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Comandante estadounidense afirma que Armada está lista para intervención en Venezuela

El martes, el almirante Craig Faller al mando del Comando Sur estadounidense, realizó la amenaza más explícita hasta ahora de intervención militar contra Venezuela, mientras reafirmó los esfuerzos de consolidar el control neocolonial estadounidense en América Latina.

Mientras presidía el ejercicio militar naval UNITAS en Río de Janeiro, el cual incluye fuerzas de nueve países latinoamericanos, Japón, Reino Unido, Portugal y la Armada y Marines de Estados Unidos, Faller declaró que el evento busca “enviar un mensaje a [el presidente venezolano Nicolás] Maduro y a otros socios que no compartan los mismos valores”.

“No hablaré sobre detalles de lo que estamos planeando ni de qué estamos haciendo, pero estamos listos para implementar decisiones políticas y seguimos sobre las untas de nuestros pies”, dijo refiriéndose a Venezuela. “La Armada de Estados Unidos es la armada más poderosa del mundo. Si se toma una decisión política de enviar a la Armada, estoy convencido de que podremos hacer lo que se necesita hacer”.

Las declaraciones siguen la decisión del Gobierno de Trump el 5 de agosto de congelar todos los activos del Gobierno venezolano en EUA, bloquear todas las transacciones con entidades estadounidenses y amenazar con sanciones secundarias a firmas o Gobiernos extranjeros que “apoyen” Caracas. Al mismo tiempo, varios reportes recientes han revelado que el presidente estadounidense Donald Trump ha solicitado repetidamente un bloqueo naval completo de la costa caribeña de Venezuela.

Después de las medidas del 5 de agosto, que constituyen un bloqueo económico —un acto de guerra— Maduro se vio obligado a retirar a su Gobierno de las negociaciones en Barbados con representantes de la oposición venezolana respaldada por EUA.

Incluso mientras Faller hacía sus declaraciones, sin embargo, tanto Trump y Maduro confirmaron que oficiales de sus Gobiernos están teniendo reuniones directas.

Trump dijo a reporteros que su Gobierno está conversando con “varios representantes de Venezuela… No quiero decir quiénes, pero se trata de un muy alto nivel”.

Unas pocas horas después, Maduro indicó en una declaración televisada que “por varios meses” ha autorizado “reuniones secretas en lugares secretos” con Washington. “Reafirmo que estamos buscando todas las vías de diálogo para que el presidente Donald Trump escuche la verdad de Venezuela y la voz de la Revolución Bolivariana. Buscamos regularizar el conflicto que existe con el imperio de los Estados Unidos. Creo en el diálogo. Creo en la paz”, añadió.

La escalada de amenazas y reuniones “secretas” reflejan la impaciencia de Washington respecto a su operación de cambio de régimen en Venezuela después del fracaso de presionar por medio de sanciones económicas que el ejército y la burocracia estatal derrocaran a Maduro y se instalara un régimen títere encabezado por el autoproclamado “presidente interino”, Juan Guaidó.

El Associated Press reportó el miércoles que los líderes de la oposición también continúan reuniéndose en Washington, que se ha convertido la nueva sede de las charlas.

Pese a toda la retórica “antiimperialista” de Maduro y su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y a pesar de la enorme impopularidad de la oposición respaldada por EUA, Caracas está efectivamente capitulando al Gobierno de Trump.

El miércoles, el Wall Street Journal citó a oficiales anónimos de Caracas y Washington que afirmaron que los oficiales del Gobierno de Maduro estaban negociando un camino hacia elecciones presidenciales anticipadas a cambio de que no haya represalias y la oportunidad de permanecer en la política.

En medio de crecientes amenazas de Washington, esta capitulación conlleva enormes peligros para los trabajadores en Venezuela y por toda la región, ya que envalentona al Gobierno de Trump a perseguir un curso aún más desenfrenado.

Después de que las reuniones se hicieran públicas, el asesor de seguridad nacional de EUA, John Bolton, insistió en un tuit el miércoles que “Maduro debe irse”. A pesar de que Maduro reconociera estar involucrado en las reuniones, Bolton añadió: “Los únicos temas discutidos por aquellos que nos contactaron detrás de las espaldas de Maduro fueron su salida y elecciones libres y justas”.

El último mes, en una reunión con el presidente ecuatoriano Lenín Moreno, el secretario de Estado de EUA, Mike Pompeo, señaló que “parece incomprensible que pudieras tener elecciones libres y justas con Maduro aún en terreno venezolano”, pero añadió inmediatamente: “No quiero descartar la posibilidad de que alguien encuentre una manera astuta de hacerlo…”.

