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El presupuesto educativo de Trump exige el desmantelamiento de programas básicos, promueve vales y escuelas chárter

El presupuesto formulado por el gobierno de Trump para el 2018, publicado el martes 23 de mayo, incluye recortes drásticos en el gasto federal en educación pública. De ser promulgado, afectaría a todos los involucrados en la educación pública del kínder al colegio y en la educación superior. En total, el Departamento de Educación (DoED) enfrenta un recorte de $9200 millones en gastos, o el 13,5 por ciento del presupuesto del DoED, a través de la eliminación o reducción de fondos para más de 30 programas discrecionales.

Al igual que con la propuesta del presupuesto global del 2018, el presupuesto del Departamento de Educación de Trump constituye una bola de demolición para muchos programas fundamentales. El presupuesto elimina por completo la financiación de 22 programas principales, entre ellos:

  • El programa de subvenciones estatales llamado Apoyo a la Instrucción Efectiva ($2300 millones), que financia programas de desarrollo profesional y busca reducir el tamaño de las clases.
  • Centros de Aprendizaje Comunitario del Siglo 21 ($1160 millones), que financian programas extraclases de kindergarten a doceavo año para 2 millones de estudiantes en aproximadamente 11 500 centros en todo el país.
  • Beca Federal de Oportunidades Educativas Suplementarias ($732 millones), que proporciona subvenciones a estudiantes universitarios de bajos ingresos.
  • El programa de subvenciones de Mejoramiento Escolar ($449,1 millones), que asigna dinero a las escuelas con el desempeño más bajo.
  • Becas de Desarrollo Preescolar ($249,5 millones), que financian escuelas preescolares en comunidades de bajos ingresos.
  • Subvenciones para el Desarrollo de la Alfabetización ($189,6 millones), que financian programas de alfabetización de kínder a doceavo.
  • Asociaciones para Matemáticas y Ciencia ($152,4 millones), que busca mejorar la educación en matemáticas y ciencias.
  • Fortalecimiento de las Instituciones ($86,4 millones), que proporciona financiación para infraestructuras para las escuelas de enseñanza primaria y secundaria.
  • El programa de condonación de deudas por Servicio Público, Prestamos Stafford Subvencionados, y el pago de Cuotas de Mantenimiento de Cuentas a las agencias de garantía, que subsidian préstamos para estudiantes universitarios.

Los programas que también serían eliminados incluyen aquellos que promueven el aprendizaje de lenguas extranjeras, la Educación de los nativos Hawaianos y Alaska, Artes en la Educación, Programas de Educación de las Olimpiadas Especiales y múltiples programas que buscan reclutar y retener maestros y directores de alta calidad en las escuelas que luchan para sobresalir.

Además de estas eliminaciones, el presupuesto propone reducciones de más de 10 por ciento en la financiación de varios programas claves, incluyendo:

  • $487.8 millones (50 por ciento) del Programa Federal de Trabajo y Estudio, el cual provee subsidios para permitir que los estudiantes de bajos ingresos trabajen a tiempo parcial para pagar la universidad.
  • $103.1 millones (32 por ciento) del programa GEAR Up, que apoya la preparación temprana para la universidad y las actividades de concientización para estudiantes de primaria y secundaria de bajos ingresos
  • $166 millones (13 por ciento) del programa de Becas de Educación Profesional y Técnica.
  • $142 millones (15 por ciento) del programa TRIO que ayuda a estudiantes pobres de kínder a doceavo y de educación superior.
  • $95 millones (16 por ciento) del programa de Educación para Adultos.

Cada uno de estos recortes significativos representa un ataque separado contra los programas centrales que son el andamiaje para la educación pública de Estados Unidos. El objetivo de los recortes es desmantelar a los programas que sirven predominantemente a comunidades de bajos ingresos, y en combinación buscan socavar drásticamente la calidad de las escuelas públicas en estas áreas.

A través de este asalto, el gobierno de Trump está profundizando la campaña de décadas para crear las condiciones que justifican el aumento de fondos federales para las escuelas privadas chárter y religiosas, que son promovidos por multimillonarios, como la secretaria de Educación de Trump, Betsy DeVos, como una alternativa a las escuelas públicas.

