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Grupos pequeñoburgueses españoles exigen que Podemos posibilite la asunción de un gobierno socialdemócrata

Después de que el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y presidente del gobierno en funciones Pedro Sánchez no lograra ser confirmado en el congreso como presidente al romperse las conversaciones con Podemos, los grupos pequeñoburgueses que trabajan en la periferia de Podemos están presionando por un acuerdo con el PSOE. Consternados por la ruptura de las conversaciones, exigen que Podemos encuentre una estratagema para poner en el poder a un gobierno en minoría del PSOE antes del plazo de septiembre para convocar nuevas elecciones.

El contenido de clase de estos llamamientos —lanzados por la facción pablista [por Michel Pablo] Anticapitalistas de Podemos, el grupo Izquierda Revolucionaria vinculado al Comité por una Internacional Obrera, y el grupo Lucha de Clases afiliado a la Tendencia Marxista Internacional— es claro. En medio de huelgas en aumento y una oposición política creciente entre los trabajadores a nivel internacional, con huelgas de masas en Portugal, protestas de los “chalecos amarillos” en Francia, y protestas para derrocar al régimen militar argelino, tienen por objetivo apuntalar un gobierno antiobrero del PSOE.

Esto subraya el sucio papel de esos partidos pequeñoburgueses, basados en capas pudientes de la clase media arraigadas en la burocracia sindical y la intelectualidad. Incluso al mismo tiempo que el PSOE aumenta el gasto militar, impone miles de millones de euros en austeridad, y brinda un terreno fértil al ascenso del partido franquista Vox al organizar un juicio farsa contra los nacionalistas catalanes, estos grupos están presionando para apoyar al PSOE. Ellos están apoyando así un giro fascista en la política española, que pone en su mira a la clase trabajadora.

Junto con la formación dirigida por los estalinistas, Izquierda Unida, y los nacionalistas valencianos de Compromís, todos estos grupos exigen que Podemos apoye un gobierno “a la portuguesa”.

En Portugal, el gobierno del Partido Socialista (PS) en minoría del primer ministro António Costa gobierna mediante un acuerdo con el Bloco de Esquerda, vinculado a Podemos, el estalinista Partido Comunista (PCP) y los Verdes. Estos partidos apoyan el gobierno de Costa y le dan sus votos para aprobar presupuestos de austeridad, pero no se unen al gobierno del PS para intentar evitar la ira creciente hacia el PS. El Bloco de Esquerda también se opone a los “chalecos amarillos” y a los huelguistas, a quienes su líder Francisco Louçã denunció ferozmente como “una operación ultraderechista … que usa las redes sociales para incitar una politización agresiva en términos ultraderechistas”.

Anticapitalistas, Izquierda Revolucionaria y Lucha de Clases, todos ellos están ofreciéndose a jugar el mismo papel dentro de España —es decir, no unirse formalmente al gobierno para intentar evitar quedar expuestos por sus políticas de tipo fascista, pero aún así apoyarlo. Esta propuesta es casi indistinguible de la propaganda del propio PSOE. En una carta a los miembros del PSOE, Sánchez recientemente también apoyó llamamientos a construir un gobierno basado en el “modelo portugués” de Costa.

Los Anticapitalistas publicaron una declaración titulada “Cambiar la orientación. No repetir errores. Construir la alternativa”. En ella piden a la dirección de Podemos que “negoci[e] desde la izquierda un acuerdo programático de investidura” con el PSOE, basado en 20 demandas “a cambio de permitir el gobierno de Sánchez”.

Como todos esos grupos pequeñoburgueses, los Anticapitalistas argumentaban que la población puede confiar en que Podemos presione al gobierno del PSOE para conseguir políticas progresistas. Podemos, afirman, se pasará “a la oposición, condiciona[ndo] con los votos la acción legislativa y gubernamental”. Dicen que Podemos podría “brindarle al gobierno medios financieros a través de una reforma fiscal progresista que aumente en serio los impuestos a las grandes rentas y fortunas, así como a grandes compañías y bancos, y al mismo tiempo ignorar las imposiciones de Bruselas sobre el déficit fiscal”.