Luego, más temprano este mes, Faller había declarado en Colombia que el Comando Sur está preparándose para el “día después de Maduro” que describió como “el punto en el tiempo en que un Gobierno legítimo, no un Gobierno de Maduro, le pida a Estados Unidos y a otros a ir a Venezuela a ayudar”.

Después de que se encogiera la economía a un tercio de su tamaño, de que se sumiera a la mayoría de la población en pobreza y se desplazara a millones de venezolanos al extranjero, cualquier Gobierno futuro burgués profundizará el sufrimiento de los venezolanos para pagar sus $150 mil millones en deudas a las élites financieras internacionales y para entregarles el control de los yacimientos petroleros a los conglomerados energéticos con sede en EUA.

Solo una brutal dictadura policial-estatal podría avanzar estas políticas contra la oposición masiva, independientemente de cómo se repartan el poder, o si se lo reparten del todo, la dirección del PSUV, los partidos ultraderechistas de la oposición y las fuerzas de ocupación estadounidenses.

El Gobierno de Trump y secciones cada vez mayores de la clase gobernante venezolana están esperando que un acuerdo, vendido como una “regularización del conflicto” con el imperialismo, como expresó Maduro, se pueda utilizar para desarmar política y físicamente a una clase trabajadora cada vez más combativa.

Al mismo tiempo, los esfuerzos de Washington de expulsar la influencia económica rusa y china en Venezuela y la región amenaza con un conflicto militar entre potencias con armas nucleares.

En medio del temor de sanciones estadounidense, la estatal rusa Rosneft ha llegado a administrar directamente una porción mayor de las exportaciones petroleras venezolanas—de 40 por ciento en julio a 66 por ciento este mes—, enviando el crudo a refinerías en China e India, según Reuters.

Rosneft también controla el 49,9 por ciento de la rama en Estados Unidos de la estatal venezolana PDVSA, Citgo, cuyo control fue capturado por Washington. Cualquier reclamo de Rusia podría hacer que el Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos (CFIUS) “lo bloquee con base en que el control de la mitad de Citgo por parte de Rosneft amenaza la seguridad nacional de EUA”, escribió Forbes más temprano este año. “Sería un enfrentamiento interesante entre Venezuela, Rusia y EUA”.

Venezuela y Rusia firmaron un acuerdo la semana pasada acordando a enviar buques de guerra a puertos mutuos. El miércoles, el canciller ruso Sergei Lavrov se reunió con la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en Moscú. Lavrov prometió defender el “derecho [de Caracas] de elegir independientemente sus propios rumbos de desarrollo y de oponerse a todos los métodos unilaterales de chantajeo y presión”.

En marzo, dando muestra de la estrategia más amplia de Estados Unidos, Héctor Schamis, profesor de la Escuela de Servicio Exterior en Estados Unidos escribió en El Pa í s, “sin OTAN y sin tropas americanas Milosevic no habría acudido a la mesa de negociación diplomática. Mucho menos habría muerto como prisionero en La Haya en 2006 sino probablemente en el poder. Maduro tal vez conozca la historia”.

Después del brutal bombardeo de la OTAN en Yugoslavia a principios de 1999, Milosevic acordó a convocar elecciones presidenciales para el 24 de septiembre de 2000. Terminó de segundo tras la Oposición Democrática de Serbia (DOC) financiada por Occidente en una contienda de varios candidatos, pidió una segunda ronda y luego fue derrocado el 5 de octubre en un “golpe de Estado político organizado por el Gobierno de EUA y las potencias europeas para garantizar su control indisputable sobre la península de los Balcanes”, como reportó el WSWS en el momento.

Desde el principio del siglo, los esfuerzos del imperialismo estadounidense para contrarrestar su crisis de hegemonía económica globalmente por medios militares solo se han vuelto más agresivos, con los demócratas y republicanos ambos apoyando la campaña contra Venezuela y compitiendo por ser el partido más militarista, especialmente en cara a un nuevo giro económico negativo.

En Venezuela, Estados Unidos, Rusia, China y en todo el mundo, millones de trabajadores están entrando en lucha contra los ataques a sus empleos, salarios y servicios sociales. Este movimiento debe unirse conscientemente por encima de las fronteras e independientemente de todos los partidos burgueses, sindicatos y sus apologistas pseudoizquierdistas, en una lucha contra la resubyugación colonial y las guerras imperialistas y para abolir su fuente: el sistema capitalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de agosto de 2019)

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