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Protestas en Hong Kong se enfrentan a denuncias y amenazas

Por segundo día consecutivo, los manifestantes que ocupan el aeropuerto internacional de Hong Kong han detenido cientos de vuelos, provocando nuevas amenazas de Beijing, condenas de los funcionarios de Hong Kong y llamados de los líderes patronales de la ciudad a reestablecer el orden.

El enfrentamiento político en Hong Kong que comenzó con protestas masivas a principios de junio se ha convertido en un factor importante que contribuye a la inestabilidad financiera y económica mundial. La ciudad ha funcionado como un punto de entrada clave y una base de operaciones para inversores extranjeros y corporaciones que realizan negocios en China. Como resultado, el aeropuerto de Hong Kong es uno de los más activos del mundo tanto para pasajeros como para carga.

Ayer, en medio de una ocupación de miles, las autoridades del aeropuerto se vieron obligadas a detener todos los servicios de registro para vuelos después de las 4.30 p.m., lo que resultó en la cancelación de unas 300 salidas. Los enfrentamientos estallaron entre la policía antidisturbios en la noche después de que los manifestantes capturaran a un hombre de China continental al que acusaron de ser un agente de policía encubierto.

Oficial de policía dispara gases lacrimógenos en aeropuerto de Hong Kong

Según el South China Morning Post, la policía antidisturbios usó gas pimienta en el aeropuerto para expulsar a los manifestantes. Informó que hasta esta mañana solo quedaba un pequeño grupo de unos 30 manifestantes.

La ocupación del aeropuerto ha aumentado dramáticamente las apuestas en la confrontación política que ahora se encuentra en su décima semana. Las grandes protestas en junio sobre la legislación planificada para permitir extradiciones de Hong Kong a China se han transformado en un movimiento de protesta que presenta demandas democráticas más amplias, incluyendo medidas contra la violencia policial y elecciones libres basadas en el sufragio universal.

La administración de la ciudad, dirigida por la directora ejecutiva Carrie Lam y respaldada por Beijing, se ha negado rotundamente a hacer concesiones a los manifestantes, aparte de suspender la legislación. En una conferencia de prensa ayer, Lam denunció las "actividades ilegales" de los manifestantes, defendió las acciones violentas de la policía y advirtió que "las actividades de disturbios han llevado a Hong Kong al borde del no retorno".

Los comentarios de Lam se hicieron eco de los de los líderes empresariales de Hong Kong en medio de la caída de los precios de las acciones y los temores de una recesión económica, especialmente en el sector inmobiliario. Swire Pacific, un rico imperio empresarial de propiedad familiar que posee la aerolínea Cathay Pacific y una extensa cartera de propiedades, emitió una declaración condenando "las actividades ilegales y el comportamiento violento" y le dio a Lam y a la policía todo el apoyo "en sus esfuerzos por restaurar la ley y el orden”. Sun Hung Kai Properties, controlada por la tercera familia más rica de Asia, también pidió el martes la restauración del orden social y respaldó a Lam.

Secciones de la élite empresarial de Hong Kong, preocupadas por la usurpación de Beijing de sus intereses, inicialmente habían apoyado las protestas contra el proyecto de ley de extradición, pero ahora están pidiendo el fin del movimiento de protesta. El magnate inmobiliario Peter Woo dijo en un comunicado el lunes que las protestas ya habían obligado al Gobierno a archivar la legislación y afirmó que algunas personas estaban utilizando el problema para "provocar problemas a propósito".

Sin embargo, los manifestantes insisten en que el proyecto de ley de extradición se retire por completo. Además, subyacen preocupaciones más fundamentales sobre la falta de derechos democráticos básicos en Hong Kong y la crisis social que enfrentan los trabajadores y los jóvenes en una de las ciudades más caras del mundo.

El abismo social entre el puñado de multimillonarios que dominan económica y políticamente Hong Kong y la gran mayoría de la población de la ciudad es enorme. Los bajos salarios, la inseguridad económica, la falta de oportunidades para los jóvenes, las viviendas inasequibles y los servicios de asistencia social miserables están alimentando el descontento y la ira.

