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Perspectiva

Lo que dicen los correos bomba sobre la política estadounidense

Aproximadamente 48 horas después de la detección de varios “correos bomba” enviados al expresidente Barack Obama, la excandidata demócrata a la Presidencia, Hillary Clinton, otros líderes demócratas y críticos del presidente Donald Trump, se ha dado poca información nueva al público.

Las declaraciones policiales y del FBI el jueves confirmaron lo que ha sido reportado ampliamente en la prensa: un total de diez paquetes fueron enviados por correo a ocho individuos, incluyendo dos dirigidos al exvicepresidente Joe Biden, dos a la congresista Maxine Waters, y uno a Obama, Clinton, al exdirector de la CIA John Brennan, al ex fiscal general Eric Holder, al milmillonario George Soros y al actor Robert De Niro.

Los diez eran casi idénticos y llevaban la misma dirección remitente de la congresista de Florida, Debbie Wasserman Schultz, la expresidenta del Comité Nacional Demócrata. Varios reportes no confirmados el jueves sugieren que los paquetes fueron enviados desde el sur de Florida, donde Schultz es la figura demócrata más prominente.

Cada paquete contenía el mismo tipo de bomba casera, acompañada en algunos casos por un sobre con un polvo blanco, aparentemente inofensivo. El FBI no ha hecho disponible ningún detalle sobre el mecanismo de activación, aparte de lo obvio: no había un cable trampa que detonara la bomba al abrir el empaque, ya que varios fueron abiertos.

Los oficiales del FBI sugirieron que el término apropiado para los paquetes era “aparatos que se sospecha como explosivos”, ya que no estaban dispuestos a divulgar si las bombas eran si acaso capaces de explotar y, por ende, si de hecho existía algún peligro para el público.

La falta de información no ha prevenido que el Partido Demócrata y secciones prodemócratas de la prensa corporativa describan los correos como un “intento de asesinato masivo” dirigidos contra “dos expresidentes”, a pesar de que los paquetes enviados a Obama y Clinton fueron fácilmente detectados por los examinadores del Servicio Secreto y siempre estuvieron a kilómetros de sus blancos.

Este extraño y turbio evento inevitablemente genera muchas sospechas, todas de las cuales son actualmente imposibles de comprobar. ¿Fueron enviados los paquetes por un simpatizante de Trump respondiendo a la retórica virulenta e instigaciones a perpetrar violencia? Todos los objetivos de las bombas han sido previamente atacados por los tuits y las diatribas en mítines de Trump, que incluían en muchos casos amenazas a ser puestos en juicio, encarcelados o ser objeto de violencia callejera.

O, dado que ningún demócrata estuvo en peligro y que el Partido Demócrata ha utilizado el atentado para envilecer a Trump e impulsar su posición a menos de dos semanas de las elecciones de medio término, ¿fue una operación falsa? Los partidarios derechistas de Trump en la prensa sugirieron esto rápido y ciertamente el aparato militar y de inteligencia, el cual ha estado aliado con los demócratas en la campaña antirrusa contra Trump, es capaz de realizar tal provocación.

Cabe notar que Chuck Todd, el director político de NBC News, sugirió el “temor” completamente infundado y descabelladamente improbable que “esta podría ser una operación rusa también, diseñada a provocar lo que está ocurriendo ahora… dividirnos”.

El World Socialist Web Site no cuenta con ninguna evidencia independiente y hay que mantenerse escéptico ante cualquier afirmación. No se puede creer en algo solo porque CNN, el FBI y el Departamento de Policía de Nueva York lo hayan dicho, al igual que las declaraciones provenientes de la Casa Blanca o los tuits de Trump.

Esta no es la primera vez que la prensa corporativa busca incitar una estampida de opinión pública con una campaña de miedo sobre atentados terroristas por medio del correo. Hemos estado aquí antes, más notablemente el envío de ántrax en 2001 que mató a media docena de personas. En ese momento, el Gobierno de Bush y gran parte de los medios de comunicación buscaron culpar a Irak como parte de la campaña para preparar al público para una invasión y ocupación estadounidenses que se habían planeado mucho antes. Se determinó eventualmente que el ántrax, el cual fue enviado principalmente a dirigentes demócratas, provino de una instalación de guerra bacteriológica del Ejército de EUA. Las condiciones nuca fueron examinadas a fondo.

