Español

De El Salvador a los Estados Unidos: la historia de un joven inmigrante

Este artículo apareció en inglés el 24 de julio del 2014

La llegada  de decenas de miles de niños centroamericanos que atraviesan la frontera México-EE.UU. continúa y es el resultado directo de décadas del patrocinio estadounidense a dictaduras y guerras en Latinoamérica. Las pandillas violentas y las economías deprimidas de sus países, particularmente en Honduras y El Salvador son la causa de la mayor parte de los que realizan el viaje de más de dos mil kilómetros. Atravesando México, encaran a corruptos funcionarios policiales y contrabandistas que rutinariamente los roban y violan a las mujeres. El viaje es especialmente peligroso para niños que no están acompañados, quiénes son presa fácil de pandillas y traficantes de personas.

La respuesta del gobierno de Obama a la catástrofe carece de compasión y sentimientos básicos humanitarios. Ha deportado a más inmigrantes indocumentados que todos los otros gobiernos en la historia de EE. UU. A comienzos de este mes, la Casa Blanca y el Congreso decidieron acelerar el proceso de deportación de niños no acompañados. Bien sabe que muchos de esos niños morirán de la violencia de las pandillas y los escuadrones de muerte de la policías. Esto es una violación directa de leyes internacionales que declaran que los refugiados que huyen de una zona de guerra o de la opresión socio-política merecen refugio y no deben ser obligados a retornar al país del que huyen.

A comienzos de esta semana, el gobernador republicano tejano Rick Perry, anunció planes de enviar 1,000 tropas de la Guardia estatal a la frontera. Esto es parte de la militarización general de la frontera, incluyendo el plan de la Casa Blanca de $3.7 mil millones en financiamiento de emergencia para expandir la patrulla fronteriza y añadir más drones en el aire.

El WSWS habló con un individuo que escapó de la pobreza y la violencia en Centroamérica cuando era adolescente y comparte sus experiencias de abordar el tren que pasa por México, popularmente conocido como "La Bestia", y su opinión  sobre el éxodo de niños centroamericanos.

Arístides proviene de El Salvador y ahora vive en Los Ángeles.

WSWS: ¿Qué piensas de la creciente militarización de la frontera?

A: En mi opinión, como inmigrante, no pienso que sea correcto. Algo está a punto de pasar. Si ponen tropas en la frontera, aún habrá accidentes de todas formas. Algo está a punto de pasar. Va a terminar en una catástrofe. También, creo que si ponen tropas en la frontera, probablemente habrá enfrentamientos de algún tipo, eso es también a lo que me refiero. Pero veo todo esto de una manera absurda, muy absurda. Mucha gente viene a trabajar aquí honestamente, legalmente. O sea, ganan su dinero honestamente.

WSWS: ¿Qué piensas de la política inmigratoria de EE.UU.?

A: Personalmente, no estoy de acuerdo. Se trata de una política bien mala . Es algo de que en vez de ayudar causa más problemas, más odio y repudio de la gente. Este país creará más enemigos de esta manera.

WSWS: ¿Qué piensas sobre el vuelo de deportación que regresó a los niños de vuelta a Honduras el lunes pasado?

A: No han cambiado aún la ley que pasaron en el 2008, ¿cierto?. Entonces si no es así, el gobierno de EE.UU. prácticamente rompe la ley. ¡Rompen la ley!.

WSWS: ¿Cuáles serán las consecuencias de estas medidas para los inmigrantes?

A: No se podrán quedar en este país. Muchas de estas personas quieren quedarse. Muchos padres están aquí presentemente en este país con sus hijos están allá, y quieren que reunirse. Desean una vida aquí; no quieren retornar. Así que es algo que separaría a las familias.

WSWS: ¿Cómo son las condiciones en El Salvador?

