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Perspectiva

La clase gobernante explota la pandemia para intensificar su ataque contra empleos y salarios

Otros 2,1 millones de trabajadores en EE.UU. presentó solicitudes para beneficios por desempleo la semana pasada, según el Departamento de Trabajo. Esto lleva el total en las últimas diez semanas a 40,8 millones, desde que la pandemia llevó al cierre de gran parte de la actividad económica a mediados de marzo.

Esta cifra, la cual subestima sustancialmente la verdadera magnitud de desempleo, aun así constituye un 24,7 por ciento de la fuerza laboral del país de 164,5 millones de personas. Los economistas esperan que la tasa el desempleo oficial de mayo, la cual se publicará el próximo viernes, alcance el 20 por ciento, más que el 14,7 por ciento en abril.

Las estimaciones de la verdadera tasa de desempleo exceden el registro histórico de 24,9 por ciento establecido en 1933 en lo más profundo de la Gran Depresión. Hay millones de trabajadores que no son tomados en cuenta en la cifra oficial por ser inmigrantes indocumentados, independientes, o del sector casualizado (los llamados “gig”). Aquellos en empleos de tiempo parcial y que han abandonado cualquier búsqueda de empleos no existentes tampoco son contados. Además, millones no han sido calificados como desempleados porque las agencias estatales se han saturado y no han podido procesar sus reclamos, privándolos de cualquier prestación por desempleo.

Una mujer carga una caja de comida, según cientos que se ven impactados por el brote del COVID-19 esperan en fila en un centro del Salvation Army en Chelsea, Massachusetts (AP Photo/Charles Krupa)

No obstante, varios estados tienen asombrosos niveles oficiales de desempleo, entre ellos Washington (31,2 por ciento), Nevada (26,7), Florida (25,0), Hawái (23,4), Michigan (23,1), California (20,6) y Nueva York (19,9).

Según un informe de la Universidad de Chicago, el 42 por ciento de los empleos que se han perdido no volverán nunca. Las grandes corporaciones están utilizando la pandemia para acelerar los planes de reestructuración elaborados mucho antes de la crisis actual.

Esta semana, Boeing anunció que recortará 13.000 puestos de trabajo, principalmente en los Estados Unidos, pero también en Canadá, Australia y Nueva Zelanda. American Airlines, que obtuvo una gran parte de los 50.000 millones de dólares del rescate gubernamental para las aerolíneas, supuestamente para retener a los empleados, recortará 5.000 puestos de trabajo, o el 30 por ciento de su fuerza de trabajo.

Esto es parte de una tendencia mundial. Después de recibir un rescate multimillonario del Gobierno francés, la alianza automovilística Renault-Nissan ha lanzado planes para cerrar fábricas en Francia, España y otros países y recortar más de 20.000 puestos de trabajo. El proveedor de automóviles alemán ZF Friedrichshafen planea recortar hasta 15.000 puestos de trabajo, o alrededor del 10 por ciento de su fuerza de trabajo, para 2025, con la mitad de los recortes en Alemania.

Después de una década de disminución de los ingresos reales de los trabajadores, aquellos que regresan al trabajo se enfrentan ahora a la perspectiva de una nueva ronda de recortes de salarios y beneficios. Un informe de Bloomberg News citó los comentarios de Bruce Fallick, economista del Banco de la Reserva Federal de Cleveland, quien dijo que las circunstancias de una crisis de salud pública probablemente hacen que los recortes salariales sean más aceptables para los trabajadores de lo normal, al menos inicialmente.

Los recortes salariales afectarán a todos los sectores de trabajadores, desde enfermeras, trabajadores de supermercados, repartidores y otros trabajadores esenciales a los que los medios de comunicación corporativos han aclamado como “héroes”, u oficinistas de Google, Facebook, Twitter, JPMorgan Chase, Walmart y otras empresas que están ampliando sus políticas de trabajo desde el hogar.

“Una vez que la gente trabaje desde su casa, habrá un arbitraje laboral”, señaló recientemente Forbe s, ya que las empresas “deciden que una persona que trabaja desde su casa en Montana tiene las mismas habilidades que alguien en Chicago, pero recibirá un salario mucho más bajo”. Será difícil para los empleados negociar aumentos, ya que la gerencia creerá que podrían encontrar fácilmente un sustituto en otro lugar dentro de los Estados Unidos o en el extranjero”.

