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Perspectiva

La muerte de Felipe Alonzo Gómez: un crimen del imperialismo estadounidense

Pocos minutos antes de la media noche en la víspera de navidad, en un hospital rural del estado de New Mexico a más de 3.000 kilómetros de su hogar en Guatemala, un niño de ocho años llamado Felipe Alonzo Gómez murió bajo la custodia de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, siglas en inglés) de Estados Unidos.

A pesar de que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) emitió una declaración describiendo la muerte como “un infortunio”, el incidente fue el producto de una crueldad estatal deliberada y calculada que es infligida cada día contra decenas de miles de inmigrantes arrestados cruzando la frontera entre EUA y México.

Seis días antes, el 18 de diciembre, el largo viaje al norte de Felipe se acabó cuando él y su padre fueron capturados en el desierto al oeste de El Paso, Texas. Fueron llevados al centro de procesamiento conocido como Paso Del Norte, donde fueron colocados en lo que se conoce como “La Hielera”, una mazmorra que mantienen casi congelada y donde encierran a los prisioneros en jaulas bajo luces de halógeno deslumbrantes. Comida podrida, guardias abusivos y paredes cubiertas con excremento son comunes.

Según la CBP, Felipe estuvo en el centro de procesamiento de Paso Del Norte por un día y medio y luego lo transfirieron a otro calabozo, la estación de la Patrulla fronteriza en El Paso. El 22 de diciembre, la estación estaba abarrotada de inmigrantes, muchos posiblemente enfermos por estar en La Hielera, por el viaje al norte o las frías temperaturas del desierto en diciembre. Así que llevaron a Felipe y a su padre 130 kilómetros más lejos hasta la estación de la Patrulla Fronteriza en Alamogordo.

Después de seis días de esto, Felipe estaba tosiendo y se veía seriamente enfermo. No queda claro de los reportes de los oficiales de la CBP cuando fue que el niño se enfermó, pero no fue hasta la mañana del día de su muerte que recibió atención médica.

Felipe fue llevado al centro médico regional Gerald Champion. Tres horas después recibió el diagnóstico equivocado de un resfrío común. A media tarde, pese a tener una fiebre de 40 grados fue dado de alta, le recetaron ibuprofeno y amoxicilina y lo llevaron a otra celda a la orilla de la carretera interestatal.

Esa noche, Felipe comenzó a vomitar incontrolablemente. No había personal médico en el centro de retención. La condición de Felipe empeoró y fue llevado de vuelta al hospital, donde perdió la conciencia y murió.

Felipe es el segundo niño guatemalteco que muere bajo custodia de la CBP en semanas recientes. El cuerpo de Jakelin Caal Maquin, una niña de siete años que murió en El Paso el 8 de diciembre, fue enterrado en navidad en su empobrecida aldea montañosa de San Antonio Secortez. Su madre, una maya q’eqchi’ de 27 años, estaba demasiado dolida para atender.

Felipe era de la municipalidad de Nentón, en el departamento de Huehuetenango al borde de la frontera entre Guatemala y México. La pobreza de Nentón, de donde buscaban escapar Felipe y su padre, es el producto de la explotación y el saqueo imperialista.

Huehuetenango constituye la sección occidental de lo que se conoce como la Franja Transversal del Norte, una zona rica en recursos naturales en el centro del país que contiene la madera, el petróleo y los depósitos minerales del país. Durante la primera mitad del siglo veinte, los pobres campesinos de la región realizaron algunos de los esfuerzos más feroces para tomar tierras del control de ricos terratenientes y corporaciones como la United Fruit Company.

Después del golpe de Estado respaldado por EUA del presidente Jacobo Árbenz en 1954, la franja, incluyendo Huehuetenango, fue puesta a disposición de niveles de explotación sin precedente a manos de las empresas estadounidenses. Miles de campesinos fueron asesinados para suprimir la lucha por tierras. A fines de los años setenta y durante los ochenta, cuando la guerra civil guatemalteca alcanzó su etapa más violenta, muchas de las mayores atrocidades perpetradas por el Gobierno guatemalteco y sus escuadrones de la muerte patrocinados por la CIA se llevaron a cabo en Huehuetenango.

Uno de los acontecimientos más horrendos sucedió en la municipalidad natal de Felipe. En 1999, investigadores descubrieron una fosa común en la finca San Francisco en Nentón, revelando un espantoso ataque del Gobierno contra la aldea como represalia contra los campesinos por las tomas de tierras. Un reporte del New York Times de 1999 describió lo ocurrido:

En la mañana del 17 de julio de 1982, un convoy de camiones del ejército atravesó un camino casi intransitable hasta esta remota aldea india maya y descargó una compañía de tropas. Poco después, llegó un helicóptero con los oficiales de la unidad.

Los soldados entrenados por EUA acorralaron a los campesinos con la promesa de un banquete. Le siguió una masacre que dejó a todos menos cuatro lugareños muertos y todas las estructuras demolidas.

Según versiones contemporáneas de personas que vivían en comunidades vecinas, muchas de las mujeres fueron obligadas a desnudarse y fueron violadas. Los niños fueron arrancados de los brazos de sus madres y eviscerados con cuchillos y decapitados con machetes. Las tropas desenfrenadas mataron todo lo que encontraban a su paso, disparando a los aldeanos, haciendo estallar a otros con granadas, descuartizando vivos a algunos, quemándolos o aplastándolos bajo las paredes de las edificaciones demolidas.

Sitio de parte de la masacre de 1982 (página web de Negreaba de Zopilotes)

Según registros públicos, parece que familiares de Felipe Alonzo Gómez se encontraban entre los torturados y asesinados. Pese a ser difícil de verificar, una lista de las víctimas de la masacre muestra que 24 miembros de la familia Gómez y 3 miembros de la familia Alonzo fueron asesinados. Si el padre de Felipe vivía en Nentón o cerca, habría tenido aproximadamente 11 años.

Niños en Nentón en los años previos a la masacre de 1982 (Negreaba de Zopilotes)

El devastador papel del imperialismo estadounidense en crear las condiciones de las que millones están buscando escapar, tanto de Centroamérica como Oriente Próximo y el norte de África, ha sido ocultado por la élite política en la cobertura de la muerte de Felipe.

Ceremonia para enterrar a las víctimas de la masacre en 2004 (Negreaba de Zopilotes)

El Partido Demócrata dirige sus ataques contra Trump exigiendo un mayor intervencionismo en el extranjero, no en torno al papel de su Gobierno en la muerte de niños inmigrantes.

Mientras que los demócratas no harán más que publicar algunos tuits sobre la muerte de Felipe Alonzo Gómez, han respondido con furia a la decisión de Trump de retirar soldados de Siria y Afganistán. El Partido Demócrata y, por medio de su silencio, las agrupaciones pseudoizquierdistas como la Organización Internacional Socialista (ISO), la revista Jacobin y los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA), han retratado la renuncia del secretario de Defensa, James “Perro Rabioso” Mattis, el carnicero de Faluya, como la partida de “el último adulto en el cuarto”.

La estrategia de los demócratas y la pseudoizquierda de exigir una escalada de la guerra imperialista se traducirá en más masacres instigadas por EUA, más bombardeos, más ataques con drones y miles de refugiados más que se ahogarán en el Mediterráneo intentando llegar a Europa.

No puede haber una defensa de los derechos de los inmigrantes sin una lucha contra las guerras imperialistas y su origen: el sistema capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de diciembre de 2018)

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