A: Retornarán a una vida peor de la que de dejaron. Por ejemplo, hablando de mi país, El Salvador, país al que amo, desgraciadamente ahí la política, las leyes, el crimen... todo está muy mal. Tengo una hermana que está huyendo por causa de la extorsión. Amenazaron con matarla, mataron a su esposo. Mataron a mi padre. . Tenía un negocio en un Metrocentro [cadena grande de supermercados en El Salvador]. Lo mataron en 1997, por la misma razón, probablemente. Y los que lo hicieron fueron de la policía. Tengo que cuidar de mis hermanas

Allá la ley facilita las extorsiones. El mismo gobierno le da poder a las pandillas para que puedan hacer esto. Hace poco descubrieron a una mujer salvadoreña viviendo en Guatemala con siete millones de dólares, producto de la extorsión. La gente no logra obtener trabajo. Mis dos hermanas, tenían un negocio de venta de ropa en un Metrocentro, siguiendo los pasos de mi padre. Mataron a un esposo de mi hermana porque no quiso pagar el dinero de la extorsión. Amenazaron a mi otra hermana en su hogar, diciéndole que la iban a matar si ella no les daba $500 mensuales. ¿Qué hicieron? Bueno, se tuvieron que salir La gente abandona sus hogares, se mudan de un lugar a otro. Los que pueden se vienen aquí. Por esa razón migran, muchos de ellos son niños, porque a los menores se los obliga a unirse a las pandillas o son secuestrados, sobretodo si llegan a conocer que tienen familia viviendo aquí en Estados Unidos. Los secuestran y exigen un dinero de rescate. Es un desastre.

Esto viene desde atrás. Son historias tristes. Si Obama incrementa la militarización de la frontera, golpeará aún más a estos países.

WSWS: ¿Juega el imperialismo un rol fundamental en las condiciones que hay en tu país el día de hoy?

A: Todo proviene de ahí, y es un viejo problema. En los ochenta [los años de la dictadura de derecha] todo fue destruido... De no haber sido por esa dictadura el país sería un mejor lugar hoy. Mucha gente fue asesinada. Recuerdo que la última ofensiva fue en 1989. Ya tenía 11 o 12 años en aquel tiempo. En el vecindario en dónde vivía, hubo un feroz enfrentamiento. Recuerdo que pasamos cinco días sin ser capaz de salir a comprar comida o cualquier cosa. Mi abuelo y yo abrimos la ventana, y la calle completa estaba llena de soldados y guerrilleros. Al abrir la ventana, vimos a un soldado cerca de la ventana, apuntando su rifle. En tres segundos, dispararon a su cabeza y pedazos de su cerebro cayeron sobre nuestras caras. ¿Pueden creerlo? Yo era un niño. Ver esa clase de cosa traumatiza a la gente. Actualmente hay mucha gente viviendo en este país que de niño tuvieron experiencias como esa, que han atravesaron por traumas sicológicos.

WSWS: ¿Puedes describir tu viaje a los Estados Unidos?

A: Dejé mi hogar con muy poco dinero. Nadie pagó por un coyote para traerme aquí. La decisión fue mía y de dos otros niños, compañeros de escuela míos. Ellos tenían 18 y yo 17 años. Decidimos viajar hasta acá. Habían obtenido algo de dinero y me dijeron: "Si no tienes suficiente, pagaremos por ti e iremos". Entonces dije: "Claro, iré a los Estados Unidos". Bueno, siendo un menor, en las aduanas en la frontera de El Salvador con Guatemala, sólo tuve que pagar veinticinco dólares para cruzar. No me preguntaron si traía familia o algo. Esto ocurrió en 1995.

Nosotros mismos contábamos con suficiente dinero para el viaje. Llegamos ala frontera con Guatemala y quisimos cruzar el río para entrar a México. De repente un hombre nos dijo que podría hacernos pasar. "Síganme", nos dijo. Fuimos a lo largo del borde del río, y mientras entramos al bosque, notamos a unos hombres con machete que parecían estar trabajando ahí. Estaba yo a la cabeza del grupo y de repente un hombre sacó su revolver y poniéndolo en mi cabeza nos dijo "Al suelo, hijo de puta. Esto es un atraco , dennos todo el dinero que traen".  Nos quitaron todo lo que teníamos. Nos dejaron sin nada con qué comer. Se robaron mis zapatos, que eran nuevos y que había comprado especialmente para el viaje. Desde ahí, nos dejaron ir sin rumbo y sin nada. Nos encontramos con un hombre que hacía pasar a la gente. Le contamos sobre cómo nos habían atracado, y nos dijo "Sé quién les hizo esto. Si quieren cruzar al otro lado los llevaré gratis".

