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Perspectiva

Las ciudades de carpas para inmigrantes y el terrorismo derechista: la nueva realidad de Estados Unidos

Esta última semana, en el periodo previo a las elecciones de mitad de término del martes, ha expuesto que toda la estructura política establecida se está pudriendo de pie.

En Estados Unidos y el resto del mundo, los acontecimientos políticos se parecen cada vez más a los años treinta. La era de los teléfonos inteligentes y las redes sociales se está convirtiendo en la era de los campos de concentración, la violencia derechista y xenofóbica en las calles, y la reacción racista. En Estados Unidos, la población tiene cada vez más la sensación de que el Gobierno de Trump está llevando al país a territorios desconocidos, con implicancias mortales.

Los principios democráticos básicos sufren un golpe cada día.

El viernes pasado, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés) arrestó al oriundo de Florida, Cesar Sayoc, Jr., un partidario de Trump que envió varias bombas caseras por correo a más de una docena de políticos demócratas y figuras prominentes que han sido blanco de los ataques de Trump.

El día siguiente, Robert Bowers, un pistolero impulsado por su odio a los inmigrantes y judíos, abrió fuego en la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh, asesinando a once personas. Eligió esa sinagoga en particular por su apoyo a los inmigrantes centroamericanos.

El lunes, Trump hizo eco del lenguaje de Bowers cuando anunció el despliegue de 5.200 soldados para bloquear lo que llamó una “invasión de inmigrantes” en la frontera de Estados Unidos y México.

El martes, Trump dijo a HBO que la Casa Blanca estaba preparando decretar una orden ejecutiva eliminando el derecho a una ciudadanía por nacer en EUA, consagrado en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución y promulgado después de la Guerra Civil para garantizarles la ciudadanía a los esclavos liberados y a todas las personas nacidas en suelo estadounidense.

El día siguiente, el miércoles, Trump tuiteó un video de campaña racista donde retrataba a los inmigrantes como asesinos y culpaba a los demócratas por “dejarlos entrar”. Trump anunció que podría triplicar el número de tropas enviadas a la frontera a 15.000.

El jueves, Trump anunció que había ordenado la detención indefinida de inmigrantes y poner fin al derecho de asilo para los inmigrantes que crucen la frontera sin documentos entre los puertos de entrada, así como la construcción de “ciudades de carpas masivas” para detener a los inmigrantes. Trump también dijo que el ejército tenía la libertad de dispararles a los inmigrantes: “Si quieren lanzar piedras a nuestro ejército, nuestros militares lucharán de vuelta. Les dije que lo considerarán un rifle”.

Ningún otro presidente había dicho tales palabras jamás.

El viernes, el Brownsville Herald reportó que un hombre había disparado a inmigrantes indocumentados en un centro de refugiados en Texas cerca de la frontera con México. Varios periodistas locales de Texas también reportaron que hay milicias fascistas con uniformes y armas que están llegando masivamente a la frontera, contando con la bienvenida de los oficiales migratorios.

Mientras tanto, Trump se ha lanzado desaforadamente a celebrar mítines por todo el país en los que les dice a los votantes que está construyendo un “movimiento” que pueda “esquivar” a la élite política tradicional. Ha hecho amenazas violentas repetidamente contra manifestantes e inmigrantes, realizando apelaciones nacionalistas propias del movimiento völkisch a los estadounidenses de ser “una familia y un grandioso destino estadounidense”.

La vasta mayoría de las personas se sienten indignadas por las acciones de Trump, su lenguaje y la violencia que ha provocado. Decenas de millones de estadounidenses se están preguntando, “¿cómo podemos detener esta serie peligrosa de acontecimientos?”.

No es posible hacerlo por medio del Partido Demócrata y sus aliados en la prensa, quienes han adoptado la “cooperación” con Trump como su consigna no oficial en esta campaña.

Los demócratas y los medios vinculados al partido han lanzado a la basura miles de millones de dólares, miles de horas de programación de cable y un sinfín de metros en las columnas de opinión para restarle importancia o dar razones respecto a los pasos que está tomando Trump. Los despliegues masivos de tropas, el espectro de la ley marcial y la construcción de campos de internamiento están siendo tratados por los demócratas como propuestas racionales, cuestiones sin importancia o meras “distracciones”.

“Apoyo al presidente 100 por ciento en lo que tenga que hacer para asegurar la frontera”, dijo la senadora demócrata, Claire McCaskill. Varios otros senadores cuyos escaños están disputando en los comicios han aclamado las medidas antiinmigrantes de Trump.

El miércoles, El New York Times citó la promesa que hizo la líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de que, si los demócratas ganaban el control del Congreso, “les demostrarán a los votantes que los demócratas son un partido de Gobierno, no una turba izquierdista como dice el Sr. Trump—que le extenderán el brazo al presidente para cooperar después de una reprimenda electoral—”.

