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A medida que los conflictos económicos se intensifican

A un año del estallido de la guerra comercial de EUA versus China

El sábado pasado ocurrió el primer aniversario de la guerra comercial contra China, el día en que Washington impuso un arancel del veinticinco por ciento sobre bienes chinos valorados en treinta y cuatro mil millones de dólares.

A lo largo de ese año, a medida que se iniciaban y cancelaban nuevas negociaciones, se manifiesta con claridad la tendencia subyacente. No sólo se intensifican las medidas de guerra comercial de EUA contra China; también se acelera el proceso de barrer con el orden comercial internacional que surgió a fines de la Segunda Guerra mundial.

Desde el 6 de julio del año pasado, se siguen agravando los aranceles sobre China. La tarifa del veinticinco por ciento ahora afecta a bienes valorados en 250 mil millones de dólares. Estados Unidos ahora amenaza a bienes chinos valorados en 300 mil millones de dólares más con el mismo tarifazo del veinticinco por ciento; casi todas las exportaciones chinas a EUA estarán afectadas.

Dentro del gobierno yanqui, se han llevado a cabo discusiones sobre estas nuevas medidas; sólo falta que el presidente Trump las autoriza. Por el momento las demora el acuerdo entre Trump y el presidente chino Xi Jinping, durante le reunión cumbre del Grupo 20 el mes pasado, de reiniciar las negociaciones que se habían cancelado en mayo.

A lo largo del año, en varias ocasiones comentaristas de los medios de difusión han pronosticado y especulado (frecuentemente en base a comentarios de oficiales del gobierno) que un acuerdo era inminente.

De ese vaivén de negociaciones y cancelaciones, más y más emerge la realidad de que EUA sigue insistiendo en las exigencias planteadas en un documento de EUA que Beijing recibió en mayo 2018.

Ese documento deja en claro que, aunque Estados Unidos exige que China tome medidas para reducir el desequilibrio comercial, importando más bienes estadounidenses, eso no es lo esencial. Además se exige una sarta de exigencias sobre el desarrollo técnico e industrial chino, que, de implantarse, transformaría a China en una virtual semicolonia económica.

El acuerdo de mayo entre Steven Mnuchin, secretario de comercio estadounidense, y Liu He, vice premier y principal representante comercial, donde China aceptaba comprar más bienes estadounidenses, fue cancelado en menos de diez días por Trump, aconsejado por los extremistas antichinos dentro de su gobierno, especialmente Robert Lighthizer, representante comercial, y Peter Navarro, el consejero económico de la Casa Blanca.

Ahora, y sin pelos en la lengua, las exigencias estadounidenses giran alrededor de la evolución tecnológica e industrial china. Se acusa fuertemente a Beijing de hacer obligatoria la trasferencia de tecnológia, robar propiedad intelectual, y utilizar subsidios estatales para fortalecer la posición de sus empresas en contra a la de sus rivales estadounidenses.

Sin duda todo eso ocurre. Pero en verdad son los mismos métodos que en el pasado otros países —Estados Unidos, seguido por Japón, Corea, y otros— han utilizado para mejorar sus industrias.

Ahora en el entorno de un relativo declive económico, Estados Unidos ya no puede tolerar las mismas medidas de parte de China, que representan una amenaza mortal a su dominio económico y militar. EUA está dispuesto a usar todos los métodos posibles para impedirlas.

Por esa razón en este último año se han acelerado las manifestaciones de repudio, de parte de los grupos de poder, políticos y militares, contra el desarrollo técnico chino, por ser una amenaza a la “seguridad nacional” yanqui. El ataque ahora se centra en la empresa Huawei, una gigantesca empresa china de telecomunicaciones.

Meng Wanzhou, la principal gerente de esa empresa, sigue en libertad provisional bajo fianza en Canadá; EUA busca su extradición para ser enjuiciada en Estados Unidos. El Departamento de Comercio yanqui ha colocado a esa empresa en su “Entity List”, la que obliga a las empresas estadounidenses que quieran suministrarla a obtener permiso especial del gobierno.

