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Perspectiva

Un golpe de realidad sobre la continua propagación de la pandemia de coronavirus

Las élites gobernantes en Estados Unidos y por toda Europa, Asia y América Latina han abandonado cualquier pretensión de detener la pandemia de coronavirus por medio del distanciamiento social y el cierre de la producción no esencial. Sin embargo, el virus sigue propagándose rápido en todo el mundo.

Más de 400.000 hombres, mujeres y niños han perdido sus vidas y al menos 7,1 millones han sido infectados. Muchos han sufrido efectos debilitantes que podrían durar por años. Las vidas de millones y millones más siguen en peligro según sigue aumentando el número de casos.

La situación en Estados Unidos es particularmente severa. Hay más de dos millones de casos y 112.000 muertos en todos los estados y territorios, más que cualquier otro país en el mundo. Decenas de miles se infectan cada día y cientos mueren, pero las cifras oficiales en EE.UU. y otros países subestiman enormemente la realidad.

El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus reportó ayer que el domingo hubo la mayor cantidad de casos nuevos hasta ahora. “Más de seis meses desde el inicio de la pandemia, este no es el momento para que ningún país quite el pie del pedal”, dijo. Sin embargo, tales consejos están terminando en oídos sordos.

El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo eligió ayer no concentrarse en la sombría realidad de los 205.000 casos y 22.000 muertes en la ciudad, sino en el hecho de que “volvió nuestro mojo ” ya que los restaurantes, negocios y metros reabrieron. Solo en la ciudad de Nueva York, el epicentro mundial de la enfermedad en abril, cientos de trabajadores de transporte han fallecido.

Veintidós estados en Estados Unidos están viendo un aumento en casos de coronavirus. El número de casos nuevos en Florida ha aumentado en promedio 46 promedio en la última semana. Ha habido aumentos importantes en Utah, Arkansas y Arizona.

Texas acaba de registrar una cifra récord de hospitalizaciones por COVID-19. “En la medida en que Texas avanza a una nueva fase el plan del gobernador Greg Abbott de reabrir negocios”, reportó el Texas Tribune, “la cifra diaria de casos de coronavirus confirmados mantiene un aumento continuo y creciente… La línea de tendencia por 14 días muestra que las nuevas infecciones en Texas han aumentado aproximadamente 71 por ciento en las últimas dos semanas”.

Una política de facto de “inmunidad de rebaño” [inmunidad colectiva] ha sido adoptada por el Gobierno de Trump y los gobernadores estatales demócratas y republicanos. Si se llevara a cabo, morirían al final 1,6 millones de personas. La política de la clase gobernante se resume en, “que pase lo que tenga que pasar”.

La mortalidad de la pandemia se ha manifestado marcadamente en las plantas frigoríficas de todo EE.UU. El diario USA Today reportó que, como resultado de la orden ejecutiva de Trump a fines de abril de obligar que los mataderos y plantas de procesamiento de carnes permanecieran abiertas, “el número de casos de coronavirus vinculados a las plantas frigoríficas se ha duplicado con creces… superando las 20.400 infecciones en las 216 plantas de los 33 estados, como lo descubrió el Midwest Center for Investigative Reporting descubrió. Al menos 74 personas han fallecido”.

Las empresas, con la garantía de que el Gobierno las protegerá, están infringiendo las medidas básicas de salud y seguridad. El artículo del USA Today citó comentarios de una inspectora federal de la industria cárnica que dijo que había visitado plantas donde los trabajadores “no están utilizando mascarillas y solo están practicando un distanciamiento social limitado. Algunos, dijo, también salieron positivo al COVID-19 hace poco”.

El coronavirus no respeta fronteras nacionales y la propagación global tendrá consecuencias devastadoras en cada país.

Europa ha sufrido casi 2,1 millones de infecciones y más de 179.000 muertes. Mientras que el virus ha sido parcialmente suprimido en los epicentros tempranos como España, Italia, Alemania y Francia, las infecciones y muertes siguen aumentando en Reino Unido y Europa del Este. Rusia tiene 476.000 casos y 5.900 muertes conocidas y el país tiene una de las tasas más altas de muertes y casos nuevos en el mundo.

Los otros epicentros de la pandemia son el sur de Asia y Sudamérica. Cada día se reportan al menos 10.000 casos nuevos en India y 250 muertes, cifras que muestran una tendencia al alza. El país actualmente ha registrado 265.000 casos y 7.400 muertes.

La situación es peor en Brasil, que ha tenido entre 15.000 y 30.000 nuevos casos cada día en los últimos 14 días, junto a entre 500 y casi 1.500 muertes cada día. Su cuenta oficial de casos y muertes, que el presidente fascistizante Jair Bolsonaro ha intentado censurar, ha llegado a 694.000 y 37.000 respectivamente.

Miles de trabajadores automotores en las maquiladoras mexicanas se han infectado y cientos han muerto desde que reabrieron en mayo. Varias docenas de trabajadores de transporte en Londres han muerto, incluso cuando Reino Unido fue puesto bajo cuarentena para detener la propagación del virus. Esta sombría realidad tan solo se volverá más aparente, según los Gobiernos continúan sus campañas homicidas para reabrir las economías.

La política de la clase gobernante necesita ser contrarrestada por medio de la resistencia organizada de la clase obrera. En su declaración del 21 de mayo, el Partido Socialista por la Igualdad escribió: “Si se han de prevenir infecciones, enfermedades y muertes, es necesario crear una nueva forma de organización en los lugares de trabajo para supervisar y hacer valer las condiciones laborales seguras.

“Por consiguiente, el PSI aconseja a los trabajadores a formar comités de base de seguridad en cada fábrica, oficina y lugar de trabajo. Estos comités, controlados democráticamente por los propios trabajadores, deben formular, implementar y supervisar las medidas necesarias para resguardar la salud y las vidas de los trabajadores, sus familias y la comunidad en su conjunto”.

El desarrollo de tales organizaciones, en EE.UU. y por todo el mundo, es una necesidad urgente para salvar las vidas de los trabajadores.

La expansión de la pandemia sucede como una crisis social y económica sin precedentes enfrenta a millones de trabajadores. A pesar de las afirmaciones de Trump de que la economía recuperándose meteóricamente, decenas de millones fueron despedidos y no tienen un trabajo al cual regresar. La bolsa de valores está recuperándose rápido a sus máximos prepandémicos debido a los billones de dólares siendo inyectados en Wall Street y los mercados financieros, con el apoyo de los demócratas y republicanos.

El enojo social latente por la respuesta de la clase gobernante a la pandemia es un factor central subyacente del estallido de las protestas masivas por todo el mundo desencadenadas por el asesinato policial de George Floyd. Al mismo tiempo, la brutal respuesta de la policía y el intento del Gobierno de Trump de imponer una dictadura militar y aplastar violentamente la oposición popular están motivados por un entendimiento en la clase gobernante de que se enfrenta a convulsiones sociales mucho mayores.

La batalla por defender los derechos democráticos y oponerse a la dictadura necesita ser combinada con las luchas de los trabajadores contra la desigualdad y la explotación. La pandemia ha expuesto la realidad y la bancarrota del capitalismo, que es una barrera al progreso humano y la propia supervivencia de la especie humana.

Ante la política homicida de las élites gobernantes capitalistas, los trabajadores deben insistir e insistirán en que “las vidas de los trabajadores importan”, pero la lucha por defender las vidas de los trabajadores contra la pandemia de coronavirus es inseparable de la lucha de toda la clase obrera contra la clase gobernante y el sistema de lucro capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de junio de 2020)

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