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Quince prisioneros mueren en un mes en Mississippi

Los prisioneros en Mississippi están muriendo al ritmo más alto que el estado ha visto jamás. Sólo durante el mes de agosto, 15 personas fallecieron bajo custodia del estado, un aumento brusco sobre el promedio de cuatro al mes.

Los muertos incluyen prisioneros viejos y jóvenes, morenos y blancos, la mayoría de los cuales fueron encarcelados por delitos de drogas o robo sin violencia –crímenes que resultan de la horrible crisis social en EUA—. Entre aquellos para los cuales la causa de muerte todavía no ha sido revelada, están Troy Pittman, 59 años, Chris Hughes, 45 años, y Tony Springer, 75 años.

A pesar del número alto, la comisaria del Departamento Correccional de Mississippi, Pelicia Hall, negó haber obrado mal, manteniendo que todas las muertes tuvieron ‘causas naturales’, incluyendo ‘cáncer, infartos, y otras condiciones médicas’. Ningún representante del estado ha hablado del empeoramiento de las condiciones dentro de las cárceles, ni de la falta de asistencia médica para los presos.

La afirmación de que el aumento de muertes surge de ‘causas naturales’ no es convincente frente a una evidencia inmensa y bien documentada. La realidad difícil de la vida de prisioneros en Mississippi se reflejó más abiertamente en una demanda presentada por el American Civil Liberties Union (La unión americana de libertades civiles) y el Southern Poverty Law Center (El centro del derecho de la pobreza sureña) contra el estado, la cual estaba basada en condiciones en las instalaciones del este de Mississippi (East Mississippi Correctional Facility).

La cárcel acusada alberga 1.200 presos, 80 por ciento de los cuales tienen un problema de salud mental. Un preso, Terry Beasley, quien testificó en el caso, explicó que normalmente niegan a los prisioneros acceso a tratamientos médicos básicos. Relató a la corte que tiene diabetes y que podría entrar en shock y al final morir si su nivel de azúcar en la sangre baja demasiado. Cuando los demandantes le preguntaron cómo se siente sabiendo que los oficiales tardan varios minutos en responder durante situaciones de emergencia, Beasley empezó a llorar y dijo, “Me asusto”.

En muchos casos, los prisioneros tienen que usar tácticas peligrosas para llamar la atención de los oficiales, esperando que reciban el tratamiento necesario. Una de las tácticas prender fuego a su propia celda, arriesgando sufrir quemaduras severas e incluso la muerte. Un vídeo que los demandantes proveyeron como evidencia muestra que en un oficial del East Mississippi Correctional Facility no respondió a la escena de un fuego hasta que habían pasado cinco minutos y se podían ver las llamas desde afuera.

Otras tácticas que usan los prisioneros para recibir atención médica reveladas durante el caso incluyen cortarse y luego extender el brazo sangriento por la ranura para bandejas de comida.

Otros presos reportaron que sus celdas y las instalaciones estaban infestadas por cucarachas y excremento de ratones, particularmente en la cocina, y que ellos regularmente tienen que soportar aguas residuales acumuladas en las celdas y los baños. En ese tiempo, el director de la cárcel les echó la culpa a los prisioneros de los problemas de plomería, entre otros.

Cada muerte de presos, tanto en cárceles privadas como las operadas por el estado, es una tragedia evitable, la responsabilidad de la cual recae en los dos partidos de la clase dominante.

El abuso documentado en el caso contra East Mississippi Correctional Facility existe por todo Mississippi y por todo el país. Estas 15 muertes han sucedido durante una de las huelgas en prisiones más grande en la historia de EUA –abarcando al menos 11 estados, partes de Canadá, e incluso un centro de detención de inmigrantes en Washington– contra las condiciones inhumanas, la falta de asistencia médica, y la virtual labor esclava impuesta en muchas cárceles.

El abuso de prisioneros en Mississippi es una expresión especialmente impactante de la crisis social. El estado tiene una de las mayores tasas de encarcelación en el país, con 609 de cada 100.000 personas. Como sucede usualmente dentro de las cárceles y centros de detención de inmigrantes por todo el país, las prisiones del estado en Mississippi han estado escasas de recursos. En vez de darles dinero, el estado trata de privatizar todo el sistema de encarcelación, diciendo falsamente que las prisiones privadas son dirigidas mejor y más eficientemente. En Mississippi durante la primavera pasada, fueron reubicados los prisioneros de las cárceles estatales a prisiones privadas, esperando poder compensar recortes presupuestarios.

Las cárceles privadas a menudo obtienen sus ganancias por medio de no contratar suficientes empleados. Adicionalmente, esas prisiones reciben dinero por día y por preso, creando una situación en que ellos quieren mantener a cada preso por el tiempo máximo posible. Los resultados de un sistema así son mortales.

Uno de los primeros prisioneros en morir durante agosto en Mississippi fue Albert McGee, quien residía en las instalaciones del sur del estado, South Mississippi Correctional Institution. McGee, 57 años, tenía diabetes. Los oficiales de la prisión lo encontraron inconsciente en su celda, y lo llevaron al hospital, donde lo pronunciaron muerto muy poco tiempo después. No hubo un reporte que documentara las circunstancias de su muerte ni investigara si recibió el tratamiento correcto para su condición o no. No se sabe por cuánto tiempo estuvo inconsciente en su celda antes de que los oficiales se dieran cuenta.

La muerte de Nija Syvallus Bonhomme, de 24 años, sucedió en la cárcel privada Wilkinson County Correctional Center en el suroeste de Mississippi. Bonhomme murió en su celda luchando con otro preso. Su familia ha revelado las circunstancias, diciendo que el personal de la cárcel falló en protegerlo de las condiciones violentas de las cuales muchas veces le había advertido a la administración. La familia afirma que los oficiales forzaron a Bonhomme a regresar a su celda después de un altercado violento con su compañero de celda, quien más tarde presuntamente lo mató. Su hermana informó a Democracy Now! que los guardas “lo echaron de vuelta a los perros”.

Alma Dunning está demandando que el estado explique el trato a su hijo, Lucious Bolton, quien murió de cáncer del estómago en los primeros días de agosto. Durante los días antes de su muerte, los oficiales de la cárcel no permitieron que su madre hablara con él. Cuando al final le dieron su ubicación y permitieron que ella lo visitara, murió dentro de 20 minutos. “Mi primera preocupación es por relatar esta historia para que no puedan hacerle esto a nadie más”, dijo Dunning, 51 años, añadiendo, “Me está matando que no pude ver a mi bebé cuando murió”.

Una de las fallecidas, Nicole Rathmann, iba a regresar a casa durante esta semana, después de seis años encarcelada por un delito no violento relacionado con drogas. Rathmann, 33, falleció el 23 de agosto en un hospital en Jackson. Su familia todavía no ha recibido ninguna explicación de su muerte.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de setiembre de 2018)

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