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La primera ministra británica May renunciará como líder conservadora el 7 de junio

El anuncio de renuncia de la primera ministra británica, Theresa May, como líder del Partido Conservador, a partir del 7 de junio, desatará una campaña viciosa para reemplazarla. Quienquiera que gane en julio, el favorito actual Boris Johnson, Michael Gove, Jeremy Hunt, Dominic Raab o alguien que ahora se considere menos probable, llevará al Gobierno aún más a la derecha.

Esto no solo lo colocará en un curso de colisión con la Unión Europea, sino que Johnson argumentó, ante el voto interno del partido sobre un brexit severo, que Reino Unido dejaría la UE el 31 de octubre, con o sin un acuerdo. Es una señal de un conflicto venidero con la clase obrera.

Cuando May pronunció su discurso de despedida frente a la oficina de 10 Downing Street, las únicas lágrimas que se derramaron fueron las suyas, en una muestra nauseabunda de ambición frustrada y lástima hacia sí misma.

May llegó a liderar el país en 2016 como una figura odiada y lo deja como una política fracasada y odiada.

Como la secretaria del Interior británica con más tiempo en el cargo en la historia, bajo el Gobierno de David Cameron, era adorada por los derechistas más xenófobos del partido. Está asociada con la promesa de reducir la migración neta en dos tercios y crear un "entorno realmente hostil para la inmigración ilegal".

Esto implicó negarse a aceptar una cuota de la UE de refugiados provenientes de las zonas de guerra, restringir el derecho de los migrantes a traer a sus cónyuges e hijos y realizar actos abiertamente criminales contra los solicitantes de asilo individuales por los cuales se enfrentó a la amenaza de multas y prisión por desacato al tribunal en junio de 2012.

El ejemplo más grotesco de su política de "ambiente hostil" fue comisionar una campaña con camiones conduciendo a través de áreas de inmigrantes con advertencias de carteles, "Váyanse a casa o enfrenten un arresto". Su legado incluyó la muerte de miembros de la generación Windrush de ciudadanos británicos afrocaribeños, entre los más de 80 deportados erróneamente a las Antillas.

Esto la convirtió en una líder de compromiso aceptable, como partidaria de permanecer en la UE, después de que Cameron se viera obligado a renunciar en julio de 2016 luego de la votación del referéndum sobre abandonar la UE.

El cáliz venenoso que aceptó fue buscar un "brexit blando", que implica un acceso libre de aranceles al vital Mercado Único Europeo, cuando esto implicaba compromisos con Bruselas que eran inaceptables para la derecha euroescéptica y dominante dentro del Partido Conservador y, a partir de 2017, también para sus socios de confianza y preferentes del Partido Unionista Democrático (DUP, por sus siglas en inglés).

El primer Gobierno de May duró poco: menos de tres años. Hubiera sido más corto aún si May no hubiera podido contar con lo que resultó ser su único activo político: Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista y de la oposición de Su Majestad.

Corbyn tenía todo a su favor, pero May no. Fue elegida por 199 diputados conservadores. Él fue elegido líder del laborismo en 2015 por una abrumadora mayoría de cientos de miles de miembros y simpatizantes laboristas. En 2016, sus parlamentarios de derecha intentaron deponerla por un voto de no confianza, sobre la base de que no había hecho campaña para permanecer en la UE con el entusiasmo necesario. Él ganó nuevamente en septiembre de ese año por una mayoría aún mayor.

En junio de 2017, se celebró una elección general anticipada que May convocó esperando fortalecerse al explotar la ofensiva constante de la derecha laborista y los medios de comunicación contra Corbyn. Esto terminó en un desastre, ya que el voto de los trabajadores aumentó masivamente. Los conservadores se redujeron a una minoría, dependían de 10 parlamentarios del DUP y, con May, aún más seguramente una rehén política de sus críticos y oponentes del Brexit.

Corbyn rescató a May una y otra vez. Lo hizo traicionando el mandato de aquellos que lo eligieron dos veces para expulsar a los blairistas, romper con su belicismo y luchar contra el odiado gobierno tory. Si el período de May en el cargo es un choque de trenes a cámara lenta, Corbyn es una serie de retiros ignominiosos ante sus oponentes políticos, que ceden todo sin luchar, junto con los esfuerzos constantes para reprimir la lucha de clases y mantener el descontento social y político limitado para apoyar a sus propias maniobras parlamentarias.

