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En medio del furor por el asesinato de Khashoggi, la ONU advierte que millones más sufren inanición en Yemen

Las Naciones Unidas advirtió que la guerra liderada por Arabia Saudita y apoyada por Estados Unidos contra Yemen amenaza con engullir a millones de personas más de la empobrecida nación en la peor hambruna que el mundo ha visto en más de 100 años.

Suad, de 18 años, mendiga en un camino entre la capital de Yemen, Saná, y Saada, con su sobrino de cuatro años, cuya madre fue matada en el conflicto. Crédito: Giles Clarke/Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios

Lise Grande, coordinadora humanitaria de la ONU para Yemen, dijo el martes que "estamos mirando literalmente a cientos de miles, tal vez incluso a millones de personas que no pueden sobrevivir".

El Programa Mundial de Alimentos, la agencia de la ONU que coordina los esfuerzos de ayuda en el asolado país, informó que se vio obligado a modificar sus cálculos reportados hace solo dos semanas, de que 8.5 millones de yemeníes estaban al borde de la hambruna, afirmando que otros 5,6 millones están sufriendo inanición por los efectos de la guerra de tres años y medio en la infraestructura y la economía del país.

"Las cosas se están deteriorando muy, muy rápido", dijo Grande. “Las implicaciones son enormes y, sinceramente, aterradoras. La realidad es que el tiempo puede estarse acabando".

La advertencia de la ONU se produjo en medio de la creciente crisis por la desaparición y el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Estambul.

Los políticos estadounidenses, tanto demócratas como republicanos, se han unido para denunciar al régimen saudí por el asesinato de Khashoggi. El periodista se autoexilió en los Estados Unidos hace un año, después de servir durante décadas como interlocutor entre el régimen saudí y los medios de comunicación occidentales y trabajar estrechamente con la inteligencia saudí, incluso en el establecimiento de estrechos vínculos con Osama bin Laden durante la guerra en Afganistán patrocinada por la CIA.

Existe una creciente especulación de que la monarquía gobernante saudí consideraba a Khashoggi como un "desertor" con posibles vínculos con Gobiernos y agencias de inteligencia en los Estados Unidos, Turquía y Qatar, y decidió eliminarlo. El despiadado asesinato del periodista en una oficina del consulado en Estambul es emblemático de la criminalidad del principal aliado de Washington en el mundo árabe.

El senador republicano, Lindsey Graham, un aliado clave del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, emitió el martes una declaración feroz a Fox News, culpando al príncipe heredero Mohammed bin Salman, gobernante de facto de Arabia Saudita, por el asesinato de Khashoggi, quien, según informes, fue secuestrado y torturado y asesinado en el consulado de Arabia Saudita en Estambul el 2 de octubre por un escuadrón de la muerte de 15 miembros enviado desde Riad. Según fuentes del gobierno turco, su cuerpo fue descuartizado y sacado del consulado.

Describiéndose a sí mismo como el "mayor defensor" de Arabia Saudita en el Senado estadounidense, Graham se distanció de Trump, quien el lunes presentó la absurda coartada para el régimen saudí de que Khashoggi pudo haber sido víctima de "asesinos sediciosos". Graham dijo que el problema era el "sedicioso príncipe heredero".

Mientras amenazaba con cortar la venta de armas a Arabia Saudita, Graham no mencionó el indispensable apoyo militar que el Pentágono está brindando a la guerra liderada por Arabia Saudita contra Yemen, incluido el reabastecimiento de combustible en el aire para sus bombarderos, el intercambio de inteligencia y la ayuda en la selección de objetivos, para no mencionar el suministro inagotable de aviones, bombas y misiles.

El Gobierno de Trump ha defendido desvergonzadamente al régimen saudí en relación con el asesinato de Khashoggi, lo que ilustra su propia criminalidad y su disposición a emplear métodos similares contra sus oponentes. Trump ha adelantado la coartada de los "asesinos sediciosos", que según los informes de los medios de comunicación puede ser aceptada públicamente por la monarquía saudí, culpando la muerte del periodista en una operación de interrogación y entrega que salió mal, es decir, que Khashoggi murió bajo tortura. Trump también insistió en que su Gobierno no detendrá la venta de armas, fingiendo preocupación de que afectaría adversamente los "empleos estadounidenses".

El envío del secretario de Estado de EUA, Mike Pompeo, a Riad, el martes, tenía como objetivo consolidar una coartada y aplicar un control de daños sobre una posible crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita. El New York Times informó que la principal preocupación en Washington, que fue transmitida por Pompeo al régimen saudí, es que el furor por el asesinato de Khashoggi podría afectar los planes de Estados Unidos de intensificar drásticamente las sanciones económicas contra Irán, las cuales equivalen a un acto de guerra.