Se relajaron un poco las restricciones contra Huawei después de la reunión entre Trump y Xi, aunque no se ha decidido que hacer con su estatus en la Entity List. Continuar en la lista, impactará seriamente el funcionamiento global de Huawei.

El asunto Huawei recalca el apoyo que los dos partidos principales le dan a las medidas de guerra comercial de Trump. Importantes sectores del Partido Demócrata, encabezado por Charles Schumer de Nueva York, quien es el líder de la minoría en el Senado, han lanzado ataques derechistas contra Trump y repudian todo acto de concesión, dizque por atentar contra los intereses yanquis.

Nuevas negociaciones telefónicas entre Washington y Beijing comenzarán esta semana. Nadie espera buenos resultados ya que siguen en existencia las mismas cuestiones fundamentales que no han dado resultados.

El jueves pasado, como parte de su acostumbrada conferencia de prensa, la primera desde la discusión entre Trump y Xi, Gao Feng, portavoz del Ministerio de Comercio chino, declaró que dado que los aranceles estadounidenses iniciaron el conflicto entre las dos naciones, tendrán que ser canceladas todas la tarifas una vez que se logre un acuerdo.

Aunque no existe la más mínima posibilidad de que EUA esté de acuerdo sobre esos asuntos, dijo que todas las consultas deben basarse en los “principios de respeto mutuo”.

En marzo, Trump declaró que los aranceles estarán vigentes por “un tiempo largo”, aunque se logre un acuerdo, para cerciorarse de que China cumpla con el trato. Ninguna autoridad independiente determinará si China cumple o no, sólo Washington. Esto pone a China en una situación de inferioridad. Lighthizer y otros señalan que el que EUA determine unilateralmente cuando borrar los aranceles, obligatoriamente tiene que ser parte del “mecanismo de cumplimiento”.

En las palabras del South China Morning Post, diario de Hong Kong, “fuera de destrozar su modelo económico, es difícil imaginar que pueda hacer China para convencer esta inabordable Casa Blanca”.

Hay más. Cuestiona la estabilidad de cualquier acuerdo el camino por el que Estados Unidos se encarrila en los últimos doce meses, de medidas de guerra entorno a cuestiones que nada tienen que ver con medidas económicas —particularmente las amenazas contra México— exigiendo que impida la entrada de inmigrantes y refugiados hacia Estados Unidos.

Tao Dong, el vicedirector de Credit Suisse encargado de la banca privada para la región China, señaló que aunque se logre un acuerdo, “de nada serviría”.

“Sin estar seca la tinta del acuerdo [entre Estados Unidos, México y Canadá], Trump amenazaba con imponer aranceles sobre México.

Las medidas contra México crean un peligroso antecedente.

La semana pasada Japón impuso límites a la exportación de materiales de alta tecnología a Corea del Sur en un conflicto entre los dos países sobre el uso del trabajo forzado durante la Segunda Guerra Mundial, incitando a los coreanos a amenazar con represalias.

Henry Gao, profesor de la Singapore Management University, le dijo al periódico South China Morning Post que EUA abría una “verdadera caja de Pandora al imponer aranceles de comercio exterior como si fueran armas para lograr sus objetivos; cosa que es muy preocupante.

“Posiblemente Japón y otras naciones ahora aprenden de EUA utilizar un similar modus operandi; cosa que representa un gran peligro para el sistema comercial internacional”.

Los objetivos de la guerra comercial estadounidense van más allá de China. Aranceles del veinticinco por ciento sobre sus automóviles amenazan tanto a Japón como a la Unión Europea. La “seguridad nacional” fundamentaría esos tarifazos, a menos que se postren a las exigencias yanquis de apertura de sus mercados, especialmente a sus productos agrícolas.

A un año del comienzo de la guerra comercial del gobierno de Trump contra China, el mundo ha rodado un largo trecho sobre las vías que llevan a conflictos económicos que tipificaron los años treinta y que hicieron estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939.

(Publicado originalmente en inglés el 8 de julio de 2019)

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