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Docentes de São Paulo denuncian colapso del sistema de salud, defienden “huelga por la vida” contra reaperturas escolares

Con el explosivo aumento de casos y muertes por COVID-19, así como la amenaza de un colapso del sistema de salud, São Paulo, el estado más poblado y rico de Brasil, entró el lunes pasado en la fase más restrictiva de su supuesto plan de contención pandémica, denominado “Plan São Paulo”. La llamada fase de “emergencia” fue anunciada la semana pasada por el gobernador de derecha João Doria (PSDB) y tiene programado durar hasta el 30 de marzo.

La fase de “emergencia” restringe el funcionamiento de los servicios que el Gobierno ha considerado “esenciales” desde el inicio de la pandemia, como la industria, la construcción y los negocios, y establece un toque de queda entre las 8 pm y las 5 am.

Publicación en Facebook de una reunión celebrada el jueves entre miembros del movimiento “Escolas Abertas”, el vicegobernador de São Paulo, Rodrigo García, y el secretario de Educación, Rossiei Soares (juntos en el centro de la foto).

Poco más de un mes después de que las escuelas reabrieran parcialmente para el inicio del año escolar, el Gobierno de São Paulo también se vio obligado a suspender las clases presenciales en el sistema de educación pública estatal durante dos semanas. Las escuelas privadas pueden seguir funcionando con un máximo del 35 por ciento de estudiantes en las aulas. A mediados de diciembre, la educación se consideraba un servicio esencial, que permitía reabrir las escuelas incluso cuando la pandemia empeoraba.

Sin embargo, desde mediados de febrero, muchos alcaldes, que son responsables de regular los servicios y las escuelas, ya habían adoptado medidas adicionales para contener la pandemia, incluyendo el cierre de escuelas. En la capital del estado, São Paulo, el alcalde Bruno Covas (PSDB) anunció la semana pasada el cierre de escuelas públicas y privadas hasta el 5 de abril. El jueves, cuando se registró la primera muerte por falta de capacidad de UCI en la ciudad, anunció el adelanto de cinco periodos de vacaciones hasta el 4 de abril para reducir la circulación de personas.

São Paulo, como todo Brasil, vive el peor momento de la pandemia. El martes, el estado registró un récord diario de 679 muertes por COVID-19. En las últimas dos semanas, los promedios móviles de muertes y casos han aumentado en un 62 y un 42 por ciento, respectivamente.

Hasta el jueves, São Paulo había registrado 2,2 millones de casos y casi 66.000 muertes. Con la lentitud de la vacunación (solo el 7 por ciento de la población ha recibido la primera dosis), la caída de las temperaturas a medida que se acerca el invierno y la negativa a adoptar regulaciones más restrictivas, los expertos advierten que la pandemia puede seguir empeorando en las próximas semanas y meses.

La tasa de ocupación de camas de UCI en los hospitales públicos y privados de São Paulo es del 91 por ciento. A finales de febrero, los hospitales privados de la élite gobernante brasileña en São Paulo alcanzaron el 100 por ciento de ocupación de camas de UCI, y esta semana muchos de ellos solicitaron camas en hospitales públicos.

Admitiendo la gravedad de la pandemia, el gobernador Doria dijo el miércoles: “Tenemos una situación bastante dramática ... [en la que el estado está] al borde del colapso”. Sin embargo, Domingos Alves, profesor de la Universidad de São Paulo, dijo a BBC Brasil, “decir que [São Paulo] está al borde del colapso es una licencia poética”. Tras señalar que 90 personas fallecieron cuando esperaban una cama de UCI en el estado, dijo: “Si esto no es un colapso del sistema de salud, no sé qué es”.

El Gobierno de Doria ha atribuido esta situación a la prevalencia de la variante de Manaos, que es más contagiosa en São Paulo. Sin embargo, Marlei, profesora de una escuela pública municipal de São Paulo, no está de acuerdo. “Este colapso, que viene ocurriendo desde el año pasado, es consecuencia de la falta de un plan para contener la pandemia, principalmente para reducir el movimiento de personas”, dijo al World Socialist Web Site. “Las personas que deben ir a trabajar toman trenes abarrotados, subterráneos abarrotados, autobuses abarrotados. Es esta aglomeración la que ha generado este caos”.

