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Ministro Catalán admite que el independentismo fue manipulado para descarrilar el rencor social

Un miembro importante del gobierno catalán del partido Convergència i Unió (CiU) ha dicho que el CiU azuzó sentimientos independentistas para descarrilar la inquina popular contra las medidas de austeridad fiscal.

La declaración de Santi Villa, Consejero del Territorio, confirma la predicción del World Socialist Web Site (wsws.org) del criminal rol de la seudoizquierda, sirviendo de hoja de parra al nacionalismo catalán, con el pretexto que hay algo de progresivo en escindir a España.

Su propósito es que los obreros tomen un punto de vista de corto plazo en torno a los grandes problemas sociales que encaran. Lo hace maquillando el proyecto separatista de la región más próspera de España (para que los ricos y las grandes sociedades anónimas paguen menos impuestos) que supuestamente sería una palanca de mejores beneficios de previsión social para la gente de Cataluña, para dividir a la clase obrera, justo cuando todo depende de una lucha unificada contra todos los sectores de la burguesía.

En charlas con empresarios y políticos catalanes, Vila dijo que Cataluña requería un proyecto “mínimamente ilusionante” para hacer tolerar los recortes fiscales.

Añadió: "¿Si este país no hubiera hecho un relato en clave nacionalista cómo hubiera resistido unos ajustes de más de 6.000 millones de euros?"

Vila dijo que también hubo otros factores enmarañados en jugar la carta independentista, incluyendo la perdida de confianza en las instituciones del gobierno y que el gobierno en Madrid de Mariano Rajoy (Partido Popular, PP) hubiera rechazado aceptar las propuestas reformistas del gobierno del presidente catalán Artur Mas (CiU).

Habiéndole la puerta a la independencia, dar marcha atrás “frustraría” (dijo Vila) a los más de dos millones que acudieron a las urnas en el balotaje “de consulta” del 9 de noviembre pasado.

El éxito principal de ese voto fue la movilización de los sectores nacionalistas de clase media media y media superior que habían apoyado a los candidatos del CiU y a los otros partidos separatistas Esguerra Republicana de Catalunya (ERC), los verdes y otrora estalinistas de la Iniciativa per Catalunya Verde (ICV), y la Candidatura d’Unidad Popular (CUP, corriente seudoizquierdista).

Este balotaje, que había sido proclamado de vida o muerte para el futuro de Cataluña, apenas atrajo el treinta y siete por ciento de los habilitados para votar. De los 2.3 millones que acudieron a las urnas, el ochenta y un por ciento dio su apoyo a la creación de un estado catalán independiente. Los sondeos de opinión indican que entre la gente de Cataluña el apoyo a la independencia se ha reducido al cincuenta por ciento.

Después del voto del 9 de noviembre, Mas anunció que iba a adelantar las elecciones regionales si todos los partidos separatistas acordaran formar una sola lista. De ganar una mayoría, se formaría un gobierno de unidad de transición que declararía la independencia y se separaría de España dentro de un periodo de 18 meses.

A mediados de diciembre L’Assemblea Nacional Catalana (ANC), que durante los últimos tres años ha organizado manifestaciones de más de un millón de personas para el Día Nacional catalán, le dio su espaldarazo a la proposición de Mas y propuso elecciones en febrero. Apoya la exigencia de Mas de que todos los partidos separatistas se unieran en esto al CiU. Es importante para la ANC que haya un nivel de unidad entre estos partidos para evitar conflictos que podrían desalentar a algún importante sector de los votantes, o, peor aún, hacer que hubiera una interpretación ambigua entre los estados e instituciones internacionales claves que tendrían que aceptar la decisión.

El líder del ERC, Oriol Junquera, expresó dudas sobre la proposición de Más (en base a cálculos que carecen de siquiera una pizca de integridad). Hizo hincapié que el periodo sugerido es demasiado largo, que debería haber elecciones lo antes posible. Antes del 9 de noviembre los sondeos de opinión indicaban que el ERC se había convertido en el partido más popular in Cataluña. Una más reciente encuesta señala que el CiU ahora reconquista terreno perdido. Junqueras también rechaza el concepto de una lista única y de un nivel máximo de cooperación, a menos que se pacte formalmente una alianza. Bien sabe que una estrecha asociación con el CiU sería desastrosa para le ERC. Junqueras suele criticar las medidas económicas y sociales de Mas. Las considera iguales a las de Rajoy. Predice que tarde o temprano esas medidas afectarán el costo de la deuda externa catalana.

Que la agresión hacia Mas es simplemente una fachada para el oportunismo del ERC queda demostrado con el apoyo del ERC al CiU desde el 2012, año en que Cataluña se convierte en un “laboratorio” de ensayo de recortes fiscales. Anna Simó, portavoz del ERC, confirmó que ese apoyo continuará, declarando que anticipaba que Oriol Junqueras y todos los miembros del ERC harían lo necesario para lograr una amplia y sólida mayoría parlamentaria.

El primer ministro Rajoy visitó Barcelona tres semanas después del balotaje del 9 de noviembre. Les recalcó a oficiales del PP que “yo no voy a permitir que se ponga en tela de juicio la unidad de España”.

Dijo que la consulta del 9 de noviembre había sido una farsa y que Mas era el primer ministro de una minoría de catalanes.

En verdad aumentan las críticas dentro de la élite del poder española que Rajoy había subestimado la crisis catalana, creyendo que se podría aprovechar de las diferencias entre las corrientes separatistas, y que había alienado a Mas y al CiU (partido tradicionalmente opuesto a la independencia, que simplemente presionaba por más concesiones del gobierno en Madrid), estimulando el aumento de sentimientos independentistas, por encima del quince por ciento de hace algunos años.

Santiago Abascal, líder del partido VOX (a la derecha del PP), que estuvo muy cerca de ganar su primer escaño en las elecciones europeas de mayo del 2014, dijo que se apelaría a los tribunales contra el “traidor” Rajoy por no impedir el balotaje del 9 de noviembre e intervenir el gobierno catalán. El general Jaime Dominguez Buj, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de España, también se entrometió en la crisis catalana; “cuando la metrópolis se hace débil, viene la caída”, dijo Domínguez Buj.

Domínguez Buj considera que el PP tiene que “ganarse los corazones y las mentes de los españoles”. También lanzó una amenaza solapada, sosteniendo que las FF. AA. “no son garante de nada sino una herramientas del gobierno para que hacer cumplir la ley y la Constitución”. Aseguró que éstas están “preparadas para intervenir en la forma que el gobierno decida en cada escenario interior o exterior” y “para ir a Afganistán o a Valencia”.

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