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Perspectiva

Campaña de juicio político contra Trump profundiza la crisis política en EUA

Con el anuncio el martes de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, de que la mayoría demócrata ha comenzado una investigación sobre un juicio político contra el presidente Donald Trump, la crisis política en Estados Unidos ha entrado en una nueva y explosiva etapa.

La cuestión inmediata que desató el conflicto fue la llamada del 25 de julio entre Trump y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, que fue reportada inicialmente a la prensa este mes por un agente de inteligencia anónimo. El miércoles por la mañana, bajo presión de todas las secciones del Estado y los medios, Trump publico un resumen de la llamada telefónica.

El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer de Nueva York, sostiene una copia de la transcripción inédita emitida por la Casa Blanca sobre una llamada entre el presidente Donald Trump y el presidente ucraniano, según Schumer discute con la prensa la indagación sobre el juicio político contra el presidente Trump, el miércoles 25 de septiembre de 2019 en Capito Hill, Washington (AP Photo/Jacquelyn Martin)

El contenido de la discusión confirma el gansterismo que caracteriza al “comandante en jefe” de EUA. Trump urgió a su contraparte ucraniana a que iniciara una investigación sobre las actividades de Hunter Biden, el hijo de un posible contendiente demócrata en las elecciones presidenciales de 2020, el exvicepresidente Joe Biden.

Más de un político y comentarista comparó el lenguaje utilizado por Trump —incluso en la forma esterilizada que ofreció la Casa Blanca— al matonismo de las mafias. Después de que Zelensky solicitara más ayuda armamentística, que Trump ordenó que se congelara, el mandatario norteamericano dice, “Me gustaría que nos hagas un favor”. Luego menciona la cuestión de investigar al hijo de Biden y al propio Biden.

El carácter del Gobierno fue subrayado por el discurso de Trump el martes ante las Naciones Unidas, donde empleó el lenguaje de la derecha fascista, denunciando a los “globalistas” que quieren “reemplazar” la identidad nacional mientras intensifican sus diatribas contra “el socialismo y el comunismo”.

Hasta este punto, la dirección del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes se había negado a iniciar un juicio político contra Trump por temor a abrir una brecha en Washington con consecuencias impredecibles, incluyendo una intervención desde abajo. No obstante, desde el miércoles por la tarde, más de la mayoría de la Cámara de Representantes, unos 217 demócratas y un independiente, indicaron estar a favor de iniciar un juicio político.

Como siempre, la decisión de los demócratas de avanzar de forma más agresiva está determinada por consideraciones de facciones poderosas dentro del aparato militar y de inteligencia.

En un artículo publicado el miércoles por la noche, el New York Times detalló las conexiones que Pelosi ha tenido desde hace mucho con las agencias de inteligencia, así como el papel decisivo que ha tenido en la decisión sobre el juicio político, un lazo reconocido por la propia Pelosi:

Para la Sra. Pelosi, las implicaciones de inteligencia y seguridad nacional de las últimas acusaciones contra el Sr. Trump ayudaron a cambiar la situación. Desde mucho antes de convertirse en presidenta legislativa, la Sra. Pelosi fue la principal demócrata en la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, presidiendo las operaciones secretas del aparato de seguridad nacional y ayudando a redactar la legislación que rige la forma en que los oficiales de inteligencia presentan una denuncia y cómo se comparte dicha información con el Congreso.

Percibió las últimas acusaciones contra el Sr. Trump —de que presionó al presidente ucraniano para que investigara a un rival político líder y luego intentó enterrar una denuncia de un oficial de inteligencia detallando este esfuerzo— como una flagrante perversión del proceso.

Los oponentes demócratas de Trump no se oponen a emplear matonismo contra países más débiles. Solo se oponen a que Trump intimide a Ucrania con fines políticos propios en vez de los intereses más amplios de la élite gobernante y el imperialismo estadounidenses. Ese es el contenido de las denuncias de los demócratas contra Trump de que está vulnerando la “seguridad nacional”. Incluso algunos comentaristas en los medios han ido tan lejos como para declarar que Trump es culpable de traición, una ofensa capital.

Hay consideraciones más amplias que la llamada con el presidente ucraniano. Para secciones poderosas de la élite gobernante, Trump perdió la poca credibilidad y utilidad que tenía.