Desde que May comenzó en el proceso de retirarse de la UE en marzo de 2017, ha presentado sin éxito el acuerdo del brexit que negoció con la UE ante el Parlamento en tres ocasiones, incluida una derrota por la mayoría más grande en la historia de un Gobierno en enero. Se enfrentó a un voto de no confianza de sus propios parlamentarios en diciembre de 2018 y a un voto parlamentario de no confianza en enero de 2019 y ha estado viviendo bajo un hacha desde su tercera derrota en torno al b rexit en marzo, después de prometer renunciar como primera ministra si su trato pasase, sin éxito.

La respuesta de Corbyn a todo esto fue pasar cada uno de sus momentos de vigilia tratando de mantener unido a su propio partido, especialmente por una política de "ambigüedad constructiva" sobre si el Partido Laborista apoyaría el segundo referéndum para derrocar al Brexit favorecido por los blairistas. Incluso esto no impidió que siete blairistas desertaran bajo la dirección de Chukka Umunna para alinearse con un puñado de conservadores pro-UE en el mal llamado "Cambio a Reino Unido".

Aún más importante, Corbyn asumió el rol de estadista y garante del interés nacional, mientras que el canciller en la sombra, John McDonnell, se convirtió en su emisario a la City de Londres, prometiendo que un Gobierno laborista avanzaría el interés de las grandes empresas.

Esto alcanzó su punto más alto después de que Corbyn aceptara lo que se convirtieron en seis largas semanas de negociaciones con May para lograr un acuerdo sobre el brexit que pudiera obtener el apoyo de la mayoría, cuando nunca hubo ninguna posibilidad de tal resultado. Parte del acuerdo fue que Corbyn no realizaría ningún llamado a una elección general.

El resultado, como siempre, fue excluir a la clase trabajadora de la vida política y dar rienda suelta a un Gobierno que estaba muerto. Las negociaciones terminaron el 16 de mayo. Ocho días después, May estaba llorando en los escalones del 10 Downing Street.

Incluso ahora, Corbyn se niega a hacer cualquier cosa que pueda ser interpretada como irresponsable por las juntas empresariales y bancos de Reino Unido.

"Independientemente del quién sea el nuevo líder conservador, debe dejar que la gente decida el futuro de nuestro país, a través de una elección general inmediata", declaró. ¡Esta es una nueva definición de la palabra inmediata! Una elección general solo después de dos meses en los que se les ha permitido a los conservadores reagruparse, y solo entonces si esto es aceptable para el nuevo líder del partido.

El discurso de renuncia de May fue un insulto calculado, comenzando con su ridícula afirmación de haberse "esforzado por convertir al Reino Unido en un país que no solo funciona para unos pocos privilegiados, sino para todos". May estaba "poniendo fin a la austeridad" y ayudando a "más personas que nunca para que disfruten de la seguridad de un trabajo" con su "Gobierno conservador decente, moderado y patriótico".

Incluso tuvo el descaro de citar su récord en cuanto a la educación, el Servicio Nacional de Salud y en el lanzamiento de la investigación sobre el incendio de la torre Grenfell como una "búsqueda de la verdad", incluso mientras los culpables siguen andando libres.

En nombre de las familias de los 72 que perdieron la vida, Grenfell United respondió: "Es difícil pensar en una injusticia mayor en los últimos años que Grenfell".

Esta semana, el relator especial de la ONU sobre la pobreza extrema Philip Alston emitió su informe final comparando el Reino Unido con una gigantesca casa de trabajo victoriana, pronosticando que casi el 40 por ciento de los niños vivirán en la pobreza para 2021, una quinta parte de la población (14 millones) que viven en la pobreza, más de 1,5 millones de indigentes y otros 2,5 millones en ingresos de no más del 10 por ciento por encima de la línea de pobreza. La semana también se produjo la liquidación de British Steel Limited, lo que atenta contra 25.000 empleos en total; 1.000 empleos perdidos en la colapsada cadena de restaurantes de Jamie Oliver; y la confirmación de que Honda en Swindon cerrará en 2021 con 3.500 despidos.

La inminente caída de May debe incitar a todos aquellos trabajadores y jóvenes que quieren combatir estos ataques a rechazar los soporíficos de Corbyn y sus aliados en la burocracia sindical, y emprender una lucha de clases independiente en alianza con sus compañeros de trabajo en Europa e internacionalmente por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 25 de mayo de 2019)

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