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Un paso más hacia la guerra contra Irán

Trump despliega a 1.500 soldados en Oriente Próximo y vende armas a sus aliados del golfo Pérsico

En el más reciente paso en los preparativos del imperialismo estadounidense para una guerra total con Irán, el presidente Donald Trump anunció el viernes el despliegue de 1.500 soldados adicionales en Oriente Próximo. El despliegue, que incluye una batería de misiles Patriot y un escuadrón de aviones de combate, complementa el grupo de ataque del portaaviones USS Abraham Lincoln enviado a la región a principios de este mes. También incluye el envío de personal adicional de reconocimiento e ingeniería.

En un comunicado, el secretario de Defensa en funciones, Patrick Shanahan, afirmó que el despliegue es "una medida defensiva prudente... destinada a reducir la posibilidad de futuras hostilidades". Mientras tanto, en declaraciones a periodistas en la Casa Blanca, Trump declaró que las fuerzas estaban destinadas a ser "protectoras".

Estas declaraciones fraudulentas están diseñadas para evitar el desencadenamiento de una oposición popular a la guerra, ya que la enorme maquinaria de guerra del imperialismo estadounidense da un paso provocativo tras otro para sentar las bases de un agresivo ataque militar contra Irán, un país de más de 80 millones de personas. Esto sucede menos de dos semanas después de que el propio Trump se comprometió a poner fin a la existencia de Irán si vuelve a comenzar su programa de enriquecimiento de uranio para producir armas nucleares.

Además, el Pentágono ya ha desplegado aviones de combate B-52 con capacidad nuclear, y F-16C, y marines a Oriente Próximo, mientras planea enviar otros 120.000 militares a la región para atacar Irán.

El Gobierno de Estados Unidos y los medios de comunicación afirman que estos planes de guerras son necesarios para contrarrestar la amenaza fabricada por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC). Si se culpa a Irán por un ataque a los "intereses de Estados Unidos", que podría incluir cualquier cosa, desde plataformas petroleras saudíes hasta grupos terroristas del Estado Islámico respaldados por la CIA en Siria, las tropas enviadas a Oriente Próximo serían rápidamente arrojadas a la guerra.

Subrayando que tal pretexto para la guerra podría hallarse más temprano que tarde, el contralmirante Michael Gilday, titular del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, hizo una declaración el viernes culpando a la Guardia Revolucionaria de Irán de supuestos ataques a los barcos petroleros en los Emiratos Árabes Unidos. No citó ninguna evidencia para respaldar esto. Esta provocativa acusación se produce poco después de los intentos de culpar a Teherán por un cohete errante disparado por las milicias chiíes apoyadas por Irán en Bagdad, que aterrizó en la Zona Verde cerca de la embajada de Estados Unidos.

El despliegue también se produce la misma semana en que Washington renovó sus falsas acusaciones de uso de armas químicas contra el régimen sirio de Bashar al Asad. Las fuerzas de Asad, con apoyo aéreo ruso, se encuentran actualmente en una ofensiva contra los restos de las milicias islamistas apoyadas por Estados Unidos en la provincia de Idlib.

En abril de 2017 y abril de 2018 se utilizaron acusaciones similares sobre el uso de armas químicas. Luego se probó que habían sido totalmente inventadas para justificar ataques con misiles de crucero contra Siria. Con estos bombardeos, junto con la destrucción de ciudades sirias como Raqqa encabezada por las tropas y la fuerza aérea estadounidenses, Washington demostró que ve la consolidación del poder del régimen de Asad, el cual está alineado con Irán, como una amenaza para sus intereses. Está preparado para colaborar con los terroristas vinculados a Al Qaeda para evitar la creación de un corredor controlado por Irán a través de Siria y Líbano hasta la costa mediterránea.

El ejército de EUA ya cuenta con casi 50.000 soldados repartidos en docenas de bases, buques de guerra y aeródromos que rodean Irán. La Quinta Flota de la Armada de los EUA, la cual patrulla Oriente Próximo y África del Norte, tiene al menos 7.000 soldados estadounidenses estacionados en una base permanente en Bahréin. El Comando Central del Ejército de los EUA, ubicado en Kuwait, controla aproximadamente a 13.000 soldados.

En los Emiratos Árabes Unidos, la base aérea de Al Dhafra alberga a 5.000 soldados estadounidenses, mientras que la masiva base aérea de Al Udeid en Qatar tiene otros 10.000 efectivos. Al menos otros 5.200 soldados estadounidenses permanecen en Irak.

Washington también tiene miles de tropas de fuerzas especiales que operan en países de toda la región, en conjunto con la CIA. Han llevado a cabo asesinatos y misiones de reconocimiento en Yemen, Afganistán, Irak y Pakistán.

