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Miles de profesores se van a la huelga en Brasil debido a los ataques que el gobierno prepara contra la educación

El 22 de setiembre, miles de profesores en todo Brasil salieron a las calles a defender los salarios y condiciones de trabajos y denunciar los recortes de presupuesto a la educación que está preparando el Presidente Michel Temer del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Fue la más grande manifestación de trabajadores desde la destitución el mes pasado de la presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores (PT).

Las manifestaciones fueron convocadas por la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), que está afiliado al CUT, la federación sindical más grande de Brasil. También se unieron al llamado a la huelga de la CNTE los sindicatos que representan a los profesores y trabajadores en universidades federales, lo cual condujo a una huelga de un día en algunas universidades.

Como parte de un programa más amplio de ataques a la clase trabajadora brasileña, el presidente Michel Temer espera ganar para fin de este año la aprobación del Congreso Nacional de propuestas de dos enmiendas constitucionales que tendrían efectos drásticos en la educación. La primera, inicialmente propuesta por la destituida presidenta Rousseff, congela los salarios de empleados públicos existentes y previene la contratación de nuevos trabajadores en los próximos dos años.

La otra, formulada por el presidente Temer, limita el gasto social al nivel de la inflación del año pasado por los próximos 20 años. Los economistas estiman que recortará el gasto a la educación por 60 mil millones de reais (casi US$ 19 mil millones) durante los próximos 10 años, lo cual impedirá los objetivos del Plan de Educación Nacional de Brasil.

El Plan de Educación Nacional, unánimemente aprobado por el Congreso Nacional en el 2014, tiene 20 objetivos para los próximos 10 años. Entre ellos está la universalización de la educación básica y un incremento en el gasto a la educación al 10 por ciento del PBI. Hoy en día, existen 3 millones de niños y jóvenes brasileños entre las edades de 4 y 17 años fuera de las escuelas en Brasil.

Junto a los recortes en el presupuesto educativo, los profesores se manifestaron contra las propuestas de Temer para “reformar” las pensiones, que incrementaría la edad de jubilación a 65 y una reforma laborista, que incluye la posibilidad de contratos atados a horas trabajadas y productividad y que también incrementaría el horario diario a 12 horas. La reforma laboral de Temer también propone que las negociaciones directas entre empleados y empleadores tomen precedencia por encima de acuerdos colectivos.

Estas propuestas de “reforma” toman lugar dentro del contexto de la peor crisis económica de Brasil desde la Gran Depresión, con la economía contrayéndose por un segundo año consecutivo, la inflación sigue aumentando y la tasa de desempleo por encima del 11 por ciento.

El 21 de setiembre, Folha de São Paulo reportó que en agosto, el 52 por ciento de acuerdos salariales estaban por debajo de la tasa de inflación. Un día antes, el 20 de setiembre, los trabajadores de correo terminaron una huelga que duró una semana luego de aceptar un incremento salarial de 9 por ciento. Trabajadores bancarios, que habían estado en huelga por tres semanas, habían rechazado dos propuestas de la Federación de Bancos Nacionales, la última de éstas consistía de un incremento salarial de 7 por ciento.

Los recortes a los salarios reales y precarias condiciones de trabajo especialmente afectan a los trabajadores, el sector con los niveles más altos de educación en Brasil que tienen los salarios más bajos. El reporte “Educación en una mirada 2016” (“Education at a Glance 2016”), publicado por la Organización por la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) el 16 de setiembre muestra que los profesores brasileños reciben el 39 por ciento del ingreso promedio de profesores de 41 países, por delante solamente de los profesores colombianos e indonesios. También muestra que los profesores brasileños trabajan el período más largo de todos los países encuestados, con dos semanas cada año por encima del promedio.

La manifestación más grande de las acciones del 22 de setiembre fue realizada en São Paulo, en dónde 20,000 profesores se reunieron en la avenida paulista. Ahí, el sindicato de profesores APEOESP, que posee 180,000 miembros y que está afiliado al CUT, también mantuvo su asamblea.

