Español
Perspectiva

Las banalidades en el G20 no pueden ocultar que el mundo está al borde de la guerra

Durante los años treinta, conocidos como la “década desastrosa”, hubo toda clase de giros y vuelcos en las relaciones entre las grandes potencias en el frente diplomático e internacional, así como en el ámbito económico y comercial.

Este barullo frenético, caracterizado por la ruptura de acuerdos alcanzados el día anterior, tenía un contenido objetivo esencial. Fue la forma que asumieron las maniobras de las potencias imperialistas antes del diluvio de la guerra mundial que sobrevino en septiembre de 1939.

Pese a ciertas diferencias, hay paralelos directos con el periodo presente. Los giros del Gobierno de Trump respecto a Irán, Corea del Norte y China —amenazándolos con guerras un día, anunciando un acuerdo al siguiente, seguido por más amenazas el día después— acarrean la misma lógica. Son una expresión de un orden geopolítico sumido en crisis y que tiende inexorablemente hacia el estallido de otra guerra.

Esto fue subrayado el jueves pasado por la aprobación en el Senado estadounidense de una legislación de autorización para el Pentágono de $750 mil millones. La votación bipartidista fue de 86 a 8.

El objetivo de la ley fue establecido por el presidente del comité de servicios armados del Senado, Jim Inhofe. Describiendo al mundo como “más inestable y más peligroso que en cualquier otro periodo de mi vida”, hizo hincapié en que la Estrategia Nacional de Defensa que persigue la “competición estratégica” con Rusia y China y las amenazas de “países canallas” como Irán y Corea del Norte “nos lo planteó sin rodeos”.

Los comentarios de Inhofe y el apoyo bipartidista para este aumento masivo en el gasto militar ponen de relieve la posición esencial de la élite política estadounidense, su ejército y agencias de inteligencia. Considera el resto del mundo como una amenaza existencial.

Ante el declive en su poder económico en las siete décadas desde que contaba con una supremacía incuestionable al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos está buscando contrarrestar la crisis de su hegemonía por medio del poder militar, amenazando con hundir a la humanidad en una Tercera Guerra Mundial.

Los conflictos y las tensiones entre las principales potencias —una guerra de todos contra todos— se exhibieron en la cumbre del G20 en Osaka, Japón, este fin de semana. La reunión se produce poco menos de una semana después de que Trump cancelara un ataque contra Irán que amenazaba con desatar un conflicto militar incontrolable y con consecuencias incalculables.

Las cumbres del G20 se iniciaron después de la crisis financiera global en 2008 para crear un mecanismo para intentar de regular las relaciones de la economía global y prevenir el tipo de conflictos que llevaron a la Segunda Guerra Mundial, principalmente las medidas comerciales restrictivas y el proteccionismo. La última cumbre demostró que estos esfuerzos han resultado en un fracaso total.

Como el columnista sobre economía para el Financial Times, Martin Wolf, señaló, el G20, fundado para ampliar la plataforma para la cooperación global, “es una víctima del desorden general. Los miembros del G20 son doctores que necesitan curarse ellos mismos. ¿Lo harán? No lo harán hoy, es la respuesta inequívoca”. De hecho, no lo harán nunca.

Con el Gobierno de Trump arremetiendo contra sus rivales económicos, no solo China, sino también Japón, la Unión Europea y Alemania, y exigiendo que el mundo se someta a su agenda de “EUA ante todo”, la cumbre no cumplió su propósito básico.

Como organizador de la reunión, el primer ministro de Japón, Shizo Abe, advirtió que las tensiones relacionadas con el comercio eran un riesgo para la economía global y que había preocupaciones de que el sistema comercial de la posguerra se estuviera “tambaleando”, una minimización enorme.

Sin embargo, los compromisos previos de “resistirse al proteccionismo” fueron hechos añicos y su comunicado simplemente adoptó una serie de declaraciones blandas sobre la necesidad de la libertad y la justicia. Como lo puso Abe: “En vez de exagerar las diferencias dentro del G20, buscamos hallar terreno compartido”.

