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Las pretensiones “izquierdistas” de Corbyn quedan reveladas en el debate para las elecciones generales del Reino Unido

El debate televisado para las elecciones generales entre el dirigente conservador Boris Johnson y el líder laborista Jeremy Corbyn fue una revelación devastadora de las afirmaciones de Corbyn de que ofrece alguna alternativa a la clase trabajadora.

El debate, organizado por ITV, fue el primero que se celebra en el Reino Unido entre un primer ministro saliente y un solo líder de la oposición. Según ITV, 6,7 millones de personas lo vieron, y más de 350.000 lo siguieron por el canal de YouTube de ITV.

La primera parte se centró en el Brexit. Johnson declaró que las elecciones tenían lugar solo a causa de la negativa de los parlamentarios a aprobar el acuerdo que él logró con la Unión Europea (UE).

Corbyn delineó su plan para que un gobierno laborista renegocie un acuerdo sobre el Brexit y que luego lo someta a un nuevo referéndum en un plazo de seis meses —junto con la opción de Permanecer en la UE.

Ante las constantes exigencias de Johnson de que aclarara su posición, Corbyn se negó a decir si respaldaría el Salir o el Permanecer. Eso fue un intento por ocultar las profundas divisiones dentro de su propio partido, que ha visto cómo más de 100 parlamentarios y otros candidatos laboristas han declarado que defenderán la Permanencia sin importar a qué acuerdo llegue Corbyn con la UE.

Los simpatizantes de Corbyn insisten en que es el dirigente más izquierdista que haya tenido el laborismo. Han afirmado que si se enfrentara cara a cara con Johnson en un debate, aniquilaría al ricachón educado en Eton, basado en su punto fuerte —ser el único líder político que terminaría con diez años de austeridad de los conservadores.

El Financial Times, en un artículo que seguía el debate, predijo, “Se espera que [Corbyn] adopte una línea agresiva contra el Sr. Johnson durante el debate, que use ataques de guerra de clases para presentarse como el candidato a primer ministro que está del lado de ‘los muchos’”.

En cierto momento Johnson, imponiendo la narrativa que cae bien a la base derechista de los conservadores, de que Corbyn y su canciller en la sombra son “marxistas” peligrosos, dijo, “Jeremy Corbyn y el Partido Laborista han dicho de hecho que quieren derrocar el capitalismo y destruir las bases de la creación de la riqueza en este país. Tengo que decir que eso sería desastroso para este país”.

Al hacérsele este regalo, ¡Corbyn dijo que como primer ministro él solo quería volver a la situación que había bajo los últimos años de los gobiernos laboristas de derecha de Blair y Brown! A pesar de decir, “Somos una sociedad de multimillonarios y de muy pobres, y ninguno de los dos tiene razón”, dejó claro que no habría medidas serias contra los súper ricos en un gobierno que él dirigiera.

En cambio, “Aumentaremos, a lo largo de un período, en un parlamento, el impuesto a la renta hasta aproximadamente los niveles de 2010 para volver a invertir adecuadamente en educación. Para pagar por el fin de la tasa de la matrícula universitaria... y empezaremos a abordar los niveles grotescos de desequilibrio en nuestra sociedad”.

Esta promesa deliberadamente vaga es hecha en condiciones en las que 14 millones de personas viven en la pobreza, en que muchos dependen de bancos de comida, y después de que más de 130.000 personas murieran de muertes “evitables” en la última década debido a recortes austeros.

En una sola ocasión Corbyn pasó a la ofensiva, cuando sostuvo un documento totalmente editado —obtenido bajo la Ley de la Libertad de Información— y dijo “lo que sabemos de lo que el Sr. Johnson ha hecho, es una serie de reuniones secretas con los EEUU en las que está proponiendo abrir nuestros ‘mercados NHS’ —como ellos los llaman— a compañías estadounidenses”.

Incluso después de que Johnson lo atacara por proponer una posible semana laboral de cuatro días para trabajadores del NHS saturados de trabajo, Corbyn respondió que sería una semana laboral de cuatro días en toda la economía “pagada por aumentos de la productividad en toda Gran Bretaña”.

Corbyn se aseguró de que nada de lo que dijera pudiera disgustar a los rabiosos derechistas, algunos de los cuales indicaron su presencia en el público abucheándolo. El conservador Daily Telegraph comentó que “el dirigente laborista intentó describirse como una figura paternal y unificadora…”.

Tan deslucido estuvo Corbyn que una encuesta rápida de YouGov encontró que un 51 por ciento pensaba que Johnson había ganado el debate, en comparación con el 49 por ciento para Corbyn.

El debate era prueba de que Corbyn es solo un socialdemócrata común y corriente. Tan harapientas son sus “reformas” y tan procapitalista es su agenda que en cualquier período anterior al gobierno de Tony Blair, casi ni se lo habría considerado siquiera un reformista de “izquierda”.

La burguesía le aterra y tiembla cada vez que su sombra se abate sobre él. Corbyn no luchará contra nada y contra nadie. Su cobardía política quedó patente en su negativa a oponerse a la campaña falsa organizada por las agencias de inteligencia de los EEUU, Israel y Gran Bretaña, y dirigida por los conservadores y los blairistas de su propio partido, que afirman que Corbyn dirige un partido antisemita.

La anfitriona Julie Etchingham le pidió a Corbyn que respondiera a los comentarios de la Junta Sionista de Diputados Judíos Británicos, que “usted y sus aliados han sido responsables de convertir al que otrora fuera un gran partido en una fosa séptica de antisemitismo”.

En vez de denunciar esta calumnia, Corbyn hizo hincapié en que “He tomado medidas en mi partido cuando alguien ha cometido cualquier acto antisemita o hecho cualquier declaración antisemita. Los hemos suspendido o expulsado del partido y hemos investigado todos y cada uno de los casos”.

Corbyn se negó hasta a señalar que Johnson ha hecho una serie de declaraciones verdaderamente racistas y despreciativas sobre los musulmanes y los negros.

Al preguntársele sobre la crisis que implica a la familia real y si la monarquía estaba a la altura, Corbyn dijo que “necesita mejorar un poco”.

Incluso la columnista del Guardian Aditya Chakrabortty, generalmente una voz comprensiva hacia Corbyn en un diario que hace de tablón de anuncios de la derecha blairista, escribió, “Me acuerdo de manera tenue de algunas tonterías sobre una política más amable, más gentil, [la declaración de Corbyn al llegar a ser el líder laborista] pero unas elecciones son una guerra. Ahora mismo, Corbyn está a tres semanas de lo que podría ser su última competición —o la que lo habilite a sacar a Johnson, bloquear su desastroso Brexit duro y revertir por fin algo de la destrucción causada por los conservadores. Él y su equipo tienen la oportunidad de luchar. Pero para aprovecharla, hace falta que luchen de verdad”.

Los animadores pseudoizquierdistas de Corbyn en el Socialist Workers Party también expresaron su preocupación por la negativa de su líder elegido a plantear cualquier alternativa viable, diciendo que el debate mostró que “Hubo una reunión en alguna parte en el laborismo donde se dijo ‘No ataquen a Johnson’”.

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[7 de noviembre de 2019]

(Publicado originalmente en inglés el 21 de noviembre de 2019)

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