Consideran que su política exterior es cada vez más errática y peligrosa: llegar al borde de una guerra con Irán para luego replegarse; negociar con el Talibán en Afganistán y luego cancelar el acuerdo en el último minuto; provocar una guerra comercial con China y amenazar en el proceso vastos intereses corporativos en comercio y finanzas en EUA; amenazar a Corea del Norte con una aniquilación nuclear para luego declarar su admiración por Kim Jong-un; y, ante todo, alejarse de la política provocativa del Gobierno de Obama contra Rusia.

En política interna, los recortes de impuestos para las empresas de 2017 ya son una memoria lejana, a medida que la economía estadounidense se dirige hacia una recesión. Trump también ha iniciado una campaña pública contra la junta directiva de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, ya que sus políticas para defender los intereses de la aristocracia financiera en su conjunto contrarían los fines electorales inmediatos del mandatario. Cabe notar que la respuesta del mercado bursátil al inicio de la investigación sobre un juicio político contra Trump fue marcar su mejor día en dos semanas.

El anuncio del juicio político fue una sorpresa para el equipo de Trump, algo visto en la reacción confundida y en pánico de la Casa Blanca. Ha tenido que abandonar de bloquear al Congreso al 100 por ciento y, en cambio, se vio obligado a entregarle documentos, comenzando por el resumen de la llamada de Trump-Zelensky. Luego entregó la denuncia del oficial de inteligencia anónimo contra Trump, la cual ya está en manos de los comités de inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado.

Según varios reportes de prensa, los congresistas líderes demócratas favorecen limitar la investigación sobre el juicio político al tema de Ucrania, excluyendo cualquier cosa relacionada con los ataques de Trump a los inmigrantes, sus violaciones de la Constitución y otros ataques contra los derechos democráticos.

En una reunión el miércoles, Pelosi, el líder de la mayoría, Steny Hoyer, y el presidente de la comisión de Asuntos Judiciales, Jerry Nadler, presuntamente todos expresaron apoyo a un juicio político “estrecho” enfocado en la acusación de que Trump es culpable de promover sus propios intereses políticos a expensas de la “seguridad nacional” de EUA.

El Partido Demócrata no representa una alternativa auténtica a los ataques de Trump contra los derechos democráticos y la promoción e las fuerzas fascistas. Representa un camino diferente al mismo destino: el gobierno autoritario, con base en elevar el aparato militar y de inteligencia a la posición de juez supremo de la política estadounidense.

Incluso si logran deponer a Trump, el vicepresidente Mike Pence, quien ha estado identificado con la derecha fundamentalista cristiana desde hace mucho, no es una figura nada menos reaccionaria.

Trump solo es un síntoma de un malestar mucho más profundo. No existe ningún apoyo auténtico a los derechos democráticos y principios constitucionales en toda la élite gobernante estadounidense, la cual está obsesionada por el peligro de un movimiento desde abajo que amenace sus ganancias, riqueza y privilegios. La iniciación de los procedimientos de un juicio político deja la mesa servida para esta intensificación de la crisis política, en la que no habrá ninguna falta de giros y sorpresas.

La cuestión decisiva en esta crisis es el accionar independiente de la clase obrera en oposición a ambas facciones capitalistas.

En su declaración de junio de 2017, Un golpe palaciego o la lucha de clases, el World Socialist Web Site analizó el conflicto dentro de la clase gobernante a una etapa más temprana de su desarrollo. Explicó que, “al mismo tiempo, está en desarrollo un tercer conflicto que es totalmente diferente a los otros dos —aquel entre la clase gobernante y la clase obrera, la amplia masa de la población que sufre de malestares sociales y se encuentra completamente excluida de la vida política—”.

Durante los últimos dos años, este conflicto ha asumido una forma abierta, lo cual fue demostrado por la huelga en marcha de General Motors, así como la ola de huelgas docentes que es posible que se reanude en este otoño. El peligro es que los sindicatos, los cuales constituyen el principal instrumento de la clase gobernante para controlar y suprimir las luchas de los trabajadores, busquen nuevamente subordinar a la clase obrera al Partido Demócrata.

La clase obrera no puede defender sus puestos de trabajo, niveles de vida y derechos democráticos, ni combatir la amenaza cada vez mayor de las guerras imperialistas dependiendo en uno u otro partido de la patronal estadounidense. Debe rechazar tanto al Partido Demócrata como al Republicano y construir un movimiento político independiente de las masas obreras con base en un programa socialista e internacionalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de septiembre de 2019)

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