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Perspectiva

Día de los Caídos en EE.UU.: clase gobernante declara el “fin” de la pandemia, mientras mueren 500 cada día

El Día de los Caídos en Estados Unidos supuestamente se reserva para recordar a aquellos fallecidos en las guerras estadounidenses: todas de ellas, por más de un siglo, guerras imperialistas instigadas por la élite capitalista estadounidense.

Los discursos patrióticos sin excepción están colmados de hipocresía, dado que los muertos en estas guerras generalmente han provenido de la clase obrera, mientras los beneficios han ido a la clase gobernante. El propósito de esta rutina es como una preparación ideológica para las próximas guerras, como lo indicó el presidente Biden, quien combinó tributos sensibleros a los uniformados caídos con amenazas contra China y Rusia.

Peg Walter reza durante un evento del Día de Remembranza de Queens que ella y su hijo organizaron el 1 de mayo de 2021 para conmemorar las vidas perdidas por el coronavirus en el distrito de Queens en Nueva York. El marido de Walter, John Walter, falleció por el virus el 10 de mayo de 2020 (AP Photo/Jessie Wadarski)

Pero el Día de los Caídos de 2021 tiene un propósito adicional e igual de siniestro. Es un esfuerzo para promover la amnesia masiva sobre el COVID-19, instando a la población a olvidarse de la pandemia de coronavirus: los más de 600.000 fallecidos, los 500 que mueren a diario, los 100.000 casos nuevos por mes. En cambio, promueven una ronda de celebraciones y espectáculos que en sí empeorarán la pandemia, creando eventos superpropagadores que potencialmente infectarán a decenas o incluso cientos de miles más.

“Estados Unidos está viviendo una estruendosa recuperación”, declaró NBC en su segmento inicial de las noticias vespertinas el domingo. “Este Día de los Caídos, sintiendo familiaridad y ofreciendo una muestra de normalidad”, añadió la televisora. “Fue un fin de semana festivo que la nación necesitaba y un recuerdo de que hay un fin a la vista”. Todas las cadenas y periódicos grandes difundieron tal propaganda necia.

Los oficiales empresariales y gubernamentales utilizaron el mismo libro de cantos. El gobernador republicano de Massachusetts, Charlie Baker, quien levantó las restricciones estatales de COVID-19 el viernes, lo dijo con la mayor brevedad posible: “A menos a que pase algo muy raro, yo diría que prácticamente ya se acabó”. Aproximadamente 707.000 personas contrajeron el coronavirus en Massachusetts, una de cada diez, y fallecieron 18.000. Sin mascarillas ni distanciamiento social, y con casi la mitad de la población del estado sin vacunarse, miles más morirán.

El CEO de Frontier Airlines, Barry Biffle, se regocijó: “El aumento en viajes apenas comienza. El Día de los Caídos va a ser algo grande; el Cuatro de Julio va a ser una locura”. El distanciamiento social en el viaje aéreo ya no es posible debido al tamaño de las multitudes, con más de seis millones de personas que pasaron por los aeropuertos este fin de semana, la mayor cantidad para un periodo así este año. Los aeropuertos operan con una capacidad del 90 por ciento y los trabajadores de las aerolíneas son sometidos sistemáticamente a hostigamiento por parte de los pasajeros que los amenazan si intentan hacer valer los pocos requisitos se seguridad por COVID que quedan.

La prensa está arrojando con entusiasmo estadísticas sobre los millones de personas que están celebrando el día festivo, tomando vuelo o viajando a lugares vacacionales. Las playas han vuelto a llenarse, los cines están volviendo a abrirse y los analistas esperan “un fin de semana récord en las taquillas”. Es común que los interiores de los restaurantes estén llenos o cerca. Los bares y las discotecas están en plena efervescencia. Se están levantando las restricciones para las graderías en los estadios.

La carrera de coches Indy 500, el mayor evento deportivo de la pandemia, vio a más de 135.000 aficionados llenar la pista de Indianapolis, con requisitos de mascarillas intermitentemente cumplidos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) han dado su visto bueno oficial al levantamiento de las órdenes de uso de mascarilla para las personas totalmente vacunadas, y el hecho de que se recurra a un sistema de “honor” significa que nadie puede saber quién está vacunado y quién no.

La eliminación de las órdenes de uso de mascarillas y las restricciones de distanciamiento social por parte de los CDC el 13 de mayo fue condenado enérgicamente por destacados epidemiólogos estadounidenses e internacionales, que advirtieron de los peligros que suponen estas políticas. “Es un desastre”, dijo el Dr. Eric Feigl-Ding, del Grupo de Acción COVID. “Es horrible depender de un sistema de honor. Ese es intrínsecamente el problema”.

