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Australia: La conferencia de Alternativa Socialista busca nueva trampa política para el creciente descontento

En medio de crecientes tensiones sociales, existen grandes preocupaciones dentro de los círculos gobernantes australianos acerca del desacreditado carácter de la élite política. Con la élite corporativa exigiendo medidas de austeridad cada vez más profundas, y todos los partidos principales señalando un apoyo inquebrantable a las guerras lideradas por Estados Unidos en todo el mundo, las encuestas han mostrado un colapso del apoyo a toda la organización parlamentaria.

En este contexto, una conferencia organizada por Alternativa Socialista de Sydney en agosto señaló los preparativos de la organización pseudo-izquierdista para tratar de canalizar la oposición popular detrás de los sindicatos completamente corporativizados y la élite política, especialmente el Partido Laborista y los Verdes.

No hubo discusión en la conferencia sobre la crisis sin precedentes que aflige el sistema parlamentario o la agenda de guerra, la austeridad y la erosión de los derechos democráticos fundamentales apoyados por todos los partidos oficiales.

Dos sesiones de la conferencia, sin embargo, subrayaron los esfuerzos de Alternativa Socialista para encabezar un reagrupamiento "de izquierdas", dirigido a bloquear el desarrollo de un movimiento independiente de la clase obrera basado en una perspectiva genuinamente socialista y revolucionaria.

La actitud de la organización ante el Partido Laborista y los sindicatos en Australia se hizo muy clara por su entusiasta apoyo al líder británico Jeremy Corbyn.

Al presentar un panel sobre Corbyn, Sarah Garnham, líder estudiantil de Alternativa Socialista, declaró que el resultado del Partido Laborista en las elecciones británicas de junio de 2017, donde incrementó su participación en el voto en casi un 10 por ciento, representó un "aumento del apoyo de masas a la política de izquierdas".

Garnham elogió el programa electoral del Partido Laborista como el más "izquierdista en décadas" y declaró que Corbyn se había enfrentado a "la clase dirigente entera". En realidad, desde que fue elegido líder del Partido Laborista en 2015, Corbyn ha capitulado continuamente hacia la derecha de su partido.

Corbyn ha brindado apoyo tácito al bombardeo depredador de Gran Bretaña contra Siria, respaldado recortes de austeridad de ayuntamientos de todo el país, incluidos los dirigidos por el Partido Laborista, y garantizado el compromiso de su partido con el programa británico de armas nucleares y su participación en la OTAN, la alianza militarista dirigida por los Estados Unidos.

Todas estas políticas regresivas se llevaron al manifiesto electoral del Partido Laborista. Su historial demuestra que la pretensión de Corbyn de ser socialista es pura fachada, dirigida a canalizar el creciente enojo detrás de la élite política. Cualquier gobierno laborista británico prescindiría de sus tibias promesas reformistas e impondría los dictados de la élite corporativa.

Garnham afirmó sin embargo que "los socialistas revolucionarios tienen que apoyar a Corbyn".

Dijo que la actitud de uno hacia su liderazgo del Partido Laborista era la línea divisoria en la política británica. En otras palabras, la oposición socialista al Partido Laborista, un partido importante dentro de los grandes negocios británicos, es ilegítima.

Toda la presentación de Garnham fue un borrón en el historial de un partido que, a lo largo de más de un siglo, ha desempeñado un papel central en la defensa del capitalismo británico, incluyendo la presentación de líderes "izquierdistas" durante períodos de profunda crisis, los cuales han traicionado constantemente sus limitadas promesas electorales. Sin embargo, Garnham insistió en que el Partido Laborista podría verse obligado a promulgar una agenda social reformista, si se aplicaba suficiente presión "desde abajo".

Mick Armstrong, líder de larga duración de Alternativa Socialista, identificó el papel crucial que la pseudo-izquierda tuvo que desempeñar en la promoción de este fraude político. Advirtió que los trabajadores que habían experimentado décadas de traiciones por parte del Partido Laborista, no serían convencidos con "unas cuantas consignas" de Corbyn. Era la tarea de "la izquierda", dijo, "incitar" a los trabajadores que apoyan a Corbyn. En otras palabras, "la izquierda" debe apoyar este mecanismo clave del capitalismo, contra la oposición generalizada ya existente dentro de la clase obrera.