Incluso en la fase de “emergencia” del “Plan São Paulo”, esto está lejos de cambiar. El lunes, el sitio web de la UOL informó que la “fase más restrictiva ... [comenzó] con el transporte público abarrotado”. Con la industria y los negocios aún en funcionamiento, el miércoles, la tasa de aislamiento social aumentó solo 2 puntos porcentuales con respecto a la semana pasada, alcanzando el 43 por ciento. Esa tasa está lejos del ideal del 70 por ciento establecida por el propio grupo de expertos que guía el “Plano São Paulo”.

Alves ha sido uno de los expertos más críticos del “Plan São Paulo”. Al comienzo de la segunda ola en el estado en noviembre, dijo que lo que está detrás del plan es la tesis de la “inmunidad colectiva ... otro nombre para el asesinato en masa”. Le dijo a BBC Brasil que “es hora de un confinamiento completo, no de esa payasada de hacerlo solo el fin de semana o algunos días”, como lo ha estado haciendo Doria desde diciembre.

Al colocar las ganancias por encima de las vidas humanas, Doria y toda la élite gobernante brasileña, desde el presidente fascistizante brasileño Jair Bolsonaro hasta los gobernadores del Partido de los Trabajadores (PT) en la región noreste, son responsables del “mayor colapso sanitario y hospitalario en la historia de Brasil”, según un informe del instituto epidemiológico FIOCRUZ. El martes, cuando se publicó el informe, Brasil registró un récord diario de 2.798 muertes. El jueves, después de un aumento del 48 por ciento en el promedio móvil de muertes en dos semanas, el país registró un total de 11,7 millones de casos y 287.000 muertes por COVID-19.

Iván, otro docente de una escuela pública municipal de São Paulo, dijo: “Esto será recordado en la historia como un gran genocidio. Estas autoridades serán recordadas para siempre por las acciones que llevaron a cabo ... En el futuro, ... la gente se sorprenderá de que haya habido tal negligencia y abandono en un período como este”.

La reapertura prematura de las escuelas forma parte de la política de inmunidad colectiva de Doria. Para Marlei: “Es obvio que la reapertura de escuelas [en febrero] contribuyó al aumento de casos. ¿Cuál es la medida de prevención más eficaz? Es reducir el número de personas que circulan. Con las escuelas abiertas, hay más gente circulando”, dijo. A principios de marzo, se habían confirmado más de 4.000 casos en las escuelas públicas estatales y privadas de São Paulo y 21 muertes por COVID-19, incluyendo dos estudiantes.

El secretario de educación de São Paulo, Rossieli Soares, ha estado trabajando con los sectores más poderosos de la élite gobernante de Brasil para reabrir las escuelas estatales. Como explicó Iván, estos sectores incluyen “las principales instituciones educativas [privadas], ... [que] generan ganancias y no pueden parar”. Estos sectores han tratado de presentarse como un movimiento de la “sociedad civil” a través del grupo “Escolas Abertas”, liderado por padres de alumnos de las escuelas de las élites y promovido frenéticamente por el secretario de Educación, Soares, en sus publicaciones en redes sociales.

El principal pretexto de Soares y “Escolas Abertas” para mantener abiertas las escuelas es el daño psicológico que sufren los niños debido al aislamiento social. El presidente fascistizante de Brasil, Jair Bolsonaro, repite este mismo tema en su “guerra contra los cierres”.

“Esta historia de pediatras que aparecen en la televisión y dicen, 'los niños están conmocionados psicológicamente', necesitan socialización ... todo esto es una mentira, es de sentido común que los medios continúan repitiendo, para justificar lo injustificable ... para resolver el problema psicológico de los niños ... y la vida es más importante, obviamente”, respondió Marlei.