Es decir, cubrirlos mientras los conflictos comerciales y económicos —y detrás de ellos los preparativos para conflictos militares— se intensifican.

En la cuestión crucial de la guerra comercial contra China, hubo paralelos directos con el repliegue de Trump con respecto a Irán diez días antes. En una reunión aparte con el presidente de China, Xi Jinping, Trump decidió no imponer aranceles adicionales, que posiblemente eran tan altos como 25 por ciento sobre $300 mil millones más en bienes chinos, además de los $200 mil millones ya sujetos a estas medidas.

Sin embargo, como ocurre con Irán y Corea del Norte, no se ha resuelto nada y las medidas dirigidas contra China siguen estando “amartilladas y cargadas”.

Trump solo aceptó que las nuevas medidas amenazadas, las cuales cubrirían prácticamente todas las importaciones chinas a EUA, se pospondrían “por ahora” mientras se reanudan las negociaciones oficiales. No obstante, no hubo ningún paso tomado en cuanto a las cuestiones esenciales —principalmente la insistencia estadounidense de que tiene el derecho de retener los aranceles existentes y que solo comenzará a eliminarlos cuando determine unilateralmente que China está cumpliendo con algún acuerdo, una demanda que le parece inaceptable a Beijing—.

Previo a la reunión, China insistió en que no podían reanudarse las discusiones hasta que EUA levantara las restricciones sobre el gigante de telecomunicaciones chino, Huawei.

Huawei fue colocado en la Lista de entidades del Departamento de Comercio de EUA, lo que significa que las empresas estadounidenses que buscan venderle a Huawei componentes vitales tienen que obtener el permiso del Gobierno. Esta acción intenta socavar las operaciones globales de la compañía y ha tenido un impacto significativo en las semanas desde su anuncio.

Dicha amenaza sigue colgando sobre Huawei. Trump no revirtió la decisión del Departamento de Comercio, señalando que el tema solo se resolvería al final de las negociaciones. Solo se comprometió vagamente a permitir que las firmas estadounidenses envíen bienes a Huawei. Lo que significa es muy poco claro porque, como lo puso Trump, “Estamos hablando sobre equipo con el cual no haya un problema de emergencia nacional importante”.

Pero, en lo que respecta el aparato de inteligencia y militar, junto a sus voceros en el Partido Demócrata y el Republicano, la existencia misma de Huawei y lo que significa sobre el impulso chino de mejorar su desarrollo industrial y tecnológico, constituyen una “gran emergencia nacional” que EUA está decidido a enfrentar con todos los medios necesarios.

La “concesión” de Trump a Huawei fue inmediatamente atacada por ambos partidos.

“Huawei es uno de los pocos apalancamientos que tenemos para que China se comporte justamente en comercio. Si Trump se repliega, como parece estarlo haciendo, socavará dramáticamente nuestra habilidad de hacer que China cambie sus prácticas comerciales injustas”; dijo el líder demócrata en el Senado, Charles Schumer.

Un prominente senador republicano y fanático oponente de China, Marco Rubio, fue más allá. “Si el presidente Trump de hecho concedió las restricciones recientes sobre Huawei, entonces tendremos que hacer que esas restricciones sean reintroducidas por medio de legislación. Y serán aprobadas con una gran mayoría que superará cualquier veto”, tuiteó.

La reunión del G20, la completa inestabilidad en las relaciones internacionales, los acuerdos y desacuerdos, junto con los crecientes conflictos económicos, están sonando la alarma claramente para la población mundial: las condiciones de una nueva guerra mundial están madurando rápido y golpeando la puerta.

Este peligro claro y presente solo puede ser derrotado por medio del desarrollo de un movimiento de masas contra la guerra por parte de la clase obrera mundial y basado en la lucha por un programa socialista internacional para enfrentar el problema desde su raíz, acabando con el sistema de lucro capitalista y la división del mundo en Estados nación rivales y potencias imperialistas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 1 de julio de 2019)

Loading