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Ian David Long, el asesino de Thousand Oaks, California:

Probable víctima de Trastorno de Estrés Postraumático

El pasado miércoles, Ian David Long, veterano del Cuerpo de Marines estadounidense de veintiocho años de edad, mató a balazos a una docena de personas en un club de baile en Thousand Oaks, California, a unos setenta kilómetros del centro de Los Ángeles. Luego se suicidó.

La masacre horrorizó a muchísima gente a través del mundo. ¿Qué podría haber causado a este joven a cometer ese crimen?

Casi todas las respuestas a esa pregunta, de parte de los medios de difusión de EUA, son deshonestas y superficiales. Ignoran las consecuencias de décadas de violencia militar y de guerras neocoloniales, junto con la atmósfera social venenosa que impera en Estados Unidos.

Estas fueron las últimas palabras de Long en su página de Facebook, poco antes de iniciar su matanza: “Espero que la gente me llame loco… ¿no sería eso una gran ironía? Sí, estoy loco; pero todo lo que todos ustedes ofrecen después de estas matanzas es ‘buenos deseos y oraciones’… y ‘nuestros pensamientos están con ustedes’… cada vez… y después se preguntan por qué siguen ocurriendo”.

Amigos y vecinos, entrevistados por la prensa, pintan una imagen contradictoria de Ian David Long.

Long, quien frecuentaba el Borderline Bar and Grill, llegó a las once y media de la noche; le disparó al guardia afuera; entró al lugar y le disparó a la joven detrás del mostrador, antes de disparar contra los clientes. No se sabe cuántas balas disparó. Parece no haber dicho nada durante el ataque.

Fue algo “horrible”, dijo que Geof Dean, sheriff del condado de Ventura, describiendo la escena de la matanza; había “sangre por todas partes”. La policía encontró a Long muerto por su propia mano. La policía descubrió que el arma semiautomática del joven de veintiocho años era una Glock cuarenta y cinco modificada.

Long, durante su tiempo en la Marina (2008 al 2013), había sido parte del cuerpo de ametralladores de la infantería. Estuvo en Afganistán en el 2010 y 2011.

En abril de este año, un equipo de crisis mental del sheriff del Condado de Ventura fue enviado a la casa de la madre de Long (donde vivía él), en el barrio de Newbury Park de Thousand Oaks, a causa del comportamiento “irracional” de Long; un especialista de salud mental de la policía sospechaba que Long sufría de Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Luego de hablar con él, y considerando que el joven no representaba ninguna amenaza hacia otros o hacia sí mismo, el equipo tomó la decisión de no detenerlo contra su voluntad para evaluarlo más.

Un vecino de Long y de su madre dijo sobre esa ocasión: “estaba ensañado, pateando las paredes de la casa; un vecino, preocupado, llamó a la policía”, Richard Berge, quien vive a una cuadra, le dijo a la agencia Reuters: “No lograban que saliera; durante cuatro o cinco horas todo quedó paralizado”.

Dean añadió que la policía era de la opinión de que Ian David Long sufría de TEPT como resultado de las experiencias de sus cuatro años y medio en la Marina, particularmente durante su tiempo en Afganistán.

La Asociación Psiquiátrica Americana considera que TEPT resulta de acontecimientos traumáticos en que las personas “sufren, son testigos de, o confrontan la muerte o graves heridas, en carne propia o de otros y reaccionan con temor intenso, un sentido de impotencia y horror”.

Víctimas de TEPT describen sentimientos de pena, depresión, ansiedad y saña. Muchas recuerdan experiencias traumáticas, pesadillas, y recurren al abuso de drogas.

Se ven altas tasas de TEPT entre los veteranos militares estadounidenses que regresan de Irak y Afganistán. Mathew Tull de la organización Verywellmind (Mente bien sana) hace poco aludió a un estudio de “un grupo de investigadores que estudiaron las tasas de TEPT en 117 veteranos de las guerras de Irak y Afganistán.

“Similar a otros informes, los veteranos en el estudio demostraban altas tasas de TEPT. En verdad un 40 por ciento tenía TEPT y un 18 por ciento adicional tenía una diagnosis de Casi TEPT (evidenciaban síntomas de TEPT, sin cumplir con todos los criterios)”.

