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Perspectiva

El Gobierno de Trump sabotea el testeo de COVID-19

La Administración de Trump está intensificando sus esfuerzos asesinos para encubrir la propagación de la pandemia de coronavirus mediante la supresión de las pruebas del virus, en condiciones en las que el COVID-19 ya está fuera de control en los Estados Unidos.

El lunes, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, sigla en inglés) modificaron sus directrices de pruebas, abandonando su anterior recomendación de que aquellos que han estado expuestos a alguien con COVID-19 pero que aún no muestran síntomas deberían hacerse las pruebas. Las directrices ahora establecen que aquellos que han estado expuestos y son asintomáticos “no necesariamente necesitan una prueba”, excepto si son vulnerables, o si un proveedor de atención médica o un funcionario de salud estatal o local lo recomienda, algo que menos harán.

El cambio de las directrices de los CDC se hizo bajo una importante presión política de la Casa Blanca, anteponiéndose ante las preocupaciones de los propios asesores de salud pública de la Administración.

Se emplearon métodos conspirativos. La decisión se tomó mientras el Dr. Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de EE.UU., estaba bajo anestesia general para una cirugía la semana pasada. El almirante Brett Giroir, el secretario asistente de salud y el “zar de las pruebas” de EE.UU., había afirmado falsamente a la prensa que Fauci había firmado la decisión.

En su típica forma de restarle importancia, Fauci criticó las nuevas directrices, diciendo a CNN, “Me preocupa la interpretación de estas recomendaciones y me preocupa que le dé a la gente la suposición incorrecta de que la propagación asintomática no es de gran preocupación. De hecho, sí lo es”.

El cambio en las directrices sobre pruebas impulsará una mayor propagación de la pandemia en los lugares de trabajo, los hogares y las comunidades, causando un número incalculable de muertes innecesarias y dejando a muchos más perjudicados de forma irreparable. Según la “mejor estimación” de los CDC, el 50 por ciento de la transmisión del coronavirus ocurre antes de que aparezcan los síntomas, con una estimación superior de hasta el 70 por ciento.

La decisión ha sido condenada rotundamente por los científicos, las organizaciones de salud pública y los expertos en enfermedades infecciosas. “Este cambio de política matará”, dijo Allison Galvani, directora del Centro de Modelado y Análisis de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Medicina de Yale, en un tuit del martes.

El sabotaje políticamente motivado de la guía de salud pública de los CDC se produce cuando las pruebas en EE.UU. ya han disminuido significativamente desde su punto más alto cerca de finales de julio, de un promedio diario de siete días de 820.978 el 29 de julio a 693.794 el 27 de agosto, según el Proyecto de Seguimiento COVID.

Trump y sus partidarios en los medios de comunicación, con su estupidez e insensibilidad, intentaron presentar el aumento de nuevos casos durante el verano como el resultado del aumento de las pruebas. El presidente ha declarado repetidamente su deseo de reducir las pruebas, diciendo en un mitin en junio, “Le dije a mi gente... que redujeran las pruebas, por favor”. Los portavoces de la administración trataron de desestimar el comentario como una “broma”, pero Trump desmintió estas afirmaciones, diciendo más tarde, “No bromeo”.

La desastrosa respuesta a la pandemia ya ha dado lugar a un horrible número de vidas humanas y sufrimiento, que ahora va a empeorar sustancialmente en medio de la campaña para reducir las pruebas. Más de 6.000.000 de personas han dado positivo en las pruebas de COVID-19 en los Estados Unidos, y casi 185.000 han muerto.

El psicópata ignorante que ocupa la Casa Blanca ha dejado clara su indiferencia ante las muertes masivas arrasando en EE.UU., declarando infamemente, “Es lo que es”. Pero la política brutal y homicida de Trump no es simple ni principalmente el resultado de su propia personalidad enferma. Más bien, es impulsada por los intereses de clase de la aristocracia corporativa y financiera gobernante, a la que Trump da la más despiadada expresión.

