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La UE respalda la imposición por parte de Madrid de un régimen autoritario en Cataluña

La Unión europea está apoyando la imposición por parte de Madrid del Artículo 155 de la Constitución española para imponerle a Cataluña un Gobierno títere. Dándole a Madrid un cheque en blanco para hacer retroceder el reloj a las políticas autoritarias del régimen fascista conducido por Francisco Franco, el cual cayó en 1978 en medio de luchas de masas de la clase trabajadora española, la UE se está sacudiendo lo que sea que le quedara de sus pretensiones de ser una fuerza para la democracia.

Mientras el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se prepara para disolver el Parlament catalán, asumir el control del aparato estatal regional, empezando por los servicios de seguridad y los ministerios, y purgar el servicio público, la UE lo está respaldando plenamente. El Gobierno del Partido Popular (PP) de Rajoy, apoyado por los otros partidos burgueses españoles, ha preparado a decenas de miles de Guardias Civiles y de soldados para llevar a cabo este ataque a Cataluña.

Se ha llevado a los trabajadores tanto de Cataluña como del resto de España a esta situación peligrosa como resultado de las políticas traidoras de derechas de la supuesta “izquierda” del establishment político burgués, compuesta por los socialdemócratas y Podemos, y de las perspectivas reaccionarias procapitalistas y pro Unión Europea de los partidos nacionalistas catalanes. Todos esos partidos han apoyado las políticas brutales de austeridad impuestas a los trabajadores de toda España desde la crisis financiera del 2008 por orden de la UE y los bancos europeos e internacionales.

A pesar del agudo conflicto entre la burguesía española y su contraparte nacionalista catalana, las dos están unidas en su determinación a hacer que la clase trabajadora pague por la crisis del capitalismo español y europeo.

Madrid le ha dado los poderes del presidente regional destituido, Carles Puigdemont, a la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, quien está ahora encargada de dirigir la comunidad autónoma y supervisar las elecciones anticipadas y decididas unilateralmente por Madrid para el 21 de diciembre. Esta es una señal de que Madrid se está moviendo hacia el regreso de la dictadura. Sáenz de Santamaría viene de una familia íntimamente conectada con el aparato represivo del régimen franquista.

Su abuelo, el general José Antonio Sáenz de Santamaría, desempeñó un destacado papel en las fuerzas de seguridad franquistas después de la Guerra Civil y hasta 1996, dos décadas después de la muerte de Franco.

La UE ahora está respaldando un retorno a un régimen instalado igualmente de manera no democrática. “Tengo un solo interlocutor en España, y ese es el presidente del Gobierno, Rajoy... Él quiere respetar [las reglas constitucionales] y tiene mi respaldo pleno”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, el domingo mientras estaba de viaje en Guayana. El ministro de Relaciones Exteriores de Macron, Jean-Yves Le Drian, dijo que no reconocía la independencia catalana y que quería una España “fuerte y unida”.

Alemania “se niega a reconocer la independencia de Cataluña”, declaró la canciller alemana, Angela Merkel, quien añadió que respaldaba totalmente a Madrid. Su portavoz, Steffen Seibert, dijo que Berlín respaldaba la posición “clara” de Rajoy, “quien se propone restaurar el orden y la calma”.

Incluso mientras le concede temporalmente un asilo al presidente catalán depuesto, Carles Puigdemont, el Gobierno belga también apoya a Madrid. El primer ministro belga, Charles Michel, instó indirectamente a la población catalana a aceptar el régimen sostenido militarmente, diciendo, “La crisis política puede resolverse solo mediante el diálogo. Exigimos una solución pacífica que respete el orden nacional e internacional”.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, escribió en Twitter: “El asunto catalán debe resolverse dentro del orden constitucional. España es un fiel aliado que contribuye fuertemente a nuestra seguridad”.

El viernes, el comisionado de la UE, Carlos Moedas, había dicho: “Lo que está pasando ahora es muy difícil para todos los que están implicados, pero nosotros en tanto que la Unión Europea tenemos que defender el orden constitucional de España”.

El aliento por parte de los Gobiernos europeos a la imposición de alguna forma de dictadura policial-militar en Cataluña —el preludio de una imposición de tal régimen más generalmente en toda España y Europa— es una advertencia a la clase trabajadora. Los Gobiernos están reaccionando a la crisis catalana como una oportunidad para imponer regímenes dictatoriales en varios países de Europa.

