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El gobierno y los sindicatos mexicanos intentan sofocar las protestas para allanarle el camino a Trump

Las movilizaciones de masas en México y la pronta inauguración de Donald Trump como presidente de Estados Unidos están creando incertidumbre para la clase gobernante mexicana y para los inversionistas extranjeros por temor a una agitación social aún mayor y una crisis económica. Las protestas en curso continuaron por todo México, mientras que los mexicanos continúan rechazando la eliminación de subsidios a los combustibles impuesta por el gobierno.

Mientras las protestas se expandían, el 9 de enero, la empresa automotriz Fiat Chrysler anunció que trasladará la producción de dos modelos de Jeep actualmente ensamblados en México a EE.UU. El anuncio se produjo después de que la Ford Motor Company anunciara la semana pasada la cancelación de los planes para construir una nueva planta en México.

La respuesta del gobierno mexicano ha sido reprimir violentamente las manifestaciones y allanarle el camino al presidente entrante, Donald Trump. A pesar de que Trump se ha comprometido a deportar a millones de mexicanos, llamándolos “violadores” y “criminales”, el presidente Enrique Peña Nieto nombró a Luis Videgaray como ministro de Relaciones Exteriores la semana pasada, una señal dirigida a Trump de que la burguesía mexicana está dispuesta a pasar por alto sus tendencias fascistas y programa xenofóbico en cuanto se sigan extrayendo ganancias.

Se percibe que Videgaray va a buscar una colaboración estrecha con el gobierno estadounidense. Además, es detestado en México por haber organizado la visita de Donald Trump a la Ciudad de México a finales de agosto. Las fuertes críticas y enojo de la población fueron tan feroces que se vio obligado a dimitir como ministro de Finanzas.

Los representantes del imperialismo estadounidense están encantados con el nuevo nombramiento de Videgaray y lo ven como una oportunidad para intensificar la explotación corporativa de los trabajadores y recursos en México.

En septiembre, tras la renuncia de Videgaray, el entonces candidato Trump tuiteó: “México ha perdido a un brillante ministro de finanzas y a un hombre maravilloso que sé que es muy respetado por el presidente Peña Nieto. Con Luis, México y los Estados Unidos habrían hecho negocios maravillosos juntos”.

Estos eventos representan un desastre para la clase trabajadora, la cual ha salido a las calles en decenas de miles al ser incapaces de costear los aumentos en los precios.

El 7 de enero, las manifestaciones se esparcieron a decenas de ciudades mexicanas, incorporando a maestros, trabajadores petroleros y otros sectores de la clase obrera, a pesar de no tener el respaldo de los sindicatos. Los manifestantes se enfrentaron con policías fuertemente armados en la ciudad fronteriza de Rosarito, forzando al gobierno a traer refuerzos de la policía federal de otras partes del país. Decenas resultaron heridos en la feroz lucha. El gobierno estadounidense decidió cerrar algunos cruces fronterizos este fin de semana en la medida en que surgían más protestas.

Ha sido normal en las protestas que se demande la renuncia de Peña Nieto y la de muchos gobernadores estatales. Existe una sensación generalizada de que el gobierno, los partidos que firmaron el Pacto por México en diciembre del 2012 y los sindicatos están perdiendo rápidamente su legitimidad.

Además de reprimir violentamente las protestas, el gobierno de Peña Nieto anunció un nuevo “pacto” interinstitucional bajo el nombre de Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar. El ministro de Hacienda, José Antonio Meade, anunció el lunes que el pacto se alcanzó con los partidos asociados a Peña Nieto y con el sector empresarial, supuestamente para fortalecer “cuatro polos económicos” que incluyen “economía doméstica, empleo, estabilidad económica y estado de derecho”.

El plan incluye inversiones sociales menores en construcción y transporte, además de varias medidas de austeridad destinadas a recortar el presupuesto federal en 190.000 millones de pesos ($8,9 mil millones de dólares). El nuevo pacto incluye un Comité Nacional de Productividad corporativista administrado por las cúpulas empresariales y las sindicales. Bajo los términos de este nuevo acuerdo, las empresas grandes aceptaron limitar los aumentos de precios, mientras los sindicatos acordaron proveer mano de obra barata.

Los dirigentes de varios de los principales sindicatos mexicanos firmaron el acuerdo desvergonzadamente, el cual será utilizado para imponer más recortes sociales y avanzar los planes de privatizaciones del gobierno. El dirigente de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) fue seguido en firmar el documento por los dirigentes del Sindicato Nacional de Empleados de la Industria Automotriz y la mal llamada Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC).

El pacto es una trampa para engañar a los manifestantes y hacer que los obreros en huelga regresen a sus puestos de trabajo para que se pueda implementar el nuevo plan. Los trabajadores mexicanos ya saben lo vacías que son las promesas de la burguesía cuando enfrentan la oposición de las masas trabajadoras.

Las protestas y las huelgas están en un momento decisivo. Los sindicatos están trabajando para sofocarlas a través de promesas falsas, mientras que las fuerzas de la “izquierda”, entre ellas Andrés Manuel López Obrador, están diciéndole a la clase obrera y a la juventud que se calmen y esperen hasata poder votar por él en las elecciones presidenciales del 2018. En ausencia de un liderazgo revolucionario de la clase obrera, el gobierno y sus partidarios lograrán suprimir las movilizaciones e imponer los dictados de los bancos y las corporaciones.

Existe en la clase obrera mexicana una larga tradición de militancia, consolidada a lo largo de los años, sobre los altos niveles de pobreza que afectan toda la vida social mexicana. Pero, la historia mexicana también demuestra que la espontaneidad es insuficiente para el derrocamiento del capitalismo, que es la raíz de la pobreza, la desigualdad y la violencia que domina a México.

La historia del siglo XX apunta a la necesidad de la clase obrera de un liderazgo político y una perspectiva histórica. Llamamos a los partidarios mexicanos del World Socialist Web Site (Sitio Web Socialista Mundial) a tomar un paso adelante y participar en la construcción de secciones del Comité Internacional de la Cuarta Internacional y en desarrollar el liderazgo en la clase obrera que es imprescindible para darle frente a las luchas explosivas que se avecinan y guiarlas en dirección a la revolución socialista mundial.

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