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Milmillonarios de EE. UU. suman $280 mil millones a su fortuna desde marzo, cuando millones no obtienen beneficios por desempleo

“Nunca desperdicies una crisis”, dijo Rahm Emanuel, exalcalde de Chicago y jefe de gabinete del presidente Barack Obama, en respuesta a la crisis financiera de 2008. Emanuel y Obama lideraron la reorganización de las relaciones de clase en los Estados Unidos: recortaron los servicios sociales, la educación, la salud y las pensiones, y aceleraron el giro hacia el trabajo temporal y mal remunerado. A cambio, crearon el mayor auge en la bolsa de valores de la historia.

Hoy, esta consigna vuelve a las bocas de la clase dominante. Los principales poderosos financieros y corporativos procuran utilizar la emergencia sanitaria mundial para hacer crecer su riqueza y aumentar la explotación de la clase trabajadora.

Los milmillonarios de los Estados Unidos han aumentado su riqueza en $282 mil millones desde la caída de las acciones a mediados de marzo, según un nuevo informe del Institute for Policy Studies. Si bien más de una quinta parte de la población estadounidense ahora está desempleada, y millones enfrentan un futuro incierto, sin poder cubrir sus necesidades básicas, la fortuna de los ultrarricos no solo se ha recuperado, sino que está aumentando sustancialmente.

Jeff Bezos y su pareja (AP Photo/Rafiq Maqbool, File)

La fortuna de Jeff Bezos aumentó $25 mil millones entre el 1 de enero y el 15 de abril. Nunca en la historia un individuo ha hecho tanta riqueza tan rápido. Como se señala en el informe, “esto es mayor que el producto interno bruto de Honduras, que fue de $23,9 mil millones en 2018”. Ocho milmillonarios, llamados “especuladores pandémicos”, han aumentado su riqueza, cada uno, en más de $1 mil millones durante este tiempo: Jeff Bezos (Amazon), MacKenzie Bezos (Amazon), Eric Yuan (Zoom), Steve Ballmer (Microsoft), John Albert Sobrato (bienes raíces de Silicon Valley), Elon Musk, Joshua Harris (Apollo, gestión de activos financieros) y Rocco Comisso (Mediacom, cable e internet).

Cuando 200,000 han muerto y millones de vidas más están en peligro, ¿por qué se benefician tan fabulosamente los ultrarricos?

Primero, el paquete de rescate elaborado y aprobado en un voto unánime por los republicanos y los demócratas ha canalizado riquezas a los mayores bancos y corporaciones mientras les deja maní a la población trabajadora.

La Ley CARES de $2,5 billones otorga solo $550 mil millones a pagos directos y beneficios por desempleo ampliados, que la mayoría de las personas aún no han recibido. De los $2 billones restantes, $500 mil millones se destinan al rescate de las grandes corporaciones. De los $377 mil millones destinados a pequeñas empresas, la mayoría no ha visto un centavo, ya que las compañías más grandes han agotado rápidamente los fondos disponibles.

La Ley CARES también contiene $173 mil millones adicionales en exenciones de impuestos para individuos superricos y las corporaciones. Por ejemplo, permite a los hogares que ganan más de $500.000 al año reducir sus impuestos al aumentar sustancialmente las deducciones de las pérdidas comerciales transfiriéndolo a las ganancias gravables del mercado de valores.

Mientras tanto, un estudio del Pew Research Center descubrió que, mientras más de 10 millones de personas solicitaron beneficios por desempleo en marzo, solo el 29 por ciento de los estadounidenses desempleados recibió algún beneficio ese mes. El informe dice que los trabajadores desempleados “enfrentan una mezcolanza de diferentes reglas estatales que rigen cómo pueden calificar para los beneficios, cuánto recibirán y por cuánto tiempo pueden cobrarlos”.

El desempleo real alcanza a más del 20 por ciento de la población. Se han perdido más de 26,5 millones de empleos, lo que se suma a los 7,1 millones de personas que ya estaban desempleadas antes de la crisis.

Incluso cuando los trabajadores reciben estos beneficios, llegan, en última instancia, a expensas de la deuda estatal y federal. Al igual que en 2008, cuando un estado tras otro y una ciudad tras otra enfrentaron una crisis presupuestaria, también con el COVID-19 surgirán problemas fiscales. ¿Quién pagará cuando se excedan los presupuestos? Al igual que en Detroit, Michigan o Stockton, California, la clase dominante, una vez más, dirá “no hay dinero” para los servicios sociales básicos, como la educación y el agua potable. Mientras tanto, se envían billones de dólares a los ultrarricos.

Una segunda razón por la cual la pandemia ha sido una bonanza para los ultrarricos es que ha intensificado las consolidaciones corporativas, el trabajo a tiempo parcial, temporal y la automatización digital y física.

Bloomberg escribe: “Las grandes empresas tienen todas las ventajas en la pandemia”. Si bien la mayoría de las pequeñas empresas están sufriendo, privadas por las grandes empresas de los pequeños fondos que teóricamente se les dieron en la Ley CARES, muchas grandes corporaciones, como Amazon, están llevando a cabo una ola de contrataciones masiva. Walmart planea contratar a 150.000 personas para mayo; Amazon, 100.000; y Dollar Store, 25.000.

Debido a que es más probable que las empresas más grandes tengan el capital, no solo para capear la crisis, sino para dominar el comercio basado en Internet, saldrán de la crisis con un dominio aún mayor de su mercado. En industrias particularmente afectadas, como el sector de petróleo y gas, las compañías gigantes, como Chevron y ExxonMobil, ven la crisis como una oportunidad para comprar a sus competidores más pequeños.

El Financial Times también escribe que “el Covid-19 solo aumentará la ansiedad de la automatización” a medida que las empresas “transforman sus operaciones para que sean a prueba de pandemias”. El capitalismo tiene una tendencia natural hacia la automatización, que a largo plazo genera crisis económicas y desempleo. Mark Muro, miembro senior de la Brookings Institution, dice que el COVID-19 estimulará una “oleada tecnológica de reemplazo de la mano de obra”, ya que los cajeros automáticos, automóviles, robots logísticos y líneas de montaje automatizadas reemplazarán a los trabajadores. Una vez más, las compañías más grandes emergerán en la cima porque son las que pueden permitirse esta automatización.

La trayectoria fundamental del capitalismo —hacia una mayor automatización, trabajo temporal y de medio tiempo, consolidación corporativa, desigualdad cada vez mayor y burbujas financieras— se intensificará. El resultado, a su vez, será una concentración de riqueza cada vez mayor y asombrosa en manos de unos pocos.

La respuesta socialista a la crisis de COVID-19 exige que esta masa de riqueza sea confiscada. Las principales compañías que dominan nuestras vidas no pueden ser administradas en beneficio privado de un puñado de multimillonarios que buscan exprimir a la clase trabajadora, literalmente, hasta la muerte. Deben colocarse bajo el control social y democrático de la clase trabajadora.

(Publicado originalmente en inglés el 27 de abril de 2020)

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