El Dr. Yaneer Bar-Yam, de EndCoronavirus.org, dijo: “Es horrible. Nuestra red y muchas otras están enfadadas”. El Dr. José-Luis Jiménez, físico de aerosoles de la Universidad de Colorado, señaló: “El CDC levantó el mandato de la mascarilla demasiado pronto, con muy poca gente vacunada y variantes como la india que empiezan a propagarse en EE.UU.”.

El Día de los Caídos es oficialmente el día para recordar a los muertos en las guerras. Pero en el último año han muerto más estadounidenses a causa del coronavirus que en todas las guerras de Estados Unidos de los siglos veinte y veintiuno. Aunque la cifra oficial de muertos en EE.UU. es de 610.000, se estima que la cifra real se acerca al millón. Al ritmo actual de 500 al día, cabe esperar 112.000 muertes más en 2021. Y esto supone que no se produzcan nuevos aumentos de infecciones y muertes a medida que se abandonen las precauciones de salud pública, como está ocurriendo actualmente en el Reino Unido.

Biden ha presentado la vacunación en Estados Unidos como un milagro de la salud pública, mientras que implícitamente culpa a su predecesor por el enorme número de muertes. Nunca reconoce la probabilidad de que en algún momento de este año, sobre todo si hay una nueva oleada en el otoño o el invierno, las muertes por COVID-19 en su mandato superen las que ocurrieron bajo Donald Trump.

A nivel mundial, más de 10.000 personas mueren cada día, principalmente en regiones donde una pequeña fracción de la población ha recibido la vacuna debido al acaparamiento que se está produciendo entre las naciones de altos ingresos, que persiguen una política nacionalista en materia de vacunas. Aunque la estimación oficial a nivel mundial indica que se han producido 3,5 millones de muertes, nuevos estudios sitúan el exceso de mortalidad en más de diez millones.

Una ruptura con el silencio oficial sobre la verdadera magnitud y la importancia del número de víctimas de la clase trabajadora ocurrió con un reciente mural conmemorando a los bomberos y trabajadores de primera línea que murieron en la pandemia en Detroit, Michigan.

El capitán de bomberos Franklin Williams fue honrado como el primer bombero de Detroit que murió a causa de la COVID-19. Erick Jones, comisionado de los Bomberos de Detroit, dijo en la presentación el domingo: “Este mural será un recordatorio permanente de un hombre que permaneció en la primera línea para luchar contra un enemigo invisible... Algunos de ellos enfermaron, otros fueron hospitalizados, y Franklin hizo el máximo sacrificio”.

Más de 3.600 trabajadores sanitarios perecieron en el primer año de la pandemia de COVID en Estados Unidos. Amnistía Internacional (AI) cifró en más de 17.000 el número de trabajadores sanitarios que murieron a causa del COVID-19 el año pasado. Steve Cockburn, director de justicia económica y social de AI, declaró: “Se trata, sin duda, de una subestimación significativa, ya que hay un grado de subregistro en muchos países”.

El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, declaró durante su discurso de apertura de la 74ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada la semana pasada, que “a casi 18 meses del inicio de la crisis sanitaria que ha definido nuestra época, el mundo sigue en una situación muy peligrosa. Al día de hoy, se han reportado más casos en lo que va del año que en todo el año 2020. Según las tendencias actuales, el número de muertes superará el total del año pasado en las próximas tres semanas... globalmente seguimos en una situación frágil”.

Las celebraciones oficiales de un falso “regreso a la normalidad” en Estados Unidos se basan sobre todo en el parroquialismo más miope: ver una pandemia mundial, en la que se están propagando nuevas variantes de continente a continente en cuestión de días, a través del prisma del nacionalismo. La verdad es que no puede haber un retorno a la normalidad en ningún país mientras el coronavirus pueda infectar, matar y mutarse libremente en una población de miles de millones de personas en todo el mundo.

El verdadero objetivo de esta campaña es desgastar la resistencia popular a que los niños vuelvan a las escuelas inseguras y a que los trabajadores vuelvan a los lugares de trabajo inseguros, para que la clase dominante capitalista pueda maximizar sus ganancias a partir de la explotación laboral. No se trata de la salud del pueblo trabajador, sino de la salud financiera de los superricos.

Los trabajadores de Estados Unidos deben exigir medidas para detener la propagación del virus, tanto dentro de Estados Unidos como a nivel mundial. Ellos y sus hermanos de clase en todos los países se enfrentan a la misma amenaza presentada por sus Gobiernos, los cuales representan a los oligarcas financieros al anteponer la acumulación de ganancias a las vidas de los trabajadores.

(Publicado originalmente en inglés el 31 de mayo de 2021)

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