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La abstención masiva opaca la victoria de Macron en las elecciones legislativas francesas

Un nivel histórico de abstención dominó la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas ayer, que dieron una gran mayoría al partido del presidente recientemente elegido Emmanuel Macron, La República En Marcha (LREM). Pero un total del 51,2 por ciento de los votantes se abstuvieron ─la primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial que participa solo la minoría de los votantes censados.

Los trabajadores y la juventud de manera abrumadora se mantuvieron alejados de la votación. Aunque el 70 por ciento de los jubilados votó en las elecciones, aproximadamente el 30 por ciento de los votantes menores de treinta años fue a votar. Los sondeos de opinión que se llevaron a cabo en los días previos a las elecciones mostraron que el 56 por ciento de las llamadas "categorías populares", que abarca a obreros manuales y empleados, pensaban abstenerse.

Esto es la expresión de una opinión rotundamente negativa de la población francesa acerca de la campaña de los medios por promover el programa contrarrevolucionario de Macron que propone crear un estado de emergencia permanente, asestar ataques a las protecciones laborales, y volver al servicio militar obligatorio.

Parece que las elecciones legislativas —cuyo objetivo era determinar, como escribió Le Monde, si Macron tendría "poderes ilimitados" para imponer su programa— darán una mayoría abrumadora a LREM en la Asamblea. Con todo, aunque los mecanismos electorales le dieran a Macron un control indiscutido de la legislatura, esta mayoría —elegida por solo la minoría de la población— no estará legitimada para imponer su programa.

LREM consiguió el 32 por ciento de los votos, contra el 21 por ciento para el partido derechista Los Republicanos (LR), 13,9 por ciento para el neo-fascista Frente Nacional, 10,9 por ciento para Francia Insumisa (FI) de Jean-Luc Mélenchon, 13,3 por ciento para el Partido Socialista (PS), y 3,3 por ciento para el stalinista Partido Comunista Francés (PCF). Los candidatos de Lutte ouvrière (LO, Lucha Obrera) y del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) juntos obtuvieron apenas el 0,08 por ciento de los sufragios.

Sin embargo, dadas las reglas electorales —hay que sacar una cantidad de votos mayor al 12,5 de los votances censados para pasar a la segunda vuelta, lo que obtiene simplemente aquel que gane la mayoría de los votos— LREM puede esperar obtener una mayoría desbalanceada en la Asamblea.

Aunque solo obtuvo los votos del 16 por ciento de los votantes censados, puede que el LREM tenga, de acuerdo a las previsiones iniciales basadas en las elecciones de ayer, una mayoría aplastante de 400 a 450 escaños del total de 577 que tiene la Asamblea Nacional. LR tendría de 70 a 110 escaños, el PS de 20 a 30, la coalición FI-PCF de 8 a 18, y el FN de 7 a 12.

Los análisis iniciales del voto de LREM apuntan a su carácter muy heterogéneo y por lo tanto frágil. En París, las promesas vagas de reforma y modernización del LREM le permitieron ganar tanto en el muy burgués distrito 16 como en los barrios obreros del distrito 19.

Varios políticos y comentaristas de los medios se mostraron abiertamente preocupados porque la abstención significaba que la falta de legitimidad democrática de Macron tendrá consecuencias políticas serias cuando se ponga a hacer cumplis su agenda sobre la población.

"Nuestra democracia no se puede permitir estar enferma", declaró el Primer Secretario del PS Jean-Christophe Cambadélis, quien añadió: "No es saludable ni deseable que un presidente que obtuvo solo el 24 por ciento de los votos en la primera vuelta y que ganó la segunda vuelta puramente en base al rechazo popular al Frente Nacional, tenga el monopolio de la representación democrática.

Anoche, France Info comentó: "Sienta un precedente, uno realmente muy malo: la futura Asamblea Nacional dará la imagen de que es solo una caricatura de Francia. Y esta no es una señal de buena salud en una democracia".

El gobierno de Macron se vio obligado a apelar a los votantes a participar en gran número en la segunda vuelta de las elecciones legislativas el domingo que viene. "Habéis sido menos los que votasteis" respecto a las elecciones presidenciales, declaró el Primer Ministro Edouard Philippe, quien añadió que se sentía obligado a "insistir en la necesidad de que los votantes acudan a las urnas el domingo que viene".

