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Perspectiva

La guerra contra el periodismo

En un espacio de veinticuatro horas esta semana, la Policía Federal australiana allanó dos oficinas separadas de noticieros, un ataque escalofriante y desnudo contra la libertad de prensa, con el objetivo de intimidar a los periodistas que reporten las acciones indebidas del Gobierno, incluyendo crímenes de guerra.

El miércoles, la policía pasó más de ocho horas rebuscando casi 10.000 documentos, incluyendo notas, borradores, videos sin editar, minutas de reuniones y correos electrónicos, en la sede de Sídney de la Australian Broadcasting Corporation. Un día antes, la policía dedicó horas saqueando la casa de la editora política de News Corp, Annika Smethurst.

La Policía Federal Australiana entra en la Australian Broadcasting Corporation, la empresa de difusión pública nacional, durante una redada en sus oficinas en Sídney, Australia [crédito: Australian Broadcasting Corporation]

En ambos casos, las redadas fueron una respuesta a la publicación de filtraciones que expusieron a elementos clave del aparato militar y de inteligencia australiano, el cual está vinculado a Estados Unidos —crímenes de guerra perpetrados por las fuerzas especiales australianas en Afganistán y planes para legalizar el espionaje interno masivo por parte de la agencia de espionaje electrónico de Australia—.

Los allanamientos confirmaron gráficamente las advertencias del World Socialist Web Site: la persecución y el encarcelamiento del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, está sentando el precedente para la criminalización del periodismo.

Al poner en la mira a los periodistas, así como a los individuos que filtran información condenatoria, el Gobierno australiano está siguiendo directamente el liderazgo de la imputación del Gobierno de Trump contra Assange, un periodista y editor, con 17 cargos bajo la Ley de Espionaje estadounidense, por los cuales se enfrenta a una vida en prisión y posiblemente la pena capital.

“El arresto y el enjuiciamiento de un editor a manos del Gobierno de Trump es un momento decisivo para el resto de los medios de comunicación —desde buscar incriminar a los denunciantes, la policía está siendo utilizada ahora para silenciar a aquellos que hacen que el Gobierno rinda cuentas—”, escribió WikiLeaks en Twitter. “Hemos advertido desde hace mucho que le seguirán más imputaciones”.

Lo que está sucediendo en Australia no es la única verificación de estas advertencias. En Francia, el Gobierno de Emmanuel Macron está buscando enjuiciar a periodistas de Disclose que expusieron, en conjunto con Intercept, Radio France, Mediapart, Arte Info y Konbini, la complicidad de Francia en la guerra ilegal de Arabia Saudita en Yemen, y los esfuerzos del Gobierno de Macron para encubrir esto.

Dentro de Estados Unidos, ahora que Assange está tras las rejas gracias a una conspiración entre los Gobiernos de Australia, Reino Unido, Estados Unidos y Ecuador, la denunciante Chelsea Manning fue reencarcelada indefinidamente. Ella se rehusó a dar testimonio a un gran jurado establecido para fabricar evidencia y presentar más cargos fraudulentos contra el editor de WikiLeaks.

El único “crimen” de Assange y Manning fue revelarle a la población mundial los crímenes de guerra, espionaje, operaciones de cambio de régimen y asesinatos de Estados Unidos y sus aliados, incluyendo Australia.

WikiLeaks añadió a su declaración, “Al igual que las publicaciones de WikiLeaks por las que está siendo perseguido Julian Assange Estados Unidos, los artículos en cuestión no solo contenían información que detallaba el abuso de poder de las agencias de inteligencia, sino también evidencia de crímenes de guerra como tortura y asesinatos extrajudiciales que se habían mantenido en silencio”.

De hecho, es inconcebible que el Gobierno australiano haya instigado y perseguido la investigación de los periodistas de la ABC y la prensa de Murdoch sin el acuerdo, o incluso la demanda urgente, de Washington. Tanto el Servicio Especial Aéreo (SAS, siglas en inglés) y la Dirección Australiana de Señales (ASD), una agencia de espionaje, están estrechamente integradas en todas las guerras y los preparativos de guerra de EUA.

