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La desigualdad social y el vacío político en los EE.UU.

Recortes de ayuda alimenticia para 48 millones

Este artículo de perspectiva política apareció en ingles el 4 de noviembre del 2013

El viernes 1ro de noviembre, sin que el Congreso levantase un dedo, beneficios de asistencia alimentaria que cubren a 48 millones de estadounidenses fueron recortados, la primera reducción nacional de los subsidios de alimentos para la gente de bajos recursos. Los recortes suman 11 billones Dls. en los próximos tres años y equivalen a 300 Dls. por año para una familia de tres. Estos recortes significarán hambruna para millones de niños, madres recientes, ancianos y personas con discapacidad.

El Congreso discute actualmente aún más recortes a los cupones de alimentos; el debate entre Demócratas y Republicanos ya no es sobre si recortar o no, eso ya está decido; simplemente gira en torno a la cantidad fondos a tijeretear de un programa que otorga asistencia mínima a los más vulnerables.

Mientras tanto, el programa federal de Compensación de Emergencia para los Desempleados, que extiende beneficios para los obreros parados más allá de las 26 semanas que son la norma en casi todos los estados va a acabar en diciembre, sin que haya ocurrido ninguna disminución de importancia en las cifras del desempleo real (medido por figuras como la proporción entre trabajadores empleados y la población del país) y cuando muchos Estados ya han hecho sus propios recortes..

La pobreza, la falta de empleo y la inseguridad económica son una realidad diaria para la gran mayoría. Según una encuesta, cuatro de cada cinco americanos o han vivido en la pobreza, o han estado sin empleo o han usado la asistencia social por un año o más.

El recorte a la asistencia alimentaria no es ningún problema para los grupos políticos burgueses. Poco reaccionaron los medios de comunicación, que sólo respondieron a la noticia con superficiales resúmenes. Ningún político importante ha sugerido que se haga algo para evitar que ocurra el brutal tijeretazo. El presidente Barack Obama no ha dicho nada al respecto, hecho que no sólo expresa su indiferencia al sufrimiento de la población, sino refleja la perspectiva social de su administración y el de todo el sistema político.

Uno nota en este caso la muy evidente existencia de un profundo vacío político en los Estados Unidos. El sistema político es incapaz de resolver a las necesidades básicas de la población, a no ser de manera desalmada.

Una ola de recientes encuestas indican cada vez más un distanciamiento popular de Obama y de todo el aparato político. De acuerdo a una encuesta realizada hace una semana por el diario financiero Wall Street Journal y la cadena de televisión NBC, sólo el 42 por ciento de la gente aprueba de Obama, la tasa más baja de su gerencia. Más encuestados declararon que desaprueban de la administración que los que la aprueban, por la primera vez en su presidencia.

Hay, sin lugar a dudas, muchos diferentes factores que se combinan para producir estas cifras. Las revelaciones del espionaje enorme, ilegal y anticonstitucional a manos de este estado policíaco han dado luz are repetidas mentiras del equipo presidencial y de sus principales jefes de espionaje. Las últimas revelaciones del informante de la Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden (que el gobierno copia toda la data interna de Google y Yahoo y ha estado espiando a docenas de líderes mundiales) enfatizan la putrefacción de la democracia estadounidense.

La implementación de la Ley de Salud Accesible (Obamacare, ACA), que cada día que pasa está siendo desenmascarada como un regalo más a las corporaciones, también ha tenido un impacto importante. Al presentar sus propuestas de cuidado de salud a la población, Obama repetidamente recalcó que "Ud. podrá quedarse con su plan de salud, si Ud. quiere". Ahora, millones de personas están expulsadas de sus planes existentes. Para Obama esta evidente marcha atrás de sus previas promesas no es ningún problema.

Esto, junto con la fallida e incompetente operación de su página de Internet, son expresiones básicas del carácter del programa en sí, que desde un principio no fue creado para otorgar cuidado de salud a la gente, sino más bien para lo contrario. Es un enorme subsidio para las compañías de seguros, aumentando aún más su control del sistema de cuidado a la salud. También les sirve a las corporaciones y los gobiernos para recortar costos eliminando sus propios planes de salud y obligando a los trabajadores a comprar seguros en el mercado privado. La principal "reforma" de la administración es un fraude monumental.

Junto al creciente resentimiento hacia la administración Obama, las encuestas señalan un distanciamiento general. Las cifras para los Republicanos han caído aún de manera más estrepitosa que las de los Demócratas. De acuerdo a la encuesta WSJ/NBC, más de la mitad de la población afirma no pertenecer ni al partido Demócrata ni al partido Republicano. El apoyo por un tercer partido ha alcanzado los niveles más altos en la historia, de acuerdo a la agencia de encuestas Gallup. Estas cifras son, en parte, consecuencia del cierre federal del gobierno, que fue tramado para crear las condiciones de más ataques contra la clase trabajadora.

La similitud entre las cifras de las encuestas para Obama y para su antecesor George W. Bush llama la atención y es importante. De acuerdo a una encuesta anterior, también de la Gallup, la actual tasa de aprobación de Obama es sólo 0.6 por ciento más alta que la de George W. Bush durante el mismo periodo de su presidencia, que fue en otoño del 2005. Éste fue el período que siguió al manejo monstruoso, indiferente e incompetente del Huracán Katrina, uno de los más grandes desastres en la historia de EE.UU..

El candidato de la "esperanza" y el "cambio", alabado por los partidarios liberales y de la seudoizquierda del Partido Demócrata como el presidente "transformador", queda al descubierto; vino a ser un representante más de los bancos y del aparato militar-inteligencia, y un mentiroso poco convincente.

Después de la enorme ola de oposición a Bush, quién dejó al gobierno siendo el presidente más impopular en la historia moderna estadounidense, Obama había sido presentado como envase atractivo de la política de la clase gobernante. Sin embargo, Obama ha gerenciado la crisis económica más grande desde la crisis del 1929 con la entrega de trillones de dólares a los bancos y ejerciendo una política que ha producido las crecientes ganancias de las grandes empresas, acompañadas por los salarios cada vez más bajos y el estancamiento económico para la mayoría.

En cuestión no está un individuo o una administración, sino el completo y podrido sistema político. Es necesario que los trabajadores y los jóvenes generalicen la experiencia de la década y media pasada. La continuidad básica de las política de las administraciones Bush y Obama es un producto del hecho de que ambos son representantes de la clase gobernante y defensores del sistema capitalista.

Reemplazar a un político del gran capital con otro no solucionará nada. El único camino para resolver todos los problemas de la sociedad y de la desigualdad social que es el construir un partido político que represente al pueblo trabajador, armado con un programa socialista de reorganizar a la sociedad sobre la base de satisfacer las necesidades sociales, no el enriquecimiento de los súper adinerados.

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