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De Medicare para todos a “Mascarillas para todos”: Bernie Sanders y la increíble “revolución política”

A fines de julio, el excandidato presidencial demócrata y senador de Vermont, Bernie Sanders, junto con otros 14 congresistas demócratas presentaron una legislación que pide que EE.UU. aumente la producción de mascarillas y las distribuyan a todos los estadounidenses sin costo alguno. La legislación fue llamada “Mascarillas para todos”, una derivación de la propuesta anterior de Sanders del seguro Medicare para todos.

Ayer, Sanders escribió un artículo de opinión en el USA Today anunciando su proyecto de ley: “La pandemia de coronavirus está fuera de control. Nuestra solución: mascarillas para todos”. Ahí declara que es una “tragedia, y una vergonzosa, que Estados Unidos sea prácticamente el único gran país donde la pandemia de COVID-19 está empeorando día a día”.

Continúa: “Si queremos tener la esperanza de cambiar esta economía, abrir escuelas de manera segura y prevenir innumerables muertes, primero debemos controlar este virus”. Su plan para combatir la pandemia es proporcionar mascarillas para todos.

Se deben hacer varios puntos en relación con la propuesta de Sanders.

Primero, no hay duda de que, en condiciones de una pandemia mundial furiosa, todos los trabajadores en los Estados Unidos e internacionalmente deberían tener acceso a mascarillas de alta calidad, sin costo alguno. Las fuerzas productivas que se necesitan para llevar a cabo un esfuerzo tan pequeño ciertamente existen dentro de la sociedad capitalista.

Proporcionar mascarillas a la población es solo la medida más básica que se requiere para combatir la pandemia de COVID-19 y salvar las vidas de cientos de miles de trabajadores y jóvenes. Como los científicos y expertos en salud han estado declarando durante meses, combatir la pandemia requiere la implementación de toda una serie de medidas: un extenso rastreo de contactos, la producción de equipos de protección personal para hospitales y el acceso universal a pruebas rápidas, por nombrar solo algunas.

Además, los trabajadores esenciales deben contar con el equipo y la capacitación necesarios para llevar a cabo su trabajo de manera segura. En cualquier sociedad racional (es decir, una sociedad socialista) no se permitiría a los trabajadores no esenciales volver a trabajar hasta que la pandemia estuviera bajo control, e incluso entonces, solo con las medidas de protección y prevención más avanzadas y extensas. Los trabajadores tendrían garantizado el acceso a una atención médica gratuita de alta calidad si ellos o un ser querido se contagiaran del virus.

Nada de eso está en la agenda.

De hecho, el carácter completamente decrépito del sistema capitalista tal vez se expresa más claramente en el hecho de que incluso el llamado más patético de Sanders de “mascarillas para todos” probablemente ni siquiera se incluirá en el próximo proyecto de ley de asistencia.

En segundo lugar, es notable que Sanders solo hace una referencia a la campaña homicida de regreso al trabajo que están llevando a cabo tanto los demócratas como los republicanos. Explica brevemente que, según una estimación, “el uso generalizado de mascarillas podría ahorrarle hasta $1 billón a nuestra economía al evitar cierres y hacer que las personas vuelvan a trabajar antes”.

Esta declaración es reveladora. Expone el objetivo real de la iniciativa de “mascarillas para todos” de Sanders: proporcionar una cobertura poco velada para los políticos “progresistas” como él para apoyar abiertamente la campaña de obligar a los trabajadores a regresar a las plantas y fábricas, y a los estudiantes a las aulas mientras la pandemia se propaga sin tregua. Como él mismo lo dice, “hacer que las personas vuelvan a trabajar antes” “salvará billones”. Deja de lado, por supuesto, que los billones irán a rellenar aún más los bolsillos de los ultrarricos.

Tercero, Sanders no menciona el papel criminal que él mismo ha desempeñado en la creación de la crisis actual. Sanders fue un entusiasta partidario de la Ley CARES bipartidista firmada por el presidente Trump a fines de marzo, que canalizó billones de dólares a Wall Street y la patronal estadounidense. De hecho, antes de votar “sí” en los paquetes de $2,2 billones, Sanders fue al Senado para aclamar el proyecto de ley presentándolo como una bendición para los trabajadores.

Una vez que se aprobó la legislación, el enfoque en los medios y la élite política en general comenzó a cambiar hacia una campaña agresiva para volver al trabajo.

El aumento masivo de capital ficticio que se ha agregado al balance de la Reserva Federal como resultado de la Ley CARES es, en última instancia, un reclamo sobre el valor real que debe satisfacerse mediante la explotación masiva de la clase trabajadora.

El Congreso de los Estados Unidos ahora está chantajeando deliberadamente a los trabajadores con el espectro de la pobreza, la falta de vivienda y el hambre para obligarlos a regresar a fábricas y lugares de trabajo peligrosos.

