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Perspectiva

El Congreso de millonarios les roba a los desempleados

El rechazo del Congreso estadounidense a hacer algo cuando expiraron los beneficios suplementales federales por desempleo el 31 de julio para hasta 30 millones de trabajadores estadounidenses demuestra los intereses sociales que impulsan el sistema político controlado por las corporaciones en Estados Unidos. Un Congreso cuyo miembro promedio es un millonario no tiene la mínima preocupación por el sufrimiento masivo que infligirá el recorte a los beneficios para la clase obrera.

Decenas de millones de trabajadores y sus familias ya comenzaron a vivir el impacto de esta brutalidad de clase. Sus ingresos semanales verán una caída de 60 a 90 por ciento, dependiendo del nivel de los beneficios por desempleo a nivel estatal que continuarán recibiendo. Casi 20 millones de hogares no podrán pagar su renta mensual, bajo condiciones en que se permitió que expirara una moratoria limitada el mismo día, el viernes 31 de julio. Millones más no podrán pagar suficiente comida, ni hablar de costear su seguro médico ni los servicios de salud en medio de una pandemia de COVID-19 en todo el país.

El recorte de beneficios suplementales no deriva de un “impasse” en Washington ni es la consecuencia accidental de conflictos propios de un año electoral entre los demócratas y el Gobierno de Trump, como afirma la prensa corporativa. Es una política deliberada.

Pese a todos sus insultos mutuos y muestras de ferocidad partidista, el Partido Demócrata, el Partido Republicano y el Gobierno de Trump sirven los mismos intereses de clase y persiguen el mismo objetivo. Procuran utilizar la amenaza de pobreza, hambre y falta de vivienda para obligar a millones de trabajadores a volver al trabajo y generar ganancias para la clase capitalistas, sin importar el peligro cada vez más amplio de la pandemia de coronavirus.

En varias entrevistas televisivas el domingo, tras una negociación de tres horas el sábado, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (riqueza neta de $120 millones), en nombre de los demócratas, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin (riqueza neta de $300 millones), representando al Gobierno de Trump, acordaron que el beneficio suplementario de $600 semanales no se renovaría en su forma anterior.

En el programa “This Week” de ABC, Mnuchin atacó directamente el beneficio suplementario, describiendo repetidamente a los trabajadores desempleados que recibieron un pago de $600 semanales como “sobrepagados” y quejándose de que los pagos han causado una negativa generalizada de los trabajadores a volver a sus empleos tras ser llamados después de los cierres estatales impuestos por el COVID-19.

Cuando su entrevistador expresó escepticismo de que “$600 extra” fueran un desincentivo para buscar un trabajo, Mnuchin respondió, “No cabe duda de que, en ciertos casos, les estamos pagando más a las personas para quedarse en casa en vez de trabajar. Eso ha creado problemas en toda la economía”.

El exfinancista de Hollywood, cuya riqueza personal podría cubrir el costo de los beneficios suplementarios para 10.000 trabajadores por todo un año, dio expresión a las posturas de los senadores republicanos y numerosos empleadores corporativos. Han alegado que el beneficio federal de $600 semanal dificultaba obligar a los trabajadores a regresar a sus puestos de bajos salarios en comida rápida, ventas y manufactura.

En el mismo programa televisivo, Pelosi intentó mostrar simpatía por los desempleados, criticando a los republicanos por someterlos a un mayor escrutinio que a los empresarios que acumularon decenas de millones de dólares de los pagos federales, bajo el nombre fraudulento Programa de Protección de Sueldos.

Pero, Pelosi apoyó la sugerencia del segundo diputado demócrata de mayor rango, el líder de la mayoría Steny Hoyer, quien dijo la semana pasada que los beneficios suplementarios eran negociables y que la demanda de los republicanos de reducir el pago semanal “no rompería un acuerdo”.

Pelosi sugirió implementar una escala ajustable de pagos, como propuso el líder de la minoría del Senado, Charles Schumer (demócrata de Nueva York), en la cual “la cantidad de dinero para mejorar el seguro por desempleo debería relacionarse a la tasa de desempleo. Así que, mientras sucede eso, puedes considerar algo menor a los $600…”.

El líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell (con una riqueza neta 22,5 millones de dólares) ha fijado el 7 de agosto como fecha límite efectiva para las negociaciones en curso, el día en que el Senado comenzará su receso de agosto. La Cámara de Representantes y el Senado podrían comenzar su receso de un mes —un período de vacaciones generosamente pagadas que está fuera del alcance de la mayoría de los trabajadores estadounidenses— tras haber recortado drásticamente o no restaurar del todo los beneficios para los desempleados.

El mismo día en que expiraron los beneficios federales suplementarios, la Cámara de Representantes aprobó, en una votación casi partidista, un proyecto de ley de 1,3 billones de dólares para financiar el Departamento de Defensa, así como los departamentos de Trabajo, Salud y Servicios Humanos, Educación, Justicia, Transporte, Energía y varias otras agencias.

El componente militar de ese proyecto de ley, de cerca de 750 mil millones de dólares, habría pagado por sí solo más de 40 semanas de beneficios suplementarios de desempleo. Incluye desembolsos como 70 mil millones de dólares –cuatro semanas de beneficios suplementarios— para las operaciones de contingencia en el extranjero, la caja negra que el Pentágono utiliza para cubrir los gastos de las guerras en Irak, Siria y Afganistán, así como los bombardeos con drones en una zona mucho más amplia.

El proyecto de ley más reciente para un solo sistema de armas, el avión de combate F-35, de 34 mil millones de dólares, pagaría dos semanas de beneficios suplementarios. El costo de solo portaaviones de clase Gerald R. Ford- (hay cinco en pedido y 10 planeados en total) asciende a 18 mil millones de dólares para la investigación, el desarrollo y la construcción; una semana de beneficios suplementarias por desempleo para mantener con vida a 30 millones de familias estadounidenses.

Hay otras comparaciones que pueden hacerse. La CEO de General Motors, Mary Barra, ganó 21 millones de dólares el año pasado, o 420.000 dólares por semana, lo suficiente para financiar los beneficios de desempleo de 700 trabajadores desempleados.

El aumento desde marzo de la fortuna personal de un solo individuo, el CEO de Amazon, Jeff Bezos, llegó a 74 mil millones de dólares, suficiente para cubrir los beneficios suplementarios durante cuatro semanas. El CEO de Tesla, Elon Musk, ha ganado más de 50 mil millones de dólares durante el mismo período. Podría pagar la factura de los beneficios durante tres semanas adicionales. Los multimillonarios estadounidenses en su conjunto han ganado 565 mil millones de dólares en los últimos cuatro meses, suficiente para financiar los beneficios suplementarios hasta marzo de 2021.

Y eso deja por fuera al resto de la clase de inversionistas de Wall Street, aquellos con menos de mil millones de dólares, para quienes los cuatro meses desde la aprobación de la Ley CARES a finales de marzo han sido el período más lucrativo en la historia del capitalismo mundial.

El senador McConnell afirmó que entre 15 y 20 miembros de su bancada republicana se oponían a cualquier extensión de los beneficios suplementarios, y varios de estos radicales han sido citados lamentando el colosal endeudamiento federal desde que la pandemia del coronavirus forzó el cierre temporal de la economía estadounidense.

Sin embargo, las cifras citadas demuestran el carácter mentiroso de las afirmaciones de que “no hay dinero” para proporcionar el apoyo necesario para que los trabajadores y sus familias puedan sobrevivir sin verse obligados a volver a lugares de trabajo que se convertirían rápidamente en focos de una enfermedad infecciosa mortal.

Existen abundantes recursos, creados por el trabajo de los trabajadores. No podría haber un uso más adecuada de estos recursos que confiscarlos de los capitalistas y garantizar la supervivencia de la principal clase productiva de la sociedad moderna, el proletariado.

Para luchar por esta perspectiva, los trabajadores deben romper con los dos partidos del gran capital, el demócrata y el republicano, y establecer su independencia política. La clase obrera necesita construir su propio partido político, basado en un programa socialista revolucionario destinado a poner fin al sistema de lucro. Esto significa unirse a y construir el Partido Socialista de la Igualdad.

(Publicado originalmente en inglés el 3 de agosto de 2020)

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