El apoyo por parte de Alternativa Socialista a Syriza, la Coalición Griega de la Izquierda Radical, deja claro que su promoción de Corbyn no es producto de ingenuidad o malentendidos.

Syriza ganó el cargo en 2015 al comprometerse a poner fin a las devastadoras medidas de austeridad promulgadas por gobiernos anteriores. En cuestión de meses, traicionó sus promesas electorales y desde entonces ha impuesto los recortes más profundos al gasto social en Europa.

A lo largo de 2015, Alternativa Socialista promovió todas las mentiras del liderazgo de Syriza.

Incluso después de que Syriza comenzara a hacer cumplir la agenda de austeridad exigida por la élite financiera europea, Alternativa Socialista insistió en que no existían perspectivas de que el partido estuviera traicionando.

En la conferencia, Garnham y otros líderes de Alternativa Socialista culparon descaradamente a la clase obrera por el programa de derechas de Syriza, declarando que los trabajadores no habían ejercido suficiente presión sobre el liderazgo del partido. La realidad es que, cuando la clase obrera rechazó abrumadoramente la agenda de austeridad en un referéndum, la dirección de Syriza ignoró el resultado.

Al igual que Syriza, Alternativa Socialista es totalmente hostil a la clase trabajadora y habla en nombre de los estratos de la opulenta clase media alta. Su adulación hacia Corbyn y Syriza es una advertencia de que desempeñará un papel igualmente traicionero en la crisis política que se está desarrollando lentamente en Australia.

El líder sindical australiano Bill Shorten ya ha iniciado una campaña para presentar falsamente al Partido Laborista como un partido de la "clase obrera", incluyendo demagógicas denuncias hacia los grandes negocios e invocando una amplia oposición a la desigualdad social.

La hostilidad de la clase obrera al Partido Laborista británico, de la que Armstrong hizo una advertencia, se reproduce en Australia, donde los gobiernos laboristas de Bob Hawke y Paul Keating implementaron una amplia agenda pro-empresarial en los años ochenta y principios de los noventa, comparable a la impuesta por el gobierno conservador de los Tories liderado por Margaret Thatcher en Gran Bretaña.

Los gobiernos laboristas de Kevin Rudd y Julia Gillard, de 2007 a 2013, profundizaron dramáticamente el desmantelamiento de la educación, la asistencia sanitaria y las prestaciones sociales, así como una agenda de austeridad más amplia. Shorten ha adoptado su postura actual precisamente en un intento de superar la profunda hostilidad hacia el Partido Laborista como un partido de la élite corporativa.

Alternativa Socialista ya se ha alineado detrás de este fraude. La organización ha alabado a Sally McManus, la nueva secretaria del Consejo Australiano de Sindicatos (ACTU), y un destacado miembro del Partido Laborista, que está llevando a cabo una falsa campaña contra la desigualdad y la evasión de impuestos corporativos, junto con Shorten.

En un panel titulado "Cómo reconstruir el movimiento sindical", Alternativa Socialista señaló que actuaría como un soldado raso dispuesto a servir a McManus y el ACTU. Orador tras orador lamentaron el colapso de la afiliación sindical, que cayó al nivel más bajo de la historia este año, y declaró que buscarían una forma de superarla.

Kath Larkin, la principal oradora del panel, es miembro de Alternativa Socialista y la "directiva de mujeres" de la Unión de Ferrocarriles, Tranvías y Autobuses (RTBU).

Dijo que la crisis de los sindicatos es el resultado de los errores de líderes individuales, y se invertiría si los funcionarios adoptaran políticas "militantes" y "de lucha de clases". Esto es una mentira.

McManus y la Alternativa Socialista tratan de encubrir el hecho de que los sindicatos son los principales responsables de la profunda crisis social que aqueja a la clase trabajadora.

Durante las últimas tres décadas, han colaborado con los sucesivos gobiernos y la élite corporativa en la destrucción de cientos de miles de empleos y en la eliminación de salarios y condiciones laborales.

El registro de la RTBU es un ejemplo evidente. Ha desempeñado un papel central en la privatización del transporte público, ayudando a las grandes corporaciones en su campaña para cosechar una bonanza de ganancias a través de la venta de activos estatales.