Lo que sí se puede afirmar es que este incidente de los correos bomba se produce en medio de un agudo conflicto político en la élite dominante estadounidense.

El momento elegido para enviar lo que se sospecha como bombas y la reacción enfurecida de los medios de comunicación son factores sumamente significativos. Menos de dos semanas antes de los comicios, todos los otros temas han prácticamente desaparecido de la atención del público: la cacería de brujas de Trump contra los inmigrantes, la complicidad estadounidense en el asesinato salvaje del disidente saudí a manos de la monarquía brutal del país, las convulsiones del sistema financiero estadounidense y mundial y el continuo empeoramiento de la desigualdad social y económica.

Un aspecto poco mencionado en los medios es que el cordón policial y sitio del medio de Manhattan el miércoles, después de que se encontrara un correo bomba en CNN, fue la primera activación real en el mundo de la toma policial del sistema de telecomunicaciones, enviando un mensaje de texto para alertar a cualquiera en un cierto radio de distancia (basado en la localización de GPS del celular) del edificio de la sede de Time Warner. El Sistema Nacional de Alerta de Emergencia Inalámbrica fue puesto a prueba exactamente hace tres semanas, el 3 de octubre.

El masivo despliegue de la policía local, estatal y federal, al igual que de las agencias de inteligencia, junto a la histeria total en los medios, suscita la siguiente pregunta: si ocurriera dicho evento en la víspera o la jornada de las elecciones, ¿reclamaría el Gobierno de Trump poderes de emergencia para posponer la votación en ciertas áreas o estados enteros o incluso cancelar los comicios completamente? ¿Se atrincherarían el Partido Demócrata y la prensa detrás de la Casa Blanca?

Más temprano este año, Trump presionó para que el Congreso aprobara un desfile militar de plena escala en Washington D.C., el cual habría desfilado tanques y vehículos acorazados en las calles de la capital estadounidense a pocos días de las elecciones. Incluso los legisladores republicanos y la cúpula militar se opusieron preocupados de que tal despliegue provocaría una gran oposición popular, por lo que bloquearon la idea.

La trayectoria de los eventos es peligrosa. Las elecciones estadounidenses están siendo celebradas bajo condiciones que podrían describirse como la “latinoamericanización” de la política estadounidense, caracterizada por una decadencia extrema de las formas democráticas de gobierno, combinado con intrigas palaciegas y complots políticos. Trump ha convertido las elecciones en un referéndum sobre él mismo, presentándose como un líder personalista e incambiable, un inminente caudillo político-militar, pronunciando diatribas fascistizantes ante audiencias que lo aclaman y amenazando a sus enemigos con destrucción.

Sus ostensibles oponentes del Partido Demócrata han encarrilado toda la oposición detrás de las facciones poderosas del aparato militar y de inteligencia, incluyendo a figuras como Brennan. Han utilizado la campaña antirrusa para exigir una política exterior mucho más agresiva en Oriente Próximo y contra Rusia, mientras exigen medidas mucho más abiertas de censura en línea y, en general, de silenciamiento de toda perspectiva que “siembre discordia” en el país.

Ambas facciones de la burguesía cuentan con bases de apoyo sumamente estrechas. Mientras libran sus guerras entre facciones, les aterra ante todo el efecto del recrudecimiento de la crisis del capitalismo estadounidense y mundial y del aumento de la desigualdad económica a una escala no vista en la historia moderna. Estos factores ya han generado expresiones importantes de descontento y lucha por parte de la clase obrera. Unos pocos miles de milmillonarios y multimillonarios efectivamente controlan la vida política del país, incluyendo a los dos partidos oficiales y la prensa.

Todo esto engendra un sistema político que se caracteriza principalmente por una inestabilidad extrema.

(Publicado originalmente en inglés el 26 de octubre de 2018)

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