Salimos totalmente mojados, y fuimos a buscar el lugar donde abordar a "La Bestia" [el infame tren de carga]. En medio de todo esto, mientras buscábamos un lugar en dónde abordar a la Bestia, íbamos rogando comida. Mendigábamos tortillas. Las obteníamos a veces con un poco de sal o con plátanos. También pedíamos agua. Y en el camino para buscar en dónde subir a la Bestia, fuimos detenidos por los agentes de inmigración de México y nos pusieron en sus camiones. Nos llevaron a un canal para tomar nuestro dinero, pero no teníamos ninguno, ya habíamos sido atracados, así que se enojaron y nos dejaron ahí tirados.

Sí, fue la policía mexicana, la policía federal. Buscamos nuestra salida de los bancos del canal siguiendo las pistas de la llanta. De lo contrario, nos hubiéramos perdido ahí. Con el tiempo, encontramos cómo subir a la Bestia, y había ahí 20 ó 30 personas esperando. Un hombre ahí nos decía cómo abordar la Bestia. La cuestión con la Bestia es esta: la Bestia en sí no mata, lo que mata es la manera en que uno la aborda, porque el tren nunca se detiene. Siempre está yendo a treinta o cuarenta kilómetros por hora y tienes que correr al lado de ella y subirte. Si te resbalas, entonces caes bajo el tren y estás acabado. Pero subirte no es tan difícil imagina subirte, ahora imagínate bajarte a 30 o 40 kilómetros por hora. Te diré por qué se hace así: es porque los lugares en los que uno se sube y se baja del tren son los puntos claves antes de que el tren pare. No puedes esperar que el tren se detenga, porque es ahí dónde está la policía de inmigración.

Entonces cuando se aproxima a la cárcel militar de inmigraciones, el tren desacelera y tienes que bajar. Cuando yo me bajé, no fui muy lejos. Tienes que alejarte de ahí, bordear la cárcel militar y volver a subir. Me torcí un tobillo al bajar y nos perdimos. No podía caminar sin apoyarme en los hombros de mis amigos. Bordeamos la cárcel militar y encontramos algunos amigos, no amigos exactamente, eran salvadoreños. Nos dieron alojamiento, y nos quedamos ahí un mes. Yo me quedé con ellos cuatro meses. De ahí no podía continuar, tuve que pedir ayuda a mi familia aquí en los Estados Unidos.

En México puedes comprar documentos fácilmente. Por cincuenta dólares me dieron un certificado de registro criminal. Y con ese certificado, un documento de identificación con foto y todo, puedes viajar desde Puebla a Tijuana sin problema pasando los controles de inmigración. La parte del viaje que tuvo el mayor impacto en mí fue en Tijuana. Tan pronto como uno se baja del bus, es como si se tratase de un mercado, como si vendieran pollos. Gente ofrece hacerte cruzar la frontera. En entonces creo que los coyotes cobraban quinientos dólares. Hoy día pienso que cobran unos tres mil. Entonces me cruzo con uno que me llama la atención y le digo: "Quiero pasar a los Estados Unidos". Tomó a cuatro otros y nos llevó a una casa. Habían ocho o nueve ahí, incluyendo dos menores.

Lo que me impactó fue que los hombres estaban armados. Había tres, y dos tenían armas. Era una casa con tres cuartos. Apartaron a las mujeres. En un cuarto estaban los hombres, y las mujeres en el otro. Los cuartos no tenían puertas, así que podías ver el cuarto en donde estaban las mujeres. Agarraban a las mujeres una por una y las violaban en el tercer cuarto. Nosotros intervinimos, pienso que estaban a punto de matarnos, porque agarraron a una niña de 12 años, y esta niña comenzó a gritar dentro del cuarto. Aún tengo esos gritos en mi cabeza, esos gritos de esa niña. Diría que el 90 por ciento de las mujeres son violadas en el camino.

