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Perspectiva

Huelga general anuncia entrada de la clase obrera en las protestas en Hong Kong

La huelga general de trabajadores de Hong Kong el lunes da señal de una nueva etapa en el creciente movimiento de protestas masivas desatado por la ley de extradiciones del Gobierno. Decenas de miles de trabajadores de distintas industrias —incluyendo en el sector ferroviario, los aeropuertos, el servicio civil, ingeniería, construcción, finanzas y bancos— se unieron a las protestas, frenando el sistema de transporte de la ciudad y limitando las operaciones en el aeropuerto internacional.

La huelga no fue organizada por los sindicatos, pero, como todas las protestas, ocurrió según la iniciativa de los trabajadores. La Confederación de Sindicatos (CTU, por sus siglas en inglés), la cual está alineada con la oposición oficial en el Consejo Legislativo de la ciudad —la agrupación pandemócrata— respaldó de forma nominal la huelga, pero no realizó un llamado para que los casi 200.000 miembros de sus sindicatos afiliados participaran.

La entrada de la clase obrera en las protestas apunta a las fuerzas sociales y económicas subyacentes. Las demandas de los líderes de las manifestaciones han estado limitadas hasta la fecha a la anulación total de la ley de extradición, la renuncia de la jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, la eliminación de todos los cargos contra manifestantes, una investigación independiente sobre la violencia policial y elecciones libres y abiertas basadas en sufragio universal.

Sin embargo, la clase obrera no solo se enfrenta la falta de derechos democráticos básicos, sino una crisis económica y social cada vez más profunda. Mientras que los milmillonarios de Hong Kong, muchos de los cuales tienen lazos estrechos con el Partido Comunista de China (PCCh) en Beijing, dominan la vida económica, la mayoría de la población tiene dificultades para sobrevivir en una de las ciudades más caras del mundo. Aproximadamente 20 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza en viviendas hacinadas y de baja calidad y recibe una asistencia social sumamente limitada de Hong Kong.

Las protestas masivas en Hong Kong, las cuales han continuado por más de dos meses y han llegado a movilizar a un cuarto de la población de la ciudad, son parte de un resurgimiento de la clase obrera internacionalmente, impulsado por el recrudecimiento de la crisis del capitalismo global. La ira popular de la oposición ocurre al lado de manifestaciones masivas en el territorio estadounidense de Puerto Rico, huelgas enormes en India y el movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia, para nombrar solo algunas.

Las protestas en Hong Kong pregonan un levantamiento de la clase obrera por toda la región, incluyendo en la misma China. Justo sobre la frontera, decenas de millones de trabajadores industriales trabajan en condiciones altamente explotadoras en la zona económica especial Shenzhen y en ciudades vecinas. La presión de Beijing para que se implementen leyes que permitan extradiciones de Hong Kong a China continental esta motivada por preocupaciones de que la ciudad sea un refugio para disidentes y críticos que puedan desatar la oposición política en China.

Las amenazas poco sutiles del PCCh de utilizar al ejército para suprimir las protestas en Hong Kong se deben al temor de que las huelgas y manifestaciones insten a los trabajadores en otras partes de China a luchar por sus derechos sociales y democráticos. A pesar de la pesada represión policial-estatal y la censura, hay señales de un aumento en las acciones industriales entre trabajadores chinos. El numero de huelgas registrado por el Boletín Laboral de China basado en Hong Kong incrementó de 1.250 en 2017 a más de 1.700 en 2018, una pequeña fracción del total real.

No se puede poner en duda el coraje y la determinación de los manifestantes de Hong Kong para luchar por sus derechos democráticos básicos. Más allá, muchos manifestantes están rechazando a los pandemócratas, quienes representan a capas de la élite corporativa hongkonesa consternadas por la intrusión de Beijing en sus intereses. Sin embargo, lo que hace falta es una clara alternativa política sobre la cual conducir una lucha, no solo contra la Administración en Hong Kong encabezada por Carrie Lam, sino contra el régimen del PCCh en Beijing.

Los siguientes principios fundamentales deben ser la base de la perspectiva política luchada por la clase obrera.

En primer lugar, debe estar basada en el internacionalismo y el rechazo de toda forma de nacionalismo, incluyendo la perspectiva parroquial de los grupos separatistas hongkoneses que culpan a los habitantes de la China continental por deteriorar las condiciones sociales y económicas en la ciudad. Solo es posible enfrentar a la burocracia estalinista en Beijing, y sus socios políticos en Hong Kong, por medio de una lucha unida de todos los trabajadores de China, como parte de un movimiento internacional más amplio contra el capitalismo.

En segundo lugar, la clase obrera debe establecer su independencia política de todas las facciones de la clase gobernante. Aquellas capas de la élite corporativa que apoyan el llamado a expandir los derechos democráticos y la autonomía de Hong Kong solo lo hacen como un empuje para su posición social y ganancias extraídas de la explotación de la clase obrera. Más allá, los trabajadores deben rechazar a aquellos que apelan al imperialismo estadounidense y británico para que intervengan a favor de la democracia en Hong Kong.

Estados Unidos y sus aliados no tienen ningún interés en los derechos democráticos en Hong Kong o en ninguna otra parte. Han explotado reiteradamente la bandera de los “derechos humanos” como un pretexto para sus confrontaciones y guerras. El Gobierno de Trump está acelerando imprudentemente su guerra económica y escalada militar en toda la región del Indo-Pacífico en contra de China. Cualquier apoyo de EUA al movimiento de protesta en Hong Kong no es más que una trama para presionar aún más a Beijing.

En tercer lugar, la lucha por los derechos democráticos de la clase obrera está completamente conectada con la lucha por el socialismo y de los derechos sociales fundamentales a un trabajo digno servicios de salud y educación y viviendas asequibles. La falta de una dirección política en la clase obrera en Hong Kong y en China es ante todo el resultado de la falsa identificación del maoísmo y el estalinismo con el marxismo y el socialismo auténticos.

La construcción de una dirección revolucionaria en la clase obrera china exige el esclarecimiento de las experiencias estratégicas clave del siglo veinte y las traiciones del estalinismo, incluyendo en China. La reaccionaria perspectiva nacionalista del “socialismo en un solo país” que guio a Mao y a la dirección del PCCh generó un desastre tras otro, dando paso a la restauración capitalista a partir de 1978. Si el imperialismo británico estuvo dispuesto a entregarle a China su colonia de Hong Kong en 1997 no fue sobre la base del lema “un país, dos sistemas”, sino de un solo sistema —el capitalismo— en toda China.

Las lecciones históricas necesarias provienen de la lucha del movimiento trotskista mundial —representado hoy por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI)— contra el estalinismo durante casi un siglo. Urgimos a los trabajadores y jóvenes en Hong Kong que están buscando el camino político a seguir a que nos contacten para comenzar un diálogo político sobre estas cuestiones esenciales.

(Publicado originalmente en inglés el 7 de agosto de 2019)

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