En incontables lugares de trabajo, los trabajadores se enfrentan a una conspiración mortal para encubrir la propagación del COVID-19. Como se explica en un extenso artículo en Bloomberg Businessweek el jueves, “En los últimos meses, las empresas de EE.UU. han estado en una racha de silencio”. Las empresas acusadas por los trabajadores de intentar amordazar cualquier discusión sobre los casos de COVID-19 incluyen empresas importantes entre los gigantes corporativos de Estados Unidos: Amazon, Target, Smithfield Foods, General Electric, Delta Airlines, McDonald's, Cargill y otras.

“Cientos de empleadores estadounidenses de una amplia gama de industrias les han dicho a los trabajadores que no compartan información sobre los casos de Covid-19 o incluso que planteen sus preocupaciones sobre el virus, o han tomado represalias contra los trabajadores por hacer esas cosas, según las quejas en el lugar de trabajo presentadas ante la NLRB y la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA)”.

Sin embargo, los trabajadores no han encontrado ninguna restitución o compensación por sus agravios a través de estas instituciones estatales, que representan los mismos intereses corporativos que defiende despiadadamente la Administración de Trump. Como se señala en el artículo, la OSHA ha emitido citaciones contra solo dos compañías de las miles de quejas presentadas en relación con COVID-19. En cuanto a la NLRB (National Labor Relations Board), un trabajador de la cadena de restaurantes The Cheesecake Factory que presentó una queja contra la empresa dijo: “No parece que tenga muchos dientes. No estoy convencido de que finalmente cambie su comportamiento, o el de cualquier otra empresa”.

No se menciona en el semanario corporativo Bloomberg Businessweek, pero se ha expuesto en numerosas entrevistas con trabajadores de la industria automotriz, maestros y otros trabajadores en el World Socialist Web Site, el papel de los sindicatos en la aplicación de estas órdenes de mordaza corporativa. Desde el United Auto Workers (UAW) hasta la American Federation of Teachers (AFT), los sindicatos han usado los mismos argumentos fraudulentos, invocando falsamente las leyes de privacidad en un intento por evitar que los trabajadores compartan información y obtengan una imagen real de la propagación de la pandemia en sus lugares de trabajo. Al mismo tiempo, han actuado como representantes de relaciones públicas de la empresa, pregonando medidas de seguridad ilusorias que han sido casi descartadas.

Los principales políticos del Partido Demócrata, por su parte, han respondido al cambio de los CDC presentándose falsamente como defensores de una respuesta científicamente informada a la pandemia. Pero los demócratas, un partido de Wall Street y el aparato de inteligencia militar, han trabajado a nivel local, estatal y federal para seguir la misma política de clase básica que Trump: enriquecer a la aristocracia financiera, incluyendo el voto prácticamente unánime para aprobar la Ley CARES y transferir billones de dólares a los superricos a expensas de la clase trabajadora. Aunque expresan críticas insinceras y huecas a la respuesta de Trump a la pandemia, son igualmente cómplices en formular la reapertura prematura de empresas y escuelas, conduciendo a los trabajadores y a sus hijos a trampas mortales para asegurar que las ganancias continúen siendo bombeadas.

Estas condiciones han preparado el escenario para un estallido de oposición en la clase obrera de proporciones históricas. Los trabajadores de la industria automotriz y los maestros ya han comenzado a establecer nuevas organizaciones democráticas, comités de seguridad de base independientes de los sindicatos. Estos comités están planteando demandas que corresponden a la respuesta científica necesaria para asegurar la salud pública, incluyendo la revelación por parte de los empleadores de la verdadera propagación del COVID-19 en los lugares de trabajo; la plena protección de los ingresos de los trabajadores desempleados, con permisos de ausencia y en cuarentena; la realización de pruebas periódicas y gratuitas; y el fin de la victimización de aquellos que denuncien las condiciones inseguras.

Estos comités deben establecerse y sus demandas deben ser asumidas en los lugares de trabajo de todos los Estados Unidos y más allá, formando una vasta red de organizaciones de las bases obreras que tomen como punto de partida lo que los trabajadores necesitan, y no lo que la clase dirigente y sus representantes afirman que se puede permitir.

(Publicado originalmente en inglés el 28 de agosto de 2020)

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