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Negociaciones entre EUA y China dan señal de empeoramiento del conflicto

Mientras el Gobierno de Trump arremete contra Beijing en todos los frentes, las negociaciones el viernes pasado entre altos funcionarios de Estados Unidos y China expuso la relación cada vez más divisiva entre las dos mayores economías del mundo. Trump y el mandatario chino, Xi Jinping, tienen programada una reunión en la cumbre del G-20 en Argentina a fines de noviembre.

El secretario de Estado de EUA, Mike Pompeo, y el secretario de Defensa, James Mattis, se reunieron con sus contrapartes chinas, el máximo diplomático, Yang Jiechi, y el ministro de Defensa, Wei Fenghe, en ocasión del segundo Diálogo Diplomático de Seguridad entre EUA y China. El hecho de que la reunión estaba prevista para el mes pasado en Beijing y haya sido suspendida subraya la gravedad de las tensiones entre ambas potencias.

En una rueda de prensa conjunta, Pomeo dijo que había sido “una conversación increíblemente productiva”. Añadió que EUA “no está persiguiendo una Guerra Fría o una política de contención respecto a China, en cambio queremos asegurarnos de que China actúe responsable y justamente.

En realidad, por casi una década, primero bajo Obama y ahora bajo Trump, EUA ha estado intentando socavar económicamente a China y rodearla con fuerzas militares en preparación para una guerra. Lo que quiere decir Pompeo con “responsable y justamente” es que China debe subordinar sus intereses a los de Washington y acatar el “orden internacional basado en reglas” que el propio EUA determina.

Sin embargo, las disputas entre ambas partes estuvieron presentes en la rueda de prensa y sin duda se expresaron mucho más abierta y enconadamente entre bastidores.

Pompeo le dijo a la prensa que EUA “sigue preocupado acerca de las actividades de China y la militarización en el mar de China Meridional”, y agregó: “Presionamos a China cumplir con sus compromisos en esta área”.

Yang respondió declarando que Beijing estaba comprometido a la “no confrontación” pero que tenía el derecho de construir “las instalaciones de Defensa necesarias” para sus territorios en el mar de China Meridional. También urgió a EUA a dejar de enviar buques de guerra y aviones militares cerca de los islotes controlados por China.

El Gobierno de Obama había enardecido deliberadamente las antiguas disputas regionales en el mar de China Meridional que Washington había en gran parte ignorado. Como lo indicó la secretaria de Estado, Hillary Clinton, EUA tenía un “interés nacional” en asegurar “la libertad de navegación” en las aguas disputadas.

Los provocativos ejercicios de “libre navegación” por parte de buques de guerra estadounidenses cerca o dentro de las aguas territoriales reclamadas por China han acelerado bajo Trump junto a una retórica amenazante. Mattis reiteró que el ejército estadounidense continuará empleando aviones y buques de combate para desafiar los reclamos territoriales chinos.

En pasos no menos amenazantes, el Gobierno de Trump ha buscado fortalecer los lazos con Taiwán, que Beijing insiste en que es una parte integral de China. Washington ha aumentado las ventas de armas a Taiwán, enviado buques a través del estrecho de Taiwán entre la isla y la China continental y autorizado contactos políticos y militares más frecuentes.

Pompeo le dijo a la prensa que EUA fue “franco” cuando discutió sus “significantes diferencias” con China, incluyendo sobre Taiwán. El ministro de Defensa Wei declaró que Taiwán era “una parte inalienable de China”. Advirtió que “si su integridad territorial se encuentra bajo amenaza, la defenderemos a toda costa”. Pompeo respondió que EUA se opone a “cualquier uso de fuerza o coerción” y que Beijing debería mantener la “estabilidad en ambos lados del estrecho”.

China percibe todo intento de Taiwán de declarar su independencia formal con gran preocupación, ya que fomentaría movimientos separatistas por toda China. Empleando el fraudulento argumento de los “derechos humanos”, Pompeo volvió a promover el separatismo en áreas como Tíbet y Xinjiang, declarando que Washington estaba preocupado por la “represión de grupos religiosos por parte de China”.

Varias agencias estatales de EUA, como la CIA, han tenido lazos por mucho tiempo con organizaciones tibetanas y uigures que demandan una mayor autonomía o un Tibet y Xinjiang segregados. El imperialismo estadounidense está determinado a prevenir que China socave la hegemonía global y está preparado para emplear el método que sea para resquebrajar el país y subordinarlo.

La guerra comercial cada vez más agresiva del Gobierno de Trump contra China apenas se refirió de pasada en la rueda de prensa del viernes, pero sin duda se discutió ampliamente a puerta cerrada. Estados Unidos ya impuso aranceles a aproximadamente $250 mil millones de importaciones provenientes de China y ha amenazado con aumentar tanto su magnitud como alcance para incluir todos los bienes chinos que entran en EUA.

Yang advirtió que “una guerra comercial, en vez de llevar a una solución, tan solo terminará haciendo daño a ambos y a la economía global”. También expresó oposición a la decisión de Trump de dejar el acuerdo nuclear del 2015 con Irán, el cual fue aprobado por la ONU. El retiro del acuerdo buscaba permitir la imposición de devastadores sanciones unilaterales contra Irán y requerir que todos los países hagan lo mismo o estén sujetos a sanciones. Yang insistió en que el acuerdo nuclear “necesita continuarse para se implementado y acatado”.

El Gobierno de Trump no tiene ninguna intención de hacer concesiones. En un discurso en el centro de pensamiento CSIS el viernes, Peter Navarro, uno de los principales asesores comerciales de Trump y un notorio halcón anti-China, lanzó un ataque extraordinario contra China y las corporaciones estadounidenses que están presionando a Trump a llegar a un acuerdo comercial con Beijing que acabe con la disputa.

Navarro acusó a “un grupo autodesignado de banqueros y administradores de fondos de Wall Street” de ser parte de una “operación de influencia” china para imponer una “táctica de presión de cancha completa” dirigida a Trump antes de su reunión con el presidente chino Xi a fines de noviembre. Los calificó de “agentes extranjeros no registrados” y declaró que cualquier acuerdo que se alcance con China “será bajo los términos de Trump, no los términos de Wall Street”.

El New York Times reportó que un grupo de altos ejecutivos de Wall Street, incluyendo de Goldman Sachs, Morgan Stanley y Blackstone Group se reunió con oficiales chinos en Beijing para fortalecer los lazos financieros entre EUA y China. Navarro declaró que Trump no necesita la ayuda de Wall Street o Goldman Sachs y que las actividades de estos “agentes extranjeros no remunerados” llegaría a “debilitar a este presidente y su posición de negociación”.

Navarro procedió a poner en duda que se alcance un acuerdo con China del todo. Refiriéndose a las negociaciones comerciales con Corea, Japón y la Unión Europea, dijo: “Estamos negociando con todo el mundo; la gente puede confiar de que habrá un acuerdo. Pero, en lo que se refiere a China, es algo sui generis [único]”. En otras palabras, la falta de confianza en China significa que no se podrá llegar a un acuerdo.

Navarro y el representante comercial de EUA, Robert Lighthizer, son los promotores más agresivos de la guerra comercial con China en el Gobierno de Trump. Su postura beligerante en comercio va de la mano con el abordaje antagonista a los puntos de conflicto del mar de China Meridional, Taiwán y otros. Estas acciones no solo conllevan una guerra comercial, sino un conflicto militar entre ambas potencias nucleares.

(Publicado originalmente en inglés el 12 de noviembre de 2018)

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