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Perspectiva

La “falsedad en el alma” imperialista

Políticos celebran “Día Mundial de la Libertad de Prensa” mientras Julian Assange languidece en prisión

El 3 de mayo es el Día Mundial de la Libertad de Prensa, patrocinado anualmente por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, siglas en inglés).

La UNESCO celebra el evento, según dice, para celebrar “los principios fundamentales de la libertad de prensa, para evaluar la libertad de prensa en todo el mundo, para defender a los medios de comunicación de ataques contra su independencia y a rendir homenaje a los periodistas que han perdido sus vidas ejerciendo su profesión”.

Estas afirmaciones son vacías y un doble lenguaje, como demuestran los hechos.

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, sigue encarcelado en una prisión de alta seguridad en Londres y se enfrenta a la amenaza de una rendición a Estados Unidos. ¿Por qué? Porque él y su organización tomaron en serio “los principios fundamentales de la libertad de prensa” y arrojaron luz activamente sobre la corrupción y criminalidad diarias que los Gobiernos y las empresas internacionalmente y, en particular, las actividades asesinas del ejército estadounidense. Como lo indicó uno de los abogados de Assange, Washington está “buscando extraditar a un periodista extranjero para ser sometido a cargos penales por publicar información verdadera”.

Mientras tanto, otro cuerpo de la ONU, el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias manifestó su desacuerdo el viernes con la “sentencia desproporcional” de cárcel de 50 semanas dada a Assange por infringir su fianza, subrayando que es una “violación menor”. En 2015, el Grupo de Trabajo, que opera como parte del sistema de Derechos Humanos de la ONU, expresó su opinión de que Assange estaba siendo “detenido arbitrariamente” por los Gobiernos de Suecia y Reino Unido y que “tiene el derecho a la libertad de movimiento y a compensación”. Esa opinión fue ignorada por el Gobierno británico, así como se ignorará la declaración del viernes.

De todos modos, nadie asociado con la UNESCO o el Día Mundial de la Libertad de Prensa mencionó a Assange durante los eventos esta semana. Cabe notar que uno de los oradores en la celebración principal realizada en Addis Ababa, Etiopía, patrocinada por la Unión Africana, fue el canciller británico, el “honorable” Jeremy Hunt.

El Sr. Hunt fue uno de los oficiales del Gobierno británico responsables de la captura brutal y encarcelamiento de Assange el 11 de abril. Después del arresto del editor de WikiLeaks, Hunt declaró: “Lo que hemos demostrado hoy es que nadie está por encima de la ley. Julian Assange no es un héroe. Se ha escondido de la verdad por años y años y es correcto que su futuro sea decidido por el sistema judicial británico”.

En su discurso en Addis Ababa, Hunt, según un informe de la prensa “presentó su visión sobre cómo mejorar la libertad de prensa”. Nos podrían perdonar por sugerir que el canciller, al presidir la persecución vengativa del periodista investigativo más prominente del mundo, ya “presentó su visión” con la violencia bruta de la Policía Metropolitana, no con comentarios preparados.

Durante su discurso, compuesto por falsedades explícitas y trivialidades vacías, Hunt dijo a su audiencia en Etiopía que “el progreso de la humanidad muestra claramente que la sabiduría emerge de la competición abierta entre ideas cuando los diferentes puntos de vista reciben el oxígeno para disputar libre y justamente”. Hunt bien pudo añadir, “en la medida en que esos diferentes puntos de vista mantengan el oficial. Por el contrario, se le cortará el oxígeno”.

Las presentaciones en Addis Ababa exudaron miedos concentrados de todos los participantes, políticos imperialistas y burgueses africanos por igual, sobre el creciente descontento popular y la necesidad percibida de suprimir voces de oposición.

Esto le dio a los discursos de Hunt y otros, y al abordaje general actual de las autoridades en todo el mundo a la cuestión de la “libertad de prensa”, un carácter de doble lenguaje contorsionado y deshonesto. Lo que los Gobiernos quieren realmente es librarse de la “libertad de prensa”. Las élites gobernantes en sí quieren operar libremente, es decir, sin la interferencia de voces opositoras y “disruptivas”.

Estas preocupaciones yacen detrás de los esfuerzos sistemáticos para censurar y castrar el internet, justificados por referencias piadosas a los peligros de los discursos de odio, la xenofobia, el hostigamiento en línea, las estadísticas manipuladas, los reportes mediáticos engañosos, la presunta manipulación de elecciones y la “retórica populista”. Por supuesto, la desinformación, los engaños y el fomento de toda forma de rezago y prejuicio han sido la especialidad de la prensa burguesa desde tiempos inmemorables, algo de lo que ningún cargo ha querido señalar. Es precisamente el colapso de los mecanismos efectivos de desinformación y engaño que ha movilizado a los grupos de poder y que ha impulsado la ferocidad de la persecución de Assange.

