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Perspectiva

La guerra de la Administración de Trump contra la sociedad

En plena propagación de la pandemia de coronavirus en Estados Unidos, la Administración de Trump está implementando una política imprudente y socialmente criminal de “reabrir la economía” que resultará en cientos de miles de muertes que podrían prevenirse con las medidas correctas.

En una entrevista con ABC News el martes por la noche, Trump irradió indiferencia a las consecuencias de las políticas de su Gobierno. “Habrá más muerte”, dijo Trump, “el virus pasará con o sin una vacuna. Y creo que estamos nos está yendo bien con las vacunas pero, con o sin una vacuna, pasará y volveremos a la normalidad”.

El lunes, el exgobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, un asesor cercano de Trump, declaró descaradamente en CNN que era necesario que el pueblo estadounidense “sacrifique” sus vidas regresando a trabajar. “El pueblo estadounidense ha atravesado mucha muerte antes [en las guerras mundiales]… y hemos sobrevivido. Sacrificamos esas vidas”. Este “sacrificio”, añadió, era necesario para “defender el modo de vida estadounidense”.

Cuando le preguntaron si el pueblo estadounidense aceptaría hasta 3.000 muertes diarias para fines del mes, según la proyección de un reporte filtrado de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Christie replicó: “Tendrán que hacerlo”.

Aun cuando se sigue propagando el virus, el Gobierno está dejando atrás cualquier pretensión de priorizar salvar vidas. Subrayando esto, la Casa Blanca anunció el martes que planea eliminar su “mesa de trabajo sobre el coronavirus” ahora que el país pasa a “reabrirse”. Trump ya canceló las ruedas de prensa de la mesa de trabajo y el Gobierno se prepara claramente para deshacerse de su principal vocero, el Dr. Anthony Fauci.

La marcha hacia reabrir la economía sucede en condiciones en que la propagación se está acelerando. Para el mediodía del martes, la cifra oficial de nuevas muertes en EE. UU. fue de 2.350, comparado a 1.324 el día anterior. El total de muertes superó las 70.000. Hace menos de una semana, el Gobierno de Trump dijo que esperaba que la cifra de muertes no llegaría a 75.000 hasta agosto. En realidad, será antes de que acabe la semana.

La pandemia se está expandiendo rápido en las áreas rurales y por todo el centro del país. Hay un aumento en las muertes en Texas, siendo está la primera indicación de las consecuencias desastrosas del movimiento para regresar al trabajo prematuramente.

El New York Times señaló en un artículo publicado el martes, “las comunidades rurales que permanecían ilesas hace un mes de repente son focos del virus. Está causando estragos en los hogares de ancianos, los frigoríficos y las prisiones, matando a los vulnerables médicamente y pobres, mientras que están apareciendo nuevos brotes en las tiendas minoristas, Walmart o fábricas, un amenazante presagio de lo que traerá una reapertura completa de la economía”.

El condado Dakota de Nebraska, un centro de la industria cárnica, tiene la tercer tasa más alta de casos por cápita en el país, pese a no reportar casos hasta después del 11 de abril. Casi 600 trabajadores frigoríficos en la región han salido positivo al virus en el último mes. El número de casos está despegando en Illinois, Maryland, Virginia, Wisconsin, Iowa, Kansas, Nuevo México y muchos otros estados.

Además de la declaración de Christie sobre la necesidad de “sacrificios”, Trump declaró el martes por la tarde que los estadounidenses son “guerreros”, insinuando que necesitan estar dispuestos a sacrificar sus vidas por la causa. ¿Cuál “guerra” y cuál “causa”?

La guerra que está librando el Gobierno no es contra la pandemia. Su política es de “inmunidad de rebaño”, es decir, que se debe permitir que el coronavirus se propague libremente sin hacer nada para detenerlo.

La guerra de Trump es contra la sociedad. Los “sacrificios” son aquellos exigidos por Wall Street. En cuanto a la “causa”, se trata del enriquecimiento de la oligarquía corporativo-financiera. El “modo de vida” evocado por Trump y Christie que ha de ser defendido no tiene nada que ver con las vidas e intereses de la gran mayoría que busca protegerse a sí mismos, a sus familias y sus compañeros de trabajo. En cambio, significa regresar a trabajar y morir por las ganancias.

La Administración de Trump está articulando una política con características marcadamente fascistizantes, pero es una política arraigada en sus intereses de clase. Después de restarle importancia a la pandemia, la Administración de Trump y el Congreso utilizaron la atmósfera de crisis para llevar a cabo un rescate multibillonario de Wall Street. Incluso en medio de condiciones económicas y un desempleo masivo no vistos desde la Gran Depresión, así como un aumento de muertes, los valores de las acciones siguen aumentando sin cesar.

La política homicida de la Administración de Trump y la nueva alza de Wall Street son dos caras del mismo fenómeno. Los intereses de la élite corporativo-financiera están completamente alienados y opuestos a la sociedad. El enriquecimiento de la élite gobernante depende del sufrimiento de la masa del pueblo.

Habiendo expandido enormemente el nivel de deuda de los Estados Unidos, la clase gobernante se ve obligada a intensificar su explotación y el empobrecimiento de la clase trabajadora. Esta es la fuerza central detrás del desenfrenado impulso de volver al trabajo. Millones de trabajadores no han podido recibir ninguna asistencia por desempleo, mientras que las pequeñas empresas han sido excluidas del acceso a préstamos como parte del Programa de Protección de Sueldos. El objetivo es crear un imperativo económico para el regreso al trabajo.

La Administración de Trump tiene la ventaja de no enfrentarse a ninguna oposición significativa dentro de la élite política. La política de enriquecimiento masivo de la oligarquía es bipartidista. El reparto a Wall Street, sancionado por la Ley CARES, fue aprobado unánimemente en el Senado, con todos los demócratas y republicanos votando a favor, incluyendo al senador de Vermont, Bernie Sanders.

Cualquiera que sea el nerviosismo que exista en los medios sobre las implicaciones sociales de la política de Trump, la campaña de vuelta al trabajo también es bipartidista. La campaña para asegurar que “la cura no sea peor que la enfermedad” fue iniciada por el New York Times y su columnista Thomas Friedman, quien continúa haciendo campaña a favor de una estrategia basada en la “inmunidad de rebaño”. Cuando la Administración de Trump implementa una política que conducirá a muertes masivas, no hay ninguna declaración de oposición del Partido Demócrata.

Cada vez está más claro que la lucha contra la pandemia es inseparable de la lucha contra el sistema capitalista. El conflicto entre las necesidades de la sociedad y el sistema de lucro no es solo una cuestión teórica. Se demuestra en la práctica todos los días.

Los recursos sociales no debieran dirigirse a rescatar a Wall Street, sino a cubrir las necesidades de la clase trabajadora. La producción no esencial debe permanecer cerrada para tomar todas las medidas para preservar la vida y contener el virus. Todos los trabajadores deben recibir sus prestaciones e ingresos plenos hasta que sea posible volver a sus trabajos en condiciones seguras. Las hipotecas, los préstamos estudiantiles y otros pagos a los bancos deben ser cancelados.

El Partido Socialista por la Igualdad denuncia inequívocamente la campaña de “regreso al trabajo” y “retorno a la normalidad”.

La lucha contra la pandemia está inseparablemente ligada a la lucha contra la clase dirigente y su dictadura sobre la vida económica y política. Es, por lo tanto, una lucha política para movilizar a la clase obrera contra un Gobierno que actúa fuera de la ley y el sistema capitalista que defiende.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de mayo de 2020)

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