Los profesores en São Paulo han estado confrontando dos problemas centrales en años recientes. Primero, la política basada en el rendimiento que el partido derechista PSDB ha implementado desde 1994, el cual reemplaza los incrementos salariales regulares de bonos basado en evaluaciones estándar. Desde julio del 2014, la fecha del último incremento salarial, los profesores de São Paulo han acumulado una pérdida en salarios reales de casi 17 por ciento. Este es el segundo año consecutivo en el que el Gobernador Gerardo Alckmin ha reducido el presupuesto a la educación.

En segundo lugar, los profesores en São Paulo confrontan un largo historial de traiciones por APEOESP, incluyendo el sabotaje de las asambleas y el aislamiento de las luchas de profesores de los estudiantes secundarios, quienes ocuparon casi 200 escuelas el año pasado contra un plan de reestructuración. APEOESP ha colaborado cercanamente con el gobierno estatal en implementar ataques a los profesores y la educación pública.

La gran mayoría de discursos en la asamblea del 22 de setiembre trató dos temas principales: la reciente acusación criminal presentada por fiscales federales contra el ex presidente del PT Luiz Inacio Lula da Silva, en el que se le acusa de ser el “máximo comandante” del esquema de sobornos en Petrobras, y la necesidad de una huelga general para derrotar a las reformas propuestas por Temer.

El PT y la burocracia de pseudo-izquierda en el APEOESP denunciaron las acusaciones contra Lula, llamándolo un “símbolo de la clase trabajadora” quién “ha luchado contra la burguesía brasileña”. João Felício, ex presidente del APEOESP y el CUT y actual presidente de la International Trade Union Confederation (ITUC) dio un discurso diciendo que “Lula fue un obstáculo a la clase gobernante, que nunca gustó de él”.

Tales discursos solamente muestran qué tan lejos de la clase trabajadora han llegado el PT y los sindicatos aliados que controla: APEOESP y CUT.

Durante sus 13 años como cabeza del estado brasileño, el PT fue el principal partido del capitalismo brasileño. Al igual que en EE.UU., en dónde el AFL-CIO, el afiliado estadounidense del ITUC, se ha opuesto al desarrollo de cualquier movimiento político de masas de la clase trabajadora que sea independiente del Partido Democrático, los sindicatos controlados por el PT en Brasil buscan canalizar la creciente insatisfacción de la clase trabajadora brasileña por las propuestas reformas de Temer hacia un apoyo por el PT en las próximas elecciones.

Los discursos con respecto a la necesidad de una huelga general no podían ser más retóricas. Durante el procedimiento de destitución contra la ex presidenta Rousseff, el PT y el CUT no hicieron nada para movilizar a la clase trabajadora. En vez de ello, mientras el CUT suprimía las luchas de los trabajadores, Lula trabajaba tras bastidores con los mismos políticos corruptos que ahora él acusa de ser golpistas para prevenir la destitución.

A pesar de los planes cada vez más claros del presidente Temer de atacar a la clase trabajadora, el CUT fue incapaz y se oponía a unir las luchas de los trabajadores. El último mes, tres sectores principales de la clase trabajadora en Brasil tomaron las calles par protestar: los trabajadores de correos, los bancarios y los profesores, todos ellos afiliados al CUT. Al mismo tiempo, el CUT no fue capaz de organizar una mayor movilización hacia una huelga general.

A medida que los intereses de los sindicatos colisionan directamente con aquellos de los trabajadores, crece la desconfianza en los sindicato. Esto ya ha empezado a ocurrir con los trabajadores, cuya participación en la manifestación del 22 de setiembre se disminuyó desde la del 26 de agosto.

La asamblea del APEOESP decidió unirse a una huelga de un solo día de empleados públicos el 5 de octubre contra las reformas de Temer. También se unirá a la huelga nacional de un solo día de la CUT programada para el 21 de octubre. Sin embargo, a medida crezca la lucha de los profesores contra las reformas de Temer pronto será eliminada por los mismos sindicatos que están llamando por una huelga general. Sólo un masivo movimiento independiente de la clase trabajadora será capaz de detener los ataques apoyados por Temer y todas las secciones del establishment gobernante brasileño.

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