Por lo tanto, junto con los recortes salvajes mencionados anteriormente, la partida que recibe el aumento presupuestario más sustancial implica una donación de $1000 millones para el programa Título I Fomento de Opciones para Niños para Desbloquear el Éxito (FOCUS; Furthering Options for Children to Unlock Success), una organización dedicada a financiar programas de vales escolares a escala nacional.

Como lo explica la propuesta de presupuesto de DoED, “Las becas FOCUS propuestas proveerán premios suplementarios para los distritos escolares que acepten adoptar financiamiento estudiantil ponderado combinado con sistemas de inscripción abierta que permitan que los fondos federales, estatales y locales puedan seguir a los estudiantes a la escuela pública de su elección”.

El verdadero propósito de los vales escolares es privar de recursos a escuelas públicas ya necesitadas de ellos, con el fin de canalizar el dinero a las escuelas privadas y parroquiales, que están prohibidas constitucionalmente de recibir fondos federales directos.

El presupuesto del DoED también asigna $500 millones (un aumento del 46 por ciento) al programa de Subsidios de Escuelas Chárter, así como $370 millones (un aumento de 370 por ciento) al Fondo de Innovación e Investigación Educativa, que será reajustado para “apoyar los esfuerzos para probar y construir evidencia para la eficacia en la elección de escuelas privadas”.

Durante su campaña electoral, Trump adoptó la consigna de “la elección de escuelas”, prometiendo en las elecciones asignar $20 000 millones para programas de vales escolares desde la Presidencia. La propuesta presupuestaria representa un pago inicial para cumplir con esta promesa.

La campaña de “la elección de escuelas” se remonta a la década de 1950, cuando el economista derechista Milton Friedman comenzó a promover el concepto de que el “mercado libre” debería dictar la asignación de fondos federales para la educación. El apoyo a estas políticas sólo comenzó a convertirse en el estándar hasta la década de 1980, después de ser retomado por Ronald Reagan. Su implementación directa, sin embargo, comenzó en plena vigencia bajo el presidente demócrata, Bill Clinton, quien supervisó la creación de las primeras 1.700 escuelas chárter en el país.

Bajo los presidentes George Bush y Barack Obama, las políticas de “elección escolar” prosperaron bajo el Acta Ningún Niño se Quedará Atrás (NCLB, No Child Left Behind) y Carrera hacia la Cima (RTTP, Race to the Top), sucesivos marcos de prueba estandarizados que dictaban si las escuelas serían forzadas a cerrar o convertirse en escuelas chárter.

El gobierno de Obama llevó a cabo los ataques más radicales contra la educación pública, supervisando el despido permanente de más de 300.000 maestros de escuelas públicas y miembros del personal y la duplicación del número de escuelas autónomas en sólo su primer término.

Durante este tiempo, Betsy DeVos, heredera de la fortuna de la familia Prince y esposa del heredero de la fortuna del esquema de pirámide de Amway, ha sido una fanática por la causa de las escuelas religiosas y chárter.

Ha encabezado o fundado numerosas organizaciones en pro de estas instituciones, incluyendo el Instituto Acton (que también promueve la derogación de las leyes sobre el trabajo infantil), el Fondo de Libertad para la Educación, Todos Los Niños son Importantes, la Alianza para Elección Escolar y la Federación Estadounidense para los Niños.

Aunque los recortes presupuestarios de Trump probablemente serán reducidos, han cambiado la base de referencia para recortes futuros hacia la derecha y animarán a los elementos más derechistas y a favor de las privatizaciones a tomar protagonismo.

Los líderes demócratas, como la senadora Elizabeth Warren, han hipócritamente criticado al presupuesto propuesto por el DoED, considerándolo, “un asalto total a los niños, maestros, estudiantes universitarios y prestatarios de deudas estudiantiles en Estados Unidos”. Sin embargo, Durante el tiempo en que Warren formó parte del Comité Senatorial de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones, facilitó directamente los procesos que sentaron las bases para la propuesta de presupuesto actual.

La lucha para defender la educación pública debe ser librada contra los dos partidos capitalistas, los cuales apoyan las campañas de guerra y la privatización de la educación pública. Los trabajadores de la educación pública y los estudiantes deben unirse con la clase obrera internacionalmente para poner fin a la guerra y reconstruir la sociedad en los intereses de la gran mayoría, lo que incluye una expansión masiva de fondos para la educación pública.

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