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Autoridades rusas continúan medidas severas contra protestas de oposición

En una nueva protesta por la oposición liberal burguesa en Moscú el sábado, las autoridades rusas continuaron su mano dura violenta, arrestando a al menos 600 personas. Encabezados por oponentes pro-EUA de presidente Vladímir Putin, los manifestantes están exigiendo que los candidatos opositores, a quienes les han prohibido a participar en las elecciones del Ayuntamiento de Moscú el 8 de septiembre, se incluyan en la balote.

Los medios rusos sugirieron que la participación en la protesta de sábado fue similar a la de la última semana, cuando entre 3.000 y 5.000 personas marcharon por el centro de la ciudad. La protesta se enfrentó con una presencia de estilo militar de la guardia nacional rusa y su subdivisión, las fuerzas paramilitares de OMON, resultando en el arresto de más de 1.300 personas.

Como la última protesta, la de sábado no había sido autorizada. Organizadores oficialmente lo llamaron un “paseo”. Muchos de los manifestantes llevaron una bandera rusa. La presencia de la policía y fuerzas paramilitares fue muy similar a la de la última semana, con al menos la misma cantidad de OMON y fuerzas policiales que hubo manifestantes. Aviones pertenecidos a la guardia nacional rusa o la policía volaban sobre el centro de la ciudad.

OMON y la policía usaron gas lacrimógeno en la plaza Pushkin, cerraron varias estaciones del subterráneo, y pegaron a manifestantes con porras. Hubo varios reportes de transeúntes arrestados violentamente. Entre ellos fue Alexander Svidersky, un diputado de Rusia Unida, el partido dirigente, y miembro de la comisión electoral del distrito, quien fue arrestado mientras paseaba a su perro. Según testigos, OMON incluso invadió el restaurante McDonald’s local para arrestar a varios manifestantes que se intentaban esconder allí.

El periódico Nezavisimaya Gazeta reportó que a muchos de los arrestados les tomaron las huellas digitales y les sacaron fotografías de prontuario. El periódico dijo que antes de las protestas, hubo amenazas de las autoridades que jóvenes varones participando correrían el riesgo de ser reclutados al servicio militar. El número oficial de arrestados es 600, pero la prensa rusa sugiere que aproximadamente el mismo número fueron detenidos en la manifestación de la última semana, es decir, más de 1.000 personas.

La mayoría de los líderes de la oposición liberal, derechista Alexei Navalny incluido, y la mayoría de candidatos prohibidos de la balote, entre ellos Ilya Yashin y Lyubov Sobol, ahora están en la cárcel, con sentencias de hasta 30 días (en el caso de Navalny). A Sobol le arrastraron de un taxi el sábado y la arrestaron mientras estaba en camino al mitin. Uno de sus ayudantes fue arrestado el viernes y acusado de instigar “disturbios masivos”, un cargo que lleva hasta 15 años en prisión.

La continuación de la mano dura violenta contra protestas de oposición es una indicación de una crisis política y social profunda en Rusia. Predeciblemente, los medios proimperialistas en el Occidente han aclamado las protestas como un desafío bien recibido a la presidencia autoritaria de Putin. La UE condenó las medidas severas contra las manifestaciones, y la embajada estadounidense en Moscú declaró que la respuesta de sábado por las autoridades rusas “socava los derechos de ciudadanos a participar en el proceso democrático”.

Tales declaraciones son totalmente hipócritas. Los gobiernos en la UE y EU son culpables por medidas severas contra protestas en sus propios países, incluyendo contra los apoyadores del separatismo catalán en España y las protestas de los chalecos amarillos en Francia. Han preparado campos de concentración para inmigrantes y refugiados. Presidente Donald Trump de Estados Unidos ha estado incitando violencia fascista por sus tweets y mítines, resultando en una serie de tiroteos masivos durante las últimas dos semanas que han acabado con las vidas de docenas de personas.

Los poderes imperialistas apoyan las protestas, pero no por ninguna preocupación por los derechos democráticos, sino porque, de todas las facciones de la oligarquía rusa, el programa de la oposición liberal alinea con los intereses del imperialismo occidental más estrechamente.

A lo contrario de lo que los medios como el New York Times y el Washington Post quisieran que crean sus lectores, la denominada oposición liberal rusa no tiene nada que ver con la defensa de derechos democráticos. Expresa los intereses de una sección de la oligarquía que emergió con la restauración del capitalismo en la Unión Soviética así como ciertas capas de la clase media alta que buscan una alianza más estrecha con el imperialismo estadounidense y un cambio de personal en el Kremlin.

Personajes como Navalny, quien por años ha sido preparado y entrenado por Washington, no han intentado esconder su apoyo por el movimiento de protestas derechista Maidan en Ucrania en 2013-2014, que culminó en un golpe de estado respaldado por imperialismo y encabezado por fascistas en febrero de 2014 que derrocó al presidente pro-Rusia Viktor Yanukovych. Alianzas con fuerzas pseudoizquierdistas así como fascistas han sido normales durante años por la oposición liberal rusa.

Mientras la oposición liberal ha intentado apelar recientemente al descontento masivo social dentro de la población obrera, es en realidad profundamente hostil a los intereses de la clase obrera y ha fallado a atraer ningún apoyo amplio en la población.

La mano dura contra la oposición surge por parte del nerviosismo extremo en el Kremlin sobre el creciente impulso bélico estadounidense, especialmente en el Oriente Medio. Una guerra encabezada por EUA contra Irán desestabilizaría regiones vastas en las fronteras de Rusia y podría causar una nueva guerra mundial, atrayendo a Rusia y a los otros poderes principales.

Una indicación inicial del impacto desestabilizador de las provocaciones estadounidenses en la región fue el movimiento de protesta anti-Rusia que comenzó en Georgia en julio, con el respaldo no realmente sutil de EUA. Las protestas causaron la escalada de tensiones entre Rusia y Georgia, resultando en una de las crisis más graves en sus relación desde que los dos países batallaron una breve guerra en el verano de 2008 (véase también: “Tensiones entre Rusia y Georgia se intensifican entre la crisis de guerra con Irán”).

Sin embargo, el temor más grave del Kremlin es el resurgimiento de la lucha de clases internacionalmente, un proceso que ya ha provocado protestas masivas en Puerto Rico y Hong Kong, y huelgas grandes en México y por toda Europa, pronto extenderá a Rusia. Índices de aprobación por Putin y el partido dirigente Rusia Unida han estado cayendo durante el último año. Millones están llenos de ira sobre la elevación de la edad de jubilación, el asalto más amplio contra las condiciones de vida de la población en décadas.

La última semana, la agencia oficial de estadísticas Rosstat emitió nuevas cifras testificando un crecimiento en curso de la pobreza extrema en Rusia. Los clasificados como “extremamente pobres”, indicando que necesitan vivir con menos de 9.828 robles al mes (aproximadamente $150), ahora suman 21 millones, o 14,3 por ciento de la población, un crecimiento de los 19,6 millones en 2018.

Mientras tanto, desde 2016, el decil máximo del país fue dueño de 89 por ciento de riqueza doméstica, haciendo que Rusia sea uno de los países más desiguales en el mundo. Unas 122.000 personas en Rusia pertenecen al 1 por ciento más rico, y hay más de 79.000 que son millonarios en dólares estadounidenses que viven en el país.

Con las medidas enérgicas violentas contra las protestas por la oposición liberal, el Kremlin busca no solo intimidar la oposición a la desigualdad social y otras cuestiones, pero también preparar las fuerzas estatales para una mano dura contra el surgimiento de oposición masiva en la clase obrera.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de agosto de 2019)

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