Este es el resultado de un cuarto de siglo de austeridad y militarismo, crecientes en toda Europa desde que la burocracia estalinista disolvió la Unión Soviética. Mientras las tensiones de clase crecen como resultado de los niveles explosivos de desigualdad social, el desempleo masivo y los ataques sociales que son los más grandes desde la Gran Depresión de los años 1930, la clase gobernante está repudiando incluso las formas exteriores de gobierno democrático. Está retrocediendo a los regímenes capitalistas sangrientos y autoritarios de mediados del siglo XX en Europa.

Un artículo en el diario L’Alsace con el título “El barril de pólvora catalán” decía: “El Gobierno de Mariano Rajoy se enfrenta a la dificultad de tomar las riendas de Cataluña sin ofrecer un pretexto para la oposición. El más leve exceso, de parte de uno como del otro, podría ser la chispa que hiciere estallar una situación lista para explotar”.

Otro diario francés regional, Le Bien public, también llamó a Cataluña “un barril de pólvora” y concluyó, “En un ambiente tan tenso, nunca se pueden descartar excesos violentos”.

Añadía, “Los militantes nacionalistas catalanes, acostumbrados a la resistencia pacífica, no dejarán que la policía arreste a sus líderes que se enfrentan a cargos de sedición y, en teoría, hasta 30 años de cárcel. Madrid puede mantener su firmeza jurídica sin cometer el error de enviar tropas. Pero lo que nadie puede predecir son las reacciones de las poblaciones no catalanas que conforman suburbios enteros de Barcelona y pueden ser agresivas, ‘en reuniones, en cafés, evitamos hablar de ello y eso es para mejor. Esto es un barril de pólvora’, dijo un dirigente socialdemócrata desde Barcelona”.

Mientras los países de la UE se van quitando la careta democrática, no le dejan otro futuro a la población que una serie de Estados policiales autoritarios, monitorizados por una policía cada vez más poderosa y fuerzas de vigilancia capaces de espiar todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos.

En Francia, Macron está haciendo permanente el estado de emergencia vía la nueva ley antiterrorista que crea un Estado policial de facto. Otra medida tomada paralelamente con esta ley es la creación de un personal de planificación que reúne a los jefes de las agencias de inteligencia y varias fuerzas de seguridad, lo que podría llevar a un régimen policial-militar contra la oposición social.

Macron, quien fue presentado durante las elecciones presidenciales de este año como la alternativa democrática a la candidata neofascista, Marine Le Pen, señaló claramente —al recibir al dictador militar egipcio, el general Abdel Fatah al-Sisi, hace unos pocos días en el palacio presidencial del Elíseo— que no se opone a la dictadura.

El único camino hacia adelante es la movilización política independiente de la clase trabajadora europea en lucha contra las medidas del Gobierno de Rajoy y de otros Estados de la UE, exigiendo la retirada de las tropas españolas de Cataluña y el fin de la represión.

Sin embargo, los trabajadores sólo pueden llevar a cabo esa perspectiva en oposición a los nacionalistas catalanes, cuya perspectiva es continuar imponiendo austeridad mientras construyen un Estado capitalista catalán independiente. Esto significa también una lucha contra los partidos de la pseudoizquierda, que bien promueven a los nacionalistas burgueses catalanes, bien defienden al Estado capitalista español, en ambos casos buscando subordinar a la clase trabajadora a las clases gobernantes europeas. El camino hacia adelante es luchar por unir a los trabajadores europeos bajo la bandera de los Estados Unidos Socialistas de Europa.

La crisis catalana ha dejado al descubierto el carácter fracasado y reaccionario de organizaciones tales como el partido español Podemos y Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, que son hostiles a todos los llamamientos a movilizar a los trabajadores en lucha contra la represión estatal. Podemos ha usado consistentemente “llamamientos al diálogo” para posar como un partido capaz de resolver la crisis mientras estrangula la oposición social. Finalmente, se puso del lado del Gobierno de Rajoy apoyando su convocatoria a las elecciones del 21 de diciembre en Cataluña, y así de la represión más general organizada por Madrid.

El aliado francés de Podemos, el dirigente del LFI Mélenchon, después de haberle pedido a Macron que interviniera con Rajoy, ahora ha declarado su apoyo a las elecciones fraudulentas de Rajoy. “No quiero que cualquiera simplemente declare la independencia así, ni tampoco reprima la independencia. La gente tiene que votar”, dijo este fin de semana.

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