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Perspectiva

Tres meses desde el arresto del editor de WikiLeaks

Gobierno británico celebra conferencia de la “libertad de prensa” mientras encarcela a Assange

El jueves marcó el final del tercer mes en que el editor de WikiLeaks, Julian Assange, fue arrastrado de la embajada ecuatoriana a la prisión de Belmarsh en Londres, donde está detenido con una extradición pendiente a Estados Unidos y un juicio fraudulento bajo cargos de la Ley de Espionaje que conllevan una sentencia de prisión de 175 años.

El único “crimen” de Assange fu exponer los crímenes de guerra, la subversión y corrupción de los Gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido. Chelsea Manning, la valiente denunciante que filtró la información a WikiLeaks, ha sido enviada de vuelta a la cárcel por rehusarse a rendir falso testimonio contra Assange ante un gran jurado estadounidense.

La encarcelación de Assange a manos del Gobierno de la primera ministra Theresa May, a instancias de Estados Unidos, ha sido seguido por un apagón mediático casi total que incluso ha enterrado la declaración de las Naciones Unidas que describe su trato como una forma de tortura.

Fue precisamente contra el trasfondo de este hito macabro que el Gobierno británico celebró esta semana una “Conferencia global por la libertad de prensa” de dos días en Londres. Los mil participantes, quienes fueron cuidadosamente seleccionados, incluían dignatarios políticos, representantes de la prensa corporativa y activistas profesionales de “libertades civiles”, quienes se reunieron para proclamar su compromiso con una libertad irrestricta para la prensa y su defensa inflexible de los periodistas perseguidos.

La conferencia será recordada solo como un grotesco ejemplo del ilimitado cinismo de la élite gobernante británica. Se realizó a apenas 11 kilómetros de la prisión de Belmarsh, donde el periodista perseguido más famoso del mundo está detenido detrás de instalaciones de máxima seguridad diseñadas para asesinos y terroristas.

Los simpatizantes de WikiLeaks señalaron que Assange pudo haber olido la fétida hipocresía de la conferencia desde su celda.

Desde el arresto brutal de Assange por parte de la policía británica el 11 de abril, ha estado encarcelado bajo los cargos de saltarse la fianza, mientras el Gobierno británico trabaja en extraditarlo a Estados Unidos, donde será destruido por publicar documentos que expusieron el espionaje masivo, los crímenes de guerra y las conspiraciones globales diplomáticas.

El canciller británico, Jeremy Hunt, presidió el arresto. En abril, este autoproclamado paladín de la libertad de prensa celebró al corrupto Gobierno ecuatoriano por terminar ilegalmente el asilo político de Assange. Declaró que el fundador de WikiLeaks “no es un héroe” y que estaría dispuesto a enviar a Assange a EUA, donde el valiente periodista se enfrenta a la pena capital por sus actividades legales de publicación.

Durante los últimos tres meses, Hunt ha combinado estos ataques venenosos contra Assange con una campaña supuestamente dirigida a defender la libertad de prensa. En junio, fue el vocero de eventos oficiales del “Día Mundial de la Libertad de Prensa”, justo días después de que el relator especial sobre tortura de las Naciones Unidas, Nils Melzer, calificara el Gobierno de Hunt como participante en la “tortura psicológica” de Assange y de negarle sus derechos fundamentales.

Esta hipocresía se puso de manifiesto nuevamente en el discurso principal el miércoles pronunciado por el canciller. Predeciblemente, no mencionó al fundador de WikiLeaks. Sin embargo, los comentarios de Hunt constituyeron una condena a las acciones de su propio Gobierno.

Declaró: “El protector más fuerte contra el lado oscuro del poder es rendir cuentas y el escrutinio —y pocas instituciones cumplen ese papel de forma tan efectiva como una prensa libre—”. Luego afirmó que, “la verdadera rendición de cuentas viene del riesgo de ser expuestos por una prensa que no puede ser ni controlada ni sobornada”. Luego aplaudió “la luz de la transparencia” como “la mayor disuasión del mal actuar”.

Hunt debió añadir que tales exposiciones solo son permisibles si no amenazan los intereses imperialistas de Reino Unido y sus aliados.

La hipocresía del canciller solo fue superada por su “enviado especial de la libertad de prensa”, Amal Clooney. La abogada estuvo en el equipo de defensa legal de Assange en 2012 cuando batallaba contra su extradición a Suecia bajo cargos de abuso sexual inventados para crear una ruta alternativa a su rendición a EUA.