Además de prepararse para un choque directo con Irán, el imperialismo estadounidense también está armando a sus aliados regionales para la guerra. El mismo día en que se anunció el último aumento de tropas, el Gobierno de Trump publicó un "Memorando de Justificación" que detallaba los planes para eludir la supervisión del Congreso para vender armas estadounidenses a Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Jordania. El memorando invocó una emergencia bajo la Ley de Control de Exportación de Armas, permitiendo que la rama ejecutiva autorizara las transferencias de armas. Las armas que se enviarán al despótico régimen saudí y los aliados del golfo Pérsico incluyen presuntamente bombas guiadas por láser. En total, las empresas estadounidenses venderán más de $8 mil millones en armas a los tres regímenes.

El secretario de Estado Mike Pompeo, quien supuestamente tomó la iniciativa dentro de la Administración solicitando el envío de tropas estadounidenses adicionales, dijo que la venta de miles de millones de dólares en armas estadounidenses a los aliados de Washington era necesaria para protegerse contra la "agresión iraní".

La declaración que anunciaba la venta de armas también justificaba la transferencia ilegal de bombas al despótico régimen saudí como algo necesario para contrarrestar la "amenaza fundamental de la actividad maligna iraní" en todo el Oriente Próximo. Esta amenaza incorporó la acusación infundada de que Irán fue responsable de la muerte de "más de 600" militares estadounidenses en Irak.

Esta acusación es sumamente hipócrita viniendo de Washington, responsable directamente de la muerte de aproximadamente un millón de civiles iraquíes desde su invasión ilegal del país en 2003. Los registros de guerra de Irak publicados por WikiLeaks confirmaron que, de las más de 109.000 muertes registradas por el ejército estadounidense en Irak, entre 2004 y 2009, 66.081 fueron muertes de civiles, o cien veces más muertes de las de militares estadounidenses, atribuidas misteriosamente a Irán.

No fue menos hipócrita la respuesta de los principales representantes del Partido Demócrata a las transferencias de armas. El senador Robert Menéndez, el principal demócrata en la comisión de asuntos exteriores del Senado, declaró: "Estoy decepcionado, pero no sorprendido, de que la Administración de Trump una vez más no haya dado prioridad a nuestros intereses de seguridad nacional a largo plazo o a defender los derechos humanos. Y, en cambio, está concediendo favores a países autoritarios como Arabia Saudita".

¿A quién piensa Menéndez que está engañando? Fue el demócrata Barack Obama quien inició la íntima colaboración militar y de inteligencia con Riad y sus aliados del golfo Pérsico, lo que les permitió lanzar su salvaje guerra en Yemen en 2015. Justificada como una lucha para contrarrestar la influencia maligna de Irán en la región, esta guerra cuasigenocida que se ha prolongado por casi cuatro años ha asolado al país más pobre de Oriente Próximo.

Durante este tiempo, Washington ha puesto a disposición bombas de racimo, aviones de combate, fósforo blanco, listas de blancos, reabastecimiento de combustible en el aire y mantenimiento las 24 horas del día, sin los cuales los saudíes no podrían llevar a cabo su campaña de bombardeos terroristas. Según investigadores del Proyecto de datos de ubicación y eventos de conflictos armados, han muerto entre 70.000 y 80.000 personas como resultado directo de la guerra.

El impulso bélico de Estados Unidos en Oriente Próximo no se debe a las tendencias personales de Trump, su perro de ataque Pompeo o su asesor de seguridad nacional John Bolton, quien ha estado instando a los Estados Unidos a bombardear a Irán durante años. Más bien, es parte del esfuerzo de la elite gobernante de los EUA para consolidar su dominio indisputable sobre la región rica en reservas energéticas y geoestratégicamente crítica de Oriente Próximo y hacer retroceder la influencia de sus principales rivales, sobre todo Rusia y China.

La realidad es que la escalada temeraria de Washington de las tensiones militares con Irán goza de apoyo bipartidista. Previo a la amenaza del Departamento de Estado de esta semana contra Siria por su presunto uso de armas químicas, los demócratas líderes en ambas cámaras del Congreso firmaron una apelación exigiendo que la Casa Blanca "aumente la presión sobre Irán y Rusia con respecto a las actividades en Siria".

El peligro de una guerra con Irán, que podría expandirse rápidamente en una tercera guerra mundial peleada con armas nucleares, solo puede evitarse mediante la movilización política de la clase obrera en la lucha contra la guerra y su fuente: el sistema de ganancias capitalistas. La tarea política más urgente es, por lo tanto, la lucha por construir un movimiento de masas contra la guerra, basado en un programa socialista que una a los trabajadores de todo el mundo contra los belicistas en Washington.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de mayo de 2019)

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