Añade Tull: “Más de la mitad de los veteranos con TEPT dijeron que habían sido agresivos durante los cuatro meses previos, amenazando con violencia física, destrozando propiedades y peleando físicamente con alguien. Los veteranos con Casi TEPT, manifestaban casi el mismo número de instancias de agresión como los veteranos con TEPT”.

A medida que aumentaba la cantidad de veteranos víctimas de TEPT y otras enfermedades mentales, un informe del Instituto de Medicina (IoM) indicaba que los tratamientos eran inadecuados, “ ad hoc, incrementales, e instigados por crisis”, elaborando estrategias “de largo plazo” mínimas. El comité del IoM señalaba largas demoras en la provisión de tratamientos para los que necesitan terapia (sólo el cincuenta y tres por ciento recibió la terapia mínima de ocho sesiones en catorce semanas) además de interrupciones y demoras en las sesiones de terapia individual.

Thomas Burke, un pastor, quien sirvió con Long en Afganistán, declaró que el batallón al que pertenecían llegó a la provincia de Helmand, centro de resistencia Talibán, durante un tiempo de intensa lucha.

Burke le dijo a la agencia CNN: “Entrenamos a una generación a ser lo más violenta posible. Esperamos luego que regresen y estén bien. No se trata de enfermedades mentales. Se trata de que le estamos haciendo daño a esta generación; luego no respondemos por sus necesidades”.

Además de combatir las fuerzas talibanes en Helmand, las fuerzas estadounidenses y sus aliados aterrorizaban a la población civil. En marzo de 2017, en un foro militar en línea, Ian Long habló de sus experiencias usando el apodo doorkicker03 (derribador de puertas a patadas 03), aludiendo a la represión de los civiles.

Al enterarse de que Long había sido el culpable de los disparos y que había escrito ese mensaje oscuro en Facebook, uno de sus amigos se alarmó y habló con CNN: “no es el Ian que yo conocí. No sé qué atravesaba su mente cuando escribió eso. Debe haber sido terrible”, dijo. “No tengo idea de lo que le pasó; siempre fue feliz; nunca pensé que eso saldría de él; jugábamos en la nieve a cada rato; era un buen tipo”, dijo otro amigo.

“No estaba perturbado, no era violento; era un muchacho dulce que luchó por su país y ahora utilizaba sus subsidios militares, para ir a la universidad, obtener un título y ayudar a otros”; indicó otro. “De nuestro grupo de amigos, yo creía mucho en él”.

Curtis Kellog, quien estuvo junto a Long en la Marina, le dijo a CNN que, aunque Long tenía un sentido del humor, “como muchos Marinos que han estado en combate, a veces se ponía oscuro, al igual que todos nosotros”.

La reacción oficial a la masacre de Thousand Oaks combina lugares comunes con formales expresiones de dolor y choque. ¿Qué sabe esa gente de las consecuencias de sus guerras e invasiones?

Según Reuters, Paul Delacourt, subdirector de la oficina de la FBI de los Ángeles dijo que “es muy pronto para especular sobre los motivos del disparador; aunque parece haber actuado solo. ‘De seguro iluminaremos el estado mental del sujeto para identificar, lo mejor posible, un motivo’, declaró. Añadió que la FBI investigaría cualquier posible ‘radicalización’ o vínculo con grupos militantes”.

El sheriff Dean del condado de Ventura dijo: “Es obvio que algo le pasaba por la cabeza para hacer algo como esto”.

Posiblemente nunca se sepa el estado mental de Long el 7 de noviembre. El críptico y aquejado mensaje de Facebook nos da una pista. Cientos de miles de jóvenes han sido citados a participar en una sarta sin fin de guerras y ocupaciones (derribando puertas a patadas). Atormentados ahora por sus experiencias, abandonados en muchos casos, sin oportunidades, sin ayuda para sus heridas mentales y físicas, con nada más que “buenos deseos y oraciones”. Esas condiciones, atormentando a los más vulnerables y sensibles psicológicamente, inevitablemente resultan en tragedias como la carnicería de Thousand Oaks.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de noviembre de 2018)

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