El año pasado, por ejemplo, la RTBU "dio la bienvenida" a una decisión del gobierno del estado de Nueva Gales del Sur (NSW, siglas en inglés) de proporcionar a una compañía privada un contrato para todos los servicios ferroviarios, de autobús y ferry en Newcastle, un importante centro regional. Y el sindicato se comprometió a ayudar a una "reestructuración" pro-empresarial de la Autoridad Estatal de Tránsito de Nueva Gales del Sur, con el fin de eliminar 200 puestos de trabajo.

Larkin denunció cualquier sugerencia de que los "cambios estructurales" fueran responsables del papel que desempeñan los sindicatos, insistiendo en que el problema era meramente la "política incorrecta" de sus líderes.

De hecho, bajo todos los miserables acuerdos y traiciones de los sindicatos, se encuentra su transformación en entidades corporatizadas, hostiles a los trabajadores que falsamente pretenden representar.

Los sindicatos siempre han defendido el sistema de ganancias. Pero en un período anterior, cuando el capitalismo estaba regulado en el marco del Estado nación, cumplían esta función presionando a los empleadores y a los gobiernos para que concedieran concesiones sociales limitadas a la clase trabajadora.

La globalización de la producción, a partir de los años ochenta, rompió la base objetiva de este programa nacional reformista. Ahora, los sindicatos, llevando su programa pro-capitalista y nacionalista a su conclusión lógica, se han convertido en los principales defensores de asegurar la "competitividad internacional" de sus "propias" industrias nacionales imponiendo recortes continuos a los empleos, los salarios y las condiciones de trabajo.

Este proceso ha ido de la mano del enriquecimiento cada vez mayor del funcionariado sindical.

Los dirigentes sindicales, que ganan salarios de seis cifras, se sientan en las juntas de administración sindical-empresarial, supervisando fondos de jubilación que tienen miles de millones de dólares en inversiones corporativas. En otras palabras, los funcionarios sindicales tienen un interés material directo en suprimir las luchas de la clase trabajadora.

Alternativa Socialista y el resto de la pseudo-izquierda se están integrando cada vez más en estas organizaciones. Al igual que los dirigentes sindicales con los que colabora, Alternativa Socialista trata sobre todo de impedir el surgimiento de un alza revolucionaria de la clase obrera que cuestione el sistema de ganancias de la que dependen sus propios privilegios.

En medio de la escalada de las tensiones de clase, cada vez hay más reconocimiento en los círculos gobernantes de que la élite política necesita nuevas válvulas de seguridad "de izquierdas" para librarse de las luchas de la clase trabajadora que se encuentran en la agenda. Esto se evidenció inequívocamente en un extraordinario artículo que apareció en el Sydney Daily Telegraph un día antes de que comenzara la conferencia de Alternativa Socialista.

El tabloide propiedad de Murdoch es sinónimo de prensa sensacionalista. Se especializa en la feroz demonización de los refugiados, las personas que reciben asistencia social y desempleados, y en la promoción de xenofobia y racismo. A principios de este año, por ejemplo, encabezó una sucia campaña, basada en mentiras, para calumniar a los niños musulmanes de primaria, menores de 12 años, como "extremistas islámicos".

La publicación es el promotor de la extrema derecha y las tendencias fascistas asociadas con el movimiento "Recupera Australia" y ha destacado en la caza de brujas al estilo McCarthy hacia académicos de ideología de izquierdas y personajes públicos, a menudo ridiculizándolos y definiéndolos como la "izquierda lunática".

Pero el 18 de agosto, el Daily Telegraph adoptó un tono muy diferente, publicando un perfil adulador de Haley Pessin, el destacado orador de la conferencia de Alternativa Socialista.

A Pessin, miembro prominente de la organización estadounidense Black Lives Matter, se le otorgó un espacio entre columnas para exponer una interpretación racista de la política estadounidense que pretende sembrar divisiones en la clase obrera, y legitimar los intentos del Partido Demócrata de adjudicar la victoria electoral de Donald Trump al "racismo" de la clase obrera blanca.

El artículo hizo saber amablemente a sus lectores que Pessin estaba "en Sydney para hablar en la Conferencia de Socialismo en la Universidad de Sydney este fin de semana", anunciando favorablemente la conferencia entre sus lectores. Esta promoción sin precedentes de Alternativa Socialista no es un signo de que el Daily Telegraph esté cambiando sus posiciones políticas, sino más bien que esas falsas organizaciones de izquierda desempeñan una función esencial para ayudar a preservar el orden capitalista.

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