Soares también ha estado trabajando en estrecha colaboración con los medios corporativos y el sistema de justicia capitalista estatal. El sábado pasado, un tribunal revocó la segunda decisión contra la reapertura de escuelas en São Paulo. Felipe, un maestro de una escuela privada, comentó sobre el hecho de que esta decisión tardó una semana en ser revocada durante la cual las escuelas permanecieron abiertas, dijo: “São Paulo no cumplió con la decisión por sentirse impune. De alguna manera llegaron a atraer a la opinión pública a favor de abrir las escuelas incluso sin muchas condiciones. Los medios lo apoyaron, y en todo ese contexto se sintieron lo suficientemente cómodos como para violar la decisión judicial”.

La pandemia en São Paulo sería peor si no fuera por la decisión de la gran mayoría de padres obreros de no enviar a sus hijos a la escuela y por las huelgas que comenzaron en febrero de los maestros de las escuelas públicas estatales y municipales. Todos los maestros con los que habló el WSWS expresaron una posición de principios en contra de la reapertura prematura de las escuelas.

Amilde, maestra de escuela primaria, dijo que esta es una “huelga por la vida, no es un problema de salario, sino de supervivencia. Es pensar en la vida en general, en todas las vidas”. También destacó el hecho de que “los niños no tienen forma de seguir los protocolos” y pueden “enfermarse ... [y] llevar el virus de un lugar a otro”.

Para Marlei, “la huelga sanitaria no solo es necesaria para salvar vidas, sino para mostrar toda esta falta de planificación que produjo este colapso”. También cree que “tenemos que provocar situaciones en la sociedad que demuestren la importancia del movimiento. Tenemos que convocar caravanas, detener las principales avenidas de São Paulo, hacer un movimiento más agresivo para interrumpir, para demostrar que estamos en huelga por la vida”. Iván también dijo que es necesario “cerrar las calles, para luchar. Si no es un movimiento de lucha, realmente una confrontación, no creo que nunca capturaremos la atención”.

Para Amilde, “lo que debe suceder para que este movimiento avance es la unidad”. “Esta huelga tendría más fuerza si todos hicieran huelga”, dijo Marlei. Sin embargo, según ella, no hay un “movimiento dentro de los sindicatos con esta perspectiva ... De hecho, no veo un compromiso de los sindicatos con la huelga en sí”.

Tanto el sindicato de maestros de la ciudad de São Paulo, SINPEEM, como el sindicato de maestros del estado, APEOESP, han hecho todo lo posible para sabotear y aislar la huelga de maestros contra la reapertura de escuelas. En la asamblea virtual del pasado sábado todos los grupos políticos de la dirección del APEOESP —el PT, el maoísta Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y las tendencias morenistas y pablistas del pseudoizquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL)— decidieron poner fin a la huelga ante la retirada parcial del Gobierno de Doria de las clases presenciales.

Subordinando la lucha de los maestros a los tribunales capitalistas, escribieron en el Boletín APEOESP, justificando el fin a la huelga, “Nuestra lucha es por el cumplimiento pleno e inmediato de la decisión judicial”, es decir, “la prioridad [del sindicato] es presentar órdenes para que se cumpla la decisión judicial”.

Esta posición deja a los maestros sin preparación para enfrentar los próximos pasos del Gobierno de Doria en su ofensiva para reabrir las escuelas. En lugar de preparar un movimiento unificado con otros sectores de la clase trabajadora que también están luchando por sus vidas en medio de una pandemia descontrolada, los sindicatos están enfriando el movimiento que está a punto de estallar. Sin duda, la burocracia teme que este movimiento se salga del control de los sindicatos, que hace tiempo dejaron de ser organizaciones obreras.

Como escribió el Grupo Socialista por la Igualdad (Brasil) en su última declaración, “La lógica del desarrollo del movimiento que está comenzando a tomar forma en diferentes sectores de la clase obrera brasileña es hacia la unificación de estas luchas crecientes en una huelga general, una que cierre todas las actividades económicas no esenciales”.

Para este fin, hacemos un llamado a la formación de comités de base independientes de los sindicatos en los diferentes lugares de trabajo y barrios, armados con un programa socialista e internacionalista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de marzo de 2021)

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