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El Primero de Mayo de 2021 y la lucha por el socialismo internacional en Turquía

El siguiente discurso fue pronunciado por Ulaş Ateşci, dirigente del Sosyalist Eşitlik (Grupo Socialista por la Igualdad) en Turquía, en el mitin online internacional del Primero de Mayo de 2021 celebrado por el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional el primero de mayo.

Saludos revolucionarios del Grupo Socialista por la Igualdad de Turquía.

Mientras la pandemia intensifica las contradicciones del capitalismo global, saludamos el Primero de Mayo de 2021 en medio de las tensiones geopolíticas crecientes y los peligros de la guerra en la región que rodea a Turquía.

Treinta años de guerra imperialista desde que la burocracia estalinista disolviera la Unión Soviética en 1991 no solo han hecho añicos la región, sino que también sembraron las semillas de nuevos conflictos y guerras.

Las potencias de la OTAN dirigidas por los Estados Unidos han respaldado las amenazas militares del régimen ucraniano contra Rusia desde que asumiera el presidente Joe Biden. Estas amenazas se dirigen también a la influencia económica creciente de China, que los EEUU declararon su principal "gran potencia" rival. Con el estrecho del Bósforo en Turquía y todo el Mar Negro ahora como un foco de tensión, la temeridad imperialista podría desencadenar un conflicto nuclear que amenace a millones de personas.

La sangrienta guerra que estalló entre Azerbaiyán, respaldado por Turquía, y Armenia, apoyada por Rusia, el verano pasado fue una advertencia: están creciendo las rivalidades de las grandes potencias en el Cáucaso.

La administración Biden, que ha dejado claro que continuará la política de "adueñarse del petróleo" de Donald Trump, está continuando la ocupación militar estadounidense del nordeste de Siria, que amenaza no solo a Damasco sino también a Moscú y Teherán. Siria, donde una guerra de diez años de la OTAN ha llevado a más de 500.000 muertos y 10 millones de refugiados, es un peligroso foco de tensión. Turquía retiene una presencia militar en el norte contra las milicias kurdas respaldadas por los EEUU, y EEUU e Israel continúan sus bombardeos aéreos contra tropas sirias y milicias respaldadas por Irán.

Washington, Israel y los países petroleros del golfo están continuando sus preparativos bélicos contra Irán, donde la pandemia se ha visto agravada por las brutales sanciones estadounidenses, que han matado a decenas de miles de personas.

Otro foco de tensiones geopolíticas es el Mediterráneo oriental. Disputas fronterizas marítimas entre Turquía y Grecias, respaldada por Francia, por los recursos energéticos constituyen una amenaza directa de conflicto militar entre supuestos "aliados de la OTAN". Estos están entrelazados con las sangrientas guerras que lanzó la OTAN en Libia y Siria en 2011, como respuesta a los levantamientos revolucionarios de la clase trabajadora en Egipto y Túnez.

La reciente convocatoria por parte de Ankara del embajador francés y el griego después de otro incidente naval en el Mediterráneo muestra que estos supuestos aliados de la OTAN se están tambaleando al borde de la guerra.

Se imponen las advertencias más serias. Como escribió el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) en su declaración titulada "El socialismo y la lucha contra la guerra imperialista" en 2014: "Más que posible, es inevitable otra carnicería imperialista a menos que la clase trabajadora internacional intervenga armada de un programa marxista revolucionario".

Esto pone de relieve la urgencia de construir el CICI, la dirección del movimiento trotskista mundial, que coloca la lucha contra la guerra imperialista en el centro de su estrategia de la revolución socialista mundial.

Turquía está surgiendo como un epicentro de la pandemia debido a las políticas homicidas de "inmunidad colectiva" implementadas por el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdoğan.

Con entre 40 y 60 mil casos por día, Turquía tiene el mayor número de nuevos contagios en Asia tras la India, que está informando de 350.000 casos por día. El número de muertes por COVID-19 se está acercando a los 40.000, según cifras oficiales que se ha demostrado repetidamente que están manipuladas para hacer parecer más baja la cifra de fallecidos.

Incluso según esos números en los que no se puede confiar, aunque casi 30.000 personas murieron de coronavirus en los 13 meses posteriores a marzo de 2020, este número subió a 8.000 solo en abril.

El principal culpable de esta masacre es el gobierno de Erdoğan, que desde el principio determinó la política en concordancia con los intereses por la ganancia de la clase gobernante. Sin embargo, los partidos de la oposición burguesa dirigidos por el Partido Popular Republicano (CHP) han sido cómplices de esta política y no hicieron ninguna objeción seria en el parlamento. Aplicaron las mismas políticas en las ciudades que controlan.

Estos contagios y muertes fueron resultado inevitable de la política de "reapertura" anunciada a principios de marzo.

Aunque se levantaron las limitadas restricciones, la mayoría de las escuelas se abrieron para la educación presencial. El partido gobernante de Erdoğan, Partido Justicia y Desarrollo (AKP), celebró congresos masivos en varias provincias.

Mientras crecía la ira pública contra esta política de "asesinato social", el presidente Erdoğan declaró un supuesto "confinamiento total" de 18 días a partir del 29 de abril de 2021. Erdoğan dijo que su principal preocupación era impedir que se perjudicara el "comercio y el turismo".

