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Huelga de palestinos contra el “acuerdo del siglo” de Kushner

En más de un cuarto de siglo desde la firma de los Acuerdos de Oslo respaldados por Estados Unidos entre la Organización de Liberación de Palestina (OLP) y el Estado israelí, el llamado "proceso de paz" se ha convertido en una broma para millones de palestinos y personas en todo Oriente Próximo.

El acuerdo, que supuestamente daba "autodeterminación" a Palestina con base en la creación de un Estado independiente en el territorio ocupado por Israel en la guerra de 1967, solo ha brindado una cubierta para para la continua toma de tierras palestinas y la vasta expansión de asentamientos sionistas en la ocupada Cisjordania, junto con el interminable y mortal asedio de Gaza. Por otro lado, resultó en la creación por parte de la OLP de la monstruosidad conocida como la Autoridad Palestina, que sirve como un contratista de seguridad para Israel y EUA, mientras que enriquece a una capa delgada de oficiales y empresarios palestinos corruptos.

Palestinos protestan en Amman contra la conferencia en Bahréin

Sin embargo, incluso en este contexto extenso y amargo, la conferencia convocada en Bahréin esta semana por Jared Kushner, el yerno del presidente Trump y otro magnate de bienes de raíces, representa la farsa más degradada jamás realizada en el desprestigiado nombre de "La paz en Oriente Próximo".

El llamado "taller" en Bahréin reunió a representantes de las monarquías petroleras de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, funcionarios estadounidenses, un puñado de empresarios israelíes, el multimillonario de capital privado estadounidense Stephen Schwarzman, el inefable ex primer ministro británico, Tony Blair, el presidente del Banco Mundial, David Malpass, y Christine Lagarde, del Fondo Monetario Internacional.

No había ningún representante palestino o funcionario del Gobierno israelí, lo que hizo que la idea de que la reunión proporcionará algún camino nuevo hacia la paz fue ridícula.

La Autoridad Palestina boicoteó el evento. Su reunión se enfrentó a una huelga general en la Franja de Gaza y manifestaciones en varias partes de Cisjordania, incluyendo una marcha de 3.000 personas en Nablus. Algunos de los manifestantes fueron atacados por tropas israelíes.

El Estado israelí no se molestó en enviar a nadie a la conferencia; sus intereses ya estaban bien representados por Kushner y los otros dos altos funcionarios estadounidenses que supervisaban el proceso, el embajador de Trump en Israel, David Friedman y el enviado de la Casa Blanca a Oriente Próximo, Jason Greenblatt. La familia de Kushner y Friedman son partidarios activos desde hace mucho tiempo de los asentamientos sionistas, mientras que los tres defienden incondicionalmente al Gobierno de derechas del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Al abrir el "Taller de Paz a la Prosperidad", Kushner pronunció un discurso desde un escenario que parecía haber sido tomado de un programa televisivo de juegos en Estados Unidos. Su tarea principal fue hacer una presentación en PowerPoint de un folleto escarchado de 136 páginas publicado por la Casa Blanca.

"Imaginen por un momento una nueva realidad en Oriente Próximo", dijo a su audiencia de jeques, banqueros y funcionarios de derecha, que se reunieron en una de las últimas monarquías absolutas del mundo, que ejecuta, encarcela y tortura a sus oponentes políticos.

La improbable "visión" de Kushner fue la de la transformación de Cisjordania y Gaza en un paraíso para los inversionistas capitalistas, en la que las ganancias serían tan grandes y los bancos y las grandes empresas tendrían tantas libertades que el dinero puede “gotear al pueblo".

El plan en sí representa una serie de propuestas vagas y repetitivas para mejorar la educación, la atención médica y la infraestructura, junto con las demandas de una "situación de seguridad adecuada para que los inversores no se sienten cómodos invirtiendo donde no hay seguridad adecuada", y para un acuerdo con el “sector público palestino que defina claramente los derechos de propiedad”.

Descrita por Kushner como la "oportunidad del siglo", esta presentación fue preparada por dos años, y la fecha de su presentación se aplazó repetidamente. El documento presentado en Bahréin representa una colección de esquemas de desarrollo anteriores, todos de ellos no realizados o fracasados, redactados por agencias internacionales en las últimas décadas. Gran parte de esto fue literalmente cortado y pegado en el folleto "Paz a la Prosperidad".

Sin embargo, sin nada que presentar aparte de números extraordinariamente redondos, como una inversión de $50 mil millones que crearía un millón de empleos en los territorios ocupados, reduciría su tasa de pobreza a la mitad y duplicaría su PIB, Kushner tuvo el nervio de exigir que los palestinos "piensen afuera de lo normal "y abandonen" los puntos de conversación cansados y "el registro quebrado de negatividad".

Con esto, por supuesto, quiere decir abandonar cualquier lucha contra la ocupación israelí y cualquier demanda de derechos básicos.

Explicando lo que quiso decir Kushner, el embajador de Israel, Danny Danon, escribió una columna sin rodeos para el New York Times en la víspera del "taller" en Bahréin titulado "¿Qué está mal con la rendición de los palestinos?".

