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Perspectiva

Francia estremecida por protestas de masas

El sábado, las protestas contra el aumento los impuestos sobre los combustibles decretado por el presidente francés, Emmanuel Macron, constituyeron una muestra del enojo acumulado contra la desigualdad social. Después de una serie de llamados a protestas y bloqueos de calle en las redes sociales durante las últimas semanas, 287.710 personas vestidas con chalecos amarillos participaron en 2.034 bloqueos y tortuguismo en calles por toda Francia. El domingo por la noche, decenas de miles todavía estaban protestaban esta medida que excederá los presupuestos mensuales de los trabajadores que manejan a sus trabajos.

Las manifestaciones son parte de una ola internacional de protestas por toda Europa. En Bélgica, se bloquearon las refinerías de petróleo en solidaridad con las protestas en Francia, mientras que también hubo manifestaciones contra los impuestos al combustible en Bulgaria y Serbia.

En medio de un resurgimiento de la lucha de clases en Europa, se ha producido huelgas en el ferry y el sector público contra el Gobierno proausteridad de Syriza en Grecia; una huelga del metro en Bucarest: huelgas de Amazon y Ryanair en Alemania y por todo el continente.

Se está expandiendo la oposición a las condiciones sociales existentes. “Para el francés promedio que trabaja y recibe un salario, se está volviendo demasiado difícil…. Estamos orgullosos de pagar nuestros impuestos, pero esto es demasiado”, dijo un protestante a BFM TV. Mientras los otros manifestantes clamaban “Macron renuncie” y sostenían pancartas que decían “No al presidente de los ricos”, añadió que se opone a problemáticas que se han recrudecido “por décadas”.

Tres cuartas partes de la población en Francia apoya las protestas debido al gran enojo hacia la austeridad, los recortes de Macron a las pensiones y su decisión de cobrar mayores impuestos a los trabajadores mientras se deshizo del Impuesto sobre el Patrimonio (ISF) a millonarios.

“El impuesto a combustibles fue la gota que colmó el vaso, pero es mucho más que eso”, le dijeron varios manifestantes al WSWS cerca de Marsella. “Sabemos que hay otras soluciones, estamos cansados de estar dirigidos por intereses privados. Queremos regresar a la democracia, a los aumentos salariales, recortes en impuestos para el pueblo trabajador, el derecho a votar en blanco y decidir todas las leyes importantes por medio de referéndums. Sabemos que hay muchas soluciones. La población tiene que recuperar el poder político”.

El movimiento es socialmente heterogéneo, contando con la participación de trabajadores, camioneros independientes y pequeños empresarios. Mientras que sin duda hay elementos reaccionarios entre los manifestantes, conforman una pequeña minoría. Las denuncias por parte de la burocracia sindical, llamando las protestas una provocación de la ultraderecha, son políticamente difamatorias. El verdadero propósito de tales descripciones falsas de la manifestación en masa es justificar los esfuerzos de los reaccionarios sindicatos de suprimir y desacreditar la oposición al Gobierno.

La Confederación General del Trabajo (CGT), dirigida por estalinistas, distribuyó papeletas en los lugares de trabajo llamando a los trabajadores a no participar en los bloqueos. El titular de la CGT, Philippe Martinez, afirmó que no participaría en las protestas, alegando que las dirige la extrema derecha: “La CGT no puede marchar junto a tales partidos e individuos…. No son nuestro modelo; no marcharemos junto a ellos”.

En la medida en que exista el peligro de que la derecha o extrema derecha se vean beneficiadas de las protestas, se debe ante todo por le hecho de que las organizaciones que se presentan como la “izquierda” apoyan a Macron. Esto permite que la derecha se presente como la única oposición al presidente francés, quien es visto como el símbolo de la austeridad y el militarismo por toda Europa. Esta misma primavera, la CGT efectivamente aisló y estranguló la huelga de los trabajadores ferroviarios contra la privatización de la Sociedad Nacional del Ferrocarril (SNCF), exigiendo que se acabara la huelga por encima de la oposición del 95 por ciento de los trabajadores ferroviarios a los ataques de Macron contra la SNCF.