Como el propio Sanders señala en su artículo de opinión, esta campaña se lleva a cabo bajo condiciones en las que la pandemia se está descontrolando en los Estados Unidos. Sanders escribe:

El coronavirus ha matado a 150.000 estadounidenses. Estados como California, Texas y Florida están registrando el mayor número de muertes diarias. Los horrores económicos de esta pandemia también están aumentando, ya que nuestro producto interno bruto se hunde a una tasa anual de casi el 33 por ciento y los beneficios semanales de desempleo de $600 caducaron para 30 millones de trabajadores.

Lo que Sanders describe es solo la punta del iceberg. La semana pasada, la inseguridad alimentaria alcanzó su nivel más alto reportado desde mayo, con 30 millones de estadounidenses que informaron que no habían comido lo suficiente en algún momento en los últimos siete días. Más de un tercio del total de 44 millones de hogares estadounidenses que viven en edificios con hipotecas respaldadas por el Gobierno federal corren el riesgo de ser desalojados. Y el número de trabajadores que solicitaron beneficios continuos de desempleo aumentó de 16.1 millones a la asombrosa cifra de 17 millones para la semana que terminó el 18 de julio.

Estados Unidos se encuentra en medio de una crisis sanitaria, económica, política y social de una escala nunca antes vista, y está recrudeciéndose a diario.

En tales condiciones, la propuesta de Sanders es meramente una curita para una herida de bala.

La propuesta de Sanders podría describirse de muchas maneras: “inepta”, “insensible”, “patética”, todo sería apropiado. Sin embargo, la descripción más precisa e instructiva podría ser “predecible”.

Como escribió el WSWS en febrero de 2016: “Sanders no tiene como objetivo crear una ‘revolución política’, como afirma en sus discursos de campaña, sino prevenirla”. Los llamados de Sanders de una “revolución política” han dado paso a giros cada vez más a la derecha, abandonando incluso la pretensión de luchar por reformas liberales leves.

Después de anunciar que estaba abandonando la carrera presidencial justo cuando los casos de coronavirus en los EE.UU. estaban llegando a su punto máximo y los hospitales estaban siendo abrumados, respaldó a Joe Biden y les dijo a todos sus seguidores que lo dieran todo por “su buen amigo Joe”.

A su capitulación ante Biden le siguió una entrevista con el Associated Press en la que calumnió como “ irresponsable ” a cualquier seguidor que no hicieron campaña por Biden.

En respuesta a las protestas masivas multirraciales y multiétnicas contra la brutalidad policial en los Estados Unidos y en todo el mundo, Sanders guardó silencio. Cuando finalmente abordó la situación, pidió un aumento salarial para los agentes policiales. Acumuló solo un puñado de tuits moderados sobre el intento de Trump de llevar a cabo un golpe de Estado que implicaría la movilización de tropas en servicio activo para aplastar las protestas y establecer una dictadura presidencial.

Ahora, mientras los antagonismos de clase están llegando a su punto álgido, Sanders está haciendo todo lo que está en su poder para ocultar el carácter de clase de la sociedad. En las líneas finales de su artículo de opinión del USA Today, Sanders repitió su propia versión de la consigna desgastada de la clase dominante —“Todos estamos en esto juntos”—:

En este momento sin precedentes en la historia de Estados Unidos, debemos unirnos (el Gobierno y el sector privado, los productores y los trabajadores, los científicos y los ciudadanos comunes) para combatir esta horrible pandemia.

No podría haber nada más lejos de la verdad. Si bien decenas de millones enfrentan hambre, falta de vivienda y miseria, a la cúpula de la sociedad nunca le ha ido tan bien. Los milmillonarios estadounidenses, cuya riqueza aumentó en un 80,6 por ciento entre 2010 y 2020, están viendo otra lluvia de ganancias, con otro aumento del 20 por ciento, un aumento de al menos $565 mil millones, desde que comenzó la pandemia.

El hombre más rico del mundo, el CEO de Amazon, Jeff Bezos, ha visto aumentar su patrimonio neto en $74 mil millones desde principios de 2020 a total estimado de $189,3 mil millones.

Los trabajadores y los jóvenes tienen que extraer las lecciones necesarias de la experiencia de Sanders. En el fondo, no es una cuestión de probar la bancarrota de Sanders como individuo, sino más fundamentalmente la bancarrota de la perspectiva política que representa: la del reformismo. El sistema capitalista no puede ser reformado.

La situación política actual en los Estados Unidos y en todo el mundo es grave. Las vidas y los medios de vida de millones de trabajadores están en juego. El único camino a seguir para la clase trabajadora es sobre la base de una política genuinamente revolucionaria, no una “revolución política” para promover el Partido Demócrata, sino una revolución socialista para derrocar al capitalismo.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de agosto de 2020)

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