Mientras tanto, las corporaciones a las que el Gobierno federal les ha entregado miles de millones de dólares están procediendo a entregar el dinero del rescate a sus ejecutivos e inversores.

En nombre del “sacrificio igual”, las grandes corporaciones han anunciado recortes en los salarios básicos de sus ejecutivos. Sin embargo, esto no es más que un espectáculo. Los salarios básicos representan solo una décima parte de la media de los salarios de los directores ejecutivos de las 500 mayores empresas de EE.UU., con la mayor parte procedente de acciones.

Basándose en un examen de los resultados de las regulaciones, Reuters encontró que decenas de empresas, incluyendo Uber, Delta Air Lines y los hoteles Hilton, ya habían hecho o estaban considerando cambios en los planes de pago para proteger a los altos ejecutivos de las consecuencias económicas de la pandemia, incluso cuando las ganancias se desplomaron y las empresas redujeron drásticamente miles de puestos de trabajo.

Reuters informó que Sonic Automotive, que administra casi 100 concesionarios de automóviles, “cambió su plan de compensación para ejecutivos, pasando de otorgar acciones en función del desempeño a permitir que los ejecutivos compren acciones de la compañía, a partir de 2021, a los precios deprimidos que las acciones alcanzaron el 9 de abril de este año”. Su valor ha aumentado un 67 por ciento desde el 10 de abril, como resultado de la burbuja bursátil producida por la intervención de la Reserva Federal y el gasto masivo del Gobierno en estímulos. Esto ha sucedido ya que las ventas cayeron cerca del 40 por ciento en términos interanuales desde el comienzo de la pandemia, y la empresa suspendió o despidió a 3.000 trabajadores”.

Desde la aprobación unánime por los demócratas y los republicanos de la Ley CARES a finales de marzo, que autorizó al Tesoro de los EE.UU. gastar varios billones de dólares para hacerse cargo de las deudas incobrables de los bancos y las empresas, las acciones se han disparado en más de un 35 por ciento. Ahora están solo un 10 por ciento por debajo de los máximos históricos antes de la pandemia.

En los dos meses desde que Trump firmó la Ley CARES el 27 de marzo, el número de muertos en EE.UU. por COVID-19 ha aumentado de 1.700 a más de 103.000. Decenas de millones de personas han perdido sus trabajos y están haciendo cola para recibir asistencia alimentaria y se enfrentan a desalojos a medida que se levantan las moratorias temporales. Durante el mismo período, los multimillonarios estadounidenses han visto aumentar su patrimonio neto en 434.000 millones de dólares.

Las clases dirigentes de todos los países están aplicando una política homicida que obliga a los trabajadores a regresar a lugares de trabajo inseguros, incluso mientras la pandemia sigue extendiéndose, abrumando nuevas zonas de los Estados Unidos y produciendo nuevas pesadillas en México, Brasil, India y otros países. En todos los países, los Gobiernos capitalistas están tratando de utilizar la presión económica para obligar a los trabajadores a regresar al trabajo y Trump se está preparando para reemplazar el suplemento semanal de 600 dólares por desempleo por un bono temporal de 450 dólares a la semana por “volver al trabajo”.

Para la clase dominante, los trabajadores no son más que “nuestro capital humano”, como dijo la semana pasada el asesor económico principal de Trump, Kevin Hassett, a favor de un regreso al trabajo a producir las ganancias necesarias para pagar el rescate de los ricos.

Pero los trabajadores no son ganado. Antes de la pandemia, hubo un gran crecimiento de la lucha social y la radicalización política de la clase obrera en todos los países. En los EE.UU., el número de trabajadores involucrados en huelgas importantes alcanzó los niveles más altos en décadas. Toda la política de la clase dirigente en respuesta a la pandemia producirá una vasta expansión del conflicto de clases.

Los trabajadores deben rechazar la falsa elección entre sus vidas y sus medios de vida. La lucha contra la pandemia y la catástrofe social a la que se enfrenta la clase obrera es una lucha contra la oligarquía financiera y el sistema capitalista. Es la lucha por el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 29 de mayo de 2020)

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