Eso te destroza, oír aquellos gritos de miedo. Todos acudimos al cuarto y la sacamos de la cama. Bueno, fueron en realidad los más viejos que hicieron eso. La sacaron de la cama, y una mujer adulta dijo: "Si debes, viólame, pero déjala ir, deja a los niños en paz". Imagina aquellos niños, no sé cómo estaban, ni cómo llegaron ahí o quién iba con ellos. Ése es otro problema que ocurre en la frontera; no es sólo ahora, viene desde antes. Puedo describir ese día con tantos detalles, no puedo olvidarlo. No quiero olvidarlo. Nunca olvidaré el llanto de esa niña, sus aterrados gritos. Gracias a dios, no llegaron a violarla o penetrarla, aunque ya la habían desvestido a medias en el momento que la rescatamos.

¿Sabes qué es lo que hacen las mujeres hoy en día? Del momento que parten tienen un paquete de condones o píldoras anticonceptivas en sus carteras para no salir embarazadas, porque en todo el camino les dicen que hay un alto riesgo de ser violadas, y eso es algo seguro. Es algo seguro. Tengo una hermana, tiene ahora 28 años, creo. Ella es bonita y necesita venir acá, pero aunque podría enviarla a que la traigan, no le pediría que venga. Nunca podría estar bien con eso. Nunca podría aceptar el que venga acá porque sé las cosas que le espera, inclusive podría perder la vida.

Conozco a una mujer cuyos tres hijos se enfermaron mientras viajaban con ella. En México le dijeron que si no se dejaba violar, la matarían junto con sus hijos. Encima de eso, fue detenida en Arizona, cuenta que sus tres hijos se enfermaron de varicela, y que uno de ellos se estaba muriendo de una alta fiebre. En un momento ella comenzó a gritar como una loca para que así la [Patrulla Fronteriza] finalmente ayudara a su hija y la llevara a la enfermería. Cuenta que se estaba sacando sus ropas y cosas así. Cuenta que se volvió loca.

Me tomó alrededor de 5 meses llegar. Con los Salvadoreños que nos albergaron estuve ahí un mes hasta que un camionero vino para llevar mangos y plátanos al Centro de Suministros [en Ciudad de México], le pregunté si me podría dar un aventón hasta su hogar y quedarme ahí. Mis dos amigos que me acompañaron regresaron a Tapachula. Yo estaba decidido: "No, yo ya estoy acá, no voy a volver".

Aquí hay otra cosa para ti. En Puebla, el que me dio el aventón me llevó a su hogar. Me alimentó y todo eso, me dio pensión por cuatro meses. Desde ahí, volvió al trabajo y me quedé con su hermana. Yo ayudaba con tareas como barrer el patio de atrás y comprar cosas.

Ocurrió que hizo dos viajes más. En el tercero, trajo a dos mujeres, ambos salvadoreñas, uno de ellas estaba embarazada de nueve meses y apunto de dar a luz. Para continuar el viaje se vio obligada a abandonar a su recién nacido. Deja a su niño ahí. No sé bien por qué lo hizo; imagino que sintió que era un riesgo demasiado alto cargar con su bebe hacia los Estados Unidos. Imagina por lo que una mujer embarazada tiene que pasar, abandonar a su hijo incluso, con el fin de hacer el viaje.

La situación es drástica en nuestros países. Tú no vienes de tu país sólo porque sí. Si tu vienes para acá, hay una razón. Existe alguna razón para venir. Si estuviese en mi país y tuviera lo suficiente para sobrevivir, ¿para que hacerme mala sangre pagando alquileres y cuentas? Allá, tengo mi casa y no tengo que pagar por esas cosas. Pero no se puede vivir allá.

Loading