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Se acelera la caída del mercado financiero por temor sobre crecimiento global

Las bolsas de valores de Estados Unidos cayeron abruptamente el lunes, con el índice bursátil Dow bajando 500 puntos, lo que hace que sus pérdidas combinadas de los últimos dos días de comercio en la bolsa superen los 1.000 puntos. El índice S&P 500, de base más amplia, se redujo en más del 2 por ciento, con la venta masiva en todos los sectores.

Con todos los índices ahora en territorio de "corrección", habiendo caído más del 10 por ciento desde sus máximos, Wall Street está en camino a su mayor caída anual desde 2008. El Dow y el S&P 500 registrarían su peor caída en diciembre desde 1931, el apogeo de la Gran Depresión, habiendo perdido un 7 por ciento en lo que va del mes.

El índice Nasdaq de alta tecnología bajó un 2,3 por ciento, registrando una pérdida del 2,2 por ciento en el año. Los analistas del mercado describieron el mercado como "traicionero", diciendo que no se puede percibir que los inversores estén utilizando la táctica de "comprar ante una inmersión", la cual permitió que las desaceleraciones anteriores fueran relativamente de corta duración.

Hay una confluencia de factores que afectan el mercado de valores, incluyendo: temores de una desaceleración global y una posible recesión; el impacto continuo de la guerra comercial de Estados Unidos contra China; las preocupaciones sobre el curso futuro de las tasas de interés y lo que dirá la Reserva Federal luego de su reunión el miércoles; el impacto de la turbulencia política en los Estados Unidos; las consecuencias de la crisis del brexit en el Reino Unido; y el aumento de las luchas de la clase trabajadora, como se refleja en el movimiento de los "chalecos amarillos" en Francia.

Los signos de una desaceleración global se expresan más claramente en China y Europa. La semana pasada, los datos del Gobierno chino mostraron la mayor caída en la tasa de crecimiento de las ventas minoristas durante 15 años y una disminución en la tasa de crecimiento de la producción industrial al punto más bajo en tres años. Hay advertencias de que la tasa de crecimiento general de China, en su punto más bajo desde 2008-2009, podría disminuir aún más el próximo año, a medida que las medidas estadounidenses de guerra comercial comiencen a surtir efecto.

En comentarios a Reuters, Changyong Rhee, un alto funcionario del Fondo Monetario Internacional para la región de Asia Pacífico, dijo que el conflicto comercial entre Estados Unidos y China ya estaba afectando la confianza de las empresas en Asia.

"La inversión es mucho más débil de lo esperado", dijo. "Mi interpretación es que el canal de confianza ya está afectando a la economía global, en particular a las economías asiáticas". Advirtió que Japón y Corea del Sur podrían estar entre los países más afectados debido a su dependencia de las exportaciones a China.

En Europa, los principales indicadores económicos apuntan a una desaceleración significativa, si no una recesión. Según un informe publicado en el Financial Times el viernes: "Alemania se encuentra estancada en una fase de bajo crecimiento", el sector privado de Francia se contrajo por primera vez desde 2016, y el crecimiento de transacciones en la zona euro cerró 2018 en su nivel más bajo en cuatro años".

El informe dijo que el servicio de información empresarial IHS Markit había llegado a la conclusión de que Alemania estaba en un período de "crecimiento tibio", añadiendo que "el boom exuberante de 2017 ahora es un recuerdo lejano".

Chris Williamson, el principal economista de negocios de la organización, dijo que la contracción en Francia no se debió enteramente a la serie de protestas de los "chalecos amarillos". Parte de la desaceleración reflejó la interrupción causada por las protestas, pero “el panorama más débil también refleja una evidencia creciente de que la tasa subyacente del crecimiento económico se ha desacelerado en toda la zona del euro. Las empresas están preocupadas por el clima económico y político global y las guerras comerciales, mientras que el brexit aumenta las tensiones políticas en la zona del euro".

En los Estados Unidos, existe la preocupación de que la economía entrará en un período de crecimiento mucho más lento y menores ganancias en 2019 después de que se pase la “subida de azúcar" de los recortes de impuestos a las empresas promulgados por la Administración de Trump.

Esta semana, todos los ojos estarán en la declaración que surgirá de la reunión de la Reserva Federal de EUA el miércoles. Si bien se espera un aumento adicional en la tasa básica del 0,25 por ciento (algunos comentaristas sugieren que el hecho de no seguir adelante podría provocar un aumento de la turbulencia porque indicaría que la Fed espera un empeoramiento de la perspectiva de la economía), el tema clave será lo que planea hacer el próximo año.