Como el comentarista del Financial Times, Jamil Anderlini, señaló esta semana: “Hoy, las mayores fortunas en Hong Kong dependen del control de la tierra y la propiedad en el mercado inmobiliario más caro del mundo. El salario promedio mensual en Hong Kong es de alrededor de $HK17,500 ($US2,230), mientras que el alquiler promedio de un apartamento de una habitación en el centro de la ciudad es de $HK16,500".

La entrada de la clase trabajadora en el movimiento de protestas, marcada por la convocatoria de una huelga general que involucró a decenas de miles la semana pasada, está provocando temor en las clases dominantes no solo en Hong Kong y Beijing, sino internacionalmente. La respuesta aplacada ante las amenazas de intervención china para reprimir las protestas refleja la preocupación en los círculos gobernantes de que los eventos en Hong Kong podrían reproducirse en ciudades de todo el mundo.

El régimen del Partido Comunista Chino (PCCh) ha aumentado sus denuncias contra los manifestantes. En comentarios el lunes, un portavoz de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao calificó a los manifestantes como "desquiciados" y declaró que "aparecían los primeros signos de terrorismo", sentando las bases para la intervención militar china.

El South China Morning Post informó que un convoy de camiones con policías fuertemente armados había llegado el lunes a Shenzhen, una importante ciudad china y zona económica especial, justo al otro lado de la frontera con Hong Kong. Mientras que un experto militar con sede en Beijing le dijo al periódico que los movimientos eran parte de ejercicios regulares y no eran motivo de preocupación, los periódicos chinos de propiedad estatal, el People's Daily y Global Times, publicaron videos del convoy y advirtieron a los manifestantes de Hong Kong que podrían enfrentar graves consecuencias.

El People's Daily publicó una declaración en las redes sociales diciendo que la Policía Popular Armada está en Shenzhen preparada para manejar "disturbios, violencia mayor y delitos y temas de seguridad social relacionados con el terrorismo". En una publicación en las redes sociales en chino el martes, The Global Times declaró que, "si los manifestantes de Hong Kong no pueden leer las señales de que la policía armada se ha reunido en Shenzhen, entonces están pidiendo su autodestrucción", según una traducción de CNBC.

Estos comentarios también están dirigidos a envenenar a la opinión pública en el continente chino, reflejando temores profundos en Beijing de que las protestas en Hong Kong provoquen disturbios sociales entre los trabajadores chinos por la falta de derechos democráticos y el deterioro de las condiciones sociales en el continente.

Los medios de comunicación chinos de propiedad estatal también acusaron a Estados Unidos de ser la "mano negra" detrás de las protestas de Hong Kong y de intentar fomentar una "revolución de color" en las puertas de China. Indudablemente, los funcionarios estadounidenses observan de cerca los eventos en Hong Kong y calculan si se pueden utilizar para promover los intereses estadounidenses.

Sin embargo, a pesar de que la Administración de Trump denunciara de forma estridente y provocativa a Beijing en temas de comercio y sobre focos de conflicto estratégicos y peligrosos como el mar de China Meridional, no ha hecho tales comentarios sobre las protestas de Hong Kong.

En un tuit ayer, Trump comentó que China estaba movilizando tropas a Hong Kong, pero lejos de oponerse a la decisión, pareció apoyarlo. “Nuestra inteligencia nos ha informado que el Gobierno chino está trasladando tropas a la frontera con Hong Kong. ¡Todos deben estar tranquilos y seguros!”, comentó.

En declaraciones a los medios de comunicación al principio del día, Trump prácticamente mostró simpatía hacia las autoridades chinas y de Hong Kong, diciendo: "Lo de Hong Kong es una situación muy difícil, muy difícil. Veremos qué sucede". Luego agregó: "Espero que funcione para todos, incluida China. Espero que funcione pacíficamente. Espero que nadie salga lastimado. Espero que nadie sea asesinado”.

Los comentarios de Trump solo subrayan la unidad de clase básica entre las clases dominantes en los EUA, China y en todo el mundo contra el resurgimiento de la lucha de la clase trabajadora a nivel internacional, de la cual las protestas en Hong Kong son una expresión inicial.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de agosto de 2019)

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