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El New York Times y los Demócratas conducen la ofensiva para la censura de Facebook

Facebook, el gigante de la tecnología que controla la red social más grande del mundo, ha anunciado que entregará voluntariamente información sobre anuncios políticos supuestamente vinculados a cuentas falsas operadas desde Rusia al comité del Congreso que está investigando la “intromisión” rusa en las elecciones de 2016.

Esas cuentas de usuario, según el New York Times, “promocionaban mensajes incendiarios sobre temas que causan divisiones” durante las elecciones de 2016. Esos mensajes “incendiarios” incluían, según el Times, enlaces a artículos que criticaban la política exterior estadounidense.

Este paso que da Facebook es una respuesta a la narrativa urdida por agencias de inteligencia estadounidenses, “investigaciones” del New York Times, y políticos tales como Mark Warner, el demócrata de primer nivel del Comité de Inteligencia del Senado, que el gobierno ruso se propuso influir en el resultado de las elecciones de 2016 pagando unos 100.000 dólares estadounidenses en anuncios políticos.

Decir que este argumento es endeble es quedarse corto. Los supuestos anuncios constituyen aproximadamente una milésima del uno por ciento del total de 6,5 mil millones gastados en el ciclo electoral estadounidense de 2016. Si el gasto total de las elecciones fueran una persona de tamaño normal, esos anuncios representarían el peso de la uña de un dedo.

Pero ni Facebook, ni los investigadores del Congreso, ni los periódicos que difunden la noticia infundada de la supuesta interferencia rusa en las elecciones, han presentado prueba alguna para respaldar sus afirmaciones de que los anuncios estaban de hecho vinculados a las agencias de inteligencia rusas.

Esta narrativa ideada, que empieza poniéndose a demostrar lo trivialmente obvio —que algunas cuentas de usuario en las redes sociales están controladas por spam-bots, algunos de los cuales operan desde Rusia, y algunos de los cuales cuelgan mensajes políticos— termina sugiriendo que la oposición política doméstica es el producto de acciones de agencias “de inteligencia hostiles” y de la subversión extranjera.

El objetivo de esta estrafalaria teoría de la conspiración es crear una falsa equivalencia entre la supuesta intervención rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 y la creciente oposición popular al establishment político, para legitimar la censura de las discusiones políticas en Internet.

El Times señala que algunas de las cuentas supuestamente reproducían artículos de DCLeaks.com, que publicó documentos filtrados que contradecían la política oficial de los EUA.

Entre los documentos publicados por el sitio se incluían los que mostraban que el General Philip Breedlove, que sirvió como comandante supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa, quiso reunirse con el antiguo Secretario de Estado Colin Powell para buscar maneras de socavar las políticas de la administración de Obama en el conflicto de Ucrania con el objetivo de promocionar un choque con Rusia.

En el programa de televisión “Face the Nation” de la CBS del domingo, el congresista demócrata Adam Schiff elogió el paso que dio Facebook para entregar información sobre la supuesta “intromisión” rusa, pero dijo que la cuestión va mucho más allá de la supuesta injerencia rusa en las elecciones.

“También hay un problema acerca del uso de los algoritmos de Facebook y la manera en que tiende potencialmente a reforzar la inclinación informativa de la gente”, dijo, “y este es un problema que va mucho más allá de Rusia”.

¿Qué quiere decir Schiff cuando dice que los “algoritmos de Facebook” sirven para “reforzar la inclinación informativa de la gente”? Schiff, como un importante miembro del Subcomité Permanente de la Cámara para Inteligencia, está canalizando las preocupaciones de las principales agencias de inteligencia porque cantidades crecientes de personas están volviéndose críticas del establishment político, y porque Facebook está suministrando a millones de personas noticias e información que podría reforzar sus opiniones críticas.

Tanto Facebook como Google han anunciado durante el año pasado planes para modificar sus algoritmos en un esfuerzo por combatir las “noticias falsas”, con Google declarando que tiene la intención de promocionar “contenido acreditado” por encima de “puntos de vista alternativos”.

Una investigación del WSWS ha revelado que el tráfico desde Google hacia 13 de los más importantes sitios web de izquierdas, progresistas y antibélicos ha caído un 55 por ciento desde que la compañía anunciara sus planes para modificar el algoritmo para combatir las “noticias falsas” en abril.

Las noticias incesantes del Times sobre la supuesta “intromisión” rusa en las elecciones ha ido acompañada por exigen cias de que Facebook asuma la “responsabilidad” por lo que los usuarios hacen online y colaborar más estrechamente con las agencias de inteligencia para quitar contenido “objetable” más rápidamente.

En un comentario publicado en el New York Times el viernes, que Google News mantuvo en su portada casi el día entero, Kevin Roose declara, “Si yo fuera un ejecutivo de Facebook, podría tener una sensación frankensteiniana de intranquilidad estos días … Puede que Facebook haya creado algo que no puede controlar totalmente”. Se queja, “Facebook sencillamente no fue construido para manejar [los] problemas” que surgen con miles de millones de usuarios. “Es una compañía tecnológica, no una agencia de inteligencia”.

Apostilla, en tono optimista, “hay señales de que Facebook está empezando a entender sus responsabilidades. Contrató a un montón de expertos en contraterrorismo y está expandiendo equipos de moderadores por todo el mundo para buscar y eliminar contenido dañino”.

Añade, Facebook “tendrá que seguir invirtiendo masivamente en herramientas defensivas, incluyendo inteligencia artificial y equipos de moderadores humanos, para detener la actividad de malos actores”.

El objetivo del más reciente capítulo de la patraña de la intromisión rusa en las elecciones de 2016 es crear el clima político para expandir tales “moderadores humanos” que tendrían la potestad de “eliminar” contenido que consideren “dañino”: o sea, contenido al que su empleador, que trabaja en connivencia con las agencias de inteligencia estadounidenses, no quiere que el público acceda.

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