El 5 de noviembre, entrarán en vigor las sanciones que están diseñadas para cortar todas las exportaciones de petróleo iraní y expulsar a Irán de los mercados financieros del mundo al prohibir que las compañías que hagan negocios con Irán hagan negocios en Estados Unidos, cancelando cualquiera de sus transacciones en dólares estadounidenses.

Washington, que ha forjado un eje antiiraní con Riad e Israel, cuenta con que los saudíes aumentarán la producción de petróleo para compensar el corte de las exportaciones iraníes y evitar así un alza en los precios del petróleo y una potencial crisis económica mundial.

Aquellos dentro de la élite gobernante de Estados Unidos que exigen sanciones estadounidenses por el asesinato de Khashoggi lo hacen en pro de su propia política exterior y objetivos geoestratégicos, que incluyen inquietudes de que la abrogación del acuerdo nuclear iraní por parte de la Administración de Trump haya provocado un conflicto innecesario y una distracción de enfrentamientos más urgentes. con Rusia y China.

El cinismo en Washington por el asesinato de Khashoggi corresponde al de todas las potencias imperialista, las cuales están ansiosas por preservar sus ventas de armas a los saudíes, así como al resto de regímenes en la región.

Los funcionarios del Gobierno turco del presidente Recep Tayyip Erdogan han informado repetidamente que están en posesión de pruebas incontrovertibles del horrible asesinato de Khashoggi, incluidas las grabaciones de audio. Sin embargo, las pruebas no se han hecho públicas, y las autoridades turcas están realizando una investigación conjunta con los saudíes. Ankara claramente no está ansioso por provocar una confrontación a gran escala con Riad y es probable que vea el asunto Khashoggi como una posible palanca para obtener concesiones económicas y políticas de la monarquía saudí.

Los Gobiernos de los jeques petroleros del Golfo, junto con Líbano, Egipto y la Autoridad Palestina, han emitido declaraciones en solidaridad con la monarquía saudí.

Mientras tanto, continúa la guerra en Yemen, virtualmente ignorada por los medios estadounidenses y occidentales, amenazando con reclamar la vida de millones de personas. La descarada criminalidad del asesinato de Khashoggi se manifiesta en proporciones mucho mayores en los crímenes de guerra saudíes respaldados por Estados Unidos en Yemen, cuyas víctimas inocentes ya suman alrededor de 50,000, mientras que se estima que 113,000 niños murieron de hambre o murieron a causa de enfermedades prevenibles como el cólera que se han propagado junto a la destrucción de la infraestructura del país.

La falta de combustible ha forzado la detención de los sistemas de bombeo de agua en la capital de Saná, Hodeida y otras ciudades, dejando a unos 2.5 millones de personas sin acceso a agua potable limpia.

La amenaza de que se produzca una hambruna masiva se ha intensificado como resultado de la ofensiva liderada por Arabia Saudita contra la ciudad portuaria de Hodeida, en el mar Rojo, controlada por los rebeldes hutíes que derrocaron al régimen títere de Estados Unidos y Arabia Saudita del presidente Abd-Rabu Mansur Hadi en 2015.

El setenta por ciento de los suministros de alimentos y combustible de los que depende la población yemení para el flujo de supervivencia a través del puerto de Hodeida está ahora bajo un continuo bombardeo aéreo, terrestre y marítimo. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha informado que, como resultado del sitio, no puede acceder a unas 51,000 toneladas de trigo almacenadas en sus instalaciones en el puerto, una cantidad de grano que podría alimentar a 3.7 millones de personas hambrientas en el norte y centro de Yemen por un mes.

En una de las últimas atrocidades masivas, un ataque aéreo saudita destruyó el sábado varios vehículos en un puesto de control saturado en Hodeida, dando contra un autobús y matando a 17 civiles e hiriendo a otros 20, la mayoría mujeres y niños.

El ataque aéreo rememora un par de masacres sangrientas similares en agosto, en las que aviones saudíes bombardearon un autobús escolar en una zona de mercado también abarrotada, matando a 51 personas, entre ellas 40 niños, así como el bombardeo de un camión lleno de refugiados que huían del asedio de Hodeida, matando a cuatro mujeres y 22 niños. En todos los casos, las bombas y los misiles utilizados en los asesinatos en masa fueron suministrados por los EUA, mientras que los aviones sauditas en el ataque recargaron sus tanques con aviones cisterna estadounidenses.

El secretario de Estado Pompeo desestimó estos asesinatos en masa y certificó ante el Congreso de los Estados Unidos que Arabia Saudita está actuando para aliviar la crisis humanitaria de Yemen y proteger la vida civil. Informar lo contrario, como lo argumentó un memorando interno del Departamento de Estado, "tendría un impacto negativo en las futuras ventas militares extranjeras y en las ventas comerciales directas a la región".

Las mismas consideraciones están impulsando el intento de Washington de diseñar una coartada para el régimen saudí y el príncipe heredero Salman en relación con el brutal asesinato de Jamal Khashoggi.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de octubre de 2018)

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