De manera semejante, Izquierda Revolucionaria publicó una declaración insistiendo en que Podemos “no tiene que impedir que Sánchez forme su Gobierno, pero eso no implica su participación en el Ejecutivo del PSOE”. Propone “desenmascarar los intereses ocultos” que defiende el PSOE exigiendo el rechazo a “todas las leyes reaccionarias aprobadas por el [derechista Partido Popular] PP”, la “reversión de todos los recortes sociales”, devolver el dinero del rescate a los bancos, un “incremento drástico de las partidas de sanidad y educación públicas en los próximos presupuestos”, y más.

Lucha de Clases publicó una declaración titulada “Fracasó la primera investidura de Sánchez ¿Y ahora, qué?”. Exige que Podemos rechace la participación en un gobierno dirigido por el PSOE, “mientras que se apoya cada medida progresista que Sánchez se viera obligado a implementar para diferenciarse de la derecha, por leve que fuera”. Y “el voto de UP [Unidas Podemos] irá encaminado a cerrar el paso a la reacción representada por PP, C’s y VOX, dejando gobernar en solitario al PSOE, fuerza por ahora más votada por las capas progresistas de la sociedad”.

La afirmación de que apoyar al PSOE le permite a Podemos presionar para obtener medidas progresistas es un fraude. El PSOE, igual que el Partido Socialista francés o los socialdemócratas alemanes, libra guerras despiadadas e impone miles de millones de euros en austeridad contra los trabajadores. Es más, partidos como Podemos son ellos mismos partidos de la austeridad y del militarismo de Estado policial: el aliado griego de Podemos, el recientemente desbancado del gobierno, Syriza (“Coalición de la Izquierda Radical”), implementó una austeridad feroz, armó a Arabia Saudí en la guerra contra Yemen y encerró a decenas de miles de inmigrantes en campos escuálidos.

Estos acontecimientos revelan el abismo de clase que separa al Comité Internacional de la Cuarta Internacional de los diferentes partidos pequeñoburgueses que orbitan alrededor de Podemos. Mientras el CICI plantea un programa socialista para movilizar a los trabajadores a lo largo de Europa y del mundo contra todos los partidos burgueses reaccionarios, estos partidos están buscando desesperadamente bloquear el surgimiento de las resistencia de las masas promocionando al desacreditado PSOE.

El papel reaccionario de Podemos y sus satélites políticos, y el de la estrategia “portuguesa” que proponen, es bien comprendido en el establishment gobernante. En Portugal, el principal diario financiero O Jornal Econ ó mico comentó que el Bloco de Esquerda y el PCP “apoyan al gobierno socialista [pero] ahora tienen que distanciarse de él para capitalizar todo el descontento”.

Los partidos pequeñoburgueses que exigen una solución “portuguesa” están participando en un enconado debate en el interior de la élite gobernante acerca de cómo asegurar que los asuntos del capitalismo español sigan funcionando a pesar de la ira social creciente y la oposición política de la clase trabajadora.

El Secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, se ha opuesto al modelo portugués, declarando que “ya lo probamos y fracasó”, refiriéndose al último gobierno del PSOE apoyado por Podemos: “La última vez que probamos la vía portuguesa en España, el Gobierno duró 8 meses, fracasaron los Presupuestos Generales del Estado y hubo que volver a convocar elecciones anticipadas”.

Y los propios partidos pequeñoburgueses españoles explican que su llamamiento a apoyar al PSOE desde fuera del gobierno es poco más que un ardid cínico para evitar asumir la responsabilidad por las políticas derechistas del gobierno que están apoyando.

Anticapitalistas argumentan en contra de entrar en un gobierno del PSOE, comentando que “Entrar en un gobierno liderado por el PSOE es atarse de pies y manos a un partido que ha demostrado que lo que realmente hace es descafeinar los deseos de cambio populares. El PSOE es hoy uno de los garantes del régimen político monárquico de 1978 y de los Tratados antisociales de la Unión Europea, aspectos ambos que determinan la orientación estratégica de su acción gubernamental”.

Izquierda Revolucionaria declara que “Entrar en el Gobierno de Pedro Sánchez implica pagar una factura muy elevada: [los de Podemos] tendrán que avalar sus políticas y hacerse cómplices de sus decisiones”. Lucha de Clases argumenta que Podemos debe quedarse fuera del gobierno para evitar “todo el peso de la responsabilidad en Sánchez por las medidas antisociales que el capitalismo español demanda del Gobierno”.

Los análisis de estos partidos muestran que sus llamamientos a apoyar un gobierno del PSOE los implica en preparar las medidas antisociales, militaristas y antidemocráticas contra los trabajadores de España y del mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de agosto de 2019)

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