De esta manera, la publicación de la UNESCO, “Periodismo, noticias falsas y desinformación: manual para la educación y el entrenamiento de periodistas” (2018) argumenta que las “fuentes de autoridad” y el “periodismo creíble” se han visto perjudicados por lo que llama, en una frase inequívoca, el actual “desorden informativo”.

Los autores argumentan que las redes sociales están “socavando la democracia” al “crear cámaras de eco, polarización e hiperpartidismo” y “convertir la popularidad en legitimidad” y “permitir la manipulación por parte de líderes, Gobiernos o actores marginales populistas”.

Este “manual” señala preocupadamente al fenómeno de los “medios noticieros que están teniendo dificultades para aferrarse a sus audiencias según se quitan las barreras de publicación, empoderando a cualquier persona o entidad a producir contenido, esquivar los guardianes tradicionales y competir por atención”. Además, advierte que “en la ley de la selva informacional y de alta velocidad en las plataformas de redes sociales y el internet, cualquier persona puede ser un publicador. Como resultado, los ciudadanos tienen dificultades para distinguir lo verdadero de lo falso. El cinismo y la desconfianza son la norma. Las posiciones extremistas, las teorías de la conspiración y el populismo florecen y las verdades e instituciones que antes eran aceptadas son ahora cuestionadas”.

Tal insistencia de sus posturas conservadoras, antidemocráticas y pro elites gobernantes y tal profundidad del deseo de proteger “las verdades e instituciones que antes eran aceptadas” ayuda a explicar porque los tan respetables y encantadores organizadores del Día Mundial de la Libertad de Prensa esperan que Assange y todos como él se pudran en la cárcel hasta el fin de los tiempos.

De todos modos, si la UNESCO y el resto de esta muchedumbre tomaran en serio la “desinformación” y la “información errónea”, presentaría como primera prueba la campaña falaz y desastrosa emprendida por la prensa estadounidense de las “armas de destrucción masiva” en Irak, la operación más grande en creces de “noticias falsas” en tiempos modernos, dejando a su paso la muerte de más de un millón de personas y la devastación de toda una región.

León Trotsky una vez señaló que “Cada época histórica no solo cuenta con su propia técnica y su propia forma política, sino también una hipocresía peculiar”.

¿Qué hace posible que Hunt anuncie, por un lado, que él y otros oficiales están lanzando “una campaña global para proteger a los periodistas que hacen su trabajo y para promover los beneficios de una prensa libre” y, por el otro, haga lo posible para amordazar y si es posible silenciar a Assange para siempre?

De hecho, esto va más allá que la hipocresía. El economista y científico social inglés, John A. Hobson, en su valiosa obra, El imperialismo: un estudio (1902), argumentó que dicha “compartimentalización” oficial, tal “genio de inconsistencia, de mantener simultáneamente en la mente ideas o sentimientos en conflicto… no es un caso de hipocresía ni de la simulación consciente y deliberada de motivos falsos”. Argumentó que, en cambio, es “la condición que Plato llama ‘la falsedad en el alma’, una mentira que no sabe que es una mentira”. Hobson aseveró que esta es “la ética y la sociología” de la etapa imperialista de desarrollo, con su “elaborada red de defensas intelectuales y morales”.

“El agente controlador y gestor de todo el proceso”, escribió, “es la presión de los motivos financieros e industriales, operados por los intereses directos, de corto plazo y materiales de grupos pequeños, capaces y bien organizados en una nación”.

Assange es un prisionero de la guerra de clases, detenido a instancias de los ricos y poderosos, ese “grupo pequeño, capaz y bien organizado”, porque expuso algunos de sus crímenes contra los oprimidos.

Jeremy Hunt estaba en lo cierto sobre una cosa en Addis Ababa. “Si los problemas y las tensiones se embotellan, entonces será mucho más probable que se desborden”, advirtió. “Detener a los periodistas de reportar un problema no hará que desaparezca… La verdad es que cuando los Gobiernos comienzan a clausurar periódicos y suprimir a la prensa, será más probable que estén acumulando problemas para el futuro en vez de preservar la harmonía”.

Simplemente no tiene ningúna idea.

En todo el mundo, los trabajadores están participando en un movimiento huelguístico cada vez más extenso en defensa de sus trabajos, salarios y derechos sociales. Es esta la fuerza social que forma la verdadera base de apoyo social para la defensa de los derechos democráticos, no los corruptos representantes de la oligarquía capitalista.

El sábado, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional celebrará su sexta celebración anual del Día Internacional de los Trabajadores. Un foco central del evento será la organización de la clase obrera en defensa de Assange y de la denunciante Chelsea Manning. Urgimos a todos los lectores del WSWS y a todos que buscan defender la libertad de expresión a registrarse y participar.

(Publicado originalmente en inglés el 4 de mayo de 2019)

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