El presidente de la “Fed”, Jerome Powell, ofreció algunas garantías a los mercados en noviembre cuando dijo que la tasa básica del banco central era casi neutral, lo que indica que podría no proceder con la serie de aumentos previamente indicados para 2019.

El presidente Donald Trump ha continuado su campaña contra los aumentos de tasas de la Fed. En un tuit publicado el lunes, subrayando el carácter delirante de su agenda de “EUA ante todo”, según la cual la conmoción en el resto del mundo supuestamente beneficia a la economía de los Estados Unidos, escribió: "Es increíble que con un dólar muy fuerte y prácticamente sin inflación, el mundo exterior está explotando a nuestro alrededor, París está ardiendo y China ha caído, la Fed incluso está considerando otra subida de tasas de interés. ¡Acepta la victoria!”.

La decisión de la Fed será crucial para los mercados financieros, donde hay signos crecientes de una restricción del crédito y preocupaciones por la estabilidad. Se informa que los mercados crediticios de Estados Unidos se están "paralizando", según un informe del Financial Times, con "los administradores de fondos rechazando adquisiciones y los inversores rechazando las ventas de bonos de alto rendimiento, dado que el aumento en las tasas de interés y la volatilidad del mercado influyen en la confianza".

En lo que va de este mes, ni una sola empresa ha pedido dinero prestado a través del mercado de alto rendimiento de $1,2 billones de dólares, o los llamados "bonos basura", y si esa tendencia continúa, será la primera vez que ocurra desde noviembre de 2008, en medio de la crisis financiera.

La expresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, emitió una advertencia sobre el estado de los mercados financieros en octubre pasado, señalando un "gran deterioro" en los estándares de los préstamos corporativos.

Sin embargo, ese deterioro es un producto directo de las políticas seguidas por la Reserva Federal a raíz de la crisis de 2008, ya que, junto con otros bancos centrales, inyectó billones de dólares al sistema financiero, permitiendo que la especulación que produjo el derrumbe financiero continuara y alcanzara nuevas alturas.

En un comentario publicado el fin de semana, el analista financiero Satyajit Das, nombrado por Bloomberg en 2014 como una de las 50 figuras financieras más influyentes del mundo, advirtió que la “burbuja de todo” se estaba desinflando y se estaba creando una nueva crisis. Escribió que desde 2008, los Gobiernos y los bancos centrales habían estabilizado la situación, pero los problemas fundamentales de los altos niveles de deuda, los sistemas bancarios débiles y la excesiva financiarización no se habían abordado.

Si bien no se refiere directamente a los inicios de un resurgimiento de las luchas de la clase trabajadora, calificándolo de "déficit de democracia" en los países avanzados y "crecientes tensiones políticas", señaló la "pérdida de fe en las supuestas capacidades tecnocráticas de las autoridades políticas", lo que agravaría los problemas económicos y financieros.

"La economía política", escribió, "podría entonces acelerarse hacia el punto crítico identificado por John Maynard Keynes en 1933, donde 'debemos esperar el derrumbe paulatino de la estructura de contratos e instrumentos de endeudamiento existentes, acompañados por el desprestigio absoluto de líderes ortodoxos en las finanzas y el gobierno, con un resultado final que no podemos predecir".

Keynes no hizo una predicción, pero la historia registró el resultado: el empeoramiento de las condiciones económicas, el auge de las formas de gobierno fascistas y autoritarias, las guerras comerciales y los conflictos económicos nacionalistas, que en última instancia llevaron a la guerra mundial. Esas condiciones ahora están volviendo rápidamente.

Cualquiera que sea el resultado inmediato de los giros actuales en los mercados financieros, indudablemente confirman que ninguna de las contradicciones irresolubles del sistema capitalista global se ha resuelto. Más bien, se han intensificado y, ante una crisis económica y financiera incontrolable, las clases dominantes lanzarán ataques aún más violentos contra la clase trabajadora, profundizando aún más los ataques de la última década.

Hace ochenta años, la clase obrera internacional no pudo evitar el descenso a la barbarie porque, al emprender luchas poderosas en los Estados Unidos, Europa y Asia, carecía de una dirección revolucionaria. Al reasumir enormes batallas contra las élites gobernantes, la clase trabajadora debe extraer las lecciones de la historia y armarse con una estrategia socialista global para enfrentar las grandes tareas políticas que plantea la profundización de la ruptura del orden capitalista global.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de diciembre de 2018)

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