Miles de correos electrónicos internos de ABC siendo revisados por la Policía Federal [fuente: @TheLyonsDen]

Los crímenes de guerra del SAS, involucrando el asesinato de niños y civiles desarmados, así como la profanación de cuerpos —son un aspecto inseparable e inevitable de la invasión y ocupación estadounidenses de Afganistán—.

La ASD es parte de la red de espionaje global “Five Eyes”, la cual es encabezada por EUA. Como lo revelaron las filtraciones de Edward Snowden en 2013, la ASD colabora con la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos en el intercambio de información, incluso de ciudadanos australianos. Los cambios propuestos por el Gobierno australiano en 2018, expuestos en las filtraciones a Smethurst, habrían legalizado estas operaciones de espionaje.

El momento de las redadas de la policía australiana no es accidental. A pesar de que las presuntas filtraciones ocurrieron en 2017 y 2018, las órdenes de allanamiento fueron ejecutadas hasta después de las elecciones australianas del 18 de mayo, que resultaron en el retorno de la Coalición Liberal-Nacional al poder, y a pocas semanas del arresto de Assange el 11 de abril.

En ambos casos, el precedente establecido por la cacería de brujas contra Assange está siendo explotado para ir tras periodistas. La policía está investigando presuntas ofensas bajo la sección 79 de la Ley penal. Remontándose hasta la Primera Guerra Mundial, esta legislación no solo ilegaliza “comunicar”, sino también “recibir” información que “prejuzgue la seguridad o defensa” de Australia. De ser sentenciados bajo ella, los periodistas podrían enfrentar penas de hasta siete años.

Como lo advirtió el WSWS, estos acontecimientos están directamente no solo están relacionados con los intentos de encubrir los crímenes pasados de EUA y sus aliados, sino los crímenes incluso mayores siendo preparados según Washington amenaza Irán, Siria y Venezuela y escala su guerra económica y su confrontación militar con China.

Un Gobierno australiano tras otro, sean liberales-nacionales o laboristas, han convertido a Australia en un sitio de pruebas para la militarización de la sociedad y la supresión del disentimiento político. Esto incluye las bases del Cuerpo de Marines de Estados Unidos en Darwin, una estratégica ciudad del norte del país, así como la imposición de legislación que permite que las agencias policiales y de inteligencia accedan a “metadatos” en línea, descifren sistemas de encriptación y enjuicien a cualquiera acusado de “interferencia extranjera”.

Ningún informe en la prensa corporativa sobre los allanamientos en Australia hace mención de Assange y Manning. Ninguno de los periodistas que se han mostrado, legítimamente, alarmados por el impacto negativo a la libertad de expresión, se refirió a la obvia conexión.

La ofensiva global contra la libertad de prensa después de la presentación de cargos contra Assange pone de relieve el papel pernicioso de todos aquellos que han participado en la persecución del fundador de WikiLeaks.

La lista es larga. Casi todos los principales medios como el New York Times, el Washington Post y el Guardian han participado en la conspiración para calumniar y difamar a Assange. Organizaciones pseudoizquierdistas de clase media como los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA) y la ahora difunta Organización Internacional Socialista (ISO) han emitido declaraciones en apoyo a la persecución vengativa de Assange a instancias de Estados Unidos.

Por ende, no es una sorpresa que ni el Times, el Post ni el Guardian hayan emitido una declaración denunciando los allanamientos en Australia, mientras que la revista Jacobin, vinculada a la DSA, ni siquiera se molestó en reportarlos.

La defensa de la libertad de prensa no vendrá desde este lado.

La represión global contra la libertad de expresión tiene como blanco central a la clase obrera: contra su derecho a conocer los crímenes y las conspiraciones de las élites gobernantes y los aparatos estatales que controlan.

La libre prensa y la libertad de expresión en línea son vitales para la clase obrera para organizar la lucha contra la guerra, la desigualdad y todos los flagelos del capitalismo. Según entran en lucha por todo el mundo, los trabajadores deben asumir la demanda de liberar a Assange y Manning y oponerse a la persecución de todos los periodistas.

Los ataques policiales-estatales contra los periodistas subrayan la necesidad urgente de la campaña librada por el WSWS, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y los Partidos Socialistas por la Igualdad de todo el mundo para movilizar la oposición más amplia posible de la extradición amenazada de Assange a EUA y para su completa liberación. ¡Urgimos a nuestros lectores a asumir esta lucha!

(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de junio de 2019)

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