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La guerra contra el periodismo es una guerra contra las humanidades

La Dra. Monika Eisenhauer es una historiadora independiente y medievalista. Estudió historia y filosofía en la Universidad de Hagen, Alemania, y escribió su tesis de magister sobre la transformación del derecho procesal al final de la Edad Media. Escribió su tesis doctoral sobre las reformas monásticas en el siglo XV, centrada en su carácter político y de construcción del Estado. Hoy vive en Koblenz, Alemania, y su investigación abarca la historia jurídica, económica, social y religiosa en relación con la filosofía, la teología y la historia del arte.

La Dra. Eisenhauer presentó esta declaración en apoyo del llamado a una campaña mundial para detener la extradición de Julian Assange. El World Socialist Website invita a otros a enviar sus declaraciones.

El 14 de junio, la audiencia de la extradición de Julian Assange se celebró en el Tribunal de Magistrados de Westminster en Londres. La audiencia principal de cinco días sobre la extradición se llevará a cabo en febrero de 2020. Assange enfrenta 18 cargos y está acusado de amenazar la seguridad nacional de los Estados Unidos mediante la publicación de documentos sobre Afganistán e Irak. El juicio se llevó a cabo después de que el periodista fuera sometido a tortura psicológica durante años, como explicó recientemente el relator especial de la ONU sobre tortura, Nils Melzer.

Mientras damos a la libertad de prensa un alto valor en el mundo occidental, los cargos del Gobierno de Estados Unidos contra el periodista Julian Assange, actualmente detenido en la prisión de máxima seguridad en Belmarsh por infringir las condiciones de fianza, presentan un ataque a la libertad de prensa sin paralelo en la historia de la posguerra.

La publicación de documentos secretos está protegida por la libertad de prensa y está garantizada por la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.

La acusación del Gobierno de los Estados Unidos contra Julian Assange contiene los siguientes cargos: “recibir y obtener documentos, escritos y notas relacionados con la defensa nacional (...) con el fin de obtener información sobre la defensa nacional, a sabiendas y con razón para creer en el momento en que dichos materiales se obtienen, de que fueron y serían tomados, obtenidos y hechos disponibles por una persona [Manning] ”(Acusación, Cuenta I, B, 2).

Esto corresponde a la definición de periodismo: el periodismo es cualquier tipo de actividad periodística con la intención de crear conocimiento público. Sus herramientas incluyen los medios impresos, en línea y los servicios de difusión. Por una buena razón, las constituciones del mundo occidental no definen quiénes deben ser considerados como periodistas y quiénes no, porque tal definición ya sería una limitación de la libertad de prensa, algo que la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos garantiza sin ninguna restricción.

Por lo tanto, cualquier intento de difamar a alguien que está creando publicidad por medio de una publicación de no ser periodista ya es una violación de la Primera Enmienda. Julian Assange es ciertamente un periodista según la Constitución y la definición de libertad de expresión y libertad de prensa. Al acusarlo por recibir documentos con la intención de publicarlos, comenzó una guerra contra el periodismo. En las últimas semanas ya se han llevado a cabo más búsquedas y arrestos de periodistas de investigación en los Estados Unidos, Australia y Francia.

El caso de Assange va más allá del intento de criminalizar el periodismo de investigación: Julian Assange es un ciudadano australiano y ha publicado fuera del territorio de los EUA. Este acceso extraterritorial a un autor sentaría un peligroso precedente para el derecho internacional y pondría en peligro cualquier publicación de fuentes y textos por el arrogamiento de soberanía por parte de cualquier líder mundial. El propio Assange calificó este procedimiento "guerra de leyes". Como ejemplo de la posibilidad de tal accionar extraterritorial, imagínense que el gobernante de Corea del Norte haga una solicitud de extradición porque un autor publicó un texto sobre un campo de detención secreto en Corea del Norte.

Entonces, lo que enfrentamos aquí es la criminalización de la lectura, procesamiento y publicación de documentos de “seguridad nacional” en un gran número de países de todo el mundo, con la posibilidad de ser enjuiciados por Estados Unidos. La soberanía sobre la interpretación del término "seguridad nacional" recaería en una pequeña élite política de la oligarquía estadounidense.

Y aquí estamos: dentro de las humanidades, la historia se ve particularmente afectada. ¿Cuáles son las intenciones y tareas de la historia? Bueno, la intención de la ciencia histórica es escribir la historia de las personas y las sociedades de la manera más objetiva posible. Para este propósito se necesita un acceso libre y sin restricciones a las fuentes. También se necesita la capacidad de editar las fuentes de forma libre y objetiva. Y, al final se necesita la libertad de publicar de forma independiente.

Para que otras personas puedan trabajar con las fuentes, algunos historiadores publican fuentes puras para que otros historiadores las ubiquen en el contexto general. Esto es lo que Julian Assange ha hecho para el campo periodístico. Las fuentes no solo están disponibles para los periodistas, sino también, al igual que los manuscritos transcritos en estudios medievales, para el público en general y, por supuesto, para las humanidades. La tarea de las ciencias históricas es mejorar la percepción de los problemas contemporáneos a través del análisis de los desarrollos históricos y la complejidad de sus causas.

Sin embargo, esto solo se puede hacer cuando el acceso a las fuentes relevantes no está sujeto a una clasificación arbitraria por parte de los Gobiernos de todo el mundo. Esto se puede hacer solo cuando la publicación de un texto no crea una situación de amenaza para la vida del autor. Imagínense una situación en la que EUA, especialmente, define cuáles documentos se pueden usar y cuáles no. ¿Cómo podrían los historiadores escribir la historia de cualquier país de América Latina con su fuerte conexión con las actividades de la CIA? Lo mismo ocurre con Oriente Próximo. Imagínense una situación en la que la élite estadounidense debe autorizar la literatura mundial sobre la historia contemporánea.

Por lo tanto, ¡no debemos permitir que Julian Assange sea extraditado a los Estados Unidos! ¡Debemos hacer todo lo posible para protegerlo, proteger la libertad de prensa y, además, proteger a las humanidades independientes!

(Artículo publicado originalmente en inglés el 21 de junio de 2019)

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