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Perspectiva

La guerra, la censura y la invención de las “noticias falsas”

Contra el trasfondo de una creciente oposición social y planes de escaladas militares, la élite política estadounidense está censurando el internet con cada vez más osadía.

El sábado, los dos principales periódicos de esta élite, el New York Times y el Washington Post, publicaron editoriales exigiendo la intensificación de la censura política en las redes sociales. El Times, en “El veneno se sigue esparciendo por Facebook y Twitter”, se refiere a una supuesta proliferación de “desinformación” en las redes sociales, incluyendo “campañas originadas dentro del país que divulgan mentiras partidistas en Estados Unidos”, y exige acciones más agresivas.

El Times aplaude a los periodistas (es decir, a sí mismo) y los “vigilantes autodidactas” que obligan a las empresas que administran las redes a descolgar contenidos. Sin embargo, son necesarias acciones más fundamentales, concluye. “En esta etapa de la evolución del internet, ya no se puede seguir limitando la moderación del contenido a publicaciones individuales vistas en aislamiento y fuera de contexto. El problema es sistémico y se manifiesta actualmente en campañas coordinadas tanto desde el exterior como en suelo nacional”.

La solución: las empresas de redes sociales deben incorporar los procedimientos de censura a un nivel más sistemático. “El papel que desempeñan en este momento las personas ajenas, como promotores de consumo y filtradores de contenido, puede ser fácilmente asumido desde adentro”. Es decir, las empresas de las redes sociales tienen que convertirse directamente en “guardianes” de la información, empleando la descripción que el exeditor del Times, Bill Keller, hizo del propio diario.

El Washington Post, por su parte, advirtió de una supuesta amenaza de “desinformación nacional”. Twitter y Facebook, según el Post, “están comenzando por fin a articular su responsabilidad de no facilitar la manipulación, independientemente de quién esté manejando los hilos”.

¿En qué consiste la “desinformación nacional” que Facebook y Twitter están combatiendo con el apoyo completo del Times y el Post? Esa pregunta fue respondida más temprano este mes, cuando Facebook eliminó un conjunto de cuentas de medios populares de izquierda, incluidas organizaciones que se oponen a la guerra y la violencia policial, en nombre de combatir las “noticias falsas”.

El término “noticias falsas” (o “desinformación”) ha sido introducido de forma muy deliberada y consciente en el vernáculo de la política estadounidense e internacional como una frase para justificar toda clase de censura. La prensa emplea el término sin explicar exactamente a qué se refiere, esperando que la población acepte que sea algo malo que, obviamente, debe ser bloqueado.

Cuando la mayoría de las personas piensa en el término “noticias falsas” piensan en los titulares de la prensa amarilla sobre invasiones de marcianos y abuelas con dos cabezas dando a luz a quintillizos. Pero, cuando el New York Times y las principales agencias de inteligencia estadounidenses emplean el término, se refieren a algo completamente diferente: a reportajes que socaven la promoción de guerras por parte del Estado y los puntos de vista que desafíen a la élite política.

Dicha amalgama periodística incluye afirmaciones como: Estados Unidos se está preparándose para una guerra de escala total, que organizó un golpe de Estado en Ucrania en 2014 en alianza con fuerzas fascistizantes, que ha escenificado ataques con armas químicas en Siria para justificar su campaña de cambio de régimen, que ambos partidos en EUA operan como empleados de la élite corporativa y financiera. Según ellos, todo esto son “noticias falsas”. En cuando al hecho de que operadores políticos como el senador demócrata, Mark Warner, y el legislador demócrata, Adam Schiff, están conspirando con los medios de comunicación tradicionales para censurar el Internet bajo el pretexto de combatir las “noticias falsas”, esa es obviamente otra “noticia falsa”.

En su memoria, Hillary Clinton, cuya derrota en 2016 fue la ocasión para introducir ampliamente el término “noticias falsas”, explicó que estas “noticias falsas” son declaraciones verdaderas que sirvieron para desacreditarla en público. Como lo relató: “WikiLeaks… ayudó a acelerar el fenómeno que eventualmente llegaría a ser conocido como noticias falsas”. Se divulgaron “cuentos descabellados” acerca de “las terribles cosas que debí haber dicho entre bastidores y que, como presidente, habría estado en el bolsillo de los banqueros misteriosos que pagaron mis honorarios”.

Los únicos “cuentos” divulgados por WikiLeaks fueron las transcripciones de los discursos pagados de Clinton a Goldman Sachs, donde prometió expandir la influencia de los ricos en la política, además de copias de correos electrónico de figuras líderes del Comité Nacional Demócrata que conspiraban tramar la nominación demócrata a favor de Clinton.

Julian Assange, el editor de WikiLeaks todavía está pagando el precio por su papel en esta ruptura intolerante del muro de mentiras y propaganda. El martes, Eliot Engel, el demócrata de rango de la comisión de asuntos exteriores de la Cámara de Representantes, escribió una carta a Lenín Moreno, el presidente de Ecuador, que efectivamente chantajea a todo el país por seguir dando asilo al periodista disidente, exigiéndole que entregue a Assange para poder enjuiciarlo.

En marzo, las fuerzas especiales de Estados Unidos celebraron una conferencia para discutir la censura estatal. Las discusiones fueron documentadas en un reporte del Atlantic Council. Ahí, se advirtió: “La tecnología ha democratizado la capacidad de grupos subestatales e individuos para propagar una narrativa con recursos limitados y un alcance virtualmente irrestricto”. Por contraste, “En el pasado, el público en general contaba con fuentes limitadas de información, las cuales eran administradas por guardianes (gatekeepers) profesionales”.

En otras palabras, el auge de las redes sociales sin censura permitió a grupos pequeños con ideas que corresponden a las ideas de la población en general a desafiar en pie de igualdad la narrativa política promovida por intereses establecidos, sin “guardianes o porteros profesionales” de los medios impresos, radiales y televisados de las corrientes tradicionales.

El objetivo principal de la campaña de censura es reestablecer la labor de estos “guardianes” y restringir el acceso del público a advertencias sobre el peligro inminente de guerras.

Cabe notar que, cuando Google inició cambios en el algoritmo de calificación de los resultados de búsqueda el año pasado, en nombre de combatir “noticias falsas”, la cobertura del WSWS sobre el peligro de guerra fue el más fuertemente afectado. Los términos de búsqueda asociados con el peligro de una guerra mundial que antes mostraban al WSWS en sus primeros 10 resultados, ahora no envían visitantes al WSWS del todo.

Hay un refrán atribuido al senador Hiram Johnson cuando EUA entró en la Primera Guerra Mundial que dice, “la primera baja de la guerra es la verdad”. Ese dicho aplica hoy con una excepción: la verdad está siendo estrangulada en anticipación a la guerra. ¡Y todo en nombre de combatir las “noticias falsas”! De verdad que nos hemos introducido en el mundo de la obra 1984 de Orwell.

Nada atemoriza más a la clase dominante más que la posibilidad de que la clase obrera se informe. Las escaladas en el ámbito militar y el de la censura reflejan la profunda crisis que enfrenta la burguesía. Ante una creciente oposición social y una oleada de luchas de la clase obrera, la élite gobernante ve en la guerra y sus ataques acompañantes contra los derechos democráticos la forma de defender su dominio a través la represión.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de octubre de 2018)

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