La visita estatal del presidente chino, Xi Jinping, a Moscú por dos días esta semana puso de manifiesto los lazos económicos y estratégicos cada vez más estrechos entre China y Rusia, en un intento para contrarrestar la acumulación militar de Estados Unidos en el nordeste asiático y Europa del Este, su intervención militar en Siria y sus amenazas de tomar medidas de guerra comercial.
La decisión de los dos gobiernos de endurecerse contra Washington fue subrayada por la respuesta conjunta de Xi y el presidente ruso, Vladimir Putin, a las exigencias de Estados Unidos de que todos los países, en particular China, impongan sanciones económicas a Corea del Norte tras la prueba de lanzamiento de un misil de largo alcance por parte de Pyongyang el martes pasado.
Putin se aferró a la propuesta de China de que EE.UU. y Corea del Sur terminen sus considerables ejercicios militares conjuntos si Pyongyang congela sus ensayos de misiles y nucleares, con el fin de establecer bases para las negociaciones. El gobierno de Trump ya rechazó rotundamente la propuesta y declaró que sólo mantendrá conversaciones con Corea del Norte bajo “las circunstancias adecuadas”, es decir, si Pyongyang concuerda antes con las demandas estadounidenses de desnuclearizarse.
Putin y Xi también pidieron que EE.UU. retire las baterías del sistema antimisiles balísticos THAAD, por sus siglas en inglés, instalado en Corea del Sur, diciendo que “perjudica seriamente los intereses estratégicos de las potencias regionales, incluyendo de Rusia y China”. El poderoso radar THAAD de banda X es capaz de penetrar profundamente dentro de territorio chino y ruso para detectar lanzamientos de misiles, socavando su capacidad de tomar represalias contra un potencial ataque nuclear estadounidense.
Mientras que la oposición rusa y china a la postura agresiva de Washington contra Corea del Norte fue expuesta claramente en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU del miércoles, la visita de Xi a Rusia también fue significativa en fortalecer sus relaciones estratégicas y económicas.
Xi dijo en una conferencia de prensa conjunta que las relaciones entre los dos países “están en su mejor punto”. Continuó: “Independientemente de los cambios en la situación internacional, nuestra determinación y confianza en desarrollar y profundizar nuestra asociación estratégica permanecen firmes”.
Putin declaró: “Rusia y China realmente tienen opiniones muy cercanas o idénticas sobre todos los asuntos internacionales mayores”. Una declaración conjunta pidió “respeto a la soberanía e independencia de Siria” —una observación dirigida contra la intervención militar ilegal de Washington destinada a derrocar al presidente sirio, Bashar al Asad, un aliado ruso—.
Xi le dio un impulso significativo a Putin al extender más de 11 000 millones de dólares en fondos al Fondo Ruso de Inversión Directa y al Vnesheconombank, el banco estatal de desarrollo de Rusia. Si bien ambas entidades están bajo sanciones por parte de Estados Unidos y sus aliados, los fondos del Banco de Desarrollo de China están denominados en la moneda china, el renminbi y, por lo tanto, evaden las prohibiciones impuestas principalmente por Estados Unidos.
Los fondos se destinan principalmente a la inversión en proyectos transfronterizos como parte del ambicioso esquema del plan Ruta de la Seda o “Un cinturón, una ruta” de China, que busca establecer una extensa red de transporte, comunicación y otra infraestructura que conecte a Asia y Europa a través de la masa eurasiática. Otras inversiones se destinarán a la energía, la industria y el transporte dentro de Rusia.
Los planes chinos tienen el potencial de facilitar los esfuerzos de Rusia para establecer su propia Unión Económica Euroasiática (UEE) dominada por Moscú. El enfoque de China en las repúblicas de Asia Central ha conllevado a críticas rusas de que Beijing está tratando de socavar a Moscú en la que considera su esfera de influencia tradicional.
Xi intentó apaciguar estas preocupaciones pidiendo un “Camino de la Seda por el Hielo”, es decir, vías de transporte y otra infraestructura que crucen Rusia. Dijo que los dos países deben impulsar la cooperación económica entre ellos, lanzando grandes proyectos industriales y fortalecer la cooperación ferroviaria, incluyendo el inicio temprano de una conexión ferroviaria de alta velocidad entre Kazán y Moscú.
Cabe notar que no se llegó a un acuerdo sobre cómo combinar los planes de la Ruta de la Seda con la UEE de Rusia, a pesar de que Putin asistió al foro sobre el plan de China en Beijing en mayo. Sin embargo, tratando de mantener una buena cara, Putin manifestó que “un profundo intercambio de opiniones” ha abierto “un camino muy prometedor” que podría conducir a la formación de una amplia asociación eurasiática.
Rusia se ha visto cada vez más dependiente de China en términos económicos a raíz de las sanciones dirigidas por EE.UU. por la anexión rusa de Crimea. Aunque Putin y Xi señalaron el crecimiento del comercio entre los dos países, existe un desequilibrio evidente. China es el primer socio comercial de Rusia, pero Rusia no califica ni en los primeros diez de China.
Por otra parte, Rusia depende en gran medida de exportaciones energéticas, golpeadas por la caída de los precios, llevándola a casi dos años de recesión. Putin enfatizó que la expansión de las ventas de petróleo y gas a China, con quien selló un acuerdo histórico en el 2014, seguirá en pie y que un gasoducto procedente de Siberia está en camino a ser terminado para fines del 2019.
El acuerdo del 2014, sin embargo, tomó mucho en ser pactado debido principalmente a un regateo prolongado sobre precios. Sólo después de que las sanciones encabezadas por EE.UU. fueran impuestas, se reorientó Moscú hacia China cuando sus mercados en Europa comenzaron a secarse.
Aunque no se discutió abiertamente nada sobre cooperación militar durante la visita de Xi, es evidente que está en marcha por el creciente número de ejercicios militares entre los dos países y también con los miembros de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). La OCS fue establecida por Rusia y China en el 2001 para atraer a las repúblicas de Asia Central y bloquear los esfuerzos de Estados Unidos de extender su influencia en una región tan rica en recursos.
Las armadas rusa y china están planeando un ejercicio marítimo conjunto en el mar Báltico a finales de este mes. Un grupo de buques de guerra chinos, incluyendo un destructor, una fragata y un buque de apoyo, se unirán a la flota rusa del mar Báltico, algo que está teniendo lugar pocas semanas después de que EE.UU. se uniera a sus aliados europeos en un importante ejercicio anual en esa región. En el 2015, buques de guerra chinos realizaron simulacros con la Flota del Mar Negro rusa en el Mediterráneo y dicho mar.
China ha obtenido un mayor acceso a la avanzada tecnología y armas militares rusas, ya que busca modernizar sus fuerzas armadas ante las crecientes tensiones con Estados Unidos y sus aliados en Asia.
Los conflictivos intereses económicos y estratégicos que han producido fuertes tensiones entre Rusia y China en el pasado permanecen. Sin embargo, frente a un agresivo e impredecible gobierno de Trump, la visita de Xi apunta a un fortalecimiento en su asociación, preparada para oponerse abiertamente a EE.UU. con respecto a Corea del Norte, Siria y potencialmente otros peligrosos puntos álgidos.