de este noviembre se discute abiertamente en círculos políticos. Recientemente, la revista National Interest publicó un artículo de portada llamado "Rusia y América: Destinados al conflicto?" (Russia and America: Destined for Conflict?) donde en parte dice: “Las relaciones entre ambas partes han descendido a niveles peligrosos ... Si Moscú no hace caso, Washington debe hacer lo que sea necesario para proteger sus intereses.”

En verdad, Hillary Clinton es la defensora más abierta de intervenciones militares que haya ganado la nominación del Partido Demócrata en la historia reciente.

Mark Landler, autor de “Alter Egos: Hillary Clinton, Barack Obama y la larga lucha sobre el uso del poder americano” (Alter Egos: Hillary Clinton, Barack Obama and the Twilight Struggle Over American Power), lo dijo así a principios de este año, "por toda su habla sobre bombardear al Estado Islámico (EI) hasta el olvido, ni Donald J. Trump ni el senador de Texas, Ted Cruz, han demostrado nada que se asemeje al voraz apetito por conflictos militares de Clinton."

Como Secretaria de Estado, Clinton demostró más que Obama ser una belicista sin escrúpulos. "En temas fundamentales de la guerra y la paz", escribe Landler, "la filosofía más activista de Clinton ... chocó" con los ”instintos hacia la moderación” de Obama.

El hecho de que Obama, que como señaló el New York Times en mayo, “ahora ha estado en guerra por más tiempo que el Sr. Bush, o cualquier otro presidente de Estados Unidos", sea presentado como un ejemplo de moderación militar más hace relucir el carné belicista de Clinton.

Además de haber exigido una intervención militar más agresiva que la de Obama en Afganistán e Irak, Clinton "presionó para los Estados Unidos enviara más armas a los rebeldes de la guerra civil en Siria (una idea Obama inicialmente rechaza pero que luego acepta, con poco entusiasmo.)” Ella también exigió en privado que Obama estableciera una zona de exclusión aérea en Siria después de las declaraciones del aparato militar y de inteligencia estadounidense en el 2013 que el presidente sirio Bashar Assad había usado armas químicas, declarando: “Si has dicho que atacarás, tienes que atacar. No hay otra opción.”

Bruce Riedel, el ex analista de inteligencia que llevó a cabo la revisión inicial de Obama sobre la guerra de Afganistán, le dijo a Landler, "Una de las sorpresas para ... los militares fue ... tener una Secretaria de Estado a la derecha de ellos en cuestiones [militares] —aun más entusiasta que ellos”.

Escribiendo en National Interest, el profesor de Yale David Bromwich nota la creciente convergencia entre las políticas de Clinton, sus apologistas de “izquierda” y los neoconservadores que ayudaron a lanzar la invasión de Irak en el 2003.

"Las últimas semanas han cementado una alianza extraordinaria para derrotar a Trump que une a dos fracciones de la política exterior que nunca fueron totalmente distintas: la de los neoconservadores que incautaron la política exterior de Bush-Cheney del 2001 al 2006, y la de los intervencionistas liberales que apoyaron la guerra de Irak, la guerra de Libia, un programa ampliado de asesinatos con drones, y la intervención militar en Siria más allá de lo que la administración Obama ha permitido. "

Señala que "con una serie de artículos recientes y artículos de opinión, estas personas están preparando el terreno para que Hillary Clinton afirme que el gobierno ruso está aliado con la campaña de Trump, y que Rusia ha intervenido en la elección al lanzar los correos obtenidos ilícitamente del Comité Nacional Demócrata (Democratic National Committee, DNC) para avergonzar a Clinton.”

Paul Krugman, veterano defensor de Clinton se ha puesto al frente de esa campaña que dirige el New York Times. Declara que Donald Trump es un Siberian Candidate y testaferro de Putin, quien Clinton insiste en combatir.

La antigua Secretaria de Estado Madeleine Albright hizo eco de ese tema de parte del DNC el 26 de julio. Albright repudió a Rusia con una ferocidad no vista desde el fin de la Guerra Fría. Lamentando que “Los comunistas se habían apoderado” de su Checoslovaquia natal, Albright declaró: “Acéptenlo de alguien que huyó de la Cortina de Hierro, yo sí sé lo que pasa cuando le das a los rusos una luz verde.”

La clase dominante de Estados Unidos históricamente espera que pasen las elecciones para implementar planes de guerra preparadas antemano. Por lo tanto, el año que viene plantea enormes peligros. Independientemente de quién sea elegido, la lucha contra la guerra es el anfiteatro de la construcción de un movimiento independiente y socialista de la clase obrera en Estados Unidos y en el mundo.

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