Casi todos los trabajadores están exonerados de las medidas de distancia social de manera que puedan ir a lugares de trabajo no esenciales para generar ganancias para los inversores turcos y extranjeros. Es más, no se da ningún tipo de apoyo social a los pequeños empresarios, los trabajadores y otros afectados por las medidas.

En Turquía, donde la inflación real del desempleo y la comida están, ambos, por encima del 30 por ciento, una de las expresiones más impactantes de la miseria de la clase trabajadora es el destino de los millones de refugiados que huyen de la guerra. Literalmente abandonados, ni siquiera están incluidos en los programas de vacunación.

Es más, en 2020, mientras la bolsa de valores de Estambul batía récords, aproximadamente el 90 por ciento del apoyo económico estatal para combatir la pandemia fue a los negocios, las empresas y los bancos. Mientras los bancos y los grandes conglomerados hacían enormes ganancias en medio de las muertes masivas, millones de trabajadores eran obligados a recibir prestaciones de trabajo de corta duración o a estar de baja no remunerada. Cientos de miles de trabajadores también fueron despedidos.

La lucha de clases está subiendo mientras la pandemia intensifica las tensiones sociales que ya se van encaminando hacia una explosión. Esto todavía se encuentra en sus primeras etapas, en Turquía y en el mundo. Los trabajadores de muchas industrias se están defendiendo de la baja no remunerada forzosa, los despidos y las medidas de austeridad postpandemia y no aflojan a pesar de la severa represión policial estatal.

Tensiones de clase crecientes también están eliminando lo que va quedando de democracia en Turquía. La clase gobernante dirigida por Erdoğan está eliminando derechos democráticos y está construyendo una dictadura presidencial, dirigida en primer lugar contra la clase trabajadora. El gobierno está amenazando con prohibir el Partido Democrático Popular (HDP), nacionalista kurdo, para dividir a la clase trabajadora con el nacionallismo y desviar la ira social.

El Grupo Socialista por la Igualdad se opone de manera irreconciliable a estos ataques a los derechos democráticos. Nuestra oposición a las medidas de Estado policial contra el pueblo kurdo, sin embargo, no implican ningún debilitamiento de nuestra oposición a la política fracasada del nacionalismo kurdo. El HDP es un partido pro-OTAN y pro-UE que apoya la intervención estadounidense en Siria. Más aún, se orienta a partidos burgueses turcos como el CHP, el ultraderechista Partido Bueno, el musulmán Partido Felicidad y dos escisiones del AKP, que él llama "fuerzas de la democracia".

Por más diferencias tácticas que tengan, su apoyo a las políticas de la "inmunidad colectiva" y la guerra imperialista justifica la teoría de la revolución permanente de León Trotsky. Estos partidos, subordinados al imperialismo, son incapaces de defender los derechos sociales o democráticos. Esa tarea recae en la clase trabajadora internacional, que lucha por derrocar al capitalismo como parte de la revolución socialista mundial.

Mientras los trabajadores entran en la lucha, se enfrentan no solo al gobierno del AKP, respaldado por el fascista Partido Movimiento Nacionalista, sino también a los partidos de la oposición burguesa y sus aliados sindicales. Esto quedó claro en las huelgas de miles de trabajadores en dos municipios separados de Estambul recientemente. El CHP, que gestiona estos municipios, era no menos hostil a la clase trabajadora que el AKP. Más aún, fue la confederación sindical supuestamente "izquierdista" DİSK la que traicionó las huelgas.

Cuando empezó la pandemia, los burócratas del DİSK se comprometieron a parar la producción de las fábricas donde se detectaran casos positivos pero nunca lo hicieron.

Una vez más, demostraron su disposición a servir a la clase gobernante y su Estado al "trabajar juntos" con el gobierno, celebrando una rueda de prensa conjunta con el ampliamente odiado ministro turco de interior. Mientras los dirigentes del DİSK se reunían con el ministro del interior, la policía bajo las órdenes de ese mismo ministerio atacaba a activistas que hicieron un comunicado de prensa el Primero de Mayo.

La complicidad de todos los sindicatos en las políticas del regreso al trbajo y a las aulas y sus esfuerzos por contener la oposición creciente de la clase trabajadora muestra que la salida para los trabajadores es construir comités de base independientes de los sindicatos capitalistas en todos los lugares de trabajo, en el país y en el resto del mundo.

Sobre esta base, hemos iniciado un Comité de base por la Educación Segura en Turquía para unir y movilizar la oposición social generalizada contra la reapertura de las escuelas en febrero pasado, como parte de los comités de base encabezados por el CICI a nivel mundial. Como Grupo Socialista por la Igualdad, apoyamos plenamente la formación de la Alianza Obrera Internacional de Comités de Base. Esta es la única respuesta internacionalista y socialista a la política global de muerte de la clase gobernante, en preparación para las grandes batallas de clase que hay por delante.

Instamos a todos los que nos están escuchando hoy a que nos contacten para construir comités de base en sus lugares de trabajo, escuelas y barrios y organizar una contraofensiva internacional de la clase trabajadora. Esto es parte integral de la lucha por construir secciones del CICI en Turquía y en el mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de mayo de 2021)

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