Estas elecciones están marcadas por una contradicción flagrante. Hay una amplia oposición al programa de austeridad, a la conscripción, y al régimen de Estado policial que Macron ha desarrollado en colaboración con Berlín y con la Unión Europea (EU). Sin embargo, LREM —fundado el año pasado por Macron, por entonces ministro de economía en el despreciado gobierno del PS del entonces presidente François Hollande— ha logrado afirmarse en espacio de pocos meses como el principal partido burgués de Francia, ganando para sí a amplias facciones del PS y de LR.

Esto viene ligado sobre todo con el papel traicionero de Mélenchon y FI, así como del NPA y de LO, al dar un apoyo tácito a Macron, a pesar de que estaba perfectamente claro que Macron intensificaría el agudo giro a la derecha que tuvo lugar bajo Hollande. Cuando Macron y Le Pen fueron a la segunda vuelta, tanto Mélenchon como el NPA —aún sin apoyar abiertamente a Macron— dejaron claro que tácitamente apoyaban una victoria de Macron.

El NPA afirmó que "entendía" a cualquiera que votara por Macron contra Le Pen, y Mélenchon entonces se ofreció ulteriormente a servir como el primer ministro de Macron y aconsejar a los ministros de Macron en las leyes que intentaran promulgar en la Asamblea Nacional.

Ellos rechazaron la línea política plantada por el Parti de l'égalité socialiste (PES), la sección francesa del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. El PES rechazó las afirmaciones falsas de que Macron era un defensor de la democracia contra Le Pen e hizo un llamamiento por el boicot activo de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Explicó que estaba persiguiendo armar a la clase obrera con una perspectiva independiente políticamente para luchar contra la arremetida que inevitablemente se lanzaría contra los trabajadores, sin importar si obtuviera la presidencia Macron o Le Pen.

La abdicación total de Mélenchon y del NPA de cualquier responsabilidad de ofrecer una perspectiva para oponerse a Macron está en línea con el colapso histórico de los partidos que han venido pasando por ser de "izquierdas" en Francia por casi un medio siglo —desde la última gran experiencia revolucionaria de la clase trabajadora francesa, la huelga general de mayo-junio de 1968.

El PS fue el principal partido desde poco después de su fundación en 1971. Ganó la mayoría con 331 escaños en la Asamblea después de las elecciones de 2012, pero después de la presidencia de Hollande, se verá reducido ahora a un despojo impotente. Está pagando el precio por haber llevado a cabo políticas impopulares de guerra imperialista y austeridad social cada vez que gobernó. Gran parte de su personal está buscando reciclarse políticamente uniéndose al LREM.

Pero muchos otros legisladores de alto nivel del PS y de los Verdes han sido eliminados: Cambadélis, el candidato presidencial del PS Benoît Hamon, el ex Ministro del Interior del PS Matthias Fekl, la ex Ministra de Justicia del PS Elizabeth Guigou, y la ex dirigente del Partido Verde Cécile Duflot.

La burocracia esclerótica del PCF, que se derrumbó después de formar una alianza de larga duración con el PS en los '70 y sobre todo después de la disolución de la Unión Soviética por parte de la burocracia stalinista en 1991, tendrá apenas 20 candidatos presentes en la segunda vuelta de las elecciones legislativas. Se ve amenazado con la pérdida de su estatus de grupo parlamentario, para lo que hacen falta 15 escaños, y de este modo la pérdida de recursos financieros que podrían demostrar ser devastadores o incluso fatales.

En la medida en que estas fuerzas bloquearon la movilización políticamente independiente de la clase trabajadora contra Macron, esto le permitió establecer una posición dominante sobre otras ramas del gobierno y preparar ataques profundos contra los trabajadores. Macron se enfrentará, a pesar de todo, con una resistencia explosiva en la clase trabajadora, bajo condiciones en las que la abstención masiva ha privado a la Asamblea de cualquier parecido con la legitimidad para imponer su programa reaccionario.

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