El senador Bernie Sanders, quien ha abandonado toda pretensión de “independencia” del Partido Demócrata y está viajando por todo el país haciendo campaña para demócratas derechistas, defendió a Trump en contra de los que responsabilizan su retórica por la masacre en Pittsburgh. “No voy a sentarme aquí y culpar al presidente”, dijo.

La irresponsable respuesta del Partido Demócrata refleja que ha sido consumido por miedo al crecimiento de la oposición social desde abajo. Los demócratas, quienes se han dedicado por dos años a la cacería de brujas antirrusa y la censura de medios de comunicación y páginas en redes sociales izquierdistas, no tienen ningún desacuerdo fundamental con las medidas derechistas de Trump y son igual de cómplices en la evisceración de los derechos democráticos elementales.

Representan a una sección de la clase gobernante que teme que Trump esté prendiendo fuego a un polvorín de enojo social acumulado que podría desatar huelgas y manifestaciones de masas. El objetivo principal de los demócratas es anestesiar a la población y prevenir que las tensiones sociales “se desborden a las calles”, como lo puso el exdirector de la CIA, John Brennan, en agosto.

El crecimiento de la violencia derechista y el descenso a formas dictatoriales de gobierno no son inevitables y pueden ser combatidos

Sin embargo, esto requiere romper con el Partido Demócrata y movilizar el inmenso poder potencial de la clase obrera estadounidense e internacional, la fuerza social de miles de millones de personas que ocupa la posición revolucionaria de producir toda la riqueza del mundo bajo el capitalismo.

Los trabajadores estadounidenses deben reconocer que los inmigrantes que están escapando de la pobreza y la violencia de países devastados por guerras estadounidenses y dictadores respaldados por EUA son sus aliados. En sus países de origen, estos trabajadores han dejado trabajos como conductores de autobuses, mecánicos, trabajadores de plantaciones agrícolas, almacenes, maquilas y maestros para viajar a EUA en busca de una vida mejor.

Los trabajadores nacidos en EUA deben reconocer en este sacrificio las historias de sus propios ancestros, quienes vinieron de todo el mundo para escapar hambrunas, guerras y autocracias en su “país viejo”, solo para ser insultados como extranjeros de razas inferiores por parte de oligarcas estadounidenses en sus épocas respectivas. Muy pocos estadounidenses, con la excepción de los indígenas americanos, puede recrear las ciudadanías de sus antepasados más de cuatro generaciones.

¡Trump y sus aliados de la élite corporativa están tratando a los trabajadores como idiotas! Azuzar las llamaradas del racismo y el odio nacional es el truco más viejo en el manual capitalista, utilizándolo para dividir, conquistar y aplastar la lucha de clases.

Los despliegues militares y las otras medidas autoritarias empleadas contra los inmigrantes “ilegales” serán empleadas pronto contra todos los trabajadores que realicen huelgas y protestas en busca de mejores salarios, condiciones laborales y de vida, acceso a la salud, educación y otras necesidades básicas.

Se debe advertir a los trabajadores que sean ciudadanos estadounidenses: ¡ustedes, junto a sus hermanos y hermanas inmigrantes, son el blanco de las medidas dictatoriales de Trump!

El Partido Socialista por la Igualdad advierte que, ante la ausencia de un movimiento de masas de la clase obrera, los ataques contra los inmigrantes y los derechos democráticos solo asumirá dimensiones más serias y mortales. El Partido Demócrata colaborará con Trump y sus asesores fascistas a lo largo de toda la trayectoria hacia una dictadura.

La alternativa es la revolución socialista.

La clase gobernante no puede ser confiada con el control de la sociedad. Sus planes, en plena vista del mundo, consisten en repetir los peores crímenes de los años treinta y cuarenta, incluyendo las dictaduras, la guerra y el exterminio de masas, excepto que esta vez tendrán una escala aún más destructiva, vasta y nuclear.

El poder político y militar de la burguesía se deriva de que controla el mando de la economía capitalista. Los trabajadores deben arrancárselo de sus manos por medio de una lucha social y política. Los bancos y las corporaciones deben ser expropiadas y sus billones de dólares invertidos en vidas seguras y gratificantes para todas las personas. Así la decisión de migrar o quedarse en un solo lugar dependerá solo de su elección y no de necesidades funestas.

La clase gobernante no cederá toda su riqueza sin una batalla. Esta es una lucha por abolir el gobierno de los capitalistas y establecer el poder político obrero. Exige la coordinación de las acciones de miles de millones de trabajadores internacionalmente en combate revolucionario para transformar la sociedad sobre una base igualitaria.

(Publicado originalmente en inglés el 3 de noviembre de 2018)

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