Clooney abandonó hace mucho al fundador de WikiLeaks. Desde entonces, se casó con el actor George Clooney se convirtió en una celebrada figura de la élite política y jurídica. Durante las elecciones estadounidenses de 2016, los Clooney organizaron recaudaciones de fondos con entradas de $176,000 por persona para la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton, quien desempeñó el papel central en la persecución de Assange.

Amal Clooney fue nombrada por Hunt como su “enviada especial” menos de una semana antes de que la policía británica secuestrara a Assange de la embajada ecuatoriana en Londres. Como Clooney lo sabe muy bien, no fue mera coincidencia. El Gobierno británico contrató a la exabogada de Assange como su vocera de la “libertad de prensa” como parte de su esfuerzo por legitimar su ataque contra los derechos del fundador de WikiLeaks.

Clooney hizo la única referencia a Assange en la conferencia, declarando, respecto a los cargos presentados por el Gobierno de Trump, “la imputación contra el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, ha alarmado a periodistas en diarios por todo el mundo… porque, como el editor del Washington Post lo dijo, ‘criminaliza las prácticas comunes en el periodismo que han servido desde hace mucho tiempo el interés del público’”.

No obstante, la abogada no dijo nada sobre el papel del propio Gobierno británico, cuyo canciller se encontraba a pocos metros de ella. Incluso esta referencia moderada a Assange fue más que los periodistas corporativos podían aguantar. Muchos de los reporteros presentes simplemente suprimieron la mención de Assange por parte de Clooney en sus artículos sobre la conferencia, reflejando el carácter hipócrita de sus propias proclamaciones sobre la “libre prensa”.

Los periodistas presentes ya habían sido cuidadosamente seleccionados por el Gobierno británico y juzgados como fieles sirvientes del statu quo. El resto simplemente fue bloqueado.

Se les prohibió la entrada a los reporteros de RT, Ruptly y Sputnik News, de propiedad rusa. La Oficina de Relaciones Exteriores británica declaró que los excluyeron “por su papel activo en divulgar desinformación”, es decir, porque han realizado reportajes críticos de las guerras encabezadas por EUA y Reino Unido, así como de la persecución de Assange.

El verdadero carácter de la conferencia fue capturado en las imágenes de Hunt, rodeado de un conjunto de personal de seguridad y guardaespaldas, entrando en la conferencia y rehusándose a responder preguntas de los periodistas de Ruptly sobre por qué les estaban prohibiendo la entrada y qué pensaba respecto a Assange.

También fue resumida por la declaración de Hunt a un periodista de que Arabia Saudita ya “pagó el precio” por su brutal asesinato de Jamal Khashoggi, porque había sufrido “daños a su reputación”. En otras palabras, los aliados y compradores de armas británicas tienen rienda suelta para descuartizar a periodistas disidentes con sierras para huesos, con tal de que estén dispuestos a pagar el “precio” de denuncias endebles y un poco de publicidad negativa.

La campaña mediática fraudulenta de Hunt sirve para crear un pretexto de “derechos humanos” para las intrigas militares contra Rusia, China y otros países en la mira del imperialismo británico, mientras encubren las acciones antidemocráticas de la élite gobernante británica y sus aliados.

Al mismo tiempo, pretende intensificar la censura del internet bajo la justificación orwelliana de combatir las “noticias falsas” y la “desinformación”. Esto es parte del mismo impulso que las medidas impuestas por Google y Facebook durante los últimos dos años para reducir el tráfico a sitios web progresistas, socialistas y antibélicos, incluyendo el World Socialist Web Site y WikiLeaks.

La conferencia de “libertad de prensa” demostró nuevamente que ninguna facción de la élite política o mediática defenderá a Assange.

Como ha insistido el WSWS y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI), es necesario desarrollar un movimiento de masas de la clase obrera internacional para defender la conspiración política internacional contra Assange, garantizar su libertad y defender todos los derechos democráticos.

El mes pasado, el WSWS y los Partidos Socialistas por la Igualdad afiliados al CICI publicaron un llamado a formar un Comité Global de Defensa para detener la extradición de Assange a EUA y garantizar su libertad y la de Chelsea Manning.

“El objetivo de dicha campaña”, dice la declaración, “debe ser levantar y movilizar a la clase obrera internacional —la gran mayoría de la población y la fuerza social más poderosa del planeta— en defensa de Julian Assange y, de hecho, de los derechos democráticos y sociales de todos los trabajadores”.

El WSWS urge a todos los que estén comprometidos seriamente con la defensa de los derechos democráticos a registrarse y unirse a la lucha por defender a Julian Assange.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de julio de 2019)

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