Escribió que el esfuerzo de los palestinos de poner fin a la ocupación israelí solo "engendra una cultura de odio e incitación", y agregó que le gustaría ver "un suicidio nacional del ethos político y cultural actual de los palestinos".

"Pregunto: ¿qué hay de malo con la rendición de los palestinos?", exige Danon. "Rendirse es el reconocimiento de que en un concurso, mantener el curso será más costoso que la obediencia".

Kushner se negó a abordar cualquiera de las cuestiones políticas subyacentes a las condiciones en los territorios palestinos ocupados por Israel. El folleto en sí no hace referencia ninguna de la ocupación, convirtiendo a Gaza y Cisjordania en una tierra de fantasía vacía para su transformación en el próximo Dubái o Singapur.

Esto hace que grandes porciones del documento sean ridículamente absurdas. Por ejemplo, se lamenta que "los altos precios por toda Cisjordania y Gaza han dificultado que muchos palestinos puedan comprar una vivienda". Y proclama el "objetivo de reducir las barreras reglamentarias al movimiento de bienes y personas palestinas".

Uno casi no podría adivinar que el tema de propiedad inmobiliaria en Cisjordania está relacionado con la proliferación de asentamientos israelíes y la expropiación de tierras palestinas, junto con la destrucción sistemática de hogares palestinos en Jerusalén Este. O en este caso, que las "barreras al movimiento de los bienes y personas palestinas" incluyan un asedio de 11 años que ha atrapado a 2 millones de palestinos en lo que a menudo se describe como la "prisión al aire libre más grande del mundo", sometidos a repetidos bombardeos e invasiones que han cobrado la vida de miles de personas.

Mientras no se trataron los problemas políticos, tanto el evento de Bahréin como lo que la Administración de Trump ha llevado a cabo en la práctica dejan en claro que Washington se está preparando para respaldar al Gobierno israelí en la anexión absoluta de Cisjordania y la implementación de un apartheid aún más desnudo del dominio por parte del Gobierno.

La Administración de Trump ha llevado a cabo una política de ataques sistemáticos contra los palestinos y apoyo a la represión israelí. La preocupación de Kushner por su bienestar es ridícula, ya que Trump reconoció la soberanía israelí sobre Jerusalén y movió la embajada de los Estados Unidos ahí, rompiendo con la política anterior de EUA y con el derecho internacional. De manera similar, reconoció el reclamo de Israel sobre los Altos del Golán sirios ocupados ilegalmente. Además, ha cortado toda la ayuda estadounidense a los palestinos, incluyendo $350 millones para UNRWA, que asiste a los refugiados palestinos, mientras que recorta otros $200 millones en ayuda canalizada a través de USAID y $ 25 millones para hospitales predominantemente en Palestina del Este de Jerusalén.

Mientras Kushner indicó que los "asuntos" políticos pendientes se abordarían en una propuesta posterior de los Estados Unidos, que ciertamente no se dará a conocer antes de las elecciones israelíes convocadas por Netanyahu para septiembre, después de que no haya formado un Gobierno. La anexión de Cisjordania está siendo abiertamente promovida por sus partidarios de la derecha antes de la votación.

Las otras promesas del Acuerdo de Oslo, de proporcionar un Estado palestino independiente en el territorio ocupado por Israel en la guerra de 1967, una capital en Jerusalén Este y justicia para los millones de refugiados palestinos que exigen el derecho de retornar ya han sido excluidas por los Estados Unidos y la élite política israelí y los "datos sobre el terreno" en la expansión de los asentamientos y la división de Cisjordania en un mosaico de "bantustanes" discontinuos y económicamente inviables.

La quimera de un programa de desarrollo de 50 mil millones de dólares no está siendo promovida por Kushner y la Administración de Trump tanto para sobornar a los palestinos como para preparar el terreno para la anexión utilizando su rechazo de esta farsa como pretexto para el apoyo con Estados Unidos a la acción israelí.

El otro propósito de la farsa en Bahréin es la consolidación de una alianza entre el Estado israelí y los reaccionarios jeques del petróleo del golfo Pérsico como la base de un eje regional en apoyo a la escalada militar del imperialismo estadounidense contra Irán, al cual Trump amenazó nuevamente con su " obliteración” el lunes.

Millones de trabajadores palestinos han llegado a la conclusión de que su liberación nunca se realizará a través de una "solución de dos Estados" mediada por el imperialismo. Este es el resultado no sólo del abandono abierto de esta táctica por parte del imperialismo estadounidense, sino también de las traiciones llevadas a cabo por la burguesía palestina, tanto los títeres y policías imperialistas de la Autoridad Palestina, como la facción islamista, Hamas.

Poner fin a las décadas de desplazamiento, opresión, pobreza y violencia infligida al pueblo palestino sólo puede realizarse mediante la unión de la clase obrera judía y árabe en la lucha por una Federación Socialista del Oriente Próximo como parte de una lucha para poner fin al capitalismo en todo el mundo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 27 de junio de 2019)

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