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Perspectiva

La sentencia contra Julian Assange: una farsa legal

Julian Assange, el editor y periodista de WikiLeaks, fue sentenciado a casi un año en prisión por un juez británico el miércoles en lo que solo se puede llamar un juicio amañado.

El fallo, emitido en medio de denuncias de “¡vergüenza!” por parte de manifestantes, busca mantener a Assange encarcelado, sin poder recibir visitantes ni tener conversaciones privadas, en un momento en que la Casa Blanca está buscando su extradición por exponer crímenes de guerra estadounidenses.

En la tradición de la justicia de clases británica, la jueza no solo aprobó una sentencia prejuiciada y excesiva, sino que insultó a Assange. Le dijo al periodista, quien había estado efectivamente detenido en la embajada ecuatoriana en Londres por siete años, de que era culpable de “explotar su posición privilegiada para infringir la ley y propagar internacionalmente su desdeño hacia las leyes de este país”.

La sentencia se produjo solo un día antes de que comenzara la audiencia sobre la extradición de Assange. El hecho en sí de que Estados Unidos, un país que practica la tortura, el castigo capital y opera fuera del marco del derecho internacional, esté buscando extraditar a Assange constituye evidencia prima facie de que sus razones para buscar asilo estaban totalmente justificadas.

La jueza ni siquiera intentó refutar seriamente los argumentos de la defensa de Assange, documentados en una nota de mitigación de nueve páginas indicando que rendirse a las autoridades británicas lo hubiera expuesto al tipo de persecución ilegal que llevó al Gobierno ecuatoriano a concederle asilo.

Assange buscó y recibió asilo político por su “temor a que Suecia lo rindiera ante EUA y a ser sometido a un tratamiento allá, incluyendo persecución y confinamiento solitario indefinido, relacionado a su involucramiento en la publicación de WikiLeaks de material sensible sobre las actividades militares y diplomáticas de EUA (como el relator especial sobre tortura de la ONU concluyó respecto a Chelsea Manning)”.

Ecuador le concedió al hostigado periodista asilo “con base en su evaluación de un riesgo bien fundamentado de ser extraditado por Suecia a EUA y ser sometido a persecución, trato inhumano y daño físico”.

La decisión de Ecuador tomó en consideración el hecho de que “Suecia también tenía en el momento una larga y desafortunada historia de cooperación ilícita con EUA en el maltrato de detenidos y su rendición”.

El documento se refirió a un par de fallos del Comité contra la Tortura de la ONU que describen una “renuncia total del poder” por parte de Suecia ante las autoridades estadounidenses en llevar a cabo rendiciones y tortura ilegales. En las palabras de los abogados de Assange, estos juicios hallaron que “Suecia había permitido pasivamente que el personal militar de EUA maltratara a detenidos en suelo sueco (incluyendo desnudarlos, taparles los ojos, cubrirles la cabeza con capuchas, encadenarlos, sedarlos forzosamente por medio de supositorios anales, esposarlos en arneses para posiciones especialmente diseñadas de estrés, etc.) y los entregara para que fueran torturados en terceros Estados”.

A pesar de los argumentos falsos del New York Times y el Washington Post de que Assange se enfrenta a una extradición por un cargo menor de hackear una computadora y que su vida no corre riesgo, el Departamento de Justicia de EUA ha dejado en claro que lo está investigando por “obtener y diseminar información secreta”, un cargo que podría llevar a su enjuiciamiento en virtud de la Ley de Espionaje y que puede ser castigado con la muerte.

El procedimiento legal contra Assange no es, de hecho, una extradición, sino una rendición que rememora el trato a “sospechosos terroristas” que fueron capturados en las calles de Europa y Oriente Próximo, amarrados y encadenados con bolsas en sus cabezas y enviados a las prisiones clandestinas de tortura o “sitios negros” de Estados Unidos o a la bahía de Guantánamo.

Han pasado tres semanas desde que Assange fue arrastrado a la fuerza fuera de la embajada ecuatoriana el 11 de abril y llevado a la prisión Belmarsh, apodada la Guantánamo de Reino Unido. Ahí, ha pasado en aislamiento, sin su derecho a reunirse con sus abogados o familiares y siendo sometido a lo que su padre llama una “tortura sin contacto”.

Además, son ocho semanas desde el encarcelamiento de Chelsea Manning, la valiente denunciante que ayudó a exponer los crímenes de guerra de EUA en Irak y Afganistán por rehusarse a rendir testimonio contra Assange. Manning ha estado en confinamiento solitario por la mayor parte de su periodo en prisión y, según su abogado, sin recibir el cuidado médico apropiado.

La persecución de Assange y Manning sucede mientras Estados Unidos está intensificando sus esfuerzos de cambio de régimen en Venezuela, escalando su conflicto con Rusia y China. Al encarcelar al fundador de WikiLeaks, quien documentó y expuso los crímenes de guerra estadounidenses, EUA está buscando silenciar la oposición a sus impopulares y criminales guerras.

La persecución de Assange se produce bajo condiciones de una intensificación de los conflictos de clases y la oposición social. La clase gobernante sabe muy bien que sus políticas de guerra y contrarrevolución social se enfrentan a una resistencia masiva que solo aumentará. Al hacer un ejemplo de Assange, busca silenciar a todos los medios noticiosos que se opongan a los dictados de la oligarquía financiera.

La actitud de las organizaciones y tendencias políticas a la persecución de Assange define su carácter. Aquellos que están apoyando activa o tácitamente esta abominación pseudolegal se han puesto una marca negra que nunca se podrá lavar.

Esto incluye el Gobierno de Trump, el cual está exigiendo la extradición de Assange; el Partido Demócrata, que ha agitado contra Assange como parte de su campaña antirrusa; la prensa, que lo ha envilecido y esparcido mentiras y calumnias; y las organizaciones pseudoizquierdistas de la clase media que han prestado credibilidad a las acusaciones fraudulentas de violación como un pretexto para su persecución. Todos se oponen a Assange porque apoyan al imperialismo estadounidense.

La fuerza social que debe asumir la defensa de Assange y Manning es la clase obrera internacional. A diferencia de los funcionarios afluentes y complacientes de los medios de comunicación tradicionales, el Partido Demócrata y sus apéndices pseudoizquierdistas, la clase obrera tiene un interés vital en la defensa de los derechos democráticos.

El 4 de mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional celebrará su quinto Mitin en Línea del Día Internacional de los Trabajadores. El mitin reunirá a trabajadores de todo el mundo para que discutan una estrategia común para la construcción de un movimiento internacional socialista.

La defensa de Julian Assange, que constituye la punta de lanza de la defensa de todos los derechos democráticos en todo el mundo, será un tema importante en este evento. Urgimos a todos los que quieren luchar contra la persecución de Assange a registrarse y participar.

(Publicado originalmente en inglés el 2 de mayo de 2019)

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