Español

La seudoizquierda latinoamericana en el espejo del balotaje estadounidense

Poco antes de la elección presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump del martes pasado, emitieron su opinión las corrientes de seudoizquierda que se agrupan alrededor del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), nacionalista pequeño burgués (morenista), de Argentina, y su frente internacional, la Fracción Trotskista / Cuarta Internacional (FT-CI).

El 24 de octubre, Left Voice, tendencia estadounidense afiliada al FT-CI, publicó un comentario por Internet intitulado “La bancarrota del mal menor” por Robert Belano. Nueve días después el diario por Internet del PTS, Izquierda Diario, publicó un artículo de Celeste Murillo intitulado “Mujeres, afroamericanos y latinos pueden definir la elección en Estados Unidos”.

Ambos artículos siguen la línea estratégica de las seudoizquierda de todo el mundo: impulsar la política de identidad en pos de los intereses de capas privilegiadas de clase media y para atentar contra la unidad de los trabajadores haciendo uso de divisiones comunales, raciales y sexuales, justo en momentos en que los obreros del mundo entran el fuertes luchas en defensa de sus condiciones de vida y derechos democráticos, sobreponiéndose a las cuestiones de raza, género y orientación sexual.

El comentario de Murillo, hace uso de estadísticas del Voter Participation Center, una organización sin fines de lucro organizada por un experto del Partido Demócrata.

Para Murillo no existen límites en cuantas categorías se puede dividir a la clase obrera. Utiliza los métodos más vulgares de análisis político burgués, y el mapa más detallado de identidades, diferencias entre hombres y mujeres blancos, casadas y solteras, hombres y mujeres negras, latinos y subgrupos de latinos. Una sola categoría brilla por su ausencia en el artículo de Murillo: Clase social.

No tiene importancia para la autora que Estados Unidos sea un país rajado por la desigualdad económica y la explotación de clase.

Todo lo contrario, en una sección intitulada “la raza importa”, Murillo nos dice que “el factor racial sigue siendo decisivo a la hora de las elecciones” estadounidenses y que “los cambios demográficos favorecen tendencialmente” a Clinton.

Para Murillo, la crisis del Partido Republicano se debe a un menor porcentaje de electores blancos en la población de Estados Unidos. Murillo sostiene que éstos eran la base tradicional del Partido Republicano (“El electorado 90 % blanco, mayoritariamente masculino y adulto es hoy una fotografía descolorida”, nos dice). La sugerencia que los hombres blancos apoyan a Trump en defensa de sus supuestos privilegios sociales, se ha convertido en una fórmula para los “progresistas” del Partido Demócrata y para la seudoizquierda. Left Voice comparte ese mismo punto de vista; cosa que en efecto la colocó en el campo de Clinton.

El artículo de Belano también está mancornado a la política de identidad. Compara las posiciones de Trump y de Clinton; señala que lo que hace que Trump parezca ser terriblemente malo es que Hillary Clinton “todavía depende de los votos de las mujeres, los latinos y los afroamericanos, y no puede y no hará ese tipo de comentarios racistas y sexistas”. Por lo tanto”, añade Belano, “sería obviamente incorrecto poner en el mismo nivel a Clinton que Trump”.

Por casualidad el comentario de Belano se publicó el mismo día que el World Socialist Web Site publicó una perspectiva con un título similar —“The 2016 elections and the dead-end of ‘lesser evil’ politics”, que en parte dice:

“En verdad, sin embargo, el escoger entre Clinton y Trump equivale a escoger entre dos formas de cáncer fatal. Dado el apoyo de Clinton por una acelerada intervención militar en el Medio Oriente y un choque a gran escala contra Rusia, la segunda potencia nuclear del mundo, no se puede decir con seguridad cual de estas dos enfermedades es más mortífera”.

El WSWS habla de la política del mal menor en el entorno de la crisis y declive del capitalismo mundial y del empuje bélico del imperialismo estadounidense, que hace que esta elección sea como ninguna otra. Bajo estas condiciones, las más mínimas concesiones a los obreros, las clases medias, los pobres o los ancianos son totalmente imposibles. Todo lo contrario, el propósito de la clase de poder es robarle a la clase obrera de todo lo que ha conquistado a través de grandes e históricas batallas. Para eso cuenta con la ayuda de los sindicatos y organizaciones como Left Voice e Izquierda Diario.

Ni Belano ni Murillo pidieron votar por Clinton, Trump o ningún otro candidato en la elección del martes 8 de noviembre. Formalmente rechazaron la política del mal menor. Según Belano, los políticos del Partido Demócrata son los que cumplen con las deportaciones, los asesinatos y el encarcelamiento de negros, o que vigilan a los musulmanes. ¿Qué propone entonces? Apoyar a la política de identidades.

Belano critica a los partidos Demócrata y Republicano, y a sus candidatos, y aconseja a sus lectores no dejarse engañar. Sin embargo, utiliza engaños propios, urgiendo que mujeres, obreros y jóvenes construyan un “partido de la clase trabajadora” en base a movimientos pequeño burgueses como Black Lives Matter, los indignados de Occupy Wall Street, y Fight for $15.

Para Belano la política del mal menor “impide que surja alguna organización independiente de movimientos progresistas como Black Lives Matter, Occupy o Fight for $15".

Al romper con la política del mal menor y hacer un pivote hacia esos movimientos, un partido obrero surgirá “que supone un reto al poder capitalista”, dice Belano.

Es un gran fraude conectar la palabra “independiente” con grupos como Black Lives Matter, un movimiento de la clase media alta que apoyó sin reservas la campaña de Hillary Clinton. Nada dice Belano de que varios grupos dirigentes dentro de Black Lives Matter recibieron cien millones de dólares de la Fundación Ford, que desde hace mucho se presta a ser un frente filantrópico de la CIA.

Lo que queda de los indignados de Occupy Wall Street, movimiento que partía de nociones anarquistas y reformistas, orbita el Partido Demócrata.

Fight for $15 es una creación del sindicato Service Employees International Union (Sindicato Internacional de Empleados de Servicio, SEIU). Hillary Clinton habló en su convención de junio en Chicago, cuando fingía ser tan progresista como Bernie Sanders. Pronto se distanció aun de la demanda mínima de un salario mínimo de $15 dólares la hora.

Nada de eso le importó a la burocracia del SEIU; le dio su apoyo a la campaña de Clinton en noviembre del 2015 y nunca dejó de apoyarla.

Desde el año pasado en Estados Unidos, han ocurrido importantes luchas de obreros automotrices, de comunicación, maestros, trabajadores de tránsito, empleados públicos, de la industria del entretenimiento y otros contra los ataques a sus condiciones de vida, pensiones, y beneficios de salud. Obreros, nativos e inmigrantes, ignorando diferencias étnicas y de género, se han lanzado en lucha contra sus patrones, contra los sindicatos y contra las autoridades gubernamentales, incluyendo a miembros del Partido Demócrata.

Justo cuando los obreros se rebelan contra las traiciones de los sindicatos a que pertenecen, Fight for $15, que se dedica a organizar a trabajadores de comida al paso en base a sueldos de hambre, se compromete a acorralar a los obreros en el Partido Demócrata.

En verdad, el espaldarazo de Belano a esos movimientos sirvió de apoyo solapado a Clinton y el Partido Demócrata. Rechaza el principio socialista de la independencia de la clase obrera de los partidos de la burguesía. Sugerir que obreros, mujeres y jóvenes apoyen a esas organizaciones tiene el propósito de encarrilar el creciente repudio al capitalismo en fiables vías de la política burguesas seudoizquierdista, ejemplificada por Syriza en Grecia y Podemos en España.

Algo notable en estos y otros artículos de Left Voice y de la organización argentina a que se orienta, Izquierda Diario, es su desinterés total y su silencio sobre el creciente peligro de guerra, la más candente cuestión que encara la clase obrera, norteamericana y mundial; ese silencio es congruente con la posición de otros sectores de la seudoizquierda en Estados Unidos –la Organización Socialista Internacional (International Socialist Organization), Alternativa Socialista (Socialist Alternative), etcétera— que o bien apoyan el proceso de confrontación militar contra Rusia, o bien se callan para no estorbar los intereses estratégicos esenciales de Washington y de la élite financiera estadounidense.

La línea de Left Voice es la de la corriente política en que participa, el morenismo. Esa tendencia, que lleva el nombre de su fundador, el argentino Nahuel Moreno, se separó del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en 1963, repudiando la lucha por la unidad internacional e independencia política de la clase obrera, para adaptarse al castrismo, al estalinismo y al nacionalismo burgués, al movimiento peronista argentino, en particular.

La principal fracción que representa esa tendencia hoy en Argentina, el PTS, es parte de un frente electoral de seudoizquierda, el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT). Lejos de movilizar a la clase obrera para barrer con el capitalismo argentino, esa tendencia aspira ocupar el vacío político que resultó del rápido movimiento a la derecha del movimiento peronista (burgués) que hace décadas domina la política de ese país.

El objetivo final de esa política es crear un gobierno “izquierdista” de la burguesía argentina, con el mismo encargo que Syriza en Grecia: Hacer cumplir las órdenes de las casas de finanzas, a costillas de la clase trabajadora.

La actitud de los morenistas hacia las elecciones estadounidenses mejor define su esencial orientación de clase.

Loading