Ahora, cuando la oposición de masas estalla fuera de los canales usuales controlados por los sindicatos, toda la élite gobernante, tanto la derecha como la supuesta “izquierda, está impactada y aterrada con que este movimiento asuma un carácter cada vez más de clase trabajadora. Macron, quien la semana pasada rindió honor al mariscal fascista Pétain, quien gobernó el país entre 1940 y 1942 en representación de Hitler, es hostil y completamente insensible a las demandas de los manifestantes. En su viaje a Berlín para reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, y discutir planes para la construcción de un ejército europeo que costaría €300 mil millones a los contribuyentes de impuestos franceses para el 2023, Macron no respondió a ninguna pregunta sobre las protestas.

Por su parte, el primer ministro Édouard Philippe se refirió a las protestas en una entrevista con France2 TV el domingo por la tarde y prometió mantener el aumento del impuesto a los combustibles: “Seguiremos el camino que hemos trazado. No se cambia el curso cuando comienza a soplar el viento”. Luego denunció a los Chalecos Amarillos diciendo que crearon “escenas anárquicas”.

La rival de Macron en los comicios de 2017, la neofascista Marine Le Pen, no buscó provocar nuevas protestas, pero sí le exigió que cancelara la medida para que se acaben las manifestaciones: “El 75 por ciento de los franceses apoyaban y apoyan este movimiento, lo que debería persuadir al Gobierno a ser modesto y tomar decisiones rápidas…. Llamo al Gobierno a demostrar que entiende el mensaje y tome las decisiones que traerán de vuelta la paz”.

En lo que respecta a los aliados políticos de la CGT, quienes reaccionaron inicialmente con desinterés y hostilidad a la convocación de las protestas en las redes sociales, están probando maniobras políticas para mantener las protestas bajo control.

No fue hasta después de que el partido Francia Insumisa (LFI, por su sigla en francés) debatiera internamente si respaldar o no los nuevos impuestos por consideraciones ecológicas que su líder, Jean-Luc Mélenchon, llamó a que las protestas fueran “exitosas” en su blog. Una de sus dirigentes, Clémentine Autain, anunció que no participaría en las protestas.

Por su parte, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) pablista llamó a “los sindicatos, ONGs y partidos políticos a continuar la lucha” iniciada por los Chalecos Amarillos.

De hecho, la lección central de la protesta del sábado es que, ante el crecimiento del enojo social por toda Europa, solo puede emerger una oposición auténtica fuera del dominio de las burocracias sindicales y sus aliados políticos, como LFI y el NPA en Francia. Ahora que ha emergido tal oposición, es crítico que no sea suprimida. Las cuestiones de construir organizaciones obreras de lucha, independientes de los sindicatos, y el desarrollo de una vanguardia en la clase obrera que plantee la lucha por tomar el poder político, son decisivas.

Se puede aprender mucho de las luchas de los años treinta. En su artículo “Comités de acción, no frentes populares”, escrito menos de un año antes del estallido de la huelga general francesa de 1936, León Trotsky hizo hincapié en la cuestión crítica de la organización independiente de las luchas de la clase trabajadora:

El máximo peligro en Francia gira en torno al hecho de que la energía revolucionaria de las masas se disipe poco a poco, en estallidos aislados… dando lugar a la empatía. Solo traidores conscientes o inútiles confundidos son capaces de pensar que en la situación actual es posible mantener a las masas inmovilizadas hasta que el Gobierno las bendiga desde arriba… La tarea del partido proletario no consiste en frenar y paralizar estos movimientos sino unirlos y dotarlos con la mayor fuerza posible.

En medio de un nuevo auge de la lucha de clases internacional, este llamado asume una relevancia política intensa.

La tarea más crítica de todas es la construcción de una dirección marxista en la clase obrera en Francia y toda Europa. Solo así adoptará el creciente movimiento de masas un carácter político conscientemente socialista y aunará a la clase